"En mi casa mando yo, pero mi
mujer toma las decisiones." (Woody
Allen)
La reciente “democracia” de este
país puede dividirse, entre otras ilustres formas, en dos periodos. Uno, aquel
en que las esposas de los Presidentes de la República no tuvieron injerencia en
asuntos políticos. Otro, una preocupante etapa en la que el protagonismo político-femenino
cuestiona, opaca o anula al primer mandatario. Patricia (Arzú), Evelyn (Portillo)
y Wendy (Berger), fueron mujeres discretas que, cada una a su manera, estuvieron
presentes en la vida pública, pero no política. Desempeñaron su labor -con diferente
intensidad y protagonismo- en asuntos propios de la SOSEP sin sobrepasar límites
legales ni éticos en el desempeño de sus cometidos. Lo mismo se puede decir de
Rosita (Pérez), esposa del actual gobernante.
Se identifica, sin embargo, un grupo
cuya actuación se distancia de lo anterior. Sandra Torres controló, manejó,
dispuso y hasta gobernó. Su afán de poder, tras haber disfrutado las mieles del
uso y abuso del mismo, hizo que se divorciara del ex Presidente Colom para
presentarse a elecciones, aunque la justicia no lo permitió. La actual
vicepresidenta, Roxana Baldetti, pecando de lo mismo, ha tomado las riendas en
algunos asuntos políticos de forma muchos más amplia de la que le correspondía.
Además, su continua y protagónica aparición junto al presidente -aniversario de
los kaibiles incluido- ha dado mucho que hablar. Su omnipresencia, sus
declaraciones y más recientemente sus imprecisas ganas de ser alcaldesa la
posicionan en ese grupo de mujeres protagónico-anhelosas.
Parecería haberse acabado el
comentario cuando me llega la denuncia que tres damas presentan contra la
esposa del Baldizón, candidato en el proceso electoral venidero. Rosa María
Morales -elude su primer apellido: Vargas- quiso saltarse la fila en una Mini Muni
de Fraijanes. Al ser cuestionada por quien le correspondía en turno, comenzó a ofenderla
y maltratarla “con palabras obscenas
fuera de la moral”, según consta literalmente en la diligencia
19-2015/Chávez. Otra mujer que observó los hechos intentó mediar en la agresión
por lo que “la señora hoy denunciada
[Rosa María Vargas] la insultó
abalanzándose contra su integridad Física [sic]”. Fue en ese momento que la hija de la agredida, de 19 años, se
interpuso para evitar que lesionaran a su mamá “por lo que la señora DE VALDIZÓN, la agredió con una bofetada en la
mejía [sic] lado izquierdo”. La
señora Vargas se retiró y aproximadamente quince minutos después llegó una
camioneta. Tocó fuertemente la puerta quien dijo ser “el hijo de la señora DE VALDIZON” [sic]; iba acompañado de varios
individuos, “vestidos con trajes de
seguridad ejecutiva portando armas de fuero de forma ostentosa con la intensión
[sic] de intimidar a las
denunciantes”. La denuncia firmada por un agente de la PNC tiene sello de
entrada en el MP, además de incluir las placas de los vehículos en que se
trasportaron los protagonistas ¡Si están son las vísperas..…, mal vamos! Padecimos
a Sandra Torres y vivimos/soportamos las vicisitudes propias de este gobierno. Sin
embargo, no tomar en cuenta lo que se avecina y prevenir el futuro, se traduce
en ser tachados de ciudadanos realmente irresponsable. Esto último podría ser
el resumen de la ilustrativa y premonitoria denuncia comentada.
Mientras me aireo leyendo
deportes, encuentro en el prestigioso diario deportivo MARCA el titular: “El extraño fichaje del hijo del candidato”
¡Curioso relato! Se asemeja a lo que hizo el dictador Gadafi cuando compró un
equipo para que jugara su hijo Al-Saadi ¡Joder, están por todas partes! Dicho
lo anterior, mis mejores deseos a Jorge Baldizón como jugador.