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martes, 23 de abril de 2013

Made in Guatemala


Embajadores y juristas internacionales presionan en el "imparcial juicio"

Ciertos parlanchines arengan que no se trata de si hubo o no genocidio. Dicen que es preciso enfrentar el pasado, reconocer la historia y similares insinuaciones. Se trata, sin embargo, de genocidio. No les sirve simplemente juzgar a alguien o analizar un momento histórico. Una condena por delito distinto al de genocidio, no satisfaría a determinada jauría hambrienta de venganza histórica que necesita una victoria jurídica que los revalide y les permita seguir recibiendo dinero por subvertir cualquier orden establecido, a pesar de que ciertas embajadas lo desmientan en un campo pagado. Utilizan el principio goebbeliano de la repetición mentirosa sistemática y la táctica de la saturación mediática. Viven del conflicto -como siempre- y necesitan violencia para subsistir. Su norte y admirados: la Venezuela maduro-chavista, la Cuba castrista o la Nicaragua del violador Ortega, ¡pero con ellos en el poder!, para continuar con lo único que saben hacer: asesinar, físicamente -antes- o mentalmente -ahora- a jóvenes a quienes procuran llenar la cabeza de lo que les sobra: odio. Maquiavélico proyecto que afanosamente busca una sentencia condenatoria rápida y que sirva de jurisprudencia en otros lugares. Justicia es sólo lo que ellos dicen que es, de lo contrario azuzan a CICIG/MP -habitualmente prepotentes e incapaces- para perseguir e intimidar, con apoyo de pagadas organizaciones, a fiscales, abogados y jueces no alineados.
El motivo político del genocidio no figura en la Convención, aunque si en el diccionario de la lengua española, y es el argumento favorito de quienes intervienen en ese monólogo judicial. Sin embargo, es ilegal el empleo del diccionario porque hay una precisa definición en el Tratado que se redactó en varios idiomas. Jurídicamente hablando -tal y como adelantó la CEH- es imposible justificar aquí el genocidio, razón de la "coincidencia" y retorcimiento de ciertos argumentos de analistas y peritos seleccionados. Necesitan validar la causa política porque de lo contrario será difícil la condena. 
Trama con implicaciones internacionales no dimensionadas totalmente. El propósito que persiguen obedece a una vasta estrategia más allá del horizonte visible y perceptible. Si en Guatemala condenan por genocidio, alentarán otros procesamientos: a propietarios de fincas en las que supuestamente se cometió -Argentina lo hizo-, emprenderán la lucha por la expoliación de tierras, estigmatizarán al país por décadas y será el punto de partida para proyectarse al exterior. Una sentencia de esa clase sería extrapolada inmediatamente, por ejemplo, a Israel. Se pediría una condena por los años de “opresión y abuso” contra el pueblo palestino cuando no delitos más graves, sin cuestionar ni condenar el terrorismo interno, como aquí ¿Quiénes financian todo esto?, porque cuesta cientos de millones en abogados, personajes que difunden su fabricada historia y montajes publicitarios, además de falsas historias -Rigoberta Menchú, entre otras-. Será casualidad, pero en pleno juicio, el Canciller guatemalteco anunció el reconocimiento del “estado” de Palestina a pesar de no cambiar nada desde que Guatemala se abstuviera en ONU a fines del pasado año ¡Vaya política de Estado! Coincidencia que invita a reflexionar, analizar y valorar las presiones de Irán ¿Cómo denominarán -si hay condena- el bombardeo de Dresde, Hiroshima y Nagasaki, Vietnam, los 30 millones asesinados por Stalin y Lenin o la exterminación indígena durante la conquista de los Estados Unidos? Del Ku Klus Klan, mejor ni hablar. Por aquellos lugares, todo eso ya fue "resuelto", "solucionado" u olvidado, mientras pagan para que por estos sigamos matándonos. Una forma, como otra, de desviar la atención.

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