Somos iguales ante
la ley, pero no ante quienes se encargan de ejercerla
Tal y como me enteré: Días
atrás, se convocó una reunión en una embajada europea fiel colaboradora
económica y política de ciertos colectivos. Asistieron representantes
diplomáticos y dos grupos diferentes de personas. En uno había un magistrado de
la CSJ que llegó a pedir árnica porque se siente “amenazado y presionando"
y solicitó a la comunidad internacional que avale sus posturas y decisiones
judiciales. Lo que en definitiva promovía el "juez" era la injerencia
externa para que sus "imparciales" sentencias -cualesquiera que sean-
tengan el visto bueno "internacional" y consecuentemente se validen
sin discusión. Como ha sido costumbre, el manoseo y la politización de la
justicia sigue siendo el arma que esgrimen determinados personajes y
organizaciones para legitimar sus intereses aunque no corresponda en ley. El
segundo de los grupos lo integraban miembros de CALDH, de la Comisión
Internacional de Juristas y del MP, entre otros. Pedían igualmente la
“intervención” diplomática porque según ellos algunos de los casos que “llevan”
pueden perderse y necesitan del apoyo de quienes allí estaban. Quejumbrosos y
desesperados, y ante la falta de investigación o de razón, las malas mañas y el
ruido mediático son nuevamente las tácticas a utilizar para hacer “justicia”,
sin importar el precio. El miedo de todos esos es que alguna decisión judicial
pueda ir contra sus sutiles intereses y mermar el esfuerzo por alcanzar
mezquinos objetivos -políticos no jurídicos- que promueven desde hace tiempo.
De mi cosecha: Se evidencia
lo que se viene exponiendo por diversos comentaristas y en diferentes foros,
aunque incrédulos y manipuladores lo nieguen: hay todo un complot por aparentar
lo que no es y por forzar y sostener decisiones judiciales sobre la base del
rentismo político-ideológico, sin importar si se cumple o no con la ley, porque
eso no representa ayudas ni subvenciones. Los vividores de la cooperación
internacional -que no son pocos- necesitan resultados tangibles para justificar
el dinero que reciben y en demasiadas ocasiones -ahora vivimos algunas de
ellas- manipulan las cosas para que sean como dicen que tienen que ser:
hidroeléctricas, minería, medio ambiente, indigenismo, genocidio, etc., para
seguir con esa forma de vida sufragada con las ganancias que reciben como
“cooperantes” ¡Hasta los muertos son aprovechados por muchos de esos inescrupulosos!
Y es que tras la anunciada salida de país de algunas embajadas y el recorte en
las ayudas de otras, necesitan encontrar nuevos padrinos y el lamento
quejumbroso -no el trabajo honesto- es
el medio empleado ante quienes llegan al país con buena voluntad -que no son
todos- y con la esperanza de colaborar en el desarrollo nacional. Los donantes
deberían de entender que un país no sale adelante mientras existan personas
cuya forma de vivir sea mendigar fondos de la ayuda internacional y que además
representan el mayor obstáculo para que se emprendan las reformas necesarias
porque necesitan justificar -por encima de todo- ese estilo inmoral de
subsistencia. No es preciso más injerencia, manipulación, politización ni
mantener activistas refugiados bajo cobijo o inmunidad diplomática. Lo malo es
que muchos donantes necesitan justificar la ayuda que por años llevan dando
porque su carrera y la de sus antecesores puede depender de ello ¿Sabrán en sus
países lo que hacen acá o, por el contrario, no tendrán información fidedigna
de cómo y en qué invierten el dinero de sus contribuyentes? Mientras aquí se
convocan reuniones de manipuladores, agentes de CICIG “trabajan” tomando fotos
en Madrid ¡Basta ya de hipocresías!, pero sobre todo de hipócritas.
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