En el Congreso no ha cambiado nada, sigue la actitud
canallesca en el actuar
Desde que
la “plaza” provocará la caída y encarcelamiento del binomio presidencial
Molina-Baldetti, el poder Ejecutivo ha experimentado un lavado de cara, aunque
todavía insuficiente. Derivado de aquello, ninguno de los candidatos
tradicionales en las pasadas elecciones contó con la confianza de la ciudadanía.
Podemos pensar que el actual Presidente no cumple las altas expectativas que
generó aquel cambio, pero también es preciso r
econocer que fue la elección más consecuente con el rechazo que provocaban
los políticos tradicionales.
En el
poder Judicial se perciben significativos cambios. Las pendientes reformas a la
constitución abordan, en exclusividad, temas relaciones con la elección de
jueces y magistrados y otras cuestiones referidas al sistema de justicia. Diversas
actuaciones del MP destacan respecto de la forma tradicional de proceder de
dicha institución. Hay avances sustantivos que seguramente se concretarán en
algunos años porque no se puede esperar un cambio en corto espacio de tiempo.
La discusión existe, las propuestas también, y seguramente serán realidad.
El poder
Legislativo, sin embargo, sigue profundamente estancado. Este medio publicó hace
pocos días que uno de cada seis diputados está en la mira judicial ¡Creo que se
quedó corto! La detención la pasada semana de cuatro diputados por el tema de
las “plazas fantasmas”, se suma a otros en busca y captura y a los que ya
guardan prisión. Está pendiente el tema de los sobornos de la constructora
Odebrech, pero también otros, como aquel de hace un año en el que un grupo de
diputados presionó a una gobernadora departamental.
En el
Congreso no ha cambiado nada, la actitud canallesca persiste en el actuar de
algunos que no cejan en el reparto de fondos o prebendas financiadas con dinero
público. El diputado se siente propietario de su curul -a pesar de haber sido elegido
de una lista cerrada del partido que lo propuso- y se sigue creyendo con el
derecho de migrar a otro partido a costa de traicionar el voto que lo situó
ahí. Algunos más no cejan en promover sus negocios televisivos, radiales,
empresariales, personales o del tipo que sea.
Es
preciso promover el cambio en la única institución de los tres poderes del
Estado que no se ha depurado. Hay que prestar atención y exigir cambios de las
normas vigente en muchos aspectos: un único salario sin gratificaciones extras por
pertenecer a comisiones o limitar el acceso a discrecionales fondos rotativos; elección
en forma directa y no necesariamente a través de los partidos; no al
transfuguismo en ningún momento del desempeño de su cargo; facilidad para ser
apartados de la curul en determinadas situaciones o prohibir mantenerles el
sueldo cuando soliciten licencia por asuntos propios, entre otros.
Montesquieu
seguramente se revuelve en su tumba al escuchar lo que ocurre en el país y
quienes son los principales protagonistas. Se jactan de fiscalizar tal o cual
actividad, pero se olvidan -todos ellos- de criticar a sus pares, lo que
refleja culpa por omisión que deben asumir y corregir cuanto antes. Si de
verdad desean hacer su labor de forma digna deben fijarse y escudriñar a quien
ocupa la curul más próxima. Eso de cerrar los ojos al desmadre en el Congreso
los hace más culpables que una simple omisión de deber. La ciudadanía debe
tomar acciones -como ya está haciendo- y, de una vez por todas, cambiar ese
club en el que impera la delincuencia organizada, pero también consentida por
el silencio cómplice que quienes conocen las interioridades: ellos mismos.
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