martes, 28 de marzo de 2017

Recomponiendo a Montesquieu

En el Congreso no ha cambiado nada, sigue la actitud canallesca en el actuar

Desde que la “plaza” provocará la caída y encarcelamiento del binomio presidencial Molina-Baldetti, el poder Ejecutivo ha experimentado un lavado de cara, aunque todavía insuficiente. Derivado de aquello, ninguno de los candidatos tradicionales en las pasadas elecciones contó con la confianza de la ciudadanía. Podemos pensar que el actual Presidente no cumple las altas expectativas que generó aquel cambio, pero también es preciso r  econocer que fue la elección más consecuente con el rechazo que provocaban los políticos tradicionales.
En el poder Judicial se perciben significativos cambios. Las pendientes reformas a la constitución abordan, en exclusividad, temas relaciones con la elección de jueces y magistrados y otras cuestiones referidas al sistema de justicia. Diversas actuaciones del MP destacan respecto de la forma tradicional de proceder de dicha institución. Hay avances sustantivos que seguramente se concretarán en algunos años porque no se puede esperar un cambio en corto espacio de tiempo. La discusión existe, las propuestas también, y seguramente serán realidad.
El poder Legislativo, sin embargo, sigue profundamente estancado. Este medio publicó hace pocos días que uno de cada seis diputados está en la mira judicial ¡Creo que se quedó corto! La detención la pasada semana de cuatro diputados por el tema de las “plazas fantasmas”, se suma a otros en busca y captura y a los que ya guardan prisión. Está pendiente el tema de los sobornos de la constructora Odebrech, pero también otros, como aquel de hace un año en el que un grupo de diputados presionó a una gobernadora departamental.
En el Congreso no ha cambiado nada, la actitud canallesca persiste en el actuar de algunos que no cejan en el reparto de fondos o prebendas financiadas con dinero público. El diputado se siente propietario de su curul -a pesar de haber sido elegido de una lista cerrada del partido que lo propuso- y se sigue creyendo con el derecho de migrar a otro partido a costa de traicionar el voto que lo situó ahí. Algunos más no cejan en promover sus negocios televisivos, radiales, empresariales, personales o del tipo que sea.
Es preciso promover el cambio en la única institución de los tres poderes del Estado que no se ha depurado. Hay que prestar atención y exigir cambios de las normas vigente en muchos aspectos: un único salario sin gratificaciones extras por pertenecer a comisiones o limitar el acceso a discrecionales fondos rotativos; elección en forma directa y no necesariamente a través de los partidos; no al transfuguismo en ningún momento del desempeño de su cargo; facilidad para ser apartados de la curul en determinadas situaciones o prohibir mantenerles el sueldo cuando soliciten licencia por asuntos propios, entre otros.

Montesquieu seguramente se revuelve en su tumba al escuchar lo que ocurre en el país y quienes son los principales protagonistas. Se jactan de fiscalizar tal o cual actividad, pero se olvidan -todos ellos- de criticar a sus pares, lo que refleja culpa por omisión que deben asumir y corregir cuanto antes. Si de verdad desean hacer su labor de forma digna deben fijarse y escudriñar a quien ocupa la curul más próxima. Eso de cerrar los ojos al desmadre en el Congreso los hace más culpables que una simple omisión de deber. La ciudadanía debe tomar acciones -como ya está haciendo- y, de una vez por todas, cambiar ese club en el que impera la delincuencia organizada, pero también consentida por el silencio cómplice que quienes conocen las interioridades: ellos mismos.

lunes, 20 de marzo de 2017

Los Coco´s country

Una sociedad requiere reglas claras, precisas, generales y sustentadas en responsabilidad

El lamentable suceso ocurrido en el “Hogar Seguro” que costó la vida a muchas niñas y dejó heridas a otras, promueve un intenso debate. Se ha aprovechado para criticar al MP por “su lentitud y ausencia”, aunque a los pocos días dictó orden de detención contra presuntos responsables. El punto: tildar al MP de ineficiente a pesar de lo que hagan. Algunos se echaron a las calles para pedir la renuncia presidencial, a pesar de que el Ejecutivo cesará a cargos políticos. El objetivo: tumbar el gobierno, al precio que sea. Los radicales habituales acuñaron el término “femicidio de Estado” o hablan de crimen de Estado y masacres, dando por sentado que el aparato gubernamental ha hecho converger esfuerzos y provocado esas muertes. Lo que pretenden: seguir la lucha ideológica. Siento que la muerte de las niñas será un medio para alcanzar diversos fines porque Maquiavelo sigue presente en la mente de demasiados. Ese triste, penoso y lamentable suceso, servirá en el futuro inmediato para justificar cualquier cosa, desde la subida de impuestos, hasta la pena de muerte; desde la reforma política hasta el cambio de gobierno. Un emotivo comodín que permitirá construir no importa que discurso.
Se ha obviado -no genera réditos- la discusión de ciertas razones de fondo que podrían servir como solución o paliativo ¿Por qué no aprobar una ley de servicio civil que selecciones a burócratas sobre perfiles de idoneidad? Porqué resta poder a sindicatos y políticos ¿Por qué no agilizar la ley de adopciones, asegurando que todo sea correcto, pero que los menores no se hagan adultos sin ser adoptados? Porque la burocracia -nacional e internacional- lo impide ¿Por qué se mezclaban en ese Hogar niñas en conflicto con la ley, abandonadas, violadas por familiares o adolescentes? Porque les ha pelado a quienes han pasado por ahí, y como sociedad a todos nosotros ¿Por qué no privatizar esos servicios si el Estado no puede? ¿Por qué no diseñar políticas públicas sobre la base de principios y responsabilidad, y si sobre asistencialismo? Porque generan votos de “minorías” vulnerables y lo importante no es difundir responsabilidad -paternal y maternal en este caso- sino vender la imagen de un estado lastimero que se “preocupa” por los débiles y abandonados ¡Mentira!, tal y como el triste resultado demuestra. Había escrito que un día iba a pasar lo mismo en una prisión, un psiquiátrico o un centro de detención juvenil, cuando el fin de semana ocurrió lo del Centro Etapa II ¿Realmente nos importa?
Conformar una sociedad requiere reglas generales, claras, precisas, que se apliquen y sustentadas en responsabilidad. Quienes tenemos hijos debemos asumir el rol de padre o madre. El que carece de medios debe saber hasta dónde comprometerse. Todos tenemos que aportar y no esperar que otros paguen la educación, la salud, las carreteras o la vivienda. Nos han engañado -y lo hemos creído- con inexistentes derechos colectivos cuando no son más que aspiraciones sociales, metas, objetivos, y no otra cosa. El liberalismo clásico, al que acusan de “egoísta”, admite la subsidiariedad del estado, pero exige compromiso de los miembros de la comunidad. Reprueba, sin embargo, a quienes no quieren asumir su papel igualitario en una sociedad diversa, con voluntades diferentes, deseos variados y fines complejos. Solo nos une la igualdad como seres humanos y la responsabilidad de nuestras acciones y eso, es lo que estamos destruyendo permanentemente por intereses espurios y políticas que fomentan la asistencia sin obligaciones.

Bienvenidos a Los Coco´s country.

lunes, 13 de marzo de 2017

Pugna silenciosa

Se ha cometido la torpeza -o la ligereza- de contemplar “lo indígena” como un todo

Cinco hechos significativos relacionados con el tema ocurrieron en las últimas semanas y conformaron una particular sensación. Uno de ellos corresponde a la manifestación contra las hidroeléctricas, promovida y financiada por Madre Selva, y otro, a la convocatoria de CODECA, ambos con asistencia muchísimo menor de la esperada, anunciada y acostumbrada, y poca acogida de las organizaciones convocantes. Los tres restantes son más explicativos y reveladores: la retirada de la referencia al derecho indígena de las reformas constitucionales, anunciada por “autoridades ancestrales”, la escasa y confusa discusión pública de esos temas por políticos indígenas y el indignante rol autoritario de Bernardo Caal, autodesignado como “representante” de un sector indígena.
Percibo que hay una enorme división en el colectivo que aglutina el vocablo “indígena” y que quienes se sienten incluidos en él son más conscientes cada vez de la manipulación a que están sometidos, tanto por el acarreo y pago de personas -MadreSelva y CODECA- como por personajes que se erogan una cuestionable autoridad o representatividad: Caal, Pop, Rigoberto Juárez, etc.
Se ha cometido la torpeza -o la ligereza, según se mire- de contemplar “lo indígena” como un todo, como un referente único al que contraponer lo ladino, y claramente no es así. La conquista española -los dioses me salven de nombrarla- encontró una división importante que fue utilizada por un grupo de “exploradores” para someter a toda una “civilización”. El divisionismo es una realidad, al igual que ocurre en toda sociedad, producto del fomento de grupos de interés. La plural comunidad indígena debe reflexionar sobre qué desea, en qué condiciones lo quiere y los costos que está dispuesta a asumir. Algunas personas han encontrado, al convertirse en portavoces no autorizados de aquella, una forma de vida, de reivindicación social o de autodefinición étnica, aunque ello sirve únicamente a sus fines y a un círculo muy próximo, pero no a la comunidad que pretenden encarnar. De ahí que cuando una indígena, como lo es la señora Menchú, opta en dos ocasiones por la presidencia del país, apenas alcanza el 3% de votos; que el diputado Amilcar Pop no consiga aglutinar ese 40/50% de la población no ladina o que, finalmente, Bernardo Caal sea rechazado porque se apropia del liderazgo de una comunidad, a pesar de vivir a decenas de kilómetros de distancia y sin relación con aquella.
Hay que empoderar a las autoridades indígenas, pero a las verdaderas, a las comunitarias, a las que son y están, a aquellas que cuentan con el respeto de su entorno. Ese apoyo debería ser la columna vertebral del reglamento del artículo 169 -por hacerse- y del cual ciertos personajes y grupos no quieren saber nada porque en la medida que se reconozcan las verdaderas autoridades y se fijen los procedimientos de discusión, terminará su artificial y arbitraria pero jugosa intromisión.

La división, la carencia de debate, el desconocimiento del derecho indígena que se ha querido impulsar, la falta de liderazgo real frente al sustituto de personajes y grupos conflictivos y la necesaria reflexión interna de todo grupo social, son elementos que deben abordarse entre los indígenas, al igual que se hace en otros grupos sociales o étnicos. No es de recibo seguir hablando de un bloque homogéneo, unificado ni mucho menos liderado. Hay que promover fuertemente a quienes representan a sus comunidades y con ellos hacer converger el ideal de sociedad al que se aspira. Lo demás: luchas de poderes espurios sin avances ni logros, pero con pingües beneficios para algunos vividores de todo esto.

lunes, 6 de marzo de 2017

Encefalograma plano

Hay un marcado y peligroso vacío de liderazgo que nadie se atreve a asumir

El pais está patas arriba. No hay político, sector, institución, grupo extremista u organización vividora del cuento que no sufra de estrés, aunque no todos acudan a recibir costosos masajes para su alivio como hizo el Presidente.
Las organizaciones “sociales, indígenas y campesinas” aprovechan un momento oportuno para presionar, directamente o a través de ONG,s -como mostró MadreSelva y esta semana CODECA- y ver que rentabilidad pueden sacan de esta situación de caos por inacción. Los grupos extremistas -de uno y otro lado- generan campañas de odio, miedo o victimización para confundir con mensajes distorsionados o falsos. El Ejecutivo solo ejecuta -y poco eficientemente- el prespuesto y no marca siquiera la dirección mínima necesaria para seguir un rumbo. El Presidente está ausente, y parece ausente de sí mismo ¡Hace tiempo que se perdio! El Vicepresidente figura en papel, suponiendo que todavía exista. Los ministros, entumecidos, no toman decisiones, no firman, y mucho menos asumen responsabilidades por temor a que más tarde les pidan cuentas.
El Congreso, por su parte, está embarrado y embarcado en una silenciosa discusión para evitar el debate sobre los artículos que faltan por discutir de la denominada reforma constitucional y deja pasar el tiempo como solución a la falta de argumentos, decisión y pantalones para decir “si o no” a lo pendiente. Ciertos diputados siguen con antejuicio sin resolver y otros se victimizan al sentirse investigados, pero todos presionan. Finalmente, la Justicia pelea con ella misma y lo que dice la CSJ es dinamitado por la CC que ha llegado a sentenciar asuntos que se evidencian acomodados a esta particular situación y no necesariamente al Derecho; menos a la justicia.
En este desconcierto -en parte artificialmente generado- sobresalen grupitos de exaltados malintencionados que, con medias verdades o con mentiras cofirmadas, quieren llevarse el gato al agua. Desde un extremo, culpan a la oligarquía empresarial tradicional; desde el otro, al embajador USA o a la CICIG, y esperan -o inventan- situaciones de la parte contraria para hacer un escándalo de burdel que multiplican en medios, redes y amigos invisibles ¡Estamos jodidos todos ustedes!, porque la parálisis señalada y el ruido malintencionado no llevan a ninguna parte.
La economía está estancada, la percepción de cambio se ha agotado y hay un marcado y peligroso vacio de liderazgo que nadie se atreve a asumir. La oposición política está desaparecida, y da la sensación de que todos esperan que alguien arregle las cosas o levante la voz para seguirlo. Es un excelente momento para que se hubiese consolidado un liderazgo alternativo, pero no lo hay o el miedo lo detiene, si se quiere seguir siendo optimista. El país de la eterna primavera pareceria haber entrado en un frío, humedo y gris invierno ¡Todo un espectáculo!

Nadie nos va a sacar de este pozo, más que nosotros mismos. Se dice mucho pero se actúa poco y la única vía posible es construir sobre valores, principios, ética, dignidad y con la verdad. Tanto pararse, ponerse la mano en el pecho e iniciar cualquier actividad con el himno nacional, para acto seguido seguir haciendo lo de siempre sin el valor de enfrentar situaciones adversas o por miedo y falta de coraje no hablar las cosas de frente. Ha llegado el momento de asumir nuestras responsabilidades y desnudar a los malvados, pero dejar de ser como ellos. Los franceses lo hicieron al son de: “allons enfants de la patrie”. Aquí no sabría qué entonar al ritmo de marimba ni como animar al Presidente a que dirija la orquesta.