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lunes, 30 de diciembre de 2019

Cuerpos que venden, redes que compran

La frivolidad para vender publicidad se ha convertido en algo permitido, poco criticado y foco de atención y trabajo

Llevo tiempo siguiendo en redes el particular e interesado uso de ciertos perfiles por parte de personas que se ofrecen como influyentes. La interacción más intensa se produce entre mujeres atractivas y anónimos perfiles masculinos que utilizan la compasión, la adulación o el cortejo directo. Ellas, las influencers, sabedoras de que fotografías en ropa ligera y con foco de atención en los senos atrae a innumerables desesperados, las utilizan sin pudor para el fin perseguido: conseguir muchos likes. Son las estadísticas que presentarán posteriormente a quien pague por el espacio para promocionar productos de ropa interior, deportiva, cremas y otros que pueden mostrarse en esas particulares condiciones de visualización corporal porque si se muestran más recatadas y con menos descoco, apenas reciben algún comentario o se marca significativamente la diferencia respecto de aquellas otras en los que el bikini, la transparencia o la ropa corta son el centro de la imagen. Además, para mantener la atención constante de sus seguidores, los despiertan o mandan a dormir, con lemas como: “buenos días -o buenas noches- mis amores” o “un beso amigo”, más la correspondiente sonrisa y expresivo emoticono.
La frivolidad para vender publicidad se ha convertido en algo permitido, poco criticado y foco de atención y trabajo para un elevado número de mujeres, y muy escasos hombres. Cuando son ellos quienes ponen su fornido torso o el six-pack muscular -en ocasiones más doble litro- suelen recibir críticas relacionadas con sus preferencias sexuales y no cuentan normalmente con los adeptos suficientes para ser contratados como difusores de bienes y servicios que se acoplen a ese tipo de propaganda.
Entiendo que cada quién tiene la libertad de hacer las cosas como considere, y ciertas empresas anunciarse así, justamente en el ejercicio libre de sus derechos. Sin embargo, me parece que hay un juego permitido que se lleva a cabo en un fino espacio entre lo deontológico, lo ético y lo erótico y merece ser presentado, analizado y debatido por cuanto no deja de promover actitudes que son criticadas en otras ocasiones y espacios, pero permitidas, sin embargo, en redes sociales.
De entrada creo que provoca y fomenta ese machismo condenado en otros comportamientos y actitudes. Quien ligera de ropa se presenta con un “disfruta la vida” está queriendo generar deliberadamente respuestas, actitudes, comentarios e interacciones justamente en ese indefinido espacio que, cuando se sobrepasa, molesta y se rechaza. No es de recibo provocar dinámicas perversas pero exigir que no pasen el límite que, por cierto, no está fijado; como tampoco es de recibo que la excitación justifique la agresión o el abuso. Nos desplazamos a ambos lados de una la línea fina sin saber muy bien en qué lugar estamos en cada instante.
En el fondo, lo que persiguen quienes así actúan es contar con muchos seguidores y vender su perfil para promover e “influenciar” a determinados sectores. Los seguidores, por su parte, se suscriben y cuentan con imágenes gratuitas y gratificantes de su particular erotismo y con un espacio para explayarse con comentarios de todo tipo. Lo que nunca me quedó claro es que ganan quienes ahí se anuncian y cómo pueden convencerse de que un grupo de coquetas, seguidas por otro más numeroso de desesperados, promueven eficazmente lo que anuncian, cuando la interacción realmente se produce por otras cuestiones. Supongo que deberé seguir con la observación para ver si consigo entenderlo en algún momento.
Por cierto feliz 2020, a solamente catorce días -¡apenas dos semanas!- para que finalice el peor gobierno de la era democrática de este país.

lunes, 23 de diciembre de 2019

Nostalgia: "ser y estar" en Navidad

“Estamos”, pero no “somos” y se pasa por alto una triste realidad que desconocemos sin implicarnos en ella

Siempre me gustó esa agudeza del idioma español que cuenta con dos verbos: ser y estar, para lo que otros idiomas emplean uno solo: être o to be. De ahí que sea difícil para muchos que no dominan la lengua de Cervantes distinguir cuando se “es” y cuando se “está”. Ser, implica fusión con el entorno, formar parte de algo de forma sustantiva, integrada, plena. Estar, por su parte, no pasa de posicionar a alguien sin que necesariamente se funda con cuanto lo rodea y lo tome como propio, incluso puede que el entorno le pase desapercibido. Sutilezas semánticas que lejos de ser intrascendentes tienen enorme implicación cuando se usan apropiadamente para expresarse con precisión ¿Qué harán francófonos y anglófonos para superar tal vacío?
Hoy que es Nochebuena recuerdo -con cierta melancolía- cómo se vivía más intensamente la Navidad cuando era pequeño. Se “era” Navidad porque se formaba parte del ambiente, del entorno. Hacíamos belenes o se montaba el arbolito como cada quien entendía y podía porque no siempre se disponía de materiales apropiados. Visitábamos a amigos y familiares e íbamos engordando en la medida que se engullían mazapanes y mantecados, algo propio de esas fechas porque no estaban disponibles el resto del año. Esperábamos con ilusión el pavo navideño que en muchos hogares era la única vez que se asomaba a la cocina de gente humilde -como era mi casa- y cantábamos villancicos con panderetas y carracas porque, además de la radio, no había otra distracción. Más tarde, llegó la televisión, y con un único canal que terminaba a medianoche, aumentó el jolgorio festivo de esos días especiales.
Nunca tiempos pasados fueron mejores, pero son los que uno recuerda. Ahora que estamos en Navidad, muchos se quedan en ese verbo y situación. Viajes, diversiones, convivios, licor…, y vivimos el entorno sin darnos cuenta de lo que nos rodea. “Estamos”, pero no “somos” y se pasa por alto una triste realidad que desconocemos sin implicarnos en ella. Decenas de niños mueren de hambre a nuestro alrededor y cientos de niñas violadas en estos días quedan embarazadas, por no contar el centenar largo de asesinados. Llenamos las iglesias de cánticos, posadas, loas, plegarias y besa pies de la imagen de Jesús niño, pero al terminar la ceremonia evidenciamos ese divorcio entre fe y vida que Juan Pablo II censuró. Y es que cuando “estamos” únicamente formamos parte del decorado. Si “fuésemos”, seguramente viviríamos la realidad, tomaríamos conciencia y nos dolería todo lo que ocurre que además es perfectamente evitable. Los niños se mueren porque el sistema -del que formamos parte- no los atiende; la niñas son violadas porque el sistema -que construimos- no educa, disuade ni actúa; se comenten homicidios porque el sistema -que no cambiamos- genera enorme impunidad.
Yo quisiera retornar unos minutos al pasado, aquel en el que felices y dichoso, con alma cándida de niño o de joven, caminábamos varias cuadras a buscar almendras o castañas calentitas, para sonreír sin importar lo que pasara. Pero cada época tiene sus notas particulares y no hay que dejar de vivirla y disfrutarla aunque no es tarde para ese necesario llamado de atención sobre la falta de visibilidad de un entorno que ha dejado de doler, si es que alguna vez lo hizo, y la necesidad de fijarse metas de cambio en cosas que no son ideológicas ni de sectores específicos. Superar la pobreza, cuidar a la niñez y el respeto a la vida, son cuestiones generales en las que deberíamos estar todos de acuerdo. 
Dicho eso, muy Feliz Navidad para todos.

lunes, 16 de diciembre de 2019

Parasitosis del movimiento feminista

Las antiheteropatriarcales se han impuesto a los grupos feministas a través de la violencia y el odio feroz al macho heterosexual

Siempre entendí el movimiento feminista como un necesario reclamo de derechos de la mujer olvidados por siglos e ignorados por una significativa mayoría de hombres, y también de otras mujeres. Una exigencia que había que evidenciar porque desde la ley Sálica -que impedía al acceso al trono de mujeres- hasta la sujeción marital, estaban absolutamente desenfocadas y fuera de contexto y de razón. Y fue así como el reclamo de igualdad de derechos y oportunidades fue liderando las reivindicaciones sociales en el transcurso del siglo XX y en el actual. Una de las muchas “deudas históricas” de la civilización. Pero los tiempos están raros, complicados, perdimos la razón y la estupidez se ha empoderado de tal manera que cada vez es más difícil establecer una línea clara que separe cordura de locura.
Todo movimiento -el feminista no es excepción- corre el riesgo de ser parasitado en beneficio de otras causas. En este caso, la corriente de las antiheteropatriarcales (AHP) ha terminado por ser más visible que aquel. Una suerte de gritonas violentas que se han ido manifestando por diferentes lugares y generado una imagen frívola pero también amenazante. La inexistente palabra “heteropatriarcal” aclara de qué se trata. Se puede luchar contra los patriarcas, entendidos como aquellos que dirigen e imponen normas sociales o de comportamiento, aunque en ese caso se ignoren las sociedades matriarcales -escasas, eso sí- que suelen desempeñar el mismo papel, pero rechazar lo “hetero” es una categórica soplapollez. 
Existe una corriente político-ideológica que es el motor de quienes integran o apoyan a los grupos AHP. Posiblemente gusten de un mundo unisexual, homosexual o asexuado, con comportamientos similares a los que Orwell esbozó en 1984, y que se persiga y castigue las relaciones afectivas que crean vínculos “peligrosos” y dan continuidad a un mundo en el que se sienten excluidas o incómodas. Lo peor de todo, a mi parecer, es que las AHP se han impuesto a los grupos feministas a través de la violencia y el odio feroz al macho heterosexual -cualquiera que sea este o el lugar en que habite- y son más visibles, insidiosas e influyentes. Han conformado una clan de “femimachis” y modulado un lenguaje y comportamiento similares a los que critican y desdeñan. Además, han generado una sensación social de que hay que perseguir a cualquier hombre que contacte a una mujer y más allá del natural rechazo y condena a la violación o al abuso -algo que queda fuera de todo comentario- persiguen cualquier conducta afectiva que se pueda dar entre dos personas, siempre que sean mujer y hombre heterosexuales, porque de otras conductas desconozco críticas y condenas a pesar de que existe el acoso y el abuso en esas relaciones.
El problema para las AHP son las amistades heterosexuales y afectivas que promueven un modelo heterosexual, es decir aquel que aglutina a la inmensa mayoría de seres humanos y, bajo finas capas de camuflaje, parasitan otros movimientos que les permiten promover vectores de interés que se incorporan a diversos marcos legales. Entiendo, en un modelo democrático y de libertad, la conformación de dichos grupos pero rechazo que no se presenten como lo que son realmente y tengan que esconder o enmascarar sus acciones.
Puede o no estar de acuerdo con lo dicho o dedicarse a insultar a quien así lo presenta, otra de las técnicas de las AHP: la descalificación sistemática y el señalamiento de machistas a quienes hacen -hacemos- críticas a sus reclamos, pero en bien del debate, de la claridad y de la razón perdida: ¡esto se tenía que decir y se dijo! 

lunes, 9 de diciembre de 2019

Bukele, China y las redes sociales


Juvenal nunca intuyó que su famoso “panem et circenses” llegaría al siglo XXI de esta pintoresca forma.


Que el Presidente Bukele es una “mago de las redes” está fuera de duda. Un tuitero milenia que sabe como encandilar al ciudadano moderno, más pendiente de lo inmediato que active sus emociones que de reflexionar algunos minutos, lo que seguramente le cobrará el futuro.
Vivimos una época de políticos tuitero-populistas que, aunque con modos diferentes, pretenden -y consiguen- el mismo fin: llamar poderosamente la atención. El pionero fue Trump, pero luego se subieron al carro mediático-festivo Bolsonaro, López Obrador, Bukele y más recientemente Evo Morales, o nuestra estrella nacional: Neto Bran. Saben que el ciudadano promedio dedica a pensar un tiempo similar al que utiliza para cepillarse los dientes, y el resto son emociones que se pueden manejar. De esa cuenta, se despide a funcionarios por Twitter, se explica la salida del país de foros internacionales en el Facebook o el impeachment se conoce a través del Instagram. Juvenal nunca intuyó que su famoso “panem et circenses” llegaría al siglo XXI de esta pintoresca forma.
Es así como el Presidente de El Salvador anunció su colaboración con China y mostró algunos ofrecimientos del país asiático que contribuirán “al desarrollo y al progreso social”, famosa frase que gusta a no importa qué político. Sus seguidores -y tiene 1,2 millones- entran en éxtasis y aplauden los logros políticos de su líder a la vez que refutan cualquier argumento de sus oponentes. En definitiva, gustan reconocer y considerar cómo un país comunista -¡si, de esos que se imponen autoritariamente a sus ciudadanos!- termina por doblarle el codo a uno de los “pulgarcitos del mundo” con ofertas tales como edificarles un estadio o una biblioteca con grandes ventanales ¡Oh maravilla!, tanto repetir lo del plato de lentejas entre Esaú y Jacob y dos milenios después lo único que cambio fue la legumbre por llamativas y modernas construcciones.
China es una dictadura comunista, a ver si terminamos de entender las cosas. Justamente uno de esos regímenes que la mayoría de gobernantes rechazan por antidemocráticos, aunque solamente, y al parecer, durante la campaña electoral. Los mismos que imponen a sus ciudadanos normas medievales o salarios de miseria, además de un fiel adoctrinamiento. Gobiernos que matan a disidentes previos juicios sumarísimos sin ninguna garantía de ley o les dicen cuantos hijos tener o qué hacer con los “sobrantes”. Estados que cierran sus fronteras y crean una prisión llena de habitantes a quienes presionan, imponen y conducen. En definitiva, una especie de genocidio político consentido del que no gusta hablar desde el de la revolución rusa que exterminó a 20 o 30 millones de personas, cifra aún sin definir, lamentablemente. De la China, se sabrá en su momento, quizá allá por 2100 al ritmo que vamos.
Es curioso como progres que se autoproclamados socialdemócratas y antineoliberales, resulta que argumentan justamente el poder económico chino como referente para negociar. No entienden que a un mercado de 1,500 millones de habitantes no le interesa para nada un país pequeño de apenas 6 millones  de los que un tercio son migrantes en  USA, además de no tener capacidad de producción masiva. Lo que China busca es un espacio geopolítico que le sirva para confrontar a los EE.UU., como antes lo hizo la URSS -analicemos aquella Europa del Este- y así lograr un posicionamiento geoestratégico ventajoso, con base militar incluida. Cuando los tuiteros salvadoreños se enteren -o quizá sus hijos o nietos- no habrá mucho qué hacer como ocurre en otros países latinoamericanos y especialmente africanos.
Pero bueno, igual suben esto al Twitter para que los apasionados le den “like” o se encabronen ¡Vivan las redes y las emociones!

lunes, 2 de diciembre de 2019

La tragedia del atropello de las niñas

¿Justicia para quién?, es la pregunta ha hacerse ¿Para ese concepto abstracto de sociedad que todo lo justifica? 

La condena a 26 años de Jabes Meda, un joven que atropelló a unas estudiantes -mató a una e hirió a otras cuatro- ha suscitado opiniones diversas sobre la justicia, la venganza, el sistema legal y cuestiones relacionadas.
El MP solicitó 90 años y todavía 5 más -95 en total- la acusación particular promovida por una ONG; el tribunal impuso 26 años al no encontrar dolo en la actuación del encartado. En redes, demasiados manifestaron que Jabes se debería haber quedado de por vida en prisión; los menos, que la condena estuviese acorde con parámetros menos apegados a venganza o emotividad que a razón. Las familias de las víctimas habían negociado -y recibido- cierta cantidad de dinero con la que teóricamente quedaban “satisfechas” sus expectativas de reparación; la persecución pública, sin embargo, atendía más a razones legales y normadas que a procesos de diálogo, arbitraje y negociación. Y así se fue el caso Jabes, sin que realmente haya tenido, en mi opinión, el impacto deseado ni el pertinente debate jurídico.
Considero que la esencia de la discusión -ausente- se sustenta en varios pilares. Uno de ellos es si hubo dolo o culpa -marcada intención o simplemente negligencia- y el tribunal dejó claro que fue lo segundo: una imprudencia que podía haberse evitado, lo que representa el soporte de la condena posterior. Pero hay otros factores, algunos como el señalamiento del fervor religioso del joven o el porqué estaban allí las alumnas cuando deberían estar en el colegio, que solamente  agregan pasión a la discusión; y otros que si deben ser tenidos en cuenta. Una sociedad que pide a gritos justicia debe plantearse un debate serio sobre qué entiende por eso que solicita insistentemente. Para algunos sistemas y propuestas, la reparación adecuada del daño es justamente la justicia que se solicita y, en este caso, guste o no, la familia se “conformó” con una indemnización ofrecida por el ofensor ¡Es delito de acción pública!, gritan algunos, y justifican que el Estado, independientemente de la compensación recibida y de la conformidad de los ofendidos, continúe persiguiendo al agresor ¿Justicia para quién?, es la pregunta pertinente ¿Para ese concepto abstracto de sociedad que todo lo justifica? ¿Persecución pública para satisfacer qué interés en concreto? Pero así está en la ley y el positivismo jurídico de los litigantes no pasa de esa estricta interpretación normativa ¡Es natural!, la facultades de Derecho de este país gradúan a licenciados en ciencias jurídicas y sociales, abogados y notarios, en vez de filósofos jurídicos capaces de analizar, comprender y reflexionar sobre cómo debe ser la justicia en una sociedad moderna. 
Demasiado tecnócratas para aplicar normas con puntos y comas que cambian o desaparecen con el tiempo, y muy pocos filósofos del Derecho que realmente tengan la capacidad de hacer converger el pensamiento propio y el de otros destacados juristas. De esa cuanta, se discute la norma como pilar inamovible y no la filosofía como elemento dinamizador ¡Claro que así nos va! El caso Jabes debería ser un punto de inflexión -como lo han sido otros- para reflexionar si, atendiendo a los hechos, 90 años de cárcel a un joven es “justicia”. 
Algunos me dicen: ¿y que dirías si fuese tu hija?, y les contesto: ¿qué harías tu si fueses el papá de Jabes? En todo caso hay una respuesta más sería fuera de esa nadería: cuando no existe “el velo de la ignorancia” que promueve John Rawls, es muy difícil hacer normas ¿Qué quién es ese y qué es eso?  Justamente ahí está la clave: la mayoría de abogados del país no lo ha leído.

lunes, 25 de noviembre de 2019

“Otrismo”: la normalización de la miseria

El otro no tiene el mismo espacio que uno y se le recuerda con excesiva frecuencia, con actitud imperturbable, cuando no arrogante

Desde que Octavio Paz me acercara al concepto de otredad, cada vez estoy más seguro que desconocer al otro tiene al país patas arriba. “El otrismo” es mucho peor que el racismo, el machismo o el sexismo, porque termina por ignorar a todos, indistintamente de particularizar raza, etnia, sexo, genero o cualquier otro aspecto. Viene a ser la negación absoluta del ser humano -más allá del “yo”- y crea ese imaginario espacio de vacío social en el que nadie existe, salvo uno mismo.
Como es un contrasentido la vida social unitaria, terminamos por crear grupos que incluyen a esos otros que real o inconscientemente desplazamos a virtuales cajas del olvido. El lenguaje coloquial tiene variados ejemplos cuando se habla de “los aquellos”, “nuestra gente” o esos ignorantes a quienes hay que organizarles la vida porque “son incapaces” o “no pueden” tomar decisiones informadas y propias. Evidentemente, de todos esos grupos escapan quienes los organizan, y quedan aislados y fuera de ese imaginario guacal.
Ignoramos al otro cuando paseamos en el centro comercial seguidos de la niñera uniformada que empuja el carro del bebé que más parece suyo que nuestro; al servir la ración de comida que deben ingerir las personas que realizan un trabajo doméstico en la casa pero que en modo alguno comen lo mismo que nosotros ni mucho menos en idéntica cantidad; cuando se utiliza la mesa de al lado para sentar a niños y sirvientes en una especie de club infantil ajeno a la auténtica reunión familiar que se celebra o al descargar el peso de la conciencia entregando tiernamente la comida que nos sobró a un pobre en los semáforos o en la calle, en lugar de invitarlo a comer a nuestro lado. El otro no tiene el mismo espacio que uno y se le recuerda con excesiva frecuencia, pero sobre todo con actitud imperturbable, cuando no arrogante ¿Recuerdan aquella que no quería bajar la vista y regalaba champurradas? Pues eso.
La indiferencia llega al punto de aceptar centenas de muertes homicidas al año sin mover un solo dedo o peor aún, ignorar que miles de niños mueren o se estancan en su crecimiento por desnutrición, además de las menores de edad que anualmente quedan embarazadas por violaciones atribuibles, en su mayoría, a personas cercanas. En las encuestas publicadas aparecen problemas como la inseguridad, la falta de empleo, el rechazo a los políticos o la poca fe en las instituciones públicas, pero de la desnutrición crónica y aguda o de las niñas-mamás no verá referencias de opinión o preocupación social. Simplemente el problema no existe para el ciudadano, aunque sean decenas de miles de casos.
¿Dejadez, despreocupación, alto nivel de tolerancia, habitualidad…? Quizá de todo un poco, y en todos, porque no es un tema de clases sociales ya que el mismo comportamiento se observa por doquier. El otro simplemente no es igual que uno, y eso genera una diferencia sustantiva que, consciente o inconscientemente, manifestamos a diario al ignorar lo que la falta de empatía no asume.
El colmo mayor es que las iglesias se llenan todos los fines de semana, se hacen ruidosas loas a Dios y se da piadosamente la paz al prójimo. Se canta al amor, se practica la caridad, se ensalza la compasión e incluso esporádicamente se pueden observar atisbos de indignación, pero a la salida del culto se continúa ignorando al otro mientras miramos el suelo o al ombligo para no ver más allá de unos centímetros de cada cual.
“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, creo que fueron parte de Sus últimas palabras.

lunes, 18 de noviembre de 2019

Fabricantes de impunidad

El narcotráfico y el crimen organizado tienen a muchos en sus nóminas y es evidente que les sirven con devoción

Todo ciudadano mayor de 40 debería asistir obligatoriamente, dos veces al año y durante un fin de semana, a una reunión para reflexionar y debatir sobre qué país deja a sus hijos. La brutal catarsis requeriría, seguramente, intenso apoyo psicológico durante los siguientes días, pero estimularía a evitar que por dejadez, miedo o “falta de tiempo”, las cosas sigan como están.
Quedan pocas dudas de que el sistema político actual es un desastre. No hay derecho que en pleno siglo XXI el “liderazgo” nacional haya estado representado por Sinibaldi, Baldizón, Barquín, Baldetti, Pérez Molina o Sandra Torres, entre otras joyas de la corona; todos ellos condenados o procesados por graves delitos. De no haber sido por CICIG y los USA, alguno de ellos sería Presidente y muy probablemente otro estaría electo y pendiente de asumir el poder en un par de meses. Si eso lo hubiese pronosticado un Walter Mercado allá por 1850, o incluso un siglo después, los intelectuales de la época se hubiesen descojonado ¡Para que usted vea!
La realidad, sin embargo, es otra. Tanto el Ejecutivo como el Legislativo, se han convertido en una eficiente fábrica de ilegalidades, y promueven y aprueban normas que salvan la cara a delincuentes y crean espacios de impunidad para los integrantes de ese club de amigos de Alí Babá que es el Congreso de la República, pero también el gobierno de la nación. Unos “honorables” que dejaron la ética a un lado en su más tierna infancia y que lo mejor que han hecho desde entonces ha sido gastar el dinero público en propio beneficio o triangularlo para que termine en sus bolsillos o en los de sus financistas. El narcotráfico y el crimen organizado tienen a muchos de ellos en sus nóminas y es evidente que les sirven con devoción.
El poder judicial tampoco se ha quedado rezagado de esa carrera por la corruptela. Jueces y magistrados salen a menudo a la palestra por tomar decisiones que desbaratan el poco Estado de Derecho existente o resuelven contra todo principio de lógica jurídica. El positivismo, el amiguismo y las mañas, son pilares sobre los que edifican demasiados abogados en el país, lo que genera sustanciales fortunas en determinados bufetes pero impunidad en la mayoría del país ¡Otro desastre!
Algunos que dicen no robar “un centavo al pueblo”, no logran comprender que no ser corrupto ni ladrón, no significa únicamente no robar sino que también incluye no recibir dinero del ministerio de la Defensa, no aceptar lentes de marca cara, mentitas, flores, joyas o licor, comprados por la SAAS o mantener en el cargo a ministros o generales corruptos o perseguidos por la justicia. En definitiva, el analfabetismo político impide comprender lo más elemental y como el papel todo lo aguanta, elaboran discursos grandilocuentes que serían reprobados en cualquier clase de bachillerato por madurez.
Sin embargo, como no se organiza esa reunión indicada el inicio, el ciudadano sigue en la nubes o perdido en la selva diaria del tráfico sin darse cuenta que dentro de unos años es probable que nuestros hijos terminen reclamándonos lo pasivos, dejados y apáticos que fuimos. Vamos, que faltaron bemoles para enfrentar una situación que vista desde fuera, causa asombro porque es difícil nombrar a algún político en los últimos treinta años que se salve de la hoguera.
¡Yo se de uno!, me dice un cuate, y puede que lleve razón, así que le contesto: “Dime entonces dos”, y  entonces me mira cabizbajo y descompuesto y me invita a tomar algo para superar la desazón y llorar las penas juntos.

lunes, 11 de noviembre de 2019

¿Qué nos dice Vargas Llosa en su nuevo libro?


Quizá, el problema en el análisis es que nos miramos el ombligo sin escudriñar en el entorno de la época

El título de la columna fue la pregunta de unos de los asistentes al foro, realizado en la librería Sophos, sobre el nuevo libro de Vargas Llosa titulado “Tiempos recios”. No tengo claro que un escritor pretenda, dar consejos en historias noveladas, especialmente sobre un tema tan polémico y debatido como fue el periodo 1944-1954 en Guatemala. De hecho, los 32 capítulos de libro podrían haber pasado desapercibidos si no incluyera dos apartados -uno al inicio y el otro al final de la novela- titulados: “Antes” y “Después”. En ellos se planean dos hipótesis que sustentan la discusión de la obra. La primera, cómo personajes asociados a la United Fruit Company lograron convencer a la administración norteamericana, y a todos los medios de comunicación, de que había una amenaza comunista en el país, y la hicieron reaccionar apoyando la invasión en 1954, algo que no se demuestra pero que conduce la discusión de la novela en una determinada dirección. La segunda, contenida en el “Después”, sostiene que lo ocurrido determinó el ritmo de los sucesos posteriores incluida la revolución cubana y su incidencia en el continente.
Quizá, el problema en el análisis es que, como en otras cosas, nos miramos el ombligo sin escudriñar en el entorno de la época. En 1945, cuando Arévalo llegó al poder, dos presidentes norteamericanos (Roosevelt y Truman) acababan de participar con Stalin en las conferencias de Yalta y Postdam y repartido la Europa del final de la segunda guerra mundial. La revolución rusa era una opción política en aquel momento porque demostró que se podía acabar con absolutismos monárquicos e instaurar un régimen político alejado de fascismos, nazismos y otras formas de dictaduras del momento, aunque más tarde se convirtiera en una de ellas. En otros palabras: el rechazo actual al comunismo -conocidos sus efectos- no existía patentemente en aquel entonces. Los USA y la Unión Soviética eran aliados y algunos autores afirman que Roosevelt admiraba a Stalin.
El regreso de los republicanos al poder con Eisenhower y el asalto al cuartel de la Moncada por Fidel Castro en Cuba -1953-, además de la guerra de Corea, pudieron cambiar la forma de ver los asuntos internacionales, y lo permitido años atrás por los norteamericanos, cambió drásticamente y alentó la invasión de 1954. Dicho lo anterior, de lo que poco o nada -a mi entender- se debate, y creo necesario porque el contexto puede explicar o aclarar ciertas cuestiones, sigo sin saber si Vargas Llosa quería decirnos algo con este libro, que fue la pregunta de Danilo en el evento.
El premio Nobel presenta su obra en un momento en el que hay una “particular” administración USA instigadora de la política internacional, pero también una dinámica guatemalteca que sustenta, como ha sido habitual, el mercantilismo como opción política, los favoritismos, la doble moral, la polarización, el relativismo en valores, la corrupción, los bajos indicadores de desarrollo, los gobiernos que “pasan sin pena ni gloria”, el conservadurismo más extremo y el papel de cierta facción militar insertada en un club de corruptos asociados con el narcotráfico y el crimen organizado. Es decir, la situación de 1944 y la de 2019 podrían tener un paralelismo en el que el tiempo únicamente ha hecho mella en el cambio de las formas, pero mantiene idéntico nivel de crispación.
¿Será ese el mensaje de Vargas Llosa? Lo desconozco, pero al menos me ha hecho pensar sobre todo lo dicho y especialmente sobre lo poco que hemos cambiado, y eso que ahora contamos con la experiencia y la ventaja de conocer los resultados históricos.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Alianzas público-privadas y mafias políticas

Igual que hay diputados asociados con la ganadería, otros muchos cuentan con intereses en empresas constructoras

En torno a los Q15,000 millones es la deuda nacional; alrededor del 17% del presupuesto del Estado para 2020. Millones que usted y yo, sus hijos y nietos, y los míos, aún sin haber nacido, deberemos asumir y pagar en el futuro próximo. Los niños hace rato que no vienen con “un pan bajo el brazo”, sino con una impresionante deuda estatal que les hipoteca su futuro. Esa odiosa y falaz idea de “la gratuidad de la cosa pública” se enmascara bajo un pago diferido que obligadamente asumen los gobiernos sin pedir opinión a generaciones venideras ausentes del debate político; una suerte de timo de la democracia. El Estado nunca tiene el dinero que necesita para atender las múltiples funciones que se eroga y lo peor: no sabe cuanto dinero necesita, porque siempre es escaso, especialmente cuando grupos de presión, sindicatos, políticos mafiosos o asociaciones fantasmas se dedican a ver como extraen recursos que deberían servir para atender necesidades generales básicas.
Para paliar esa falta de liquidez, y poder contar con servicios adecuados, se aprobó -en 2010- lo que se ha denominado coloquialmente: ley de alianzas público-privadas, un marco legal que permite al gobierno autorizar la construcción de infraestructura y que la empresa privada pueda explotarla en un marco de ganancia mutua. El Estado consigue “un préstamo” a precio negociable, la empresa un beneficio limitado y pactado y el servicio es pagado por quienes exclusivamente lo utilizan -peaje- y no por todos los ciudadanos, como ocurre actualmente. A pesar de eso, el marco legal citado no se ha utilizado jamás, esto es: no ha servido para nada, algo que ocurre con otras normas que se publican y que simplemente no se cumplen. El formalismo -y la estupidez, y el interés de algunos- nos deja huérfanos de realidades y seguimos igual o peor que cuando se adoptó aquella medida. El único proyecto que existía y que fue legal y transparente adjudicado: la autopista Escuintla-Puerto Quetzal, fue dinamitado por la mesa directiva del Congreso al someterlo a votación cuando apenas había 80 diputados inscritos para la sesión aunque no todos estaban presentes y, evidentemente, se votó en contra.
Este país no supera la envidia, la ideologización o la falta de conocimientos básicos de economía. Bajo argumentos como: “el sector privado va a lucrar”, “el Estado debe construir gratuitamente” o no entender que se puede conseguir un mejor interés negociando con empresas privadas para un fin concreto que pidiendo créditos que endeuden el futuro, seguimos sumidos en el subdesarrollo y la ignorancia más supina. Hay otro factor que no debemos descartar: el interés de ciertos políticos. Al igual que hay diputados asociados con la ganadería, y de ahí la probación reciente de una ley que los beneficia fiscalmente, otros muchos -demasiados diría yo- cuentan con intereses en empresas constructoras -uno de los sectores principales de depredación de fondos públicos, el otro es el de la compra de medicamentos- y prefieren seguir chapuceando y obteniendo pingües beneficios en lugar de que contemos con la infraestructura necesaria en el país. Esos políticos de quienes los medios de comunicación presentan a diario perfiles y contrataciones amañadas, son lastre del que hay que desprenderse inmediatamente, y sus turbios negocios la razón por la que ingresan en política para entrampar, dilatar y destruir el desarrollo de esos hijos y nietos que deberán, a pesar de todo, pagar la deuda contraída.
¿Qué interés tenía la mesa directa del Congreso para hundir el proyecto citado? ¡Las mafias de siempre haciendo lo habitual!, nada nuevo que no hayamos visto antes. 

lunes, 28 de octubre de 2019

Gabinete de seguridad 2020

Considero que ha sido un puntapié, un  pulso al Vicepresidente, un desplazamiento -o negación- de su autoridad

A principios del presente mes, en una entrevista en el programa ConCriterio TV, el Presidente electo dijo que no quería revelar los nombres de los designados para el Ministerio de Gobernación porque pensaba que las particularidades del puesto los ponían en riesgo y había decidido protegerlos guardando silencio. Me pareció una medida razonable y sensata, y así lo manifesté en su momento, y lo sostengo ahora. Sin embargo, algo más de dos semanas después, se publica un video desde El Salvador, en el que se revelan los nombres de prácticamente todo el gabinete de seguridad, y no lo hace el Presidente ni el Vicepresidente que estaban de viaje, sino un asesor del partido VAMOS que presentó a las autoridades electas para la próxima administración.
Si el gabinete de seguridad se vio sorprendido por los videos que visiblemente les estaban tomando y “no advirtieron” que los publicarían -y con ello daban al traste con las precauciones mostradas por el Presidente Giammattei- líbrenos Dios de la capacidad que puedan tener para abordar temas más complejos relacionados con su función. Si lo hicieron a propósito con autorización presidencial, y desde el país vecino, me parece una absoluta falta de cortesía para con los ciudadanos guatemaltecos, y especialmente con sus votantes, además de dejar de observar lo que había declarado dos semanas atrás en televisión. Pero, si se filtró sin que lo supiera porque alguien decidió hacerlo así, me parece muy peligroso y es necesario hacerlo notar y analizarlo.
Sin inclinarme -de momento- por ninguna de las tres opciones, me llama la atención que en esa reunión con autoridades salvadoreñas, no presentará el gabinete la máxima autoridad asistente: el Ministro de Gobernación designado y en cambio lo hiciera un asesor del partido: el general Dedet. La única conclusión lógica -reforzada porque además se encontraban en un ambiente con mayoría de exmilitares- es que quien realmente mandaba allí era el vocero y no el ministro designando ¡Comienzan las preocupaciones!, porque en el actual gobierno también estaba detrás, en la sombra, el coronel Ovalle, ahora huido, o actualmente permanecen otros ¿Una nueva isla de poder en el gobierno electo?
Además, el general Dedet, que se eroga la autoridad, dice al inicio de la presentación: “… yo soy portavoz del señor Presidente electo, me ha designado como coordinador de la transición de gobierno…”, y nos hace ver que andábamos confundidos porque días atrás ese cometido le fue asignado al Vicepresidente Castillo, según explicaron -y entendimos- ¡Otra preocupación!
De esa cuenta, pareciera ser que la opción más viable de las arriba indicadas es que un grupo de personajes en la sombra han tomado la iniciativa y evidenciado que, en seguridad, tienen el poder real aunque otros tengan el formal. Considero que ha sido un puntapié, un pulso al Vicepresidente, un desconocimiento -o negación- de su autoridad, y han puesto al Presidente en un brete al obligarle a tomar postura ¡Mal seguimos!
El Ministro de Gobernación es una persona en la que confío y de la que espero mucho; del resto habrá que ver cómo actúan. De entrada no me convence en absoluto que en el gabinete presentado haya personajes cercanos -o fundadores- de ese grupo de fracasados y golpistas que integran cierta fundación. En todo caso, esperemos que no descarrilen como ese tren en que viajaban el alcalde electo y el Presidente guasón. Recordémosle al señor Giammattei que no buscar la excelencia -la chambonería- siempre se termina poniendo en evidencia, y en política, además, se pagan las consecuencias.

lunes, 21 de octubre de 2019

Entre México y Puerto Rico

De lo que poco se habla es del contenido machista, violento y sexualmente denigrante de las letras de sus canciones

Casi sesenta años separan a don Chente (Vicente Fernández) de Benito Antonio (Bad Bunny) y, en ese amplio intervalo generacional, nacieron el Potrillo (Alejandro Fernández) y el Sol de México (Luis Miguel). A pesar de la diferencia de edad entre ellos, pregonan lo mismo y son amplia y calurosamente aplaudidos por exaltadas multitudes. Frases como: “Te mire, estabas tan bonita tan sensual”; “Al ras de tu escote, tu lunar, Ayyy hay amor”; “Porque quieras o no, yo soy tu dueño; “Te vas porque yo quiero que te vayas”; “No hay mujer en este mundo que pueda resistirse a los detalles”; Tiene un culito ahí que le acabó de textear”; “Ella es una diabla, bla-bla-bla o “Se trasforma en la cama, ma-ma-ma”, forman parte de sus canciones ¡No de todas afortunadamente!
Visten el ceñido traje típico mexicano -con o sin pistola al cinto, pero siempre con sombrero-, se presentan con elegancia formal -como Luisito- más propia de los años 40 que del siglo XXI, o con vestimenta casual del conejo malo, aunque guste de Gucci. Los más veteranos entonan gorgoritos melódicos, empalagosos, fuertes y entonados, pero también se oye el “yeh, yeh, yeh” que usa hasta el empacho el más joven de ellos. Son aplaudidos por multitud de hombres y mujeres alrededor del mundo que corean las letras de sus sones y no hay grupo etario que no esté representada en sus conciertos, además de despertar sorprendente fogosidad, generalmente femenina. Y es que hay cosas que permanecen en el tiempo y apenas cambian, porque el fondo continúa idéntico.
No se habla del contenido machista, violento y sexualmente denigrante de algunas letras de sus canciones y se consiente pasivamente porque pareciera ser políticamente incorrecto criticar el arte canoro -histórico, tradicional o moderno- de esos hombretones. El control sobre la mujer, el menosprecio y el uso -y abuso- sexual, se muestran implícita y explícitamente en coplas que pasean por escenarios mundiales mientras los asistentes gritan enardecidos o tararean la tonada, sin percibir que, en definitiva, contribuyen a una especie de linchamiento musical. 
No veo en redes -¡no me culpen de ello!- una mínima crítica de esas actitudes de hoy, de ayer y de siempre, que se siguen promoviendo sin importar la edad, el estrato social o el género. En estas cuestiones todos estamos más o menos igual, pero de jodidos. Los movimientos feministas y otros grupos ruidosos por cualquier cosa -excepto Paquita la del Barrio que salió igual de ofensiva- callan o bajan la voz porque guardar silencio es más conveniente, cómodo y evita confrontaciones. Me sorprende muy negativamente que jóvenes, educados en un entorno unisex, gusten de modas que presentan a la mujer de forma chabacana, utilitarista y ramplona, y entonen constantemente ciertas estrofas como poseídos ¿Entenderán el contenido? 
Tuve la mala suerte de soportar “a la fuerza” una intensa sesión de Bad Bunny -quizá el próximo Nobel de literatura- en la que comprendí lo de “bad” -lo de bunny me lo deben-, no solo por el ritmo monótono sino porque eso de “yeh” repetido después de: “Tú sabe' que eres mía, mía. Tú misma lo decías cuando yo te lo hacía”, me parece chanflón y grotesco. Por tanto, en cuanto pude cambié la emisora para escuchar: “Amigo qué te pasa, estás llorando. Seguro es por desdenes de mujeres. No hay golpe más mortal para los hombres. Que el llanto y el desprecio de esos seres”. 
Y es que puestos a maltratar, nada como lo clásico, lo de siempre, y con mariachis. No hay que perder el glamur, ¡antes muerto que sencillo!

lunes, 14 de octubre de 2019

Dilemas jurídicos permanentes

Continuamente se presentan situaciones en las que se toman decisiones que para nada mejoran escenarios venideros

Servido está el plato fuerte de la temporada en el escenario nacional. Un grupo de juristas señala a la CC de extender la función de ciertos magistrados que deberían haber terminado el cargo para el que fueron nombrados. Otro, ve con buenos ojos la ampliación porque de lo contrario nos quedaríamos con vacíos en el sistema judicial y, además, se obviaría el cumplimento de la ley relacionada con el proceso de calificación que nunca hizo el Consejo de la Carrera Judicial. Un dilema del que, como en todos, es difícil elegir sin frustración.
No es la primera vez que se llega a ese punto de fricción. De hecho, somos expertos en atorarnos en callejones sin salida porque prestamos más atención a lo urgente que a lo importante; valoramos más la coyuntura que la planificación estratégica y no tomamos en cuenta lecciones aprendidas de otras experiencias, muchas de ellas recientes e idénticas.
La CC tomó la cuestionada decisión de aceptar la prórroga de los magistrados -a pesar de haber concluido su tiempo constitucional- porque la selección que se estaba dando adolecía del cumplimiento de una norma que “solamente” hacía dos años que se había emitido y pareciera que no fue tiempo suficiente para que se tomara en cuenta ¿Puede haber mayor dejadez? O se continuaba con un procedimiento viciado o se viciaba al prorrogar el tiempo fijado por ley. La CC -ante el dilema- optó por lo segundo sobre la base de que parece más aconsejable contar con un sistema de justicia, aunque hayan terminado en su función quienes lo aplican, que dejar de observar una norma legal que viciaba y comprometía un proceso recién iniciado.
¡Cómo nos gusta debatir en el terreno de la coyuntura! Continuamente se presentan situaciones en las que se toman decisiones que para nada mejoran escenarios venideros e inevitablemente se contaminan procesos en el futuro. Las comisiones de postulación son las que más problemas generan desde hace años pero el sistema los suele resolver a trompicones apenas unas horas antes de que emitan sus decisiones. No hay verdadera voluntad de corregir aquello que todos sabemos que está mal: la selección y posterior designación de jueces y magistrados, y se prefiere sostener batallas de última hora con la convicción de que ahí, en el inmediato plazo y en el preciso momento, se cuenta con mejores armas para vencer al contrario.
El excesivo positivismo jurídico, la indiferencia de los órganos encargados de observar la adecuada deontología profesional -el Colegio de Abogados y Notarios- y otras entidades judiciales y grupos de interés, tienen colapsado y sumido el país en una ineficiente aplicación de justicia que cada vez incide más en la falta de certeza jurídica, con las consecuencias sobradamente conocidas y visibles: carencia de credibilidad ciudadana, reducción de inversiones y caos judicial por moras y tiempos no cumplidos.
Pareciera que John Rawls no se lee en las facultades de Derecho que medianamente funcionan -que son pocas- y en las que el pragmatismo y el materialismo han vencido. Se gradúan más huizacheros que filósofos jurídicos y frente a una legión de litigantes positivistas hay pocos pensadores y juristas que aporten al debate ideas racionales sustentadas en experiencia y bibliografía. En definitiva, seguiremos con estos pleitos porque la “condición nacional” es la de estar en permanentemente confrontación sobre cualquier tema y no buscar el interés general en bien del progreso, a cuya falta aludimos pero sin intención real de buscarlo ¡Vamos, que somos un desastre!, pero que nos conformamos con serlo, y es ahí donde radica el verdadero problema.

lunes, 7 de octubre de 2019

Sobre el liberalismo

Tampoco el liberal es anticlerical, como falsamente se difunde, siendo más cierto que las iglesias, en general, sean antiliberales

Al poner especial énfasis en el individuo, hay un equivocada percepción de que ser liberal es tener un pensamiento aislado de valores, único y lineal, lo que significa la negación de la esencia de dicha filosofía. Quizá, la manera más adecuada -y completa- de abordar el tema consista en analizar el liberalismo desde, al menos, tres direcciones: económica, político-social e intelectual.
La visión económica aboga por el libre mercado y el menor Estado regulador. Libertad de producir y consumir puede ser la frase que sintetice y refleje el pensamiento. No hay que confundirlo, para nada, con el mercantilismo que algunos suelen asociar a los liberales con afán de desprestigio. Solicitar, aprobar o admitir privilegios de cualquier tipo, destruye la visión de un mercado libre y competitivo y debe ser excluido de un discurso liberal y coherente. La competencia en igualdad de condiciones y en la que se respeten los contratos libres entre personas, debe ser principios esenciales.
En lo político-social, destacan los valores asociados a la democracia -o a la República más precisamente- como serían la libertad de prensa, el respeto a la propiedad privada, la libre locomoción y la igualdad ante la ley de cualquier persona, entre otros. Desde esta perspectiva, es necesario reconocer y admitir que aún está por desarrollarse -dentro del marco general descrito- las especificidades de una sociedad plural y multicultural como es la guatemalteca. El respeto por la persona, por el individuo, pasa por comprender y aceptar las diferencias. Obviarlo, además de estar fuera del pensamiento liberal, impide asimilar la visión amplia e inclusiva y el aporte del todos los seres humanos que viven en el país. 
Desde lo intelectual, es necesario reconocer en el país libertad de pensamiento, respeto a la libertad de expresión, de conciencia y de promoción de debates que permiten contrastar ideas. La única observación es que no siempre se hace en un espacio ausente de limitantes morales, éticos o religioso que tienen todavía una especial incidencia en esta sociedad marcadamente tradicional. Las diferencias culturales generan dinámicas diferentes, aunque todas ellas tienen cabida dentro de los principios liberales. No obstante, seguimos siendo una sociedad extremadamente conservadora en la que es imposible debatir libremente temas como la diversidad sexual, la legalización de las drogas, la abolición de leyes relacionadas con el consumo de alcohol y otras que limitan el debate liberal y lo encasillan como marcadamente conservador.
Para algunos, ser liberal no significa serlo en todo: económico, político-social e intelectual, por el contrario, ciertas personas adoptan el liberalismo únicamente en alguno de esos ejes. Tampoco el liberal es anticlerical, como falsamente se difunde, siendo más cierto que las iglesias, en general, sean antiliberales porque en estructuras jerarquizadas y obedientes es difícil que encaje el pleno goce de la libertad individual. El liberalismo sin ética y valores no es entendible, aunque maliciosamente sea así presentado al contraponerlo falsamente con el individualismo que promulga. La tolerancia y el respeto al otro, la apuesta por el libre mercado y por la propiedad privada, la aceptación de la libertad de expresión, el respeto a la vida, etc., conllevan necesariamente el respeto al prójimo, la observancia de valores y la práctica de principios éticos y morales sin los cuales no es sostenible lo que se predica.
Es labor de quienes practicamos el liberalismo difundir estas cuestiones y, sobre todo, alejar fantasmas que acechan o se colocan interesadamente para embarrar posiciones que no gustan. La sensatez y valentía en la exposición de los principios, también es un valor liberal que debe empujarnos a hablar abierta y decididamente de ello.