Los bochincheros son un producto de temporada como el mango, la fresa, la papaya o los zompopos. Vividores profesionales del cuento y del ruido a quienes no interesa el motivo de la protesta o del cierre de carreteras en que intervienen porque lo importante, como en el deporte, es participar. La época electoral es momento propicio para la turba. Se sienten en casa, cómodos, excitados cual adolescentes en primavera y con la mente y el cuerpo listos para ir jodiendo al ciudadano común que madruga y encuentra que no puede utilizar el bus, el vehículo o la calle porque esos hijos del conflicto bloquean las vías de comunicación y “piden pacíficamente” -con palos en la mano- solidaridad con su causa. Medio inconscientes en ambulancia, algunos enfermos expiran mientras la sirena se desgañita pidiendo paso a esos sordos de la democracia y de los derechos individuales que persisten en el cierre o en el bloqueo.
Encabezan esas huestes delictivas “líderes” sindicales, locales, campesinos o proletarios que reclaman afanosamente sus derechos, ignorando al mismo tiempo los del resto. El ejemplo más numeroso, aunque no siempre el más ruidoso, es el del sindicato magisterial, un grupo de parásitos gorrones que se asocian con el poder al precio que sea y cobran dividendos que pagamos el resto. Otra casta la integran los “campesinos”, esos hijos del pasto que incendian llantas en cualquiera de los destrozados cruces de carreteras sin reparar que aunque no lo hicieran sería bien difícil circular porque el gobierno tampoco se preocupa de la red vial. Los más pánfilos, los que ayer lunes en ciertos semáforos y grupos insignificantes aclamaban la candidatura a la Presidencia de Sandra Torres ¡Quién se los cree!
Culpables de la situación son los políticos mediocres que se asocian en macabra danza con esos y otros grupos de presión y los utilizan cuando conviene, pagando después alto precio por una lealtad profana que dura lo que el desvío de fondos del presupuesto tarda en colmar su avaricia. Son los poderes paralelos al Estado, esos que nadie investiga y que suelen converger con los intereses del gobierno de turno. El ejercicio político insensato, permisivo y cobarde que fomenta el desprecio de los derechos de cada persona en beneficio de esos particulares, oscuros y monetarios intereses, sostiene el obsceno modelo mercantilista del club de sinvergüenzas y chantajistas profesionales.
La pasada semana la Corte de Constitucionalidad admitió un recurso que amparó a quienes nos hubiésemos quedado varados por la acción delictiva de grupos que dicen velar por “nuestros” derechos mientras los pisotean. El Frente Nacional de Lucha, una agrupación extorsionadora que ha alentado el impago de la luz, la no promoción de la minería, el tampoco desarrollo de las hidroeléctricas y un largo etcétera, fue la protagonista. El Presidente, más perdido que nunca al querer defender a uno de sus fieles lacayos, manifestó que “las Cámaras deben ir a su rollo”, a pesar de que tres años y pico después seguimos sin saber cuál es el suyo. En el ocaso fracasado de su mandato parece que le ha dado por respingar y dar muestras tardías del “ejercicio de su autoridad”, algo desconocido cuando debe tomar decisiones trascendentes o explicar asuntos de interés nacional, como las armas que ya no se compran, los muertos que no se reducen, el Fiscal que otros tuvieron que cesar, los servicios que no sirven o los despilfarros presupuestarios ¡Eso sí que es un mal rollo!
Este es un blog personal donde se editan las columnas de opinion (y otras) que semanalmente publico en el diario PRENSA LIBRE de Guatemala. La idea es generar un espacio de debate y opinión con los lectores, de forma que la libertad de expresión sea en doble sentido.
lunes, 28 de febrero de 2011
lunes, 21 de febrero de 2011
¡Necios con la campaña!
Ante la falta de éxito en la investigación de una campaña nacional de desprestigio contra la CICIC, el Comisionado Dall’Anese busca ahora culpables del descrédito en el ámbito internacional. Hasta la fecha, el Comisionado se había mantenido semi-discreto y no aparecía mucho en los medios, dedicándose a lo que sabe y debe hacer con entusiasmo y consagración: investigar esos poderes paralelos al Estado que nos embarran y que cada vez parecen menos ocultos para todos, excepto para él. Sin embargo, cuando los resultados no son los deseables, se cuestionan o los casos no se concretan suficientemente o se desmoronan, parece que la salida hacia adelante pasa por crear un distractor -como hacen muchos gobiernos-, en este caso, la campaña de desprestigio.
Muy ingenuo debería ser el señor Dall’Anese si cuando asumió el cargo no evaluó que más que campaña lo que hay son grupos de ciudadanos que no aceptan -y es legítimo- a la CICIG como forma de arreglar los problemas de país; otros que no la quieren, sencillamente porque no les gusta, y otros más desde fuera que no están dispuestos a que sus impuestos vengan a un país donde las autoridades y los ciudadanos hacen muy poco por arreglar sus propios problemas y quedan a la espera de la caridad menesterosa de la cooperación internacional. También debería valorar que las campañas se pueden dar en ambos sentidos: aquellas que tienen a desprestigiar y las que ensalzan. Ambas crean sentimientos extremos y encontrados. La primera porque rechaza al ente, la segunda porque lo diviniza y aunque las dos generan una imagen distorsionada, la atención sólo se centra en una de ellas. Muchas personas hay en el país que diariamente encumbra a la CICIG, lo difunden en campos pagados, escriben resaltando sus bondades, destacan las cualidades sobrehumanas de sus integrantes y suben artificialmente el nivel de expectativas por encima de lo que sería habitual. Hasta el momento, el éxito no está en consonancia con lo esperado, con el tiempo, con los recursos invertidos y con el esfuerzo empleado. Ese grupo de optimistas que niegan la realidad de las cosas, los pro-CICIG y los que toman tragos con sus representantes, los condecoran, ensalzan y proyectan a los cielos, son tan culpables como aquellos que sin pruebas son acusados de crear un clima de intranquilidad en el país ¿Por qué no se les persigue o critica con la misma contundencia?
El recién anuncio de un cabildeo internacional en su contra pone de nuevo en el candelero el tema del desprestigio y de la persecución. Sin embargo, es el propio juez quien acusa sin aportar pruebas al respecto ni decir a quienes visitó Robert Gelbard, que es la persona que supuestamente complota. Ese tipo de acusaciones que arriban al resultado final sin que medien las pruebas que conducen al mismo, son idénticas a las que en su momento utilizó Castresana y salpicó de lodo a muchos generadores de opinión del país para que, a la fecha, todos hayan sido exculpados. Es preferible, señor juez, ser más prudente y aprender de los errores del pasado para no cometerlos en el futuro. Si lidia con esa CICIG es porque su antecesor abusó en muchos comentarios y se extralimitó supongo que aconsejado por el mismo director de comunicaciones que usted tiene ahora. No haga lo mismo o presente las pruebas que tenga. ¡Ah!, que le conste: no me he puesto de acuerdo con el tal Gelbard ni con otros.
Muy ingenuo debería ser el señor Dall’Anese si cuando asumió el cargo no evaluó que más que campaña lo que hay son grupos de ciudadanos que no aceptan -y es legítimo- a la CICIG como forma de arreglar los problemas de país; otros que no la quieren, sencillamente porque no les gusta, y otros más desde fuera que no están dispuestos a que sus impuestos vengan a un país donde las autoridades y los ciudadanos hacen muy poco por arreglar sus propios problemas y quedan a la espera de la caridad menesterosa de la cooperación internacional. También debería valorar que las campañas se pueden dar en ambos sentidos: aquellas que tienen a desprestigiar y las que ensalzan. Ambas crean sentimientos extremos y encontrados. La primera porque rechaza al ente, la segunda porque lo diviniza y aunque las dos generan una imagen distorsionada, la atención sólo se centra en una de ellas. Muchas personas hay en el país que diariamente encumbra a la CICIG, lo difunden en campos pagados, escriben resaltando sus bondades, destacan las cualidades sobrehumanas de sus integrantes y suben artificialmente el nivel de expectativas por encima de lo que sería habitual. Hasta el momento, el éxito no está en consonancia con lo esperado, con el tiempo, con los recursos invertidos y con el esfuerzo empleado. Ese grupo de optimistas que niegan la realidad de las cosas, los pro-CICIG y los que toman tragos con sus representantes, los condecoran, ensalzan y proyectan a los cielos, son tan culpables como aquellos que sin pruebas son acusados de crear un clima de intranquilidad en el país ¿Por qué no se les persigue o critica con la misma contundencia?
El recién anuncio de un cabildeo internacional en su contra pone de nuevo en el candelero el tema del desprestigio y de la persecución. Sin embargo, es el propio juez quien acusa sin aportar pruebas al respecto ni decir a quienes visitó Robert Gelbard, que es la persona que supuestamente complota. Ese tipo de acusaciones que arriban al resultado final sin que medien las pruebas que conducen al mismo, son idénticas a las que en su momento utilizó Castresana y salpicó de lodo a muchos generadores de opinión del país para que, a la fecha, todos hayan sido exculpados. Es preferible, señor juez, ser más prudente y aprender de los errores del pasado para no cometerlos en el futuro. Si lidia con esa CICIG es porque su antecesor abusó en muchos comentarios y se extralimitó supongo que aconsejado por el mismo director de comunicaciones que usted tiene ahora. No haga lo mismo o presente las pruebas que tenga. ¡Ah!, que le conste: no me he puesto de acuerdo con el tal Gelbard ni con otros.
lunes, 14 de febrero de 2011
Revoluciones árabes
Egipto acapara la atención mundial. Miles de manifestantes han forzado la salida del presidente Mubarak y buscan alternativas de gobierno para el país africano, algo similar a lo sucedido semanas atrás en Túnez y que comienza en Yemen. Occidente, parece ahora advertir la opresión política en el mundo árabe y “de pronto” descubre que todo el norte de África y la gran mayoría de los países árabes de Medio Oriente son dictaduras disfrazadas: partido único, reinos, sultanatos o estrafalarias democracias. También, que muchos de sus presidentes llevan una treintena de años en el poder y que se reeligen o designan a sus hijos como sucesores creando un régimen dinástico, algo muy criticado y condenado en Corea del Norte mientras en estos otros lugares es aprobado y admitido por la hipocresía de la particular política exterior de los países desarrollados: Europa, Federación Rusa y Estados Unidos, ente otros.
Contar con socios que aseguren el suministro de petróleo, de gas o sosieguen y silencien, sin importar la forma, a potenciales migrantes, es una tranquilidad para los “grandes”. Otra cosa es sacar a Zelaya de Honduras, ahí se pronunciaron, denunciaron y presionaron con toda su “diplomacia” para que las cosas volvieran a la “normalidad democrática”. Cuando se trata de dictadores como Castro, Chávez o quienes ocupan las presidencias de aquellos países árabes -o de toda África- es otra cosa. Sacar los blancos e inmaculados dientes a relucir podría generar consecuencias políticas y económicas de alto impacto y, por tanto, mejor callar. Es el realismo político más bajo, ruin y mediocre de quienes pactan con el diablo a cualquier precio para obtener privilegios y beneficios, importándoles un cuerno si las personas están sometidas, aterrorizadas, sujetas a presiones políticas, son puestas en prisión o asesinadas de múltiples formas.
Esos regímenes que ahora se tambalean y comienzan a querer caer -o como juego de fichas de dómino que arrastran unas a otras- son producto de situaciones consentidas por las grandes potencias en su exclusivo beneficio y privilegio. Frente a la tiranía política pocas cosas tienen cabida y la revolución enfocada hacia el otro extremo suele ser tan mala o contraproducente como la situación que se vive, así que pocas esperanzas se vaticinan, salvo saltar de un lado al otro del péndulo. La reacción peor que la solución y el integrismo islámico es una sombra de fondo.
Igual que en el fraudulento proceso electoral iraní, evidenciado por las redes sociales, no esperemos grandes cambios ni posturas categóricas de los poderosos. La tibieza será lo normal. La autodeterminación y no inmiscuirse en los procesos internos serán los pilares que sustenten cualquier discurso oficial y las reuniones urgentes de la ONU, de la OEA o de cualquier otro organismo internacional, por supuesto que no ocurrirán, a diferencia del caso hondureño, cuando en 48 horas se movilizaron para protestar contra el pequeñito centroamericano que hizo sus deberes políticos. La igualdad, la justicia, los valores universales y los principios democráticos a los que se apela constantemente no importan en esta ocasión y serán eclipsados por otros diferentes.
Demandamos democracia en demasía y pensamos que ahí está la solución de todo. Nos dejamos llevar por el espejismo de “grandes gobernantes” que oscurecen nuestro entender y raciocinio e ignoramos la realidad porque nos conviene. Sacrificamos, conscientemente, la libertad de otros sin darnos cuenta de que también anulamos parte de la nuestra. Dejamos de pensar y nos convertimos en autómatas de quienes tienen el micrófono internacional ¡Porca miseria!
Contar con socios que aseguren el suministro de petróleo, de gas o sosieguen y silencien, sin importar la forma, a potenciales migrantes, es una tranquilidad para los “grandes”. Otra cosa es sacar a Zelaya de Honduras, ahí se pronunciaron, denunciaron y presionaron con toda su “diplomacia” para que las cosas volvieran a la “normalidad democrática”. Cuando se trata de dictadores como Castro, Chávez o quienes ocupan las presidencias de aquellos países árabes -o de toda África- es otra cosa. Sacar los blancos e inmaculados dientes a relucir podría generar consecuencias políticas y económicas de alto impacto y, por tanto, mejor callar. Es el realismo político más bajo, ruin y mediocre de quienes pactan con el diablo a cualquier precio para obtener privilegios y beneficios, importándoles un cuerno si las personas están sometidas, aterrorizadas, sujetas a presiones políticas, son puestas en prisión o asesinadas de múltiples formas.
Esos regímenes que ahora se tambalean y comienzan a querer caer -o como juego de fichas de dómino que arrastran unas a otras- son producto de situaciones consentidas por las grandes potencias en su exclusivo beneficio y privilegio. Frente a la tiranía política pocas cosas tienen cabida y la revolución enfocada hacia el otro extremo suele ser tan mala o contraproducente como la situación que se vive, así que pocas esperanzas se vaticinan, salvo saltar de un lado al otro del péndulo. La reacción peor que la solución y el integrismo islámico es una sombra de fondo.
Igual que en el fraudulento proceso electoral iraní, evidenciado por las redes sociales, no esperemos grandes cambios ni posturas categóricas de los poderosos. La tibieza será lo normal. La autodeterminación y no inmiscuirse en los procesos internos serán los pilares que sustenten cualquier discurso oficial y las reuniones urgentes de la ONU, de la OEA o de cualquier otro organismo internacional, por supuesto que no ocurrirán, a diferencia del caso hondureño, cuando en 48 horas se movilizaron para protestar contra el pequeñito centroamericano que hizo sus deberes políticos. La igualdad, la justicia, los valores universales y los principios democráticos a los que se apela constantemente no importan en esta ocasión y serán eclipsados por otros diferentes.
Demandamos democracia en demasía y pensamos que ahí está la solución de todo. Nos dejamos llevar por el espejismo de “grandes gobernantes” que oscurecen nuestro entender y raciocinio e ignoramos la realidad porque nos conviene. Sacrificamos, conscientemente, la libertad de otros sin darnos cuenta de que también anulamos parte de la nuestra. Dejamos de pensar y nos convertimos en autómatas de quienes tienen el micrófono internacional ¡Porca miseria!
lunes, 7 de febrero de 2011
¿Servicio Cívico?
¿Tienes entre 18 y 24 años? De ser así, el gobierno acaba de endilgarle la obligación de realizar 728 horas de servicio cívico ¿Alguien te consultó?, ¿estás enterado del tema?, ¿sabes cuando se publicó la norma? o ¿cuándo se debatió? Seguro que la respuesta a todas las preguntas es un rotundo “no” y acabas de sorprenderte por lo que sin tu permiso ni conocimiento te colgaron.
Mientras en las sociedades desarrolladas cualquier servicio a la comunidad -salvo los debidos a sentencia judicial- tiende a ser voluntario y altruista, estos gobiernos populistas arrean para atrás y vuelven a normar lo que hace más de veinte años desapareció en aquellas. El discurso oficial dice que “por ahora” será voluntario pero como hay intención de que vaya creciendo el número de puestos, terminará por no haber suficientes candidatos. Entonces, podrán llamar a todos los comprendidos entre las edades indicadas. Si estudias, tienes una empresa o estás en proceso de consolidar tu negocio, vete despidiendo. El todopoderoso ejecutivo te enviará, con un salario de miseria, a trabajar en los asuntos que determinen de utilidad pública. Aunque más sofisticado y moderno, el modelo es similar a las milicias cubanas y venezolanas. Un grupo de manejables al servicio de un estado opresor y manipulador que con cualquier excusa social -de esas que sobran- termina por hipnotizar a los que no tienen empleo o a joder a quienes lo tienen. El ejército no repartirá más bolsas solidarias, ahora lo harán los chicos del servicio cívico. Las patrullas de seguridad serán complementadas por los chicos del servicio cívico y el acarreo de manifestantes y movilización de los mismos lo organizará y ejecutará, los chicos y chicas del servicio cívico. Otra manera de ganar adeptos para la causa política de la revolución populista que nos auguran oscuros personajes en la sombra que mangonean esta Administración. Su coordinador: un ministro cesado por un corte de justicia por incumplir sus deberes y que debería estar inhabilitado para todo cargo político.
De momento, joven entre 18 y 24 años, has perdido tu libertad. El gobierno determinará anualmente, como dice la norma, cuantos tienen que formar parte de esa milicia que están creando a bajo costo y menor eficacia, salvo para los fines espurios de quienes retuercen la mente, sacrifican a las personas y pretenden manejar el país como si de un circo de títeres se tratase. El sólo hecho de que el artículo 4 del reglamento incluya la palabra “deberán” en lugar de “podrán” es para desechar el resto por improcedente. Sin ninguna razón te obligarán a que aparques tus proyectos, tus éxitos, tu familia, tu trabajo y te dediques a lo que el gobierno de turno decida. En lugar de que nuestros empleados trabajen para nosotros, tú que los elige, deberás trabajar para aquellos que votaste e irás a su ritmo, lo harás donde él decida y cuando lo estime oportuno ¿Creías ser libre?, pues te equivocaste, nos la clavaron, no te avisaron. Reacciona o dentro de poco estarás vestido de caqui o verde oliva, desfilando marcialmente al son que toque el dictadorzuelo de turno y sometido, por Q8.50 la hora, a esos “príncipes de la democracia”, “adalides de la libertad y de la igualdad” y “padres de la patria”.
Mal estábamos, pero nos superamos. Los viejos seguimos dóciles y decadentes; a los jóvenes, la mayoría en este país, los quieren adoctrinar y manipulan ¡Quien gritaba libertad alguna vez, se durmió! o se acobardó.
Mientras en las sociedades desarrolladas cualquier servicio a la comunidad -salvo los debidos a sentencia judicial- tiende a ser voluntario y altruista, estos gobiernos populistas arrean para atrás y vuelven a normar lo que hace más de veinte años desapareció en aquellas. El discurso oficial dice que “por ahora” será voluntario pero como hay intención de que vaya creciendo el número de puestos, terminará por no haber suficientes candidatos. Entonces, podrán llamar a todos los comprendidos entre las edades indicadas. Si estudias, tienes una empresa o estás en proceso de consolidar tu negocio, vete despidiendo. El todopoderoso ejecutivo te enviará, con un salario de miseria, a trabajar en los asuntos que determinen de utilidad pública. Aunque más sofisticado y moderno, el modelo es similar a las milicias cubanas y venezolanas. Un grupo de manejables al servicio de un estado opresor y manipulador que con cualquier excusa social -de esas que sobran- termina por hipnotizar a los que no tienen empleo o a joder a quienes lo tienen. El ejército no repartirá más bolsas solidarias, ahora lo harán los chicos del servicio cívico. Las patrullas de seguridad serán complementadas por los chicos del servicio cívico y el acarreo de manifestantes y movilización de los mismos lo organizará y ejecutará, los chicos y chicas del servicio cívico. Otra manera de ganar adeptos para la causa política de la revolución populista que nos auguran oscuros personajes en la sombra que mangonean esta Administración. Su coordinador: un ministro cesado por un corte de justicia por incumplir sus deberes y que debería estar inhabilitado para todo cargo político.
De momento, joven entre 18 y 24 años, has perdido tu libertad. El gobierno determinará anualmente, como dice la norma, cuantos tienen que formar parte de esa milicia que están creando a bajo costo y menor eficacia, salvo para los fines espurios de quienes retuercen la mente, sacrifican a las personas y pretenden manejar el país como si de un circo de títeres se tratase. El sólo hecho de que el artículo 4 del reglamento incluya la palabra “deberán” en lugar de “podrán” es para desechar el resto por improcedente. Sin ninguna razón te obligarán a que aparques tus proyectos, tus éxitos, tu familia, tu trabajo y te dediques a lo que el gobierno de turno decida. En lugar de que nuestros empleados trabajen para nosotros, tú que los elige, deberás trabajar para aquellos que votaste e irás a su ritmo, lo harás donde él decida y cuando lo estime oportuno ¿Creías ser libre?, pues te equivocaste, nos la clavaron, no te avisaron. Reacciona o dentro de poco estarás vestido de caqui o verde oliva, desfilando marcialmente al son que toque el dictadorzuelo de turno y sometido, por Q8.50 la hora, a esos “príncipes de la democracia”, “adalides de la libertad y de la igualdad” y “padres de la patria”.
Mal estábamos, pero nos superamos. Los viejos seguimos dóciles y decadentes; a los jóvenes, la mayoría en este país, los quieren adoctrinar y manipulan ¡Quien gritaba libertad alguna vez, se durmió! o se acobardó.