A Dios predicando pero con el mazo dando
Coincidiendo con el arribo de la manifestación "indígena campesina y popular", escuché unas preocupantes declaraciones televisivas del peculiar obispo Ramazzini. El sacerdote admitía no aceptar el valor absoluto de la propiedad privada ya que aquella debía estar subordinada a un fin social superior que es -continuaba- lo que determina la doctrina social de la iglesia. En "latín" vulgar y comprensible: será la iglesia -o el que corresponda- quien tome la decisión de respetar -o no- el derecho de propiedad, algo similar, por cierto, a lo que figura en la ley de lugares sagrados que quieren implementar ¿En qué seminario impartirán esos conceptos jurídicos?
Para aplacar tan refinada conciencia y ser coherente, sugiero al clérigo que desde mañana ponga a disposición de sus feligreses y paisanos -para uso y disfrute- todas las propiedades eclesiásticas de su diócesis (su vivienda incluida), encontrará cientos de razones históricas para tal devolución en vez de incitar a huestes manipuladas a que expolien a otros. Si en la historia de la humanidad hay quien haya expropiado, usurpado y apropiado tierras, dinero y otros bienes (además de las monarquías) son las iglesias, muchas veces en connivencia con gobiernos inescrupulosos y asesinos, alabados y bendecidos mientras fueron útiles a sus propósitos. Por tanto, el primer acto de constricción debe hacerlo quien tan alegre e irresponsablemente se lanza a proclamar una cruzada contra los "que tienen" olvidándose que la organización a la que pertenece ocupa un lugar de honor en esa particular. La lectura del relato de los viajes de Thomas Cage a la Nueva España serviría para entender los privilegios de las órdenes religiosas que catequizaron el país a partir del siglo XVI y las ventajas y peculiar forma de vida de los monjes de la época, seguro que con ella el prelado Ramazzini encuentra sobradas razones para repartir propiedades de la actual iglesia entre los desamparados a los que dice representar. Con tan sólo vender un tercio de las pinturas y otros objetos de valor de los templos del país se podría acometer una eficaz lucha contra esa pobreza que manipulan y pregonan para que otros la resuelvan. Desconozco si eso de vender propiedades formará parte de la desautorizada y fracasada doctrina social que tanto daño causó a la iglesia y que activistas trasnochados -algunos con sotana- siguen observando al igual que sus pares laicos que los apoyan, protegen e impulsan.
Sugiero, como católico -¡de los malos, no como el obispo!- la creación de un movimiento que promueva la venta (o cesión en usufructo) de propiedades, de obras de arte que estarían mejor cuidadas en otros lugares y de bienes y objetos (por no entrar en las inversiones de capital) y suprima innecesarios lujos de las iglesias, con el ánimo de comenzar a dar ejemplo de una intención que por siglos no ha pasado de ser precisamente eso: buena voluntad. Hay que exigir a algunas autoridades eclesiásticas el ejemplo con su conducta y una actuación acorde a la prédica, dejando el boato, las recepciones, la vida acomodada -incluso los hijos ilegítimos- y otros "pecadillos" para los mortales imperfectos. El comportamiento farisaico que intensamente nos repetían durante el aprendizaje del catecismo, parece haberles calado hondo a algunos. Obispo Ramazzini, de penitencia ¡al rincón a rezar tres padres nuestros y dos avemarías!, quedará perdonado y listo para el próximo bochinche, actividad política partidista o viaje pagado al extranjero por cualquier cooperación de esas que lo sustentan.
Amén, aunque me quede sin indulgencia.
A continuación describo algunos de los principios en los que se basa la Doctrina Social de la Iglesia para su conocimiento, porque por lo visto se hace llamar católico solo de nombre porque no sabe en donde está parado, pero que esperar de una persona mala como lo escribe en su artículo Sugiero, como católico -¡de los malos, que no hace otra cosa con sus comentarios que favorecer a la clase privilegiada del País, a los que poseen más y por nada les gustaría perder una parte de sus bienes y ayudar a los que no tienen nada y que somos mayoría en este País.
ResponderEliminarPrincipios Dignidad de la persona humana, El Bien común, El Destino universal de los bienes, La Subsidiariedad, La Participación en la vida social, La Solidaridad.
DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA. Toda la doctrina social de la Iglesia se desarrolla a partir del principio que afirma la inviolable dignidad de la persona humana. Esta dignidad intrínseca le viene al hombre por ser imagen de Dios. Como imagen de Dios la vida humana resulta sagrada e inviolable. Cada hombre tiene valor absoluto. La igualdad fundamental de los seres humanos ante Dios tiene como consecuencia la imposibilidad de justificar ninguna discriminación ante las leyes humanas. La persona debe ser defendida contra cualquier intento social que pretenda negarle, abolirle o impedirle que ejerza y conociendo el derecho que todos tenemos a la libre emisión del pensamiento le escribo lo que pienso acerca de su columna publicada el martes 10 de abril de 2012.
DESTINO UNIVERSAL DE LOS BIENES: Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes. Nadie puede prescindir de los bienes que responden a sus necesidades primarias pues éstos son absolutamente imprescindibles para alimentarse, crecer, comunicarse y desarrollarse plenamente como persona. Éste es un derecho inherente al hombre que se desprende de su dignidad intrínseca. El destino universal de los bienes exige un esfuerzo común dirigida a cada persona y a cada pueblo hasta lograr que todos dispongamos de lo necesario para nuestra plena realización. La propiedad privada debe ser accesible a todos por igual No se trata de abolir la propiedad privada, sino de incentivar el que todos y cada uno puedan disponer de ella, pues asegura lo necesario para la autonomía personal. La propiedad privada no es un derecho absoluto. Es un medio para el bienestar del hombre y no un fin, sino convertiría al poseedor en poseído. Tratar la propiedad privada como derecho absoluto atentaría contra el reparto equitativo de los bienes, afirmando que el rico tiene derecho a serlo aunque el pobre muera. Algo que no es justo, pero no se termina de comprender porque cuando más tienen más quieren y eso se convierte en ambición, avaricia, codicia, entre otros.
Por qué no publica la respuesta de Mons. Ramazzini. Digo, si es ferreo defensor de la libertad de expresión, por lo menos publicar la respuesta del obispo, no?
ResponderEliminarEl señor Ramazini.... JAMAS CONTESTO, NI ME ENVIO RESPUESTA ALGUNA..., asi que IMPOSIBLE PUBLICARLA.... si dice lo contrario... MINTIO...
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