martes, 29 de abril de 2008

¿Eficiencia, eficacia y hueveo?

Muchas de las promesas electorales del gobernante ya hemos visto que se catalogan ahora de “estrategia electoral”. Es decir, se mintió y es algo que no se piensa cumplir nunca. En esa línea, esperábamos tarde o temprano, la correspondiente clavada con la denominada reforma fiscal que, al fin de cuentas, se traduce en un incremento impositivo.
La capacidad de gasto del Gobierno no tiene límites. Cada año se gasta más y, sin embargo, los indicadores instituciones no reflejan una mejora sensible, ni en resultados generales ni, especialmente, en credibilidad y transparencia. Dicho de otra forma, nadie se cree que el gasto del Gobierno tiene una incidencia real en la eficacia de su gestión. No se trata de gasta más, sino de hacerlo mejor. Cualquiera es capaz de gastar, el arte está en hacerlo con efectividad y para eso si se requieren capacidades y cualidades.
El discurso del incremento impositivo, bajo la justificación de que somos el país con menor carga fiscal, es una paja que no se la cree ni el embajador de Holanda. Mientras los políticos europeos promueven bajar los impuestos -única formar de ganar las elecciones-, aquí se está en contra de aquella noble tendencia. Pedir más es fácil, exigir que se gaste con criterio y eficiencia es mucho más difícil y comprometedor y, por ello, algunos diplomáticos y otras organizaciones que viven de presupuestos ajenos, se avienen a apostar por lo primero en vez de tener ovoides para exigir lo segundo, quizás por las exenciones de que gozan tanto unos, como otros. ¿Qué más les da a ambos si están exentos de la carga fiscal, cualquiera que esa sea?.
En los presupuestos de este año se puede ver la millonaria subvención al transporte público, por cierto, un monopolio: liberalícenlo. Igualmente, hay ONG,s privilegiadas, sobre todo en el Petén (curioso ¡eh!), que reciben 28,5Q millones: no vuelvan a dárselos. La gremial del magisterio se ha hecho con un botín tras el pirateo sindical liderado por un abogado cercano a la esposa del presidente: mándenla al carajo (a la gremial, claro). Al Instituto Nacional para el Desarrollo Rural y la Competitividad le dan diez millones, ¿cómo va a promover la competitividad si nace subvencionado?. A la Asociación Desarrollo Local y Ambiental de Nuestra Gente, cinco y medio millones; ¿de qué gente, me pregunto?. Al Organismo Judicial le quitan cinco millones para la Asociación de Empresas de Autobuses urbanos de Quetzaltenango, ¡con lo bien que está la justicia!. Y, como si fuera de chiste, destinan diez millones para el financiamiento de Carreras Autofinanciables, jeje, ¿en qué quedamos, son o no autofinanciables?. Corolario: detrás de todos esos grupos vendrán otros que ya han aprendido la lección sobre qué deben hacer y cómo hacerlo.
La conclusión es que los güevones, los amigos de diputados, los familiares de algunas, los cuerudos, los culebras, los oenegistas y los sindicalistas mafiosos, entre otros, nos cuestan un ojo de la cara y un pistal del presupuesto. Ese dinero se despilfarra porque no hay bemoles para decir ¡ya basta!. Lo que se hace es pagar el silencio cómplice de colectivos opositores que se acercan a medrar, por supuesto, a costa del esfuerzo de los demás, algo que ocurre en muchos de esos países avanzados de Occidente. ¡Ya que copiamos, copiemos lo bueno, por lo menos!.
¿Cómo apoyar una reforzar con ese despilfarro de dinero, por no entrar analizar las Secretarías y otras Dependencias?. Además, no se había dicho, los más perjudicados son aquellos que todos quieren salvar y terminan hundiendo: los más pobres.

martes, 22 de abril de 2008

El costo agregado de las mafias

Si llega a Guatemala en avión y desea tomar un taxi no se moleste en ir a negociar con el taxista, ya que le remitirá a un grupo de personas que, bajo un letrero que dice algo así como “servicio de taxi autorizado”, le pedirán por cualquier recorrido el doble o triple de su valor de mercado. Eso fue lo que me pasó hace unos días. Fue inútil acudir a otros taxistas, todos me enviaban al mismo lugar.
Como no estaba dispuesto a pagar ni a mafiosos ni a manipuladores, decidí telefonear a esa otra empresa color del banano que puntual y rápidamente me envió una unidad. Tras llevarme al lugar que le solicité , pagué la tercera parte de la cantidad que aquel grupo de atracadores pedía por el mismo servicio: ¡bien por la empresa y su gerencia!. En amena charla, el taxista me comentó que ellos no trabajan en el aeropuerto porque esos piqueteros se lo impiden y siempre han tenido problemas con ellos.
La conclusión, es que las gremiales del taxis, de los maestros, de los trabajadores del Congreso (diputado Taracena, ¿dónde están las plazas fantasma?), de los aparca carros de la zona diez, de los buseros, de los toma fincas, de los del campo y ahora de los empresarios que comienzan a rodear al presidente, además de otros colectivos similares (aunque no todos los gremios), nos “prestan un servicio” de mala calidad y al doble o triple del precio que estaría en un mercado libre. No busquen en muchos sitios, ahí está la pobreza del país. Los ciudadanos debemos pagarles su intermediación impuesta porque no queda de otra. El gobierno permite este tipo de situaciones que son evidentísimas y, por tanto, fácil de acabar con ellas.
Es así, como el señor presidente se aviene y firma el pacto colectivo con el sindicado de maestros, donde reza que usted no puede despedir a un sindicalista. ¿Oiga y si es un delincuente, golfo y vago?. Jódase mi amigo: tampoco lo puede hacer. ¿No dicen que la ley es para todos igual?. ¿Será una discriminación eso de beneficiar a los sindicalistas magisteriales sobre los demás?.
El chantaje de ciertas gremiales nos cuesta cientos de millones, encarece todo, coarta la libertad, nos empobrece y, encima, compra la voluntad y el favor de algunos políticos. Sin embargo, el gobierno parece que se contentan con que ciertas gremiales no sigan molestando y los dejen en paz, así nos podrán vender logros relacionados con la capacidad de diálogo y resolución de conflictos, la negociación eficiente, la reducción del nivel de crispación, los triunfos de los cien primeros días y otras carajadas similares, incluido el uso de ciertos aviones por parte del mandatario. Nunca nos dirán cuánto pagamos por el silencio cómplice y esos más que dudosos pactos.
Debe de quedar claro, que los mercenarios colectivistas se terminan vendiendo el mejor postor, como siempre han hecho y, dentro de poco, traicionarán a don Alvaro y se irán con aquel (o aquella) que tenga visos de ser el próximo “presi”, al igual que hicieron con él: “hola, don Alvaro, cuánto tiempo sin verlo por la Casa del Maestro”, le espetaba uno de esos bochincheros profesionales ya condenado pero sin ejecutoria.
Seguimos con la rosca de algunos gremios. Nos roban, nos pisan, nos ponen de rodillas, nos crean manifestaciones y relajos, aparecen como héroes, triplican el precio de las cosas y, encima, le reímos la gracia. Estamos en una espiral peligrosa de esas que cuestionan si es primero el huevo o la gallina. En este caso, está claro: lo primero son los huevos, pero hay que saber ponerlos sobre la mesa para cortar, de raíz, esta lacra delincuencial.

martes, 15 de abril de 2008

Sandrismo, machismo o nepotismo

El presidente Colom se despachó la pasada semana con unas declaraciones no muy afortunadas. La reacción desairada, se produjo cuando un grupo de periodistas le cuestionó el excesivo protagonismo de su esposa en la actual administración. Al no querer entrar al fondo de la discusión, perdida de antemano por otra parte, consideró que quienes así pensamos somos machistas.
El señor presidente no ha terminado de entender que la cuestionabilidad viene dada porque su señora esposa está coordinando entidades públicas que pueden y deben ser fiscalizadas por los ciudadanos y que no es posible hacerlo porque lo que ella hace está fuera del marco legal vigente. Es decir, no es ministro ni cargo público y, por tanto, no es posible fiscalizar a la dama, ni a su hermana, por cierto.
En política, las percepciones son fundamentales, pero los hechos también conforman el panorama. La percepción ciudadana, le guste o no a don Alvaro, es que su dama maneja más de lo que debiera y, además, lo hace de forma un tanto prepotente. Pero también es algo probado que determinados funcionarios, de no importa qué nivel de la administración, han tenido que entrevistarse con ella, para luego ser nombrados o considerados. No solo es una cuestión de percepción, sino de realidades contrastadas. Por si fuera poco, en algunas transcripciones de reuniones se puede observar que la señora realmente manda más de lo que le correspondería en cualquier sistema democrático. De eso, el señor presidente no se quiere dar cuenta y ahí está la prensa para advertírselo, le guste, o no.
El nepotismo no es algo nuevo ni exclusivo de este gobierno. Lo lamentable es que todavía algunas señoras piadosas y prohombres no terminan de entender esto de la democracia y excusan a doña Sandra porque es una “primera dama diferente” o porque “hace mucho por los pobres”. Ese no es el argumento, ni el punto. Por los pobres quien más hizo fue la madre Teresa de Calcuta y, afortunadamente, todas las primeras damas son diferentes, así que tampoco tiene nada de especial. Lo esencial en esta discusión es que el nepotismo no puede servir de soporte a un sistema democrático y eso lo debería de haber entendido el gobernante hace tiempo.
Por si fuera poco, el paquete incluye, como extra, a la señora cuñada que ya sustituyó a la primera dama en algún acto y sigue de coordinadora de otros entes. De eso, señor mío, estamos hablando precisamente. Nadie tiene nada contra su señora esposa y no se es machista por decir las cosas abierta y frontalmente. La primera dama tiene muchas cosas por hacer que no sea limpiar los suelos del palacio presidencial, pero, entre ellas no está determinar el gasto de más de dos mil millones, ni mucho menos coordinar a ministros, a secretarios, dependencias, instalar a su hermana o ejercer un papel más allá que el que le corresponde. Cuando las primeras damas, como la suya, se inmiscuyen en asuntos que no le son competentes, merecen y deben soportar las críticas que las evidencian. No dudamos de las capacidades gestoras de su esposa ni de sus dotes de organización, tampoco de las de su cuñada, pero, de seguir así, si vamos a tener que dudar de las suyas. La forma de actuar del “Señor Presidente”, es algo superado y enterrado con Asturias. Esa certeza de ausencia de autoritarismo, debería impregnar a cualquier demócrata, incluso si es socialdemócrata. Usted debe, señor presidente, ser más coherente y ponerse en su sitio. Comience por poner su casa en orden. Manden quien mande en ella, frente al país, usted es el único responsable.

miércoles, 2 de abril de 2008

!Qué caracter!

A don Pepín y su familia…., y a otros miles de cubanos.

¿Acaso conoce usted a algún cubano triste o indiferente?. Mucho se habla de cómo este mundo está siendo cambiado por la tecnología, la globalización, la revuelta cultural y otros cientos de vectores. Sin embargo, poco o nada se ha hablado del carácter de las personas. Al final, es el ser humano, el individuo y su forma de ser y entender el mundo, el que provoca el cambio y, sobre todo, quien imprime la velocidad a la que se hace.
No puedo dejar de sorprenderme de ese extraordinario carácter de los cubanos. Cubanos de la isla, cubanos emigrados en alguna parte del mundo y cubanos residentes en los Estados Unidos. ¡Qué más da!, cubanos al fin y al cabo. Desconozco si el carácter del pueblo cubano es anterior a Fidel o, por el contrario, consecuencia de la reacción a esa criminal y férrea dictadura que ya dura demasiado, desde hace tiempo. Como no quiero dejarle al régimen esa grandeza, me prendo a la idea de que los cubanos siempre fueron así. Una prueba de mi convencimiento es la cara de resentidos y estreñidos que tienen los afines al régimen, señal de que este último no provoca la alegría que desprenden quienes ya se zafaron de él, aunque para muchos sólo sea una esperanza.
Pero, no solo es la felicidad que proyectan. También, y creo que es mucho más importante, la simpatía, la solidaridad, la camaradería, el espíritu emprendedor, la iniciativa, la facilidad de inventar no importa que instrumento para solucionar cualquier problema, la improvisación efectiva, la adaptación, en resumen, la humanidad. Posiblemente, sea mucho decir (aunque me atrevo) que el pueblo cubano reúne concentradas la mayor parte de las mejores virtudes que podríamos tener los seres humanos. ¡Coño chico, te pasaste!. No conozco otro colectivo al que se le pueda adjudicar tal cantidad de atributos positivos en su proyección como personas, además de haber tenido la capacidad de aguantar a ese dictador moribundo y todos sus caprichos de enfermo mental.
Es por eso, que el cambio en Cuba no lo va a hacer ni Raúl ni su pléyade de adictos o sumisos al régimen, sino los cubanos. Los que están en la isla y los que tuvieron, pudieron o quisieron salir afuera. También, por supuesto, los adictos al régimen. ¿Saben por qué?, porque la generosidad, igualmente, forma parte de ese carácter cubano y terminarán aceptando a quienes les oprimieron como parte del motor del cambio. Hasta ahí llega ese carisma en la forma de ser.
Tuve la oportunidad de hospedarme recientemente en una casa de cubanos. No me conocían, nunca me habían visto, pero tampoco me preguntaron. Compartieron cuanto tenían: su casa, su comida, su vehículo, su conversación, su sonrisa, su optimismo y su amistad, solo, porque yo era una persona como ellos. Afortunadamente, no son una excepción. Los puede usted encontrar en los aeropuertos, en los hoteles, en los centros comerciales norteamericanos, en las calles, en los cafés y seguro en su barriada o condominio y, la mayoría, responderán como cubanos.
Si algo ha hecho grandes a los individuos ha sido el espíritu especial que los ha animado y situado en la cumbre del progreso en cualquier época. Ahora están oprimidos, subyugados, avasallados, pero eso no será eterno. Llegará un momento que saldrán a la luz, con todo su potencial y energía.
Mientras tanto, muchos de nosotros nos levantamos de mal humor, no compartimos, apenas bromeamos, nos malhumoramos en el tráfico y nos molestan los demás. Yo me pregunto: ¿por qué no somos un poco más cubanos?.

martes, 1 de abril de 2008

!A por ellos!

Hemos visto como los funcionarios de diferentes gobiernos han acosado, arrinconado y derribado a los fumadores. Si decide morir lleno de humo, no se preocupe, porque no podrá. Alguien ya se encargó de legislar para que no pueda envenenarse tranquilo.
Tal y como van las cosas, parece que las siguientes victimas van a ser los gordos. Ese grupo de seres simpáticos, joviales y cariñosos, serán los destinatarios de las nuevas legislaciones que apuntan a no poder comer tal o cual tipo de grasa, comida, composición o sustancia porque robustece y el gobierno quiere que usted muera flaquito y con los músculos tonificados y bien marcados. Vamos, metrosexual.
Además, en este país ya legislaron sobre la bebida y, como sabe, no puede libar en bares y discotecas después de cierta hora de la noche. Aducen, que es por seguridad. Con ese cuento, también han conseguido que nos despelotemos en los aeropuertos. ¿Por qué no dejan que uno se ocupe de sí mismo?. No contentos, todavía hay algún energúmeno ministerial que decide asignarle a las películas, en cine y televisión, una cierta clasificación que impide que usted o sus hijos, puedan verlas sin censura. Su autorización no es la que cuenta. ¡Nada que ver!. Son ellos los que deben dar el permiso. Desconozco el criterio de esos interventores para ordenar los celuloides. No sé si lo hacen en función del número de palabras feotas, de senos protuberantes o de muertes violentas. O, a lo mejor, las juzgan por el trasero de las actrices, el paquete de los actores o cualquier otra “morbosidad” semejante. ¡Piara de burócratas piadosos y decadentes!.
Por último, tampoco es usted libre de disponer sobre el cinturón de seguridad cuando conduce su vehículo. El funcionario perfecto ha decidido que la policía lo puede parar y encasquetarle una multa por no circular como él consideró que debíamos hacerlo. ¡Esto es el colmo!, no dejan a uno ni morirse del golpe. Ellos, los sabios, los todopoderosos legisladores, organizan, deciden y condicionan nuestras vidas, como si fueran pequeños dioses que supieran todo aquello que los demás deseamos en cada momento. Por tanto, no se va a morir de gordo ni repleto de humo ni de un topetazo pero, además, vivirá jodido, porque no va poder tomarse un trago nocturno ni verle los blancos muslos a su actriz preferida, u otras cosas al actor de moda, ya que alguien se encargará de ensombrecer la pantalla.
La sobre regulación de determinadas actividades personales del ser humano, es algo que los políticos han decidido tomar por su mano. Lo más lamentable, es que las aceptamos con una pasmosa y hasta preocupante resignación. Existe una tara mental en esos personajes que los hace creer que son mejores que los demás y que tienen obligación de cuidarnos y velar por nosotros, sin entender que el ser humano es un fin en sí mismo y no un medio para los fines de otros.
Lastimosamente, tenemos miedo al desafío que supone el ejercicio de la libertad y a la responsabilidad que conlleva, por eso nos dejamos manosear. Hay que asumir el hecho de ser libres y responsables y, por tanto, dueños de los actos que cada cual realice. Ningún burócrata o administrativo puede ni debe pensar por cada persona. Al contrario, cada ser humano puede y debe elegir entre las posibilidades que tenga y decidir por sí mismo. Hay que apostar, si queremos avanzar, por el orden espontáneo y desechar frontal y contundentemente el dirigismo y la organización social desde arriba. Al final, se trata, como país, si queremos salir más en la portada del Newsweek o en los reportajes del National Geographic.