Desde el punto de vista biológico y psicológico, hay diferencias significativas entre madres y padres: una mayor tolerancia, protección hacia los hijos y dedicación casi exclusiva
Existen dos afirmaciones que parecen ser ciertas o de las que pocos pueden estar en desacuerdo: la maternidad se inicia desde la primera experiencia del embarazo -algo que no ocurre con la paternidad- y hay más mujeres que asumen roles paternos que viceversa. Los hombres, normalmente, no llegan a desarrollar ese "instinto maternal" que suele caracterizar a las mujeres; sin embargo, lo contrario sucede con mucha más frecuencia.
Desde el punto de vista biológico y psicológico, hay diferencias significativas entre madres y padres: una mayor tolerancia, protección hacia los hijos, dedicación casi exclusiva, y vínculos emocionales que se fortalecen con el tiempo. Este amor incondicional se refleja en acciones cotidianas: doblar la ropa escolar, considerar cuidadosamente cada artículo que se incluirá en la lonchera, o estar atentos a fechas y eventos importantes en la vida de los hijos. En ese sentido, es revelador notar la existencia de chats de mamás de grado, algo que raramente se ve entre los papás
He tenido la fortuna, con mi quinto hijo, de poder "ser mamá", y esto me hace inmensamente feliz. Estar al tanto de cada detalle a su alrededor representa una oportunidad para enfocar y expandir mi lado femenino, ese que todos poseemos pero que no siempre desarrollamos debido a roles tradicionales o circunstancias personales. Este proceso me ha permitido aumentar la tolerancia hacia los adolescentes, advertir detalles que antes pasaban desapercibidos, como una mancha en el uniforme escolar, o considerar la distribución adecuada de nutrientes al hacer las compras, lo que ha significado un salto cualitativo en mi vida y mi forma de desarrollo personal.
Normalmente, los padres no opinamos sobre vestidos de graduación, aunque desfilamos con nuestras hijas en ese evento. Tampoco solemos recopilar fotografías escolares para los álbumes del colegio, ni revisamos diariamente sus habitaciones para adaptarlas a sus necesidades cambiantes o modificamos el cuarto de baño en función de su crecimiento. Son las mamás quienes mayormente toman estas iniciativas, lo que nos hace perder un valioso espacio en el mundo de nuestros hijos.
Solo quiero resaltar lo maravilloso y placentero que es asumir estos roles que tradicionalmente corresponden a nuestras parejas. Cuando surge la necesidad, despertamos cualidades y capacidades latentes, que muchos hombres dejamos en la sombra. No se trata de ser mejores o peores, sino de cómo los roles asignados, junto con aspectos biológicos, nos conducen a comportamientos diferenciados.
Confieso que encuentro gran satisfacción en poder decidir a las cinco de la mañana si pongo galletas dulces o saladas en la lonchera, si incluyo jugo o leche, o si prefiero enviar pasta caliente en un recipiente térmico o agregar una empanada de espinacas. Más allá de eso, resalto el amor silencioso en cada gesto: como el llenar el pachón de agua fría, poner en la mochila aquello que dejaron olvidado, limpiar las lentes o dejar una nota o emoji en la servilleta como sorpresa, para imaginar borrosamente el disfrute y los comentarios mientras almuerza o comparten con amigos.
Con el tiempo, uno comprende y aprecia la mayor tolerancia femenina, la resignada humildad, los pequeños detalles que marcan la diferencia, y el amor genuino que se pone en cada cosa que se hace, aunque sea a altas horas de la noche o en la madrugada
Estoy inmensamente feliz de formar parte de este grupo, y aunque nada me quita la alegre fregadera del "chat de mamás", agradezco infinitamente el bello y tardío desarrollo de mi "maternidad”.
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