lunes, 28 de febrero de 2011

Rollo y mal rollo

Los bochincheros son un producto de temporada como el mango, la fresa, la papaya o los zompopos. Vividores profesionales del cuento y del ruido a quienes no interesa el motivo de la protesta o del cierre de carreteras en que intervienen porque lo importante, como en el deporte, es participar. La época electoral es momento propicio para la turba. Se sienten en casa, cómodos, excitados cual adolescentes en primavera y con la mente y el cuerpo listos para ir jodiendo al ciudadano común que madruga y encuentra que no puede utilizar el bus, el vehículo o la calle porque esos hijos del conflicto bloquean las vías de comunicación y “piden pacíficamente” -con palos en la mano- solidaridad con su causa. Medio inconscientes en ambulancia, algunos enfermos expiran mientras la sirena se desgañita pidiendo paso a esos sordos de la democracia y de los derechos individuales que persisten en el cierre o en el bloqueo.
Encabezan esas huestes delictivas “líderes” sindicales, locales, campesinos o proletarios que reclaman afanosamente sus derechos, ignorando al mismo tiempo los del resto. El ejemplo más numeroso, aunque no siempre el más ruidoso, es el del sindicato magisterial, un grupo de parásitos gorrones que se asocian con el poder al precio que sea y cobran dividendos que pagamos el resto. Otra casta la integran los “campesinos”, esos hijos del pasto que incendian llantas en cualquiera de los destrozados cruces de carreteras sin reparar que aunque no lo hicieran sería bien difícil circular porque el gobierno tampoco se preocupa de la red vial. Los más pánfilos, los que ayer lunes en ciertos semáforos y grupos insignificantes aclamaban la candidatura a la Presidencia de Sandra Torres ¡Quién se los cree!
Culpables de la situación son los políticos mediocres que se asocian en macabra danza con esos y otros grupos de presión y los utilizan cuando conviene, pagando después alto precio por una lealtad profana que dura lo que el desvío de fondos del presupuesto tarda en colmar su avaricia. Son los poderes paralelos al Estado, esos que nadie investiga y que suelen converger con los intereses del gobierno de turno. El ejercicio político insensato, permisivo y cobarde que fomenta el desprecio de los derechos de cada persona en beneficio de esos particulares, oscuros y monetarios intereses, sostiene el obsceno modelo mercantilista del club de sinvergüenzas y chantajistas profesionales.
La pasada semana la Corte de Constitucionalidad admitió un recurso que amparó a quienes nos hubiésemos quedado varados por la acción delictiva de grupos que dicen velar por “nuestros” derechos mientras los pisotean. El Frente Nacional de Lucha, una agrupación extorsionadora que ha alentado el impago de la luz, la no promoción de la minería, el tampoco desarrollo de las hidroeléctricas y un largo etcétera, fue la protagonista. El Presidente, más perdido que nunca al querer defender a uno de sus fieles lacayos, manifestó que “las Cámaras deben ir a su rollo”, a pesar de que tres años y pico después seguimos sin saber cuál es el suyo. En el ocaso fracasado de su mandato parece que le ha dado por respingar y dar muestras tardías del “ejercicio de su autoridad”, algo desconocido cuando debe tomar decisiones trascendentes o explicar asuntos de interés nacional, como las armas que ya no se compran, los muertos que no se reducen, el Fiscal que otros tuvieron que cesar, los servicios que no sirven o los despilfarros presupuestarios ¡Eso sí que es un mal rollo!

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