Esta situación plantea preguntas sobre la falta cohesión interna del oficialismo y los desafíos que enfrenta esta nueva agrupación política en su camino hacia el 2027
Hace unos días, Radio ConCriterio sorprendió con una primicia: la formación de un nuevo partido político liderado por Samuel Pérez integrante del SEMILLA. Inicialmente, la información no fue confirmada, pero rápidamente se propagó la noticia, causando sorpresa y hasta desconcierto entre varios diputados de dicho partido que la desconocían.
Esa ignorancia entre los legisladores pudo deberse a que se trataba de una confidencial estrategia política impulsada por dicho diputado y un grupo cercano de aliados. Durante una comparecencia que capturó la atención de medios, las fotografías mostraron que el movimiento no contaba con la participación de un significativo número de actuales diputados. Incluía, sin embargo, la incorporación de personajes externos, algunas de las cuales han sido contratadas a dedo por el gobierno actual, marcando un nuevo rumbo en la esfera política nacional. Esta situación plantea preguntas sobre la falta cohesión interna del oficialismo y los desafíos que enfrenta esta nueva agrupación política en su camino hacia el 2027.
Conocida la noticia, se desplegó inmediatamente una estrategia mediática destinada a presentar a SEMILLA como un partido unido y cohesionado, en el que todos sus miembros apoyan unánimemente al presidente. Es evidente, no obstante, que bajo esta fachada se esconde una ruptura interna, más allá de simples discrepancias o diferentes visiones. La división es el resultado de, al menos, tres liderazgos distintos que se han evidenciado a lo largo del último año: el del presidente, el de Samuel Pérez, y el de otras figuras menos visibles dentro del partido. El movimiento proyecta una fractura interna en el partido que, aunque no se ha reconocido oficialmente, se manifiesta a través de declaraciones contradictorias, decisiones divergentes y la aparición o consolidación de un nuevo liderazgo, consecuencia de la inacción presidencial y del coste político que el partido está teniendo debido a diferentes y poco fructuosas acciones del ejecutivo.
Varios indicios la hacen innegable: la renuncia de Félix Alvarado del ministerio de comunicaciones, el manejo autónomo de negociaciones clave por parte del diputado Sanabria en el Congreso, y el aparente desplazamiento de Samuel Pérez de la dinámica del presidente, en favor de otros actores, son reflejos de ese nuevo escenario político que se está gestando y desgastando al mismo tiempo.
La formación de este nuevo partido político -RAICES- está directamente relacionada con la cancelación del actual partido SEMILLA y con la necesidad de trazar un nuevo proyecto para las próximas elecciones, aunque el verdadero problema no reside en la creación de nuevos partidos, ya que hay razones válidas para llevar a cabo tal iniciativa. La preocupación surge porque muchos diputados no estaban al tanto de estas maniobras, algo éticamente cuestionable, y que evidencia un preocupante individualismo, una implosión interna, y una actitud de "sálvese quien pueda" que resulta alarmante, particularmente en un momento de confrontación política en el Congreso.
La situación invita a una reflexión más profunda sobre las dinámicas internas de SEMILLA y sus futuros pasos en el ámbito político nacional. Apenas ha transcurrido un año y medio desde el inicio de la actual administración, y hay una marcada inacción de gobierno y de los gobernadores -en el seno de los CODEDES- incapaces, ambos, de gestionar el presupuesto, lo que genera una “competencia” entre el Ejecutivo y estas nuevas opciones que desean atraen, desde ahora, a estructuras locales y departamentales, porque de lo contrario el 2027 no le deparará éxito alguno. Como me dice un diputado de SEMILLA: “Nos hemos quejado durante años de que no hay partidos políticos reales en Guatemala, que solo hay “vehículos electorales”, y parece ser que es lo que está, precisamente, sucediendo”.