“No hay cosa más fácil que dar
consejo ni más difícil que saberlo tomar”
El resultado de la segunda vuelta
electoral dio como ganador a Jimmy Morales y su binomio vicepresidencial. Es tiempo,
por tanto, de analizar el futuro y como enfrentarlo.
El nuevo Presidente llega al poder de
forma sorpresiva -incluso para él mismo- y en tardío proceso de conformar
gabinete, consolidar ideas y propuestas e incluso un programa de gobierno. Dos
cosas, entre otras muchas, sucederán durante su mandato. La primera será
comprobar aquello de “si quieres conocer
a una persona, dale poder”. La segunda, ver cómo la presión social fiscalizará
su accionar y no permitirá que el nuevo gobernante se desvíe un ápice del norte
que marque la ciudadanía.
En campaña vimos a un Jimmy que se me
antojó irritable, un tanto iracundo y con cierta dificultad para controlar la
crítica. El mejor ejemplo fue aquel inexplicable -y fuera de lugar- arrebato al
quitarle una revista a su oponente durante un debate. Otro ejemplo de su
actitud un tanto irascible -o de la de su entorno- fue la inasistencia a un
debate comprometido por el mismo y que no declinó hasta última hora con una
explicación que tergiversó los hechos y faltó a la verdad.
El nuevo binomio presidencial llega al
poder por descalificación de todos los anteriores, no necesariamente por
méritos propios. Es importante tener eso claro, porque lejos de contar con la
“simpatía” popular, deben de ganársela, al igual que el prestigio, el respeto y
la admiración que corresponda. Han sido electos porque los otros fueron
asociados con “lo de siempre”, y desechados en la mente del votante que ha
decidido -correctamente a mi parecer- sacar de la política a quienes la
contaminaban y extirpar el tumor de un tajo.
Debe el nuevo Presidente tener claro que
la ciudadanía no le permitirá salirse del guión de esa revolución iniciada en Abril
pasado. Aquí, como en las mejoras obras de teatro que haya escrito o
interpretado, no cabe improvisación, extravagancia ni ideas no ajustadas a lo
pactado. No tienen cabida asesores fraudulentos, ministros mangantes, prebendas
ni contratos fuera de ley. No caben, de ninguna forma, los manoseos
tradicionales, la palabra no cumplida ni el hábito mal habido. Muchos de quienes
lo intentaron están en prisión -o a punto de entrar- y el ciudadano responsable
está dispuesto a encarcelar a muchos más.
Señor Presidente, cuenta -o debería de
contar- con el apoyo y la confianza de todos, porque además no queda de otra, y
debe de trazarse como horizonte la misión de enderezar un rumbo desviado hacia
la corrupción y el clientelismo por “demócratas” de los últimos gobiernos. Se le
extiende la mano, pero no se le permitirá que se tome el brazo. Hay que colaborar
en lo que se pueda, pero fiscalizar cada actuación. Empujar el país hacia las
aspiraciones deseadas, pero evitar que grandes elucubraciones terminen por
despeñarnos al abismo de la desesperación.
Usted señor Morales, contará con el beneficio
de la duda pero no con más de esos cien días dados a los políticos
tradicionales, y mucho menos con un cheque en blanco. Gobernar se traduce en
saber administrar y tomar las mejores decisiones posibles en función de la
situación. Requiere disponer de información y distintos escenarios, y poner el
dedo en aquel que más beneficie al país sin olvidar que los intereses
colectivos no deben de vulnerar jamás los derechos individuales. Se quería
preparar para 2020, pero las circunstancias cambiaron inesperadamente su
destino, al igual que el del país.
Dicho lo anterior, felicidades, y a
trabajar toca.