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lunes, 25 de diciembre de 2023

Cuando el norte se parece al sur

A la vez que se sancionaba a más de un centenar de diputados retirándoles la visa, los congresistas norteamericanos hacían lo propio en la Cámara Baja 


Las últimas actuaciones del gobierno de los USA ha aparcado la crisis que veníamos padeciendo desde que concluyó el reciente proceso electoral nacional. Unas fiestas navideñas en paz es el resultado de aquellas actuaciones, mayoritariamente vitoreadas por la ciudadanía.
Pero, a la vez que se sancionaba a más de un centenar de diputados -y sus familias- retirándoles la visa por haber votado a favor de levantar la inmunidad y permitir la investigación judicial a magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE), los congresistas norteamericanos hacían lo propio en la Cámara Baja y aprobaban lo mismo para investigar al Presidente Biden, aunque sin consecuencias. También, las quejas, señalamientos y denuncias por no haber dejado participar a ciertos candidatos en el proceso electoral guatemalteco, endosadas a los magistrados del TSE, en connivencia con el gobierno y el oficialismo, parecía equilibrarse con la resolución de la Corte Suprema de Colorado -mayoría de jueces nombrados por demócratas- de prohibir a Trump presentarse en las próximas elecciones por considerarlo “insurrecto”, aunque no haya sido condenando por ello. Finalmente, la forma arbitraria de proceder, señalada a la justicia guatemalteca -con toda propiedad-, parecía tener su reflejo en la liberación de Alex Saab, el operador político-económico de Maduro, acusado de graves delitos en USA, a cambio de otros detenidos en Venezuela, aceptando el chantaje del dictador, al igual que ocurriera, en su momento, con el general mexicano Cienfuegos. Dos historias paralelas de las que nos hemos quedado con la que mejor, y más ruidosamente, han promovido, además de aceptar que la ley no tiene que ser igual para todos, sino que puede adaptarse a la voluntad de cada uno. Seguramente la grandilocuencia del “Estado de Derecho” estará presente en cualquier análisis que se haga.
John Adams anda desaparecido de los referentes norteamericanos hace mucho tiempo, y los principios que promulgaba se han sustituido por la politiquería más miserable y la ética más manoseada de la historia. Se actúa -Maquiavelo lo predijo antes que los Simpson- por el interés partidario -ni siquiera por el nacional- y las decisiones se adoptan para conservar el poder, que no siempre está alineado con el bien común sobre el que se justifica. Patean miserablemente a la ética en beneficio del oportunismo, y son capaces de ver la paja en el ojo ajeno a pesar de tener la viga en el propio.
El mundo del relativismo nos ha pasado por encima sin que percibamos el daño que hace. Ya no se juzga sobre principios generales, universales y aplicables a todos por igual, sino por el interés de cada grupo en un determinado instante que, además, suele ser diferente del momento siguiente. Somos incapaces de advertir que con la aplicación caprichosa de normas -aunque afecte positivamente en una situación puntual- se corre el riesgo de que tiempo después generen el efecto contrario, además de destruir la previsibilidad que supone la aplicación correcta de la ley. Se fabrica la causa y se genera el castigo, aunque a la vez, como se ilustra arriba, quienes lo aplican hagan exactamente lo mismo y busquen su propia justificación. 
Cuando el norte se parece al sur, dejamos de tener la referencia de antaño que aspiraba a ciertos principios, a una forma de hacer las cosas distintas y a consolidar un determinado modelo de vida. Parece que todo ha cambiado. Se liberan criminales en función del momento político, no de lo que manda la ley; se actúa sobre principios ideológicos, obviando los principios éticos; y se vulnera el Derecho en nombre de la justicia. 
El norte como el sur parecen tener los días contados.

lunes, 18 de diciembre de 2023

La pieza faltante del puzzle

El argumento del “respeto a la democracia, al Estado de Derecho, a los Derechos Humanos y al resultado del proceso electoral”, es buena razón, pero no el objetivo

El embate norteamericano/internacional contra Guatemala, después del proceso electoral, no tiene parangón en las últimas décadas. No recuerdo la firma de una declaración de más de una docena de exdiplomáticos norteamericanos ni que en pocos días varios altos cargos visitaran el país con una única y definida finalidad: presionar. Tampoco que colectivos de abogados y oenegés hicieran declaraciones intimidatorias concurrentes, alentando sanciones de la UE, especialmente cuando Nicaragua se convirtió antes sus ojos en una dictadura, Honduras va por un camino tenebroso, y el autoritarismo en El Salvador avanza hacia un régimen autocrático; ambos con fiscales generales que no gustan a los USA, pero que silenciosamente aceptan. Mucho menos que se haya azuzado a la OEA hacia esos lugares, centrando toda la atención y la presión sobre Guatemala. Como me dijera un amigo: “Falta una pieza del puzzle para entender todo esto”.

El argumento del “respeto a la democracia, al Estado de Derecho, a los Derechos Humanos y al resultado del proceso electoral”, es buena razón, pero no el objetivo, especialmente después del trato preferencial otorgado a dictaduras como Cuba o Venezuela, por parte de la administración Biden, por no insistir en lo que ocurre en El Salvador; por ahí no van los tiros, hay que buscar en otra parte. Por tanto, es necesario pensar fuera de la lógica del discurso que muchos repiten -engañados, convencidos o contratados- sobre las intenciones del momento, y recordar que tanto en Irak -se actuó tras la acusación de que poseían armas químicas-, como en Cuba -hundimiento del USS Maine durante la guerra hispano-norteamericana de 1899- se fabricaron excusas para el fin último, e incluso se utilizaron medios escritos de prestigio para difundir información manipulada y agencias de inteligencia para construir falsos escenarios, por si desea considerarlo en este análisis.

Excluido como hipótesis el discurso dominante, y agregado que la política exterior norteamericana responde a los objetivos de su política interna -como debe de ser-, se pueden elaborar diferentes líneas de acción, tomando como desafíos reales los publicados en el Annual threat assessment of the U.S. intelligence community, en febrero 2023. En dicho documento, se contemplan amenazas como Rusia, China, Irán, el terrorismo global, el crimen transnacional organizado y la migración, casi todas ellas presentes en la región. A lo anterior hay que agregarle que Guatemala es la última trinchera frente al embate chino -seguimos fíeles a Taiwán-, y también el último estado tapón que le queda a la geopolítica USA frente al avance imparable de la geoeconomía China, que ha superado la distracción norteamericana de los últimos años.

¿Puede ser el riesgo de envío masivo de fentanilo a territorito nacional lo que preocupa a los USA? ¿O el cuello de botella que representamos para la migración ilegal? ¿Somos la preocupante retaguardia del narcotráfico y del crimen organizado mexicano? ¿Es la tecnología y la 5G -negociada silenciosamente con Bukele- un objetivo clave? ¿Cómo explicar que mientras USA demanda la dimisión de la Fiscal General, el MP y la PNC arrestan complacientemente a dos narcotraficantes extraditables? ¿Es casualidad/causalidad que USA no haya enviado a su nuevo embajador en Guatemala? ¿Hay discrepancias -político-ideologías- entre el Departamento de Estado y las agencias antidroga, nada nuevo por otra parte? 

Me parece que la democracia es solamente la excusa, porque no están muy preocupados por lo que pasa en la región, salvo en territorito nacional. El fin es -siempre ha sido- el poder y el control, aunque esa hipótesis se verificará décadas después de vivir la tensión, la manipulación y los efectos, si es que llega a conocerse con certeza.

lunes, 11 de diciembre de 2023

Poderoso caballero es don dinero

Vengo sosteniendo la tesis de que en el Congreso hay un grupo de mafiosos que opera políticamente desde la época del PP

La conferencia de prensa del MP, el pasado viernes, no hay por donde abordarla. No se puede negar una serie de firmas falsificadas, irregulares o de difuntos que seguramente ameritan una investigación más detallada, pero poco más. Sin embargo, el señalamiento de lavado de dinero cuando está determinado quien lo prestó, y el contrato visible, o la negación de la coincidencia de las actas electorales con lo publicado, cuando las aquellas se verificaron por fiscales de partidos y otros ciudadanos, no es de recibo.

Vengo sosteniendo la tesis de que en el Congreso hay un grupo de mafiosos que opera políticamente desde la época del PP, el mismo que sostuvo al gobierno de Jimmy Morales y ahora al de Giammattei, con el objetivo de rentabilizar su posición política. La llegada en 2024 de un Ejecutivo diferente pone en peligro la monetización de la curul, porque las coimas, las plazas fantasma, las patentes y compras de medicamentos, el chantaje sindical, la construcción viciada de carreteras, y las rutas del narcotráfico protegidas por el gobierno -entre otras muchas- ya no serían fuentes de ingresos. Esa y no otra es la razón de toda esta crisis electoral, porque si suma la cantidad de dinero proveniente de esos sectores, además de otros como puertos, aeropuertos, ONGS, licencias de construcción,  COCODES, etc., son miles de millones, gestionados por ciertos diputados y alcaldes. El presupuesto 2024 es un ejemplo de cómo se despachan esos bandidos.

La lucha no es banal, y no se pierde solamente el poder, sino la posibilidad de generar dinero fácil desde el cargo, lo que algunos han venido haciendo por años, y particularmente de forma exponencial desde que la UNE llegará en 2008, cómplices -cuando no autores- de todo este escenario. La Fiscalía General, el Ejecutivo y la anterior Corte Suprema de Justicia -esperemos de esta otra actuación- simplemente coadyuvaron al esfuerzo, teniendo en cuenta que ninguna de esas instituciones es permanente, como sí lo son, por ahora, los diputados del grupo Ali Babá.

El Ejecutivo si quería hacer algo -con minoría parlamentaria- debía plegarse, y así lo hicieron. La Fiscalía General, tres cuartos de lo mismo, y a la CSJ no le quedaba de otra que cantar en el mismo coro, porque de lo contrario eran sustituidos en un día de votación. La Corte de Constitucionalidad, a diferencia de los anteriores -si desea con reservas parciales- ha actuado en varias ocasiones y garantizado el proceso electoral, además de obligar a cambiar una CSJ apestada pero sostenida por el Congreso. Perdida esa palanca judicial, y en vista del poco tiempo que queda hasta enero próximo, esos operadores y sus secuaces, lanzan un órdago con para evitar lo inevitable, ya que todos los sectores han declarado que el proceso electoral está confirmado, las autoridades electas y el tiempo de caducidad de estos impresentables definido.

Las condenas internas e internacionales colocan el país al borde del precipicio. La aplicación de la carta democrática, u otro tipo de sanciones, afectarían muy seriamente el comercio, la industria y las finanzas y generarían efectos negativos en la certeza jurídica, la atracción de inversiones y la calificación riesgo-país, entre muchas cosas. El silencio de la mayoría de partidos políticos y liderazgos -excepción de Mulet- confirma la implicación nacional de muchos de ellos porque las mafias permean el poder local, donde alcaldes y consistorios hacen también su agosto.

Estamos como estamos, por somos como somos, y se volvió a votar una mayoría de mafiosos y narcotraficantes en el Congreso y en las alcaldías. Y ¿sabe los eligió? Si, usted que reclama decencia.


lunes, 4 de diciembre de 2023

El lenguaje “exclusivo”

La derecha es algo muy serio como para ser confundido con radicalismos descalificadores utilizados convenientemente

En medios y redes, es relativamente común referirse a Miley -el presidente argentino recién electo- como alguien de “ultraderecha”, calificativo que también atribuyen, entre otros, a Donald Trump, Bolsonaro o al partido político español VOX. En una búsqueda rápida en Google, el término ultraderecha aparece unos 8 millones de veces, en contraste con el de ultraizquierda que apenas lo hace trescientos mil. Y es que el uso de este último vocablo es muchísimo menos profuso, y por supuesto no lo aplican a Lula, López Obrador o al partido PODEMOS -España-, lo alimenta esa diferencia de cifras antes indicadas. Un interesante contraste mediático teniendo en cuenta que la mayoría de los regímenes en América Latina son de “izquierdas” y no de “derechas”, algo que tambien ocurre en el resto del mundo, y seguramente en igual proporción con comunicadores y medios.

¿Qué entenderán algunos por ultraderecha? Algo difícil de averiguar, pero clara la intencionalidad descalificadora del término y, en contraste, la ausencia del uso de su antónimo. De hecho, ciertos medios de comunicación eluden calificar a personajes como Ortega o Maduro, destacados autoritarios que se han declarado de izquierda y se fueron al extremo dictatorial. En contraste, atrevidos opinadores endilgan el término de ultraderechista a Bukele, alguien que se forjó y salió electo, en sus dos primeros cargos, por un partido marcadamente de izquierda -ultra-, como es el FMLN, aunque ahora responda a otro grupo político marcadamente populista y tragalotodo.

Puede ser torpeza de quienes escriben -aunque no les concedo tal excusa-, pero sobre todo falta de seriedad de sus editores y, especialmente, mucha mala leche en el uso de la terminología de la neolengua orwelliana. Utilizan conservadurismo como sinónimo derecha -olvidando que conservadores son Cuba o Corea del Norte- o confunden las dictaduras con la derecha, ejemplificándolas con Hitler -nacionalsocialista- o Franco, quienes pudieron ser nacionalistas, tradicionalistas, fascistas o incluso anticomunistas, Además, lideraron movimientos de corte social-popular, y legislaron como hoy lo haría un partido socialdemócrata. Únicamente hay que leer un poco de Historia desapasionada; ¡si se busca se encuentra!

Los dictadores son dictadores, igual que los populistas, populistas, y cuentan con identidad propia. Ni los unos ni los otros son de izquierda o de derecha, porque los primeros atienden a su propia voluntad -errática la mayoría de las veces y siempre impositiva- y los otros complacen las demandas ciudadanas con el fin de obtener votos y lealtad. Sin embargo, hay toda una campaña mediática de torpes, aprovechados o ideologizados escribidores que militan a la vez que redactan, y pretenden confundir a ciudadanos más necios que ellos, quienes dan crédito a términos mal empleados e interesadamente utilizados.

La derecha es algo muy serio como para ser confundido con radicalismos descalificadores utilizados convenientemente, por unos, y asumidos torpemente por otros, en su ignorancia supina. Aboga por principios claros en materia económica y política, en libre mercado y democracia, da prioridad al ser humano, defiende la libertad, la convivencia en paz, y respeta los derechos individuales.

Orwell lo predijo -incluso antes que los Simpsons- y lo que se lee en determinados medios -algunos muy prestigiosos- es producto de una opinión publicada con fines perfectamente claros que responden a la dirección y clientela del medio y a la voz dominante de quienes más gritan, aunque no sean los que más razón tienen. El problema, nuevamente, no es el periodista -que, como otras personas, milita aunque sin decidirlo-, sino del ciudadano que termina por creerse todo lo que lee sin establecer el más elemental filtro de la razón, del estudio y del análisis.

lunes, 27 de noviembre de 2023

De monopolios y frustraciones

No recuerdo un debate serio -mucho menos una interpelación o investigación en el Congreso- sobre cómo se gastan anualmente centenas de millones en la USAC

El reciente embate del MP contra estudiantes y profesores de la USAC ha generado innumerables críticas y condenas a lo que se considera -con toda razón- un abuso y una fabricada persecución penal. Pero también ha colocado en el debate nacional -porque es el fondo del asunto- el botín político que representa la monopólica universidad estatal.
Hay temas que se consideran políticamente incorrectas de tratar, y este es uno de ellos. Quienes, activa o pasivamente, participan en la discusión terminan protegiéndose -no siempre de forma acertada- con el escudo tradicionalmente utilizado para contener cualquier crítica o propuesta de reforma: la autonomía universitaria, muchísimas veces mal entendida, y otras peor interpretada. La verdad -aunque golpee, lastime y duela- es que la USAC es un centro de poder del que muchos viven y otros más rentabilizan y aprovechan. La participación política que tiene en comisiones, decisiones, consejos, etc., es enorme, además de contar con iniciativa de ley, inaudito en el mundo académico, pero sobre todo en un marco de principios democráticos, en el que no se sustenta de ninguna manera, como tampoco el poder del Colegio de Abogados.
El rectorado, la directiva y las decanaturas -además de otras entidades no menores como la asociación de estudiantes y foros similares- son tribunas poderosas desde las que se ejerce poder e influencia, y está repartido entre autoridades que tradicionalmente lo han aprovechado, generando un cierto equilibrio inestable. No recuerdo un debate serio -mucho menos una interpelación o investigación en el Congreso- sobre cómo se gastan anualmente centenas de millones en la USAC, la calidad educativa o la certeza de la titulación expedida, particularmente en estudios de postgrado, justamente por la influencia sobre políticos y magistrados allí graduados. La famosa “tesis doctoral” de Baldizón y la de un rector del momento, no ofendieron ni tambalearon la arbitraria e ilegal decisión de autorizarlas.
Quienes eluden debatir sobre el fondo, se van por las ramas del proyecto social que representa o cómo ayuda a los más necesitados, lo que tampoco es cierto. Si el Estado quisiera, verdaderamente, echar una mano a quienes no cuentan con recursos para pagar una universidad privada, debería subvencionar a la demanda. Esto es, becar a la persona para que pudiera elegir en qué universidad del sistema nacional desea estudiar, y no obligarlo a asistir a la monopólica universidad estatal, financiando la única oferta existente. El Estado sostiene a la universidad sin promover competencia alguna, lo que no representa una buena gestión pública ni la mejor ayuda a los ciudadanos. La USAC es un monopolio, y como todo monopolio abusa, encarece el producto y reduce la calidad; recordemos que los monopolios únicamente existen porque los gobiernos los permiten y certifican. 
Otro tema que no se debate -en la elección del rector- es la calidad académica que posee. Observe las últimas contiendas y comprobará que la discusión fue sobre la persona, su influencia, papel social, popularidad, etc., pero en modo alguno sobre un currículo profesional destacado. Si de una universidad se trata es evidente que la calidad académica superior debería de ser el principal referente, pero el tema no se aborda porque las características exigibles son más políticas que académicas. Tampoco, desafortunadamente, se terminan con los abusos a los alumnos de nuevo ingreso -bromas, bautizos y otras formas de denominarlos- o con las agresiones sexuales de estudiantes y profesores. 
¡No se enojen sancarlistas!, más bien reflexionen para que su hijos tengan una verdadera universidad competitiva y de calidad, y no un club político que se escuda en malas tesis, historia nacional ya superada, bochinches y poder, mucho poder.



lunes, 20 de noviembre de 2023

El yin y el yang nacional

Sacamos la cabeza del caparazón de tortuga cuando las cosas van bien y volvemos a recogerla en situaciones adversas

Somos un primor, un encanto, una belleza. Capaces de subirnos a un escenario, como hizo la alcaldesa de Palín, y pasearnos soez y alegremente por quien haga falta, incluidos los “compañeros” de los 48 cantones y su líder. La razón: no estuvo en la reunión en la que negociaron con otros grupos, y no figuró en la foto. 

Días más tarde, en la puerta del Congreso -y con la desfachatez de la irresponsabilidad- algunos energúmenos, iracundos y violentos la emprendieron a golpizas -con piedras o con el teléfono- contra los diputados que detestan. Salvajismo que otros agresores justifican y aplauden en redes, pastores de iglesias incluidos. Y si no fuera suficiente, se bloquea el país con grupos de personas y tablas con pinchos que algunos -@justiciayagt- muestran cómo hacer en Twitter, vulnerando los derechos de los demás al impedirles el paso. Eso sí, al mismo tiempo pedimos respeto para nosotros, exigimos libertad de expresión y otros derechos, sobre la base de la dignidad del ser humano, la misma que se pisotea cada minuto generando dobles y triples filas de tráfico, conduciendo en contra de la vía, yendo con la moto por la acera, saltándose las filas, los semáforos, parando el bus donde consideran oportuno o el carro en lugares reservados para minusválidos. Y si el ambiente se caldea, se saca el arma y se le dan dos plomazos al de enfrente, y listo. Alegrías, todas ellas, propias de mediocres e irresponsables, en un mundo de impunidad. 

El gobierno -que nos representa y al que nos parecemos, aunque neguemos como San Pedro-, actúa de igual manera. Se allanan domicilios y se detiene, engrilleta y conduce a personas, con idéntico júbilo, porque en el fondo es la misma idiosincrasia, la que, por cierto, aplaudimos como focas cuando nos gusta y repudiamos con pasión cuando nos afecta, tal y como muestran múltiples y variados ejemplos en los últimos años. Sacamos la cabeza del caparazón de tortuga cuando las cosas van bien y volvemos a recogerla en situaciones adversas. No promovemos, defendemos ni queremos principios generales y abstractos, sino reglas hechas a la medida de la venganza, la pasión o el interés, en función del colectivo al que pertenecemos o con el que corporativamente nos identificamos. Difícilmente vemos más allá de la punta de nariz, espacio hasta dónde llega la visión estratégica de muchos; de demasiados. Somos una sociedad incoherente, absolutamente contrapuesta a valores universales, muy autoritaria y para nada democrática ¡No nos engañemos!

Mientras no apostemos por principios e iguales derechos para todos, seguiremos rascándonos la panza y mirándonos el ombligo de la coyuntura. Si la situación es favorable, estamos contemos y felices, y justamente lo contrario si se presenta adversa, momento en que atacamos con pasión y sin medidas, y no advertimos el nivel de hipocresía que destilamos. 

Insultamos, descalificamos o señalamos con esa facilidad redactada en el artículo 35 constitucional y la irresponsabilidad que facilita la ley de emisión del pensamiento, sin castigo suficiente para el difamador, y con el beneplácito de quienes aplauden el circo. Eso si: evita hacérselo a quienes así actúan, porque enseguida recurren a la victimización. 

Nada más lejos de una sociedad con principios éticos y comportamiento correcto, aunque si de un grupo de dispersos en el que cada uno jala agua para su molino. Parece ser que todos nos odiamos con todos, en esta sociedad plural, y lejos de explotar los valores como sociedad multicultural, pergeñamos constantemente como fregarnos, y para eso somos muy buenos. 

Varios calificativos nos definen, pero bochornoso es el más acorde con la situación


lunes, 13 de noviembre de 2023

El poder entre bastidores

Cabe cuestionarse nuevamente las razones por las que esos diputados, sobradamente conocidos por sus prácticas corruptas, han vuelto a ser reelectos 

Hay que recordar que el presidente Morales (FCN) llegó al poder con apenas una docena de diputados en el Congreso. Años después, Giammattei (VAMOS) tomó el relevo con unas 17 curules ganadas por el partido al que pertenecía ¿Cómo pudieron gobernar con ese pírrico número de diputados en Legislativo? La pregunta tiene una doble respuesta. Una numérica, y se refiere a que los congresistas de la UNE o de UNE/LIDER, sumaban más de 50 en el presente gobierno y más de 70 en el primero, de ahí se derivan muchas transas sin las cuales no fue posible aprobar normas y tomar decisiones. La UNE/LIDER son protagonistas de la debacle de este país. La segunda, se refiere a un grupo de operadores políticos que estuvieron en las dos legislaturas y que continuarán en la que se inicie en 2024.

Ese grupúsculo de diputados mafiosos, han sido mandaderos y principales generadores de la dinámica nacional que ahora vivimos. Algunos fueron salvados de sus antejuicios por la Corte Suprema de Justicia (CSJ), y ellos la han mantenido irregular -e ilegalmente- activa por un periodo extraordinario. Entre los dos -diputados y CSJ- han conformado una especie de pan de sándwich que envuelve el país, con apoyo de narcotraficantes y grupos del crimen organizado.

Las confrontaciones que vivimos, aunque tienen caras visibles como la del actual Presidente y el Ministerio Público, responden a ese contubernio, además de otras instituciones. En enero próximo el actual Presidente dejará el poder, y en un par de años más ocurrirá lo propio con la Fiscal General. Sin embargo, esos diputados tramposos seguirán en sus curules desde las que pueden manejar a otros colegas haciendo lo mismo que los chantajistas dirigente sindicales, y corresponderán al voto de apoyo con concesiones de obras, proyectos distritales y otras formas de otorga un sobresueldo a los diputados mercenarios. De hecho, hace poco me dijo un diputado que el principal problema para 2024 es cómo los “honorables” piensan rentabilizar su puesto, teniendo en cuenta que pueden desaparecer las plazas fantasmas, las obras a empresas amigas o propias y la entrega de instituciones desde las que recuperar la inversión que les ha supuesto alcanzar el cargo que ocuparán.

La corruptela, como muchas otras cosas, apenas muestra una parte mínima de su dimensión y deja oculta la mano invisible que la promueve, sostiene, anima e impulsa. Han hecho que pongamos la mirada en ciertos personajes, pero apenas son guindas del pastel de un esquema mucho más amplio. Veremos cómo el Congreso intenta resistirse al cambio de los magistrados de la CSJ, ordenado por la CC -lo que ya han comenzado a hacer- porque no les interesa diluir el anclaje judicial necesario para que puedan seguir actuando arbitrariamente jueces como Orellana, o se promuevan/impidan antejuicios según el interés político del momento y de las personas señaladas.

Cabe cuestionarse nuevamente las razones por las que esos diputados, sobradamente conocidos por sus prácticas corruptas, han vuelto a ser reelectos. Si aceptamos que compraron votos, es injusto señalarlos sin incluir a quienes irresponsablemente vendieron su dignidad como ciudadanos, y la del resto que no los votaron. Si se alega desconocimiento, solamente se puede pensar que a muchos ciudadanos les importa poco la política nacional, y se han convertido en cómplices -no en víctimas- de un sistema manoseado.

Mientras los votantes no asuman el protagonismo nacional, pero también la responsabilidad que conlleva, esa cueva de corruptos que es parte del Congreso seguirá manoseando el país, el presupuesto, la gobernanza y, sobre todo, el futuro. Hay que dejar de lamentarse y de ser cómplices.

lunes, 6 de noviembre de 2023

El síndrome del ubiquismo

Muchos creen que con la llegada del nuevo gobierno todo cambiará, porque no entienden que el Presidente es únicamente un eslabón de una cadena más extensa.

Es frecuente -o lo ha sido para mí- escuchar a personas de avanzada edad hablar de Ubico, aquel presidente guatemalteco, de la primera mitad del pasado siglo, que visitaba pueblos y ciudades y sobre la marcha resolvía problemas que los lugareños le salían a exponer. El dictador solucionaba no importa qué cosas con ese desprendimiento alegre propio de quienes controlan todo, especialmente el poder. Otro autoritario predecesor -Estrada Cabrera- es permanentemente recordado en la obra “El señor Presidente”, de Miguel Ángel Asturias.

Nada diferente a lo que pone de manifiesto la película “La ley de Herodes”, y cómo en el vecino país del norte -México- el Partido Revolucionario Institucional (PRI) hizo lo propio por muchos años con un red clientelar y autoritaria en nombre “del desarrollo y la justicia social”. El modelo, muy latinoamericano, se vio también en Venezuela, durante aquel paseo citadino televisado en el que Chávez iba expropiando cuanto se le cruzaba en su camino, entre el éxtasis de la gente que le acompañaba y aplaudía.

El fenómeno, lejos de desaparecer en un marco de principios de democracia liberal, es actualizado en El Salvador con inusual entusiasmo entre quienes mayoritariamente aplauden -no se si conscientemente- la elaboración del guion de otra novela similar a las descritas. Nicaragua paso por su particular experiencia, de la que ahora se arrepienten, aunque con un 34% de popularidad de la delincuencial pareja presidencial, y en Honduras comienza a diluirse el entusiasmo que llevó a la vicepresidenta Kamala Harris a estar presente en la toma de posesión de una presidenta con sutiles ínfulas autoritarias, o quizá con similar ideología a la norteamericana.

Pareciera ser que el centroamericano -quizá el latinoamericano- no ha terminado de entender a Montesquieu ni las teorías que sustentan la democracia, expuestas hace siglos. En el actual proceso guatemalteco el mensaje, la esperanza y las elecciones, se centran en el nuevo Presidente. Se ignora una elección previa, e igualmente legal/legítima, que conformó un Congreso y ni hablar de otra, con idénticas características, que definió un poder local. Muchos -demasiados, diría yo- creen que con la llegada del nuevo gobierno todo cambiará, porque no entienden-y parecen no querer hacerlo- que el Presidente es únicamente un eslabón de una cadena más extensa. Quizá esa falta de comprensión -o de aceptación- del sistema hace que no se cambie, y sigamos queriendo ver en el todopoderoso Presidente y el síndrome del ubiquismo, la solución a los males nacionales.

El problema de la falta de entendimiento de cómo funciona realmente el sistema genera una gran frustración porque la esperanza, permanente depositada en el Ejecutivo, se ve frustrada con el acontecer posterior. Lo peor no es que no se comprenda, sino que puede estar implantado -y esto es mucho más grave- en la genética cultural regional, en la que se acepta al autoritario por dos razones concurrentes: la costumbre de años de dictaduras y el sentir individual autoritario. Una especie de simbiosis entre el tutelaje solicitado y el espíritu mandón, lo que impide comprender un debate democrático adecuado. Y algo más: tanto en la comunidad ladina como en la indígena la imposición de las autoridades está por encima de la libertad personal de decidir. 

Me da que no hemos superado, como si lo han hecho otras sociedades, el estatocentrismo ni mucho menos comprendido el valor del ser humano, pero también la responsabilidad que eso conlleva. Se sigue prefiriendo el tutelaje “ubiquista”, porque así hay siempre a quien echarle la culpa de los males que por inacción dejamos que ocurran ¡Pues nada, a esperar al 14 de enero del 2024!

lunes, 30 de octubre de 2023

Valores, intereses, hipocresía

No terminan de entender, esos tibios y acomodados liderazgos y ciudadanos, que las dictaduras existen porque las democracias lo permiten.

Las personalidades humanas, sin ánimo de parecer simplista, se pueden reducir a tres: los que no hacen nada, quienes se definen con claridad y luchan por ello, y los tibios, que bíblicamente son vomitados. Hay que reconocer que estos últimos, al pasar desapercibidos porque no crean problemas, suelen tener mayor éxito en el corto plazo. Sin embargo, quienes adoptan posturas claras y definen valores y principios -de una manera contundente- son afectados por esa mediocridad que prefiere vivir en un mundo indeterminado, gris, indefinido, antes que tener que asumir la responsabilidad de tomar una definida posición política, ideológica, económica o personal. Esas tres castas se pueden observar en el trabajo, en el vecindario y en la sociedad, porque forman parte de las personas que nos rodean. 

Me incluyo en quienes defienden principios. Admito que no todos los acepten como suyos, pero me preocupo a diario de consolidarlos racionalmente. No son de mi agrado quienes con su benignidad son capaces de estar “en misa y repicando”, y de aceptar cualquier cosa en función de la conveniencia del momento, que no de la razón ni mucho menos de valores, de los que prefiero seguir hablando.

En las últimas encuestas de popularidad entre los presidentes latinoamericanos sorprende cómo Bukele tiene cerca del 90% y Ortega un 33%. La interpretación numérica es que uno de cada tres ciudadanos nicaragüense aplaude la dictadura de la pareja presidencial, y que en El Salvador, nueve de cada diez admiten felizmente el autoritarismo y las ilegalidades que lleva a cabo su Presidente. Seguramente -ese dato falta- otros resultados se reflejarían si les preguntasen a esos ciudadanos si apoyan la democracia o un régimen autoritario, y se podría ver -intuyo- la contradicción o el acomodamiento. Los principios y valores de la democracia no cuadran con la aceptación de dictadores y autoritarios, así que se puede concluir que hay demasiados votantes amarrados a la coyuntura -no a principios- o más despóticos de lo que ellos mismos creen.

De otro lado vemos cómo altas autoridades norteamericanas -Biden- pactan con Maduro y Cuba o visitan y se fotografían plácidamente con Bukele -Nichols-, ignorando el rumbo no democrático de esos países, pero reflejando tácitamente que la hipocresía política está por encima de la ética, algo que Maquiavelo dejó claro hace siglos. El fin termina por justificar los medios, y se le sonríe al dictador, mientras se “defienden” discursos democráticos. No terminan de entender, esos tibios y acomodados liderazgos políticos, que las dictaduras existen porque las democracias lo permiten. 

Se ha perdido el concepto mínimo de democracia y la imperante hipocresía ha desplazado el centro de la racionalidad más básica. La tibieza, quizá producto de la amenaza de la cancelación y de la necesidad de ser incluido en el grupo mayoritario de blanduchos políticamente correctos, comienza a formar parte del ADN de muchos ciudadanos por el mundo. Cada vez es más difícil encontrar personas integras con capacidad de defender, sin importar el costo, valores universales, no ya en democracia, sino en otras postura de vida. Se acepta el aborto -auténtico crimen de lesa humanidad- porque la moda apunta en esa dirección; se callan ciertas cosas para evitar “enfrentamiento innecesarios”, aunque sin valorar el costo de la irresponsabilidad; se insulta y difama con la alegría de la impunidad en un mundo en el que todo comienza a valer. Pero un día, normas, dictadores y postulados afectarán a los apáticos, aunque será muy tarde porque todo estará relativizado, y perdido. 

A falta de bemoles, parece que solo queda aceptar complacientemente la humillación, el abuso o la cancelación. Pues bien, yo me niego.

lunes, 23 de octubre de 2023

Duelo de titanes y colosos en la sombra

La realidad apunta al Congreso, donde un grupo de diputados controlan la dinámica nacional y ejercen el control

Siento que no sobrepasamos la capa superficial de la crisis que padecemos. Culpamos al Presidente, a la Fiscal General, a diferentes Cortes, a grupos indígenas, al sector privado y a colectivos que protestan, manifiestan, bloquean o desconocen reclamos populares. Se desgañitan y reprochan los unos a los otros, sin que nada suceda, y es porque no se apunta al verdadero blanco, a los gestores del problema, más allá de los citados quienes pueden ser “víctimas” o herramientas de una sórdida pugna de mayor calado.
De un lado, un núcleo binacional anclado al Departamento de Estado -no a todo el Departamento, más preocupado por la crisis en Gaza- sino a quienes se focalizan en la región, que desde “X” generan dinámicas reproducidas y amplificadas con este ardor localista que nos sitúa en el centro del mundo. No recuerdo antes a catorce exembajadores y altos cargos de la administración exterior norteamericana avalar un comunicado difundido por CNN y reclamar acciones puntuales para un país, ni siquiera contra la dictadura nicaragüense, venezolana o el intento de perpetuarse en el poder de Bukele ¿Por qué lo hacen para Guatemala, y qué significado tiene? Evidentemente “parte” de Washington lanza un órdago frente a la posibilidad de perder el único bastión geopolítico en Centroamérica, y el control de poderes: narcotráfico, crimen organizado, migración y China, aunque con reclamos mal dirigidos que emplean formas, también equivocadas, y proyectadas por grupos específicos -allá y acá- en medios y redes.
El poder verdadero -que nos tiene patas arriba- no es la tozudez de la Fiscal General, el silencio cómplice presidencial, la relativa pasividad de las Cortes ni los señalados integrantes del sector empresarial. La realidad apunta al Congreso, donde un grupo de diputados controlan la dinámica nacional y ejercen el control, financiados por el narcotráfico, el crimen organizado y la corrupción, sin saber quién aporta más al cuchubal. Los actores institucionales serán relevados a partir del 2026 -algunos antes- pero los legisladores seguirán nombrando jueces y magistrados, cambiarán marcos normativos estratégicos o decidirán si dan posesión a ciertos cargos o los desaforarán. Personajes oscuros y en la sombra -no todos detectados y uno nada visible- que han sido los verdaderos operadores políticos de este y del pasado gobierno, y que se erigen como los que pueden condicionar seriamente al venidero, empedrando el camino difícil que le tocará tanto a Arévalo como a los diputados de Semilla, y a sus posibles socios.
A esos parlamentarios -reelectos por la democracia que tenemos- les importa un soberano pepino los reclamos porque ya están incluidos en varias listas de los USA, y únicamente les afectaría algo más contundente, aunque al estar entre la espada y la pared, no creo que sean fáciles de disuadir. Una confrontación social se lleva a cabo contra varios “prisioneros de sus ambiciones” que quizá nos sean “libres” de tomar decisiones autónomas, frente a la amenaza de ser perjudicados a futuro, y les es más costoso dar marcha atrás que seguir adelante.
La estrategia -dicotómica y confrontativa- está mal planteada, y la lucha por controlar el país es clara. Sacar a las mafias debe reconducirse con diferentes alternativas, y por otra vía menos costosa para el ciudadano medio y más contundente para quienes operan desde los bajos fondos, que además no son difíciles de buscar porque se identifican muy fácilmente en la cueva de la corruptela del Congreso. 
Sin embargo, doctores tiene la iglesias y organismos de inteligencia y estratégicos los USA, así que mejor abstenerse de proponer ideas o dar lecciones. Mientras tanto, sigamos viendo la última temporada y los nuevos capítulos de esta trágica serie distractora.



lunes, 16 de octubre de 2023

De aquellos vientos, estas tempestades

La Fiscal General es la autoridad más protegida del país, porque la ley no se hizo buscando un interés general 

En febrero de 2016, con nuevo gobierno y recién iniciada la legislatura, se modificó el artículo 14 de la ley del Ministerio Público (MP), en el sentido de que la Fiscal General no puede ser cesada salvo que “cometa delito doloso y haya sentencia debidamente ejecutoriada”, aprobación enormemente mayoritaria que realizaron los diputados -con presión de CICIG- para impedir que el nuevo Presidente pudiera cesar a la titular de entonces. Desde la tribuna del Legislativo, Iván Velázquez y Thelma Aldana aplaudieron lo que significaba un absoluto blindaje para ella. Un despropósito promovido por los diputados de LIDER y UNE -que eran lo mismo-, el Presidente del Congreso -Mario Taracena-, también de la UNE, y con la Corte de Constitucionalidad presidida por Gloria Porras, designada por el gobierno de la UNE y reelecta ese año por la mayoría de la UNE en el Congreso ¡Si no entendió la trama reléase el párrafo!

Se protegía a la Fiscal General sin opciones reales para cesarla, pensando, quizá, que su cargo sería eterno y siempre favorable al grupo dominante del momento, lo que cerró puertas ahora imposibles de abrir. Se sabía perfectamente lo que se hacía, y el silencio cómplice de muchos -incluidos medios de comunicación, abogados constitucionalistas y opinadores diversos que ahora se rasgan las vestiduras- nos lleva a este 2023 con un nudo imposible de deshacer. Y es que antes, ahogado en gritos de constante algarabía, el sistema cómplice -impuesto por quienes se agrupaban en torno a la CICIG- permitió ese silencio y opinión publicada políticamente correcta que actualmente crispa a muchos, ellos incluidos.

La Fiscal General es la autoridad más protegida del país, porque la ley no se hizo buscando un interés general ni prevaleciendo principios de Derecho -el cese se podría haber puesto difícil, no imposible- pero el dirigismo del momento anuló cualquier opinión contraria. Hoy nos quejamos, protestamos, y se solicita la dimisión de la Fiscal General por los mismos sectores que entonces debieron protestar, manifestarse y pedir que no se aprobara algo absolutamente autoritario, pero no ocurrió. Vivíamos la euforia de un MP que salía a condenar en ruedas de prensa, antes de hacerlo en tribunales, y aquella borrachera de entusiasmo nos trae esta resaca de frustración. Otro reflejo de la incoherencia nacional y de la costumbre de atender la coyuntura del momento en vez de la estrategia, siempre de largo plazo.

No aprendemos de casi nada. Sorteamos cada día sin pensar en el futuro, y nos luce mal, porque ya transcurrieron más de 500 años de Conquista y 200 de Independencia. Persiste la lucha de clases, de sectores, de ideologías…, de todo, que polariza el país entre los tuyos y los míos; mi razón o la tuya; yo y el otro, y nos vamos destruyendo y ahogando con la boca llena de justicia, democracia, derechos humanos…, pero sin entender realmente que significa cada cosa, salvo la definición predominante en ese instante, y que suele ser elaborada por otros, porque muy pocos son capaces de sustentarla con referencias históricas, políticas, jurídicas o filosóficas.

Atorados nuevamente en un instante de la Historia, demostramos ser muy buenos para jodernos los unos a los otros, bloquearnos, insultarnos, descalificarnos, agredirnos o incluso matarnos, tal y como demostramos por casi cuatro décadas ¿Acaso no estamos hechos para vivir en sociedad? ¿Huimos de la famosa frase aristotélica sobre la sociabilidad? La respuesta es compleja, pero me parece que nos acostumbramos tanto a los dictadores -o quizá nos parecemos- que no podemos vivir sin ellos y necesitamos ser tutelados permanente porque seguimos sin alcanzar la mayoría de edad ¿Qué triste, no?

lunes, 9 de octubre de 2023

Algunos se equivocan por temor a equivocarse

Semilla no tiene representación popular mayoritaria -error presentarlo así-, sino que Arévalo dispone de una mayoría relativa

Los errores políticos son más fáciles de amortiguar cuando se tiene mayoría significativa de apoyo ciudadano, y más complicados de absorber cuando se está en precariedad.

En esta situación convulsa el Presidente electo ha cometido algunos, fáciles de evidenciar y con grave incidencia en la dinámica político-social del momento, lo que repercute en pérdida de confianza. El primero fue asistir a la reunión de Grupo de Puebla, consorcio de personajes de marcada izquierda latinoamericana. El segundo -interpretando un tuit de Luis von Ahn- viajar a Washington en avión pagado por el empresario guatemalteco residente en los USA, y lo coloca en el punto de mira de quienes siempre han criticado el uso de medios “donados” por empresarios, aunque en este caso hay un sospechoso o cómplice silencio mediático. Otro ha sido alentar, promover y aplaudir la protestas, pero sobre todo los bloqueos que se han transformado en espacios violentos de reivindicaciones politizadas: lucha de clases sociales, indigenismo, pobreza, desigualdad y cuestiones muy alejada de la solicitud de dimisión de la Fiscal General, que era el origen. El cuarto, promover, desde los USA y con apoyo oficial de políticos de aquel país, ataques velados a sectores empresariales, mensaje que, a pesar de las declaraciones de todos ellos, sigue siendo un arma arrojadiza por parte de algunas autoridades norteamericanas y ruidosos personajes afines a esa política falaz e insidiosa. El último, la propuesta del partido Semilla -incluido el Presidente electo- de un proyecto de ley para apoyar a desplazados internos, cuyo artículo 30 contempla la desjudicialización de casos que impliquen a personas denunciadas por ocupación de propiedades, es decir a los invasores de fincas y propiedad privada.

Hay una equivocada percepción del poder real con el que cuenta el gobierno electo, al tomar la parte por el todo, sin que corresponda a la realidad, lo que ha podido generar un falso triunfalismo o, como vulgarmente se dice, un “atracón de poder”. Todos los partidos políticos tienen su ala radical, y de momento Semilla refleja más esa postura que la moderada, dialogante y equilibrada del binomio presidencial electo, y eso tiene su costo político que puede afectar gravemente al partido. 

Semilla cuenta con una veintena de diputados -14.4%-, fuerza que los ciudadanos libre y democráticamente le otorgaron en las pasadas elecciones generales, al igual que únicamente con dos alcaldes. El binomio presidencial ganó por dos factores concurrente: la alternativa -Sandra Torres- y la oferta de luchar contra la corrupción, gran valor agregado del Presidente electo. Semilla no tiene representación popular mayoritaria -error presentarlo así-, sino que Arévalo dispone de una mayoría relativa -por el porcentaje del total- fundamentalmente para combatir la corrupción. 

Por lo tanto, la carencia de una amplia mayoría contrasta con los errores cometidos que no serían tales si realmente contasen con ese voto ciudadano mayoritario que les fue negado en el Congreso: representante de la soberanía nacional, aunque no en la Presidencia, representación de la unidad nacional, dos conceptos distintos que se confunden y alteran. Quizá sea por eso por lo que no se llevan las actuales reivindicaciones al Congreso -donde debería abordarse la discusión- sino que se prefiere hacer en las calles, donde el ruido no siempre se corresponde con la correlación de fuerzas votadas libremente en la urnas hace apenas tres meses. Si a eso sumamos que los tradiciones partidos políticos de izquierda: URNG-MPL (CODECA)-WINAQ serán anulados por no tener representación o apenas cuenta con uno o dos diputados, se puede entender la deriva temática hacía la lucha ideologizada que complica la realidad de la confrontación contra la corrupción y genera desconfianza y suspicacias que deben de transparentarse.

lunes, 2 de octubre de 2023

¿Nos engaña nuestro juicio?

Parto de la tesis de que los resultados del proceso electoral no tienen marcha atrás. No es posible cambiarlos ni muchos menos modificarlos

Pensar fuera del huacal, de la caja o de lo normal, son expresiones que señalan formas de razonar que no siguen pautas tradicionales o mediáticamente posicionadas, que, además, suelen ser mayoritariamente aceptas, a veces impuestas y generalmente  únicas. No se trata solamente de elucubrar sobre supuestos irracionales sin sustento, sino que responde a elaborar escenarios posibles que la mayoría de las personas no atina a describir.

Parto de la tesis de que los resultados del proceso electoral no tienen marcha atrás. No es posible cambiarlos ni muchos menos modificarlos, así que una lucha frontal contra lo que la ciudadanía decidió libre y voluntariamente, no pasa de estrellarse contra un sólido muro. Por lo tanto, hay que preguntarse la razón por la que el MP ha allanado diferentes sedes en las que el TSE guarda información. La opinión casi unánime  -y mediáticamente posicionada- es que intentan bajarse la candidatura del Presidente electo y/o de los diputados de Semilla, o que pretenden erosionar el proceso electoral e intimidar, hipótesis probables, pero no únicas. O los del MP son muy inútiles y contumaces o pueden andar buscando cosas diferentes a lo que se piensa.

Partamos de quienes serían los afectados con una administración del señor Arévalo. La respuesta es simple: los mafiosos que controlan las aduanas -sindicatos y otros grupos-, aquellos que viven de las coimas en la construcción de infraestructura, diputados que no podrán hacer marranadas con obras incluidas en el presupuesto, ni contar con plazas fantasmas que engrosan sus salarios, y otras “bellezas” similares en los ministerios de Salud y Educación donde depredan dinero públicos, además de los fondos asignados a ciertas ONGs o a testaferros políticos. Ellos, y nadie más, están en una feroz lucha porque una nueva administración cortaría, sin duda, esos lazos criminales que han hundido el país por años, además de los pagos del narcotráfico y del crimen organizado por liberar rutas terrestres o hacerse los sordos respecto de la aéreas y marítimas ¿Qué pueden hacer todos ellos?, pues oponerse a que Semilla llegue al poder. No encuentro mucha discusión en ese debate.

Como el conteo de votos es -insisto- irreversible y los resultados incuestionables, buscan otras cosas, sin mostrar siquiera la punta del iceberg. Recordemos que pocos días antes de las elecciones The New Yok Times público que una magistrada del TSE había confesado, en dependencias de la embajada norteamericana, cómo sus colegas recibían mensualmente una grosera cantidad de dinero del Ejecutivo. No hubo nombres para confirmar esos hechos y la magistrada lo desmintió, pero desde ese día el TSE cambió absolutamente de actitud y pasaron a ser los héroes de una narrativa de villanos que venían siendo durante el proceso de inscripción de candidatos. Pensando fuera del guacal, y escuchando malas lenguas que hablan fuera de la caja, parece confirmarse, y se puede deducir que igual pudo haber otros pagos para inscribir a ciertos candidatos, a pesar de que tenían diversos problemas, desde condenas por narcotráfico, hasta causas judiciales pendiente. 

¿Qué ocurriría si el MP descubre que realmente se hicieron esos u otros pagos? ¿Evidenciaría un proceso electoral, correcto en los resultados y puestos electos, pero con una corrupción inicial difícil de eludir? ¿Cuál sería el escenario final de una hipótesis como la descrita? 

Hay muchas preguntas por responder, pero también una inusual insistencia en la versión predominante y adaptada a una realidad publicada. Eso mismo paso en MINUGUA con la versión única e indiscutible del asesinato del obispo Gerardi, y  Kennedy murió como oficialmente se determinó, y parece que no hay forma de cambiarlo, aunque todo huela un poco extraño.


lunes, 25 de septiembre de 2023

Hacia un nuevo pacto social

Los Acuerdos de Paz se pueden tomar como ese último “pacto social” que generó un punto de inflexión en la dinámica de la confrontación del momento

El concepto “pacto social” se ha utilizado desde hace tiempo como sinónimo de un acuerdo ciudadano plasmado en diferentes normas, especialmente en la constitución. Ciertamente no siempre ha sido “acuerdo” y mucho menos “ciudadano”, sino más bien producto de pactos elitistas que, en cada momento, han proyectado ese constructo social como una forma -artificialmente creada- de unión objetivos comunes. Como quiera que sea es algo aceptado, aunque la mayoría no haya participado en su construcción, y va evolucionando con el tiempo por múltiples cambios: sociales, económicos, generacionales, etc.

Los Acuerdos de Paz se pueden tomar como ese último “pacto social” -hecho por élites- que generó un punto de inflexión en la dinámica de la confrontación del momento. Se desarrollaron, aunque distintas razones hicieron que no fuese posible hacerlo en su totalidad. No solo faltó voluntad política, sino también se hizo un mal cálculo del crecimiento económico nacional, hubo un “no” a la consulta para cambiar la constitución y otras cuestiones no menores que los llevaron a un callejón sin salida.

Aquel sinuoso camino, emprendido en 1996, conduce a la actualidad en la que se ha producido un nuevo detonante que puede servir para repensar otro “pacto social”, porque la actualización de los fines y objetivos sociales es algo dinámico que requiere de momentos político-sociales oportunos, y todo apunta a que estamos en uno de ellos. Asuntos como la desnutrición infantil, la violencia, la salud, la educación, la reforma a la LEPP, la implementación plena de la ley servicio civil y la reforma de la justicia, son, entre otros, temas transversales a cualquier ideología política. Por tanto, debería ser muy simple ponerse de acuerdo en arreglar esas cuestiones y dejar el debate ideologizado para otros temas como la paridad de género, las políticas fiscal y económica o el papel del Estado, en beneficio de impulsar aquello en lo que se coincide.

España fue un excelente ejemplo con los “Pactos de la Moncloa”, por cierto también superados, porque el momento político es otro; Chile está haciendo una catarsis similar, y seguramente Colombia aspiraba a ello, aunque parece ser que Petro no es la persona capaz de generar dinámicas de consenso, sino más de bien de confrontación, así que deberán esperar.

El nuevo gobierno ha sido elegido -y suficientes análisis y encuestas lo evidencian- para terminar con la corrupción, y es sobre ese elemento fundamental que debe de pivotar el resto de las cuestiones no resueltas. No se atiende lo importante porque lo urgente es depredar los fondos públicos en el menor tiempo posible, fundamentalmente a partir del segundo año de gobierno, y se aparcan cuestiones que, además de avergonzarnos por su no resolución -como la desnutrición infantil- proyectan un futuro poco alentador y la aparición permanente, como país, en los puestos más bajos de los diferentes indicadores sociales.

Si la gestión publica se hace sin corruptela -principal reto del nuevo gobierno- es presumible que el debate se oriente hacia los temas fundamentales y pendientes, no solo por voluntad política, sino muy especialmente por presión ciudadana. Cada país tiene sus momentos en la historia que puede o no aprovechar para dar ese golpe de timón necesario. A Guatemala se le presentará el próximo año, y es tiempo de comenzar a construir ese diálogo social con alcaldes, partidos, ciudadanía, empresarios, grupos sociales y con todos aquellos que vean y entienden la necesidad de un pacto apropiado para construir un mejor país en el futuro a corto plazo.

El reto es si la mayoría lo verá así o la desidia y las chambonadas nos consumirá otros muchos años.

lunes, 18 de septiembre de 2023

¡Guatemala feliz...! que tus aras

Vivo aquí hace 25 años y no ha habido momento -política y socialmente hablando- en que se haya respirado un instante de paz, relax y esperanza racional

¿Cuál debería de ser el calificativo adecuado para un país que lleva 202 años de independencia y todavía pide a gritos ser tutelado? No importa si es un organismo internacional, otro país o personas elegidas, pero Guatemala no avanza en la Historia sin un lazarillo que, como el de Tomes, la guie, pero también promueva la picaresca, una forma de actuar entre mendigar y robar. Chispudos le dicen, porque al cambiarle el nombre el sonido hace más amigable la realidad.

Después de tanta antorchas patrias, desfiles patrios, himnos nacionales, fiesta patriótica, redobles de tambor y desfiles marciales, la coyuntura nos recibe de regreso con un bofetón, para seguir enfrascados en esa perenne y polarizada discusión cantinflesca entre “verdes y azules”, mientras los chispudos parten el pastel patrio para revertir elecciones democráticas o aplicar normas a capricho.

Pensar que los jóvenes a los 18 años son responsables y los animamos a buscar su propio destino, mientras seguimos encerrados, 202 años después, en el baúl de los recuerdos de la Conquista, la revolución del 44…, y poco más ¿Qué mal fario tiene América Latina que no se zafa de la Doctrina Monroe ni del Destino Manifiesto, no despega de la cola del desarrollo, supera la confrontación fratricida o el golpismo perpetuo?

Vivo aquí hace 25 años y no ha habido momento -política y socialmente hablando- en que se haya respirado un instante de paz, relax y esperanza racional, porque la enfermo-optimista está presente a diario. Siempre buscando al líder que no llega, en vez de creer en uno mismo; en el partido que no se organiza -ni los de futbol traen alegría-; en la justicia que juega al escondite detrás de mafiosos, narcotraficantes, criminales diversos o políticos desviados ¿Qué maldición pudo proferir Ah Puch desde el inframundo para matarnos un poco cada día? 

Países con menos tiempo de independencia han logrado cotas muy altas de prosperidad ¿Será por el respeto entre sus ciudadanos, la educación, la observancia de los derechos individuales y la justicia que pone en orden a quienes saltan la valla sin permiso? ¿Quizá porque creen más en ellos que en los liderazgos de ficción que algunos venden? ¿O posiblemente porque la eterna primavera no les afecta las meninges, y el raciocinio se impone a la fantasía, la verdad al cuento y la responsabilidad al capricho? En todo caso, el dinosaurio siempre está ahí, duermas o despiertes, y gustamos tenerlo cerca.

Con esa actitud estamos derrotados de antemano, y huimos de la responsabilidad exigiéndole a otros que controlen lo que nosotros no estamos dispuestos a hacer. Le damos la razón a Hobbes pero le modificamos el estado de naturaleza, que lejos de ser competitivo y de fricción, lo tornamos pusilánime y huidizo. Clamamos al leviatán, no para que ordene nuestras ambiciones desmedidas, sino para que controle nuestra cobardía manifiesta.

Así es muy difícil avanzar. De hecho es imposible, y 202 años -que es mucho tiempo- lo demuestran. No queda más que terminar el año implorando -llorando que suena más vergonzoso- para ver si la comunidad internacional nos salva de las garras de Camazotz, para aupar al líder supremo a quien seguramente terminaremos por sacrificar al poco tiempo, para expiar nuestro permanente descontento e inacción.

“Solo” hemos perdido dos siglos en el intento de no saber qué hacer, mientras buscamos culpables históricos -o presentes- para ensañarnos con ellos. Una o dos veces al año -como en estos días- no encendemos en patrio ardimiento y volamos más alto que el cóndor y al águila real, cerramos los ojos y olvidamos los mundanos asuntos terrestres, para luego desplomarnos nuevamente.

lunes, 11 de septiembre de 2023

El trauma designado

Pareciera haberse reactivación el trauma del conflicto que enfrentó a dos bandos que, al igual que ahora, dejaron aprisionados a la población entre ellos

Vamik Volkan define -en su libro Psicología de las sociedades en Conflicto- los conceptos “tiempo colapsado” y “trauma designado”, en relación con ciertos traumas -bélicos o no- que se transmiten generacionalmente y pueden reactivarse con el tiempo. De alguna forma reviven y pueden llegar a inflamar situaciones del subconsciente a través de entrelazar recuerdos del pasado con los actuales.

La teoría de Volkan parece estar presente en la situación postelectoral nacional. Los resultados electorales activan, cada día más, ese subconsciente de la polarización del pasado conflicto armado -cuando no de épocas anteriores- con discursos de izquierdas-derechas que pretende establecer una sociedad dicotómica y emergen odios, señalamientos y visceralidades que se creían superadas. Surgen temas como la lucha de clases, la reforma agraria, la propiedad de la tierra, el enemigo ideológico, la expropiación, y cuestiones no menores relacionadas con creencias religiosas transmutadas, con el agregado de ideologías modernas como las de género, entre otras.

Pareciera haberse reactivación el trauma del conflicto que enfrentó a dos bandos que, al igual que ahora, dejaron aprisionados a la población entre ellos, y que pretenden que nos definamos respecto del extremo que cada uno presenta como referente. Pues bien, ni en uno ni en el opuesto encontramos la forma de superar los conflictos. Unos, esperan que el cambio que se pueda venir sea una regresión al pensamiento de 1944; los otros ven 1954 como la mejor solución para reducir el riesgo que proyectan sus oponentes. Olvidan ambos que aquella década estuvo inmersa en un contexto sociopolítico propio, doméstico, nacional, pero también en un ambiente internacional muy diferente al actual, y poco analizado por cierto.

La mayor libertad de prensa, la multiplicidad de redes sociales, la desaparición del mundo bipolar, el pluralismo político, la globalización, la educación y la consolidación de valores democráticos, son aspectos que dibujan un escenario distinto al de hace 80 años, aunque nos quieran presentar situaciones similares. Es deber del ciudadano no dejarse llevar por cuestiones que deberían estar superadas, aunque siguen incrustadas en ese “tiempo colapsado” en forma de trauma, que aparece sin darnos cuenta, pero al que podemos enfrentar con las herramientas propias del conocimiento y la razón.

Hay que comprender que no podemos dar marcha atrás -lo que es muy conveniente- ni tampoco saltar por encima de valores y principios de democracia liberal que permiten un mundo más previsible. Los “que llegan” tiene un reducido margen de maniobra político sujeto a la capacidad real de cambio social, que a su vez está determinada por la economía, la globalización, los valores de la democracia, el tiempo y la idiosincrasia. A los que pretenden dejarnos atascados en una burbuja arcaica repleta de falsedades, hay que hacerles ver que la fuerza no es la vía de transformación porque nunca ha cambiado mentalidades, sino robustecido posiciones. Todos, en general, debemos sacudirnos traumas del pasado que al brotar de nuestro subconsciente, desconfiguran la realidad, volviéndonos optimista enfermizos o pesimistas trágicos.

Evitemos sustituir la realidad por el “realismo mágico”, aceptemos que los cambios pueden ser buenos, porque nos obligan a contrastar ideas propias con otras formas de hacer las cosas, y que la manera correcta de oponerse a ellos es ofrecer mejores alternativas a la gestión efectiva de lo público. No es necesario encender nuevamente la llama de la confrontación que es fácil de entender que no conduce a parte alguna, más allá de matar a muchos, beneficiar a muy pocos y provocar lamentos generacionales.

Son tiempos para sentarse, reflexionar y dominar esos “demonios” que aparecen en forma de traumas, y que únicamente conducen a una preocupante ceguera política.

lunes, 4 de septiembre de 2023

Pasamos la línea del no retorno

El Congreso, el MP, el sistema judicial y el partido UNE permiten que el sistema democrático esté en jaque porque no aceptan los resultados electorales

La línea o zona de no retorno se entiende como “el umbral crítico en el que una pequeña perturbación, puede alterar completamente el estado o el desarrollo de un sistema”. Cruzarla desencadena un cambio significativo en la manera de operar, y se puede saber que se ha pasado cuando los costos de regresar son mayores que los de continuar avanzando en esa equivocada dirección.

Se puede ver en los modelos políticos venezolano, nicaragüense o salvadoreño, en los que -aun siendo diferentes- quienes lideran esos países no pueden regresar a sistemas democráticos porque serían detenidos, procesados y seguramente condenados. Por lo tanto, no les queda de otra que seguir en el poder, perpetuarse, y “tirar para adelante” a pesar de los altos costos sociales, aunque para ellos siempre son menores que los que representarían los propios, al tener que confrontar a la justicia.

El caso nacional ha traspasado esa línea imaginaria. El Congreso, el MP, el sistema judicial y el partido UNE, amén de unos cuantos mafiosos descerebrados suficientemente identificados, permiten que el sistema democrático esté en jaque porque no aceptan los resultados electorales, las reglas del juego. Nada de esto ocurriría si el Presidente de la República estuviera del lado correcto de la ecuación. Sin embargo, y a pesar de mostrarse complaciente con la OEA -directamente o a través del canciller- permite, y quizá hasta alienta, las medidas de hecho que se toman y que debilitan gravemente el orden institucional.

Muchos se preguntan qué pueden perder los del lado oscuro, teniendo en cuenta que tanto el binomio ganador Arévalo-Herrera como los diputados electos de Semilla tienen corto margen de maniobra por no disponer de mucha fuerza política. Quizá en la respuesta se puedan encontrar razones para esta debacle.

Sin Ejecutivo, las rutas -terrestres y aéreas- del narcotráfico, en algún momento protegidas por parte de la policía y del ejército, quedarían controladas o difícilmente transitables; las entradas y salidas por los puertos sujetas al control fiscal y físico de las mercancías; la construcción de infraestructura libre de carga de coimas y sobornos; muchas medicinas bajarían de precio al perder el control monopolístico ciertos laboratorios e importadores; los sindicatos magisterial y de salud, terminarían por someterse al orden y dejar de chantajear al gobierno; los diputados dejarían de tener plazas fantasma en puestos de gobierno y tampoco contratarían obra pública con empresas afines, lo que les dificultaría recuperar la inversión hecha en su curul, y si continúa con el resto de ministerios y secretarias seguramente encontrará más razones para valorar las pérdidas económicas de muchos mafiosos. La UNE es posiblemente la más dañada, especialmente después de quince años con poder y tres elecciones presidenciales perdidas, lo que representa un importante número de compromisos incumplidos e innumerables deudas.

Ahí se puede visualizar el costo, en el corto plazo, de quienes luchan enconadamente por mantener privilegios para nombrar autoridades y formar parte de instituciones. El mejor ejemplo -aunque no el único- fue como durante el presente gobierno se entregó a un diputado el Insivumeh como pago de favores.

Demasiado tiempo haciendo piñatas con dinero público como para irse ahora del cumpleaños sin la bolsa repleta de caramelos. Pero no nos engañemos tampoco. Nos acostumbramos a elegir mafiosos, y luego explotarlos pidiéndoles puestos, regalos y prebendas. Muchos ciudadanos fueron -y son- cómplices y no víctimas de esos delincuentes de la política, y ahora toca apechugar con el costo y la responsabilidad. Querrán seguir para adelante pero es momento de llenar de obstáculos el camino para que eso no ocurra. La mejor barrera, sin duda, son el compromiso ciudadano y la responsabilidad, aunque lleguen tardíos.


lunes, 28 de agosto de 2023

Arévalo y los 300 espartanos

Con solo un Efialtes que integre la lista, pertenezca a los “tradicionales del pasado” o meta la pata, serán señalados de ser como los demás 

El “sistema democrático se expresó” y hay que hacer honor a los resultados electorales. Pero esa realidad no debe de ocultar otra, y me atrevo a afirmar -sin riesgo a equivocarme- que para la mayoría de los ciudadanos, el partido Semilla y el binomio presidencial no estaba prevista la actual situación. Ante ese reto, deberán conseguir unos trescientos espartanos de confianza que se quieran inmolar en puestos claves de gobierno, a los que deben de agregar -con sumo cuidado- decenas de periecos e ilotas, tanto por su valía como por su rectitud moral. Pero ¿podrán hacerlo sin equivocarse? Temo que hay un alto riesgo que tienen que asumir, y que los ciudadanos debemos de asimilar. Con solo un Efialtes que integre la lista, pertenezca a los “tradicionales del pasado” o meta la pata, serán señalados de ser como los demás, lo que les generará un nivel de descrédito que no pueden permitirse.

Simultáneamente tendrán que lidiar con “jóvenes semilleros” quienes, chamuscados en patrio ardimiento, querrán tomar decisiones progres que seguramente confrontarán la madurez del mandatario, mucho más centrado, ponderado y equilibrado que la mayoría de los impúberes políticos que integran el partido. Hete ahí la segunda etapa, no menos complicada. Y por si fuera poco, les toca construir una vía de diálogo con un Congreso en el que las dos terceras partes no comparten su visión, e incluso tienen una muy opuesta. Sin embargo, serán quienes les aprueben los presupuestos -con sus correspondientes candados- o permitan las modificaciones legales para poder ejecutar cambios, y no veo, entre los jóvenes diputados, figuras capaces de promover acercamientos y construir consensos, por lo que la situación crece en complejidad.

Además, en los dos primeros años de gestión no corresponde nombrar a ninguna autoridad ni cambiar instituciones, excepción del incierto futuro de la Corte Suprema de Justicia. El resto será a partir de 2026 por lo que estarán absolutamente solos durante 2024 y 2025. Con una veintena de diputados y únicamente dos alcaldes, será complejo conseguir apoyo del Legislativo ni contar con incidencia en los COCODES y COMUDES que son los que gestionan una importante cantidad del presupuesto en el ámbito municipal. Por lo tanto, sería bueno bajar la expectativas, centrarse en lo que realmente es posible, y hacerlo a la velocidad que permita la particular idiosincrasia nacional. 

En cambio podrán -si el presupuesto no tiene muchas trabas- emprender acciones en seguridad, prisiones, construcción de infraestructura, en materia económica y contratar personal sin plazas fantasma. Quizá algo en agricultura y en programas sociales, pero desde ahí demostrar que pueden gestionar sin favores, pago de comisiones ni corruptela. Les será muy difícil lidiar con mafias y sindicatos de salud y educación -en ocasiones son lo mismo- especialmente en pactos colectivos, contrataciones, chantajes diversos, compra de libros, útiles escolares y medicamentos ¡Atenea los agarre confesados!

La confrontación ideológica no tendrá efectos porque la elección no lo ha sido por esa razón, sino para luchar contra la corrupción. A partir de enero los votantes exigirán lo que realmente les preocupa: mejoras en la economía, trabajo, empleo y reducir la carestía de la vida, dando por hecho que la corruptela “será resuelta” porque para eso los votaron. Hay que apostar por el mayor grado posible de consenso, diálogo y debate, además de actuar con principios éticos. Cualquier giro drástico, inoportuno o no pactado puede mandar al garete el trabajo en pro de acuerdos razonables.

Aquellos espartanos que cerraron las Termópilas tuvieron arrojo, valor y estaban entrenados. A pesar de ello fueron traicionados y finalmente vencidos por Jerjes y sus aliados. Esperemos no reescribir la Historia. 

lunes, 21 de agosto de 2023

Después de la tempestad, ¿vendrá la calma?

Se optó entre dos soluciones minoritarias que la mayoría no quería -¡que contraste!- y se seleccionó, como siempre, la “menos mala”

Finalmente salimos de dudas. Las encuestas acertaron y los números se ajustaron a los resultados tanto del ganador como de la perdedora ¡Una marcada diferencia!

Muchos se preguntan qué pasó en estas elecciones y creo que tiene fácil explicación o, sacando el ego de la ecuación, digamos que no es difícil entenderlo. De entrada -y eso se olvida frecuentemente- un 25% -uno de cada cuatro votantes- dijo que “no quería a nadie”, por eso votaron nulo o en blanco. Eso significa que, en una democracia real, se debería de haber atendido a la mayoría que decidió repetirlas. Pero no fue así, porque los políticos no gustan de ser desechados. Se optó entre dos soluciones minoritarias que la mayoría no quería -¡que contraste!- y se seleccionó, como siempre, la “menos mala”. 

La UNE de Torres representa el continuismo del sistema corrupto, voraz, depredador y mafioso que ha gobernado el país. Semilla, de Arévalo, está “sin contaminar”, y en la balanza inclinó el plato a su favor. En casi idéntico porcentaje votaron jóvenes, adultos y mayores; letrados e iletrados; derecha izquierda, lo que explica que la elección -entre dos partidos de izquierda- no haya sido ideológica, sino sobre decencia política. Digámoslo así: ha sido sobre la diferencia de honestidad percibida por el votante.

El partido Semilla no era muy conocido, mucho menos su binomio presidencial. Sin embargo, esos grupos de forajidos y mafiosos dedicados a generar fricción social tuvieron “la brillante idea” de hacer una campaña sucia y promover dinámicas de odio, lo que, en un juego de suma cero -como son las elecciones- terminó favoreciendo notablemente al contrario ¡Tontos que hacen el idiota y no se dan cuenta de los lelos que son!, pero como dicen en mi pueblo: “lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible”.

En ciertas organizaciones -especialmente en instituciones jerarquizadas- hay un principio que dice que se debe asesorar al jefe directa, abierta y creativamente hasta que tome su decisión. A partir de ese momento, ya no cabe más debate ni oposición, sino que hay que asumir como propia la idea de quien dirige, y llevarla a cabo. En democracia ocurre algo similar, hay que saber ganar o perder, y entender que en un sistema de votación de mayorías triunfa quien más votos tiene, y punto. Eso es lo que queda por hacer ahora. Ganó Arévalo y hay que cerrar filas en torno a un proyecto -guste o no- y ver cómo se puede empujar hacia adelante o quitarse de en medio y no estorbar. 

Pero ojo, el optimismo desmesurado tampoco debe dibujar horizontes imposibles. Seamos realistas porque Presidente es solo una parte del sistema. No esperemos cambios profundos en los próximos cuatro años. No se saldrá de la pobreza ni del bajo desarrollo, pero se pueden establecer pilares de decencia sobre los que construir en el futuro. Gastar bien el dinero público, expulsar a sindicalistas depredadores, no volver a contratar a empresas que prestan servicios animadas por el chantaje o la corrupción, generar vectores de profesionalismo en el funcionario y otras “pequeñas” cosas, servirán para transmitir la imagen de honradez que espera la ciudadanía.

Con esta votación, el ciudadano -simple en sus argumentos- considera que ya puso al frente a quienes lucharan contra la corrupción. A partir de ahora exigirá que se arreglen las carreteras, funcione el sistema de salud, el dinero de educación no se dilapide y la justicia sea pronta y cumplida, entre otras cuestiones vitales.

No lo tiene fácil el binomio electo, pero debe de contar con apoyo y siempre con el beneficio de la duda.

lunes, 14 de agosto de 2023

Piñata en tiempos de crisis

Las democracias se construyen, no se generan espontáneamente, y para ello la clave es un ciudadano preparado, comprometido y exigente 

El problema de no exigir debates entre candidatos a puestos públicos y votarlos sin haber leído y analizado sus propuestas de gobierno es que pagamos muy caro el atrevimiento. En democracia, una mayoría que no lee, analiza, cuestiona, entiende o vende su voto, termina por elegir a presidentes, diputados y alcaldes por lo que balbucean en los mítines. No advierten que la mayor parte de las ofertas suelen ser imposibles de cumplir, algo que comprueban a alto costo cuando ya están en el poder. No en vano, al difunto Cabral se le ocurrió aquello de: “Los pendejos son peligrosos, porque al ser mayoría, eligen hasta el presidente”.

Seguramente muy pocos hayan leído las propuestas económicas de los dos partidos que llevan a su candidatos presidenciales a la segunda vuelta. Presumiblemente tampoco lo hicieron en la primera, sobre todo porque la UNE todavía no la había hecho pública. 

Sandra Torres, en cada mitin, y acorde con la idiosincrasia del lugar, abre la boca para dilapidar, en una sentada, millones que no son suyos.  Promete todo lo que se le ocurre: Q5 mil para los pensionados, becas para los estudiantes, préstamos “a la palabra” -solo ella sabe qué es eso-, bolsas de deporte “con pelota incluida”, además del equipamiento deportivo, y similares linduras. Miles de millones en promesas salariales, de equipamiento, infraestructura o donaciones, incluidas en 261 inútiles páginas propias de una paca política populista. 

Bernardo Arévalo, en menor espacio, tampoco convence con sus propuestas económicas. Sobre la base de un crecimiento anual igual o superior al 4.2% del PIB pretende obtener recursos para financiar la acción de gobierno de SEMILLA. El texto evita comentar que en los últimos 24 años únicamente se ha igualado o superado ese porcentaje en 6 ocasión -una de ellas después de la pandemia- y las otras 18 veces el incremento ha sido menor. Por lo tanto, el contexto económico probable haría imposible sus deseos y aspiraciones, sin que medie otra solución que obtenerlo de “lo que se roba”, concepto ampliamente utilizado pero indefinido, y tan elástico que dentro del mismo cabe hasta la propuesta de la gestión económica de un gobierno.

A los planteamientos anteriores -poco o nada cuestionados por los votantes- se añade que la recaudación fiscal, aunque crezca, estará en torno a los Q90/95 mil millones anuales, lo que deja una presupuesto desfinanciado en un 20/25% según el partido, el año y el cálculo, y que, acorde con expertos, aproximadamente el 85% -si no más- del presupuesto nacional está comprometido. Es decir, no quedará de otra que endeudarnos, subir los impuestos o, sencillamente, no cumplir los compromisos adquiridos porque en la disputa electoral cualquier promesa, por estúpida que parezca, tiene sentido para atraer votantes. Tampoco dicen nuestros candidatos cómo piensan lidiar con la voracidad sindical -salud y educación en especial, aunque hay otros depredadores- cuyos dirigentes han chantajeado por años a los diferentes gobiernos, ni cómo lidiaran con mafias tradicionales que se benefician de estructuras establecidas para la contratación pública, entre otras.

No dudo de las buenas intenciones -aquellas que pavimentan el camino al infierno- pero mientras la ciudadanía no exija cuentas claras y un cálculo económico mínimamente racional, seguiremos con esa democracia formal ausente de debates, propuestas posibles y concretas y, sobre todo, de votantes interesados e informados. Las democracias se construyen, no se generan espontáneamente, y para ello la clave es un ciudadano preparado, comprometido y exigente. Por ahora, falta de todo, pero especialmente el interés real por construirla y la responsabilidad del votante de ejercerla. Naturalmente cada cuatrienio nos cae lo que tenemos.

lunes, 7 de agosto de 2023

Uniformados: entre el odio y el olvido

No son perfectos, son humanos, pero merecen respeto, dignidad, atención y cierta dosis de adhesión, cariño y respeto ciudadano 

Llevo más de 20 años en el país y cuento con los dedos del codo, o de la rodilla, las veces que he leído una buena opinión o un análisis extenso, analítico y desapasionado sobre la policía o el ejército. El Estado -que tiene el monopolio del uso de la fuerza- cuenta con dos instituciones para hacer frente a las amenazas interiores y exteriores, y el ciudadano confía sus bienes, su seguridad y su integridad a uniformados públicos -policías y militares- a quienes paga a través de impuestos para que cuiden el territorio nacional, su persona y bienes.  

Escucho con frecuencia -seguramente con algo de razón- vilipendiar a personas que trabajan veinticuatro horas, cuando el resto lo hacemos ocho; que salen a la calle sin saber si van a beber algo caliente para paliar el frío o un poco de agua cuando aprieta el calor, porque nadie presta atención a esas necesidades básicas; que son transportados cual ganado en palanganas de pick up, sin importar el clima, el cansancio después del servicio o incluso si son heridos en acción, en lugar de utilizar un cómodo microbús que es cómo los hoteles distinguen a sus clientes o las empresas a sus asociados.  

Nos acostumbramos a exigir derechos, prestaciones, garantías y buena atención, pero pagamos poco y criticamos mucho, sin poner nada de nuestra parte por mejorar las condiciones de personas -seres humanos como nosotros- que integran esos colectivos. Se exige que confronten a narcotraficantes, a criminales de cuello blanco, asesinos, mareros y otros delincuentes que nos provocan pánico solamente con nombrarlos, pero difícilmente nos acercamos a estrechar su mano, invitarlos a un café o exigir al gobierno de turno que les mejore las condiciones básicas de vida. 

Visite una comisaría, observará colchones raídos y sucios, almohadas manchadas, sábanas inexistentes, cuartos de baño malolientes desprovistos de productos básicos para la higiene personal: papel higiénico, jabón, toallas o secador de manos, no digamos agua caliente para que quien está veinticuatro horas patrullando pueda tomar una ducha y descansar, que es lo que todos hacemos. Deberían ser actores sociales, pero los excluimos, y hacemos que parezcan antisociales.

Este tipo de columnas de opinión generan efectos contrapuestos entre quienes despiertan de un letargo ciudadano, por no haber prestado atención a lo que se dice, y aquellos otros que rescatan en lo más profundo de su corazón un odio desmedido e injustificado contra los uniformados ¡Allá cada uno con su conciencia!  En la vida terminamos necesitando de, al menos, dos apoyos, independientemente de nuestra condición: un pastor para los últimos óleos y un policía al que acudir cuando tenemos problemas.  

Quiero tomar este espacio, en tensos momentos electorales, para resaltar cómo el ejército y la policía han estado a la altura de las circunstancias, como mandan las normas, y han sido obedientes y no deliberantes, y actuado con la corrección propia de su dignidad personal e institucional. Pero, por si fuera poco lo dicho, no les permitimos votar por razones que no soportan un somero análisis en los tiempos actuales, y los tratamos como ciudadanos de segunda a pesar de exigirles que resguarden el proceso electoral, lo garanticen y protejan ¡Pedimos mucho pero damos muy poco!

Yo que sigo teniendo mi corazón uniformado, creo que como ciudadanos deberíamos meditar y reflexionar sobre aquellos que, mientras descansamos, se preocupan por velar por nuestra tranquilidad y nos permiten realizarnos en nuestros quehaceres. No son perfectos, son humanos, pero merecen respeto, dignidad, atención y cierta dosis de adhesión, cariño y respeto ciudadano. Es bueno exigir efectividad, pero comencemos por entregar un mínimo de dignidad.

lunes, 31 de julio de 2023

Democracia prostituida

La culpa no es exclusiva de los políticos, sino también de aquellos que lucran con su voto, ambos actos censurables y delictivos

Increíble que un partido como la UNE obtuviera la mayor cantidad de votos en primera vuelta sin haber publicado un programa político que pudiera leerse y analizarse. Los electores de los verdes -y no son los únicos- votaron sin conocer ni mucho menos analizar la propuesta de Sandra Torres. Pudieron hacerlo por fe, convencimiento, atracción por la señora o cualquier otro motivo que escapa de lo racional, pero no por estar de acuerdo con el inexistente plan.

Por otra parte, charlas con líderes de distintos departamentos -y varias denuncias- confirman la compra de votos, lo que establece un clientelismo entre el político que paga y el ciudadano que vende, con la esperanza de que si es electo le volverá a pagar en el futuro. Una prostitución del voto de la que muchos exculpan a “los más pobres”, como si fueran los únicos. En democracia todos los votos valen lo mismo, porque el derecho es universal para cualquier ciudadano, por lo tanto, no es concebible exonerar a quienes exigen iguales privilegios, pero eluden la responsabilidad de ejercerlos honestamente. La culpa no es exclusiva de los políticos, sino también de aquellos que lucran con su voto, ambos actos censurables y delictivos. Esos “pobres” -que algunos suelen justificar- tienen clarísimo que están vendiendo su derecho y libertad a elegir, y conscientemente lo hacen. Si eso se justifica por necesidad, cualquier otra cosa: prostitución, robo, atraco o similar, podrá ser igualmente justificable ¡No nos engañemos! Lo que hay que promover -teniendo como principio no cuestionable el voto universal- es que quienes elijan lo hagan con responsabilidad o, de lo contrario, sean condenados con igual contundencia que quienes les pagan. No hay que callar ni ser débil para decirlo porque ninguno es víctima, y ambos son delincuentes.

Lo que reflejan los hechos descritos es que hay un lupanar de la democracia. El ciudadano, exigente de derechos, ha olvidado la responsabilidad de ejercerlos con ética, porque le importa un soberano bledo el programa político de los candidatos y es feliz si se embolsa una cantidad de dinero, aunque sea prostituyéndose con el voto. No nos quejemos luego de los resultados, porque aquel que pagó a quien lo votó, necesita depredar recursos públicos para resarcirse y volver a pagar a otros, que se sumarán a esa subvención encubierta. 

El comportamiento no es más que el reflejo de una extensa hipocresía nacional que mientras sea silenciosa no perturba, no molesta. Llenamos el país de moteles para ocultar infidelidades, pagamos parte del salario en nómina o factura y otro poco en cash, para eludir deberes fiscales, y compramos el carro o la casa a nombre de la empresa para desgravar impuestos. Un país con demasiada ciudadanía de doble moral -y poca ética- capaz de hacer todo lo anterior mientras se rasgan las vestiduras en público para mostrar el enojo que producen “los corruptos”, y grita reclamando -pero a otros- decencia, dignidad y buen gobierno. De tal cuenta, nunca acertamos a seleccionar bien a los gobernantes por razones como las citadas, aunque no falta aquello de culparlos continuamente.

Como es habitual, en esta ocasión deberemos elegir entre bandidos o inexpertos. Seguramente apostemos por la decencia -aunque ya veremos la cantidad de votos que consiguen los otros- y dedicaremos una administración más a aprender como gobernar “bien” el país. En 2027, el debate no será muy diferente, porque volverán los mercaderes de votos con proyectos de infraestructura, canastas, bolsas solidarias, becas…, para seguir desanimando al reducido grupo que va quedando de “honestos a toda costa”. 

Siento que la realidad sea tan dura de describir, aunque ni siquiera así despertamos.

lunes, 24 de julio de 2023

Hoja de ruta en época de guerra

Esta sociedad tiene, entre sus males, uno muy remarcado: la incapacidad de hablar, debatir racionalmente y escuchar

Una enorme confusión permea el ambiente, y la fricción extrema -antesala de la violencia- se deja ver en demasía. Desatada la debacle, los extremista habituales -que Dios los recoja pronto- queman sus últimos cohetes y muestran su vileza, truhanería y desesperación. Como los espacios no suelen quedarse vacíos, surgen otros -extremistas- progres con similares formas y modos. Una suerte de péndulo con oscilaciones que cada vez tienen picos más altos, y ocasionalmente se da la vuelta y aparece por el lado opuesto. Hay demasiados radicales -desesperados o eufóricos, según miremos, pero fanáticos al fin y al cabo- y el ambiente aconseja un llamado a la cordura en lugar de tensar la cuerda, con riesgo de romperla. El sistema está tan presionado que es preciso que cada uno asuma su papel para reducir la probabilidad. 

Arévalo debería de emitir un mensaje de sosiego y paz, y capitalizar la imagen conciliadora que ello representa. Sandra Torres podría dejar de avivar el fuego con comentarios desesperados y populistas, y apostar por la racionalidad. El MP tiene que comprender que el proceso electoral hay que respetarlo y abstenerse de realizar acciones fuera de lugar. El TSE continuar con lo que ya le han dicho: llevar a cabo la segunda vuelta. La CC no soltar las riendas del país que, aunque no le corresponde, a eso nos acostumbramos hace años, y lo aceptamos con jurídica resignación. A la CSJ le compete suspender inmediatamente al juez Orellana, para evitar esos frecuentes desmadres judiciales. El PDH tiene que asumir su papel y denunciar la vulneración de derechos humanos, además de promover la convivencia y la legalidad. El gobierno, lo mejor que puede hacer es dimitir en pleno y salir corriendo. El Congreso emitir una declaración institucional en la que apoye el proceso democrático y exija respeto a las normas constitucionales. Los activistas, disfrazados o no de periodistas, dejar de azuzar, provocar, falsear noticias irresponsablemente y buscar “likes”, en beneficio de un clima necesario de paz y tranquilidad. Por su parte, colectivos empresariales, agrupaciones de la sociedad civil, instituciones en general y mayoría de ciudadanos, han hecho lo que deben: ponerse del lado correcto de la historia y hacerlo público.

Esta sociedad tiene, entre sus males, uno muy remarcado: la incapacidad de hablar, debatir racionalmente y escuchar. No es nuevo, y la historia lo evidencia en más de una ocasión. Guste o no, ha llegado el momento de que los sediciosos acepten que “no pasarán” y reconduzcan sus intenciones. A los golpistas hay que sacarlos de la ecuación, pero al mismo tiempo evitar que entren otros similares en la medida que salen los primeros. 

Apostamos el futuro en un órdago electoral, y los resultados se hicieron ver, aunque nada está escrito en piedra y falta una segunda vuelta definitoria, en la que muchos -de varios bandos- han puesto toda la carne en el asador. En la victoria hay que ser humilde y en la derrota hay que tener dignidad, y reivindicar la lucha por valores y principios, más que por personas o partidos, además de respetar las reglas de la democracia previamente aceptadas. 

Cada personaje, institución, organización y ciudadano tienen un papel en todo esto, y no deben de esperar a que alguien dé el pistoletazo de salida, sino actuar inmediatamente. Está en juego la incipiente democracia y la convivencia pacífica, pero sobre todo el futuro de nuestros hijos que no puede quedar en manos de narcotraficantes, criminales, golpistas de cuello blanco o progres con pelo alborotado. La revolución violenta no conduce a ninguna parte, pero la pasividad tampoco.