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lunes, 15 de abril de 2024

Carta a un Presidente mal asesorado

Debe pensar muy seriamente en cambiar inmediatamente a aquellos que han propuesto o tomado determinadas decisiones que usted ha avalado con su acción o silencio.

He dicho públicamente varias veces que el presidente Arévalo me parece una persona decente, equilibrada, correcta. No tengo duda de lo contrario, y por eso lo expreso libremente. Sin embargo, a casi cien días de gobierno, es necesario plantear algunas críticas, porque en la medida que fracase el país se hundirá más.

¿Quiénes le asesoran Presidente?, porque no se pueden cometer tantos errores en tan poco tiempo. Debe pensar muy seriamente en cambiar inmediatamente a aquellos que han propuesto o tomado determinadas decisiones que usted ha avalado con acción o silencio. Comencemos por las contrataciones a dedo de personas afines al partido o hijos de políticos de SEMILLA. No es de recibo sostener que “son personas de confianza”; ese es el argumento que blandieron otros a quienes se tacha de corruptos. Respecto a su fotógrafo, permítame recordarle que usted cobra un salario altísimo -pendiente de reducirlo- y lo prudente sería pagarlo de su bolsillo. De nada sirve que los ministerios persigan plazas fantasma y puestos de favores otorgados por anteriores gobiernos, si consiente que se actúe de igual forma ¡Dejemos ya las justificaciones!

Tampoco fue muy acertada su conducta con la exministra de ambiente. Su Vicepresidenta le echó un pulso mediático y lo ganó, y evidenció que no habló con ella a la hora de tomar la decisión inicial. Lo mismo ocurrió dos días después con el pleito del cese/no cese del gobernador del Quiché y lo propio con el de Guatemala, con quien ni siquiera se había reunido antes de nombrarlo, según él mismo explicó ¿Reflejan seriedad esas decisiones, publicarlas en redes y desmentirlas a los pocos minutos? 

¿Quiénes le asesoran Presidente?

Respecto de la confrontación con el MP, está en su derecho y es legítima, sin embargo creo que no ha sabido planificar la batalla de desgaste adecuada, y puede terminar perdiendo la guerra. A diferencia de cómo parece ser usted, está rodeado de personas más intensas y con diferente grado de inteligencia emocional, que quizá pretenden ocupar puestos de poder a futuro, ambición que usted parece no profesar, aunque paradójicamente sea quien lo ejerza. Un presidente electo deja de tener valor al día siguiente de su toma posesión, porque los buitres comienzan a pensar en las siguientes elecciones -no solamente presidenciales-y cabildean posibles puestos de su interés. Presidente, ésta no es una sociedad mayormente ética -elemento que hay que considerar permanentemente- y usted importa poco comparado con las ansias de poder de muchos que están dentro y fuera de su órbita.

Puede aceptar o ignorar los consejos, es la grandeza del poder y de la libertad, pero me animaría a sugerirle que diseñe una estrategia de reorientación. Su discurso de los 100 días debe de ser un punto de partida, no una evaluación de lo hecho, esa ya la hizo la ciudadanía, y creo que ha leído -como hago yo- las críticas a su gestión de propios y extraños. Haga algo que marque el inicio de un segundo momento a aquel otro del 14 de enero, aunque cueste sacrificios; nadie dijo que estar ahí fuese fácil. Despréndase de las anclas que le arrastran al fondo del océano y de las ataduras que le dificultan decisiones racionales y sensatas. Deje de utilizar las redes para comunicar cosas importantes, ponga la cara y déjese ver, pero especialmente no haga -más bien deshaga- cosas que siempre se hicieron para quedar bien con otros. 

Sea usted mismo, con sus virtudes y defectos -no incorpore los de otros-, porque así lo eligieron. 

Éxitos, y siempre pendiente de los que nos cuente la última semana de abril.

lunes, 8 de abril de 2024

La ética no se improvisa

Se puede llegar al gobierno sin planes y sin personas que los ejecuten -como ha sido el caso en el país- pero es preciso tener unos sólidos e inmutables principios

Atribuida a un mexicano del PRI, la frase “en política la forma es el fondo”, pone sobre la mesa -ahora más que nunca por las redes sociales- la necesidad de que el ciudadano perciba actuaciones del gobierno que le generen la sensación de que algo diferente se está haciendo. Los ejemplos modernos de impacto político de mayor calado los tenemos en Bukele y Milei. Ambos, de forma muy diferente y sin que ello les dé la razón o los compare, tomaron acciones inmediatas y contundentes contra el sistema político de sus respectivos países. En su redes o en comparecencias directas cesaron, señalaron, cambiaron o evidenciaron casos que fueron tomados por la ciudadanía como punto de lanza en la lucha contra la corrupción o en cambios en la política.

Creo que aquí se esperaba lo mismo, pero estuvimos a años luz de aquella forma de actuar de los ejemplos citados, y todavía mucho más lejos de acción alguna que satisficiera la esperanza de cambio suscitada en el último semestre del 2023. Es más, ha habido actuaciones que han ratificado que una sociedad no cambia mientras sus integrantes no tengan niveles mínimos de ética. A fin de cuentas, los políticos son solamente un reflejo de los ciudadanos que los eligen, por muy mal que caiga la catarsis que la afirmación provoca.

Se contrataron a dedo a hijos de personas del partido SEMILLA, jóvenes que militaron en él, fotógrafos que apoyaron la campaña y otros personajes que ni siquiera cuentan con el respaldo académico necesario. La condescendencia presidencial inicial con la delictiva/abusiva actuación de la ministra de ambiente y recursos naturales -cambiada días después, tras manifestaciones públicas de la vicepresidenta y presión ciudadana-, supone un retroceso en aquella ética prometida y sentida en la elección de un gobierno que apostaba por cambios significativos, aunque por ahora solamente hay una cuenta en números rojos.

La ética no se improvisa, como si puede ocurrir con la política. Se puede llegar al gobierno sin planes y sin personas que los ejecuten -como ha sido el caso en el país- pero es preciso tener unos sólidos e inmutables principios sobre los que anclar las decisiones políticas oportunamente, porque eso no se improvisa. Y la justificación de seguidores, medios, periodistas, abogados y, en general, personajes en redes que condenaban a otros políticos corruptos, se torna ahora desvíos de atención amarrados a un fuerte contraste de hipocresía nacional generalizada, que no muestra si no la realidad nacional que nos cuesta asumir: el país está moralmente podrido.

En el fondo -y se ve en la forma- la lucha por el poder es el objetivo de todo político y lo que hace una vez lo logra muestra realmente el carisma de sus intenciones previas. El proyecto de cambio y lucha contra la corrupción fue un lema -también lo hizo Jimmy Morales- que realmente significa “no más a los tuyos, pero déjame cumplir con los míos”, con quienes soy tolerante. No lo hizo así, al menos al inicio, Bukele, y en el mismo tiempo que Arévalo, tampoco Milei, razón por la que ambos son un referente social en sus países. Sensu contrario, vemos una postura similar a la de aquí en Petro y una intermedia, aunque con igual grado de conformismo, en Boric.

Cuando se alcanza el poder hay que tener las cosas claras, y las formas son el vehículo. Ya se ha perdido el efecto de corto plazo, que es el que predomina en política, y ahora sólo queda confirmar, una vez más,  aquello de "El problema no son los sinvergüenzas, sino quienes los votan y justifican".

lunes, 1 de abril de 2024

Las elecciones que se vienen

Cada gobierno, cada grupo, cada ideología y cada mafia, desea colocar a “sus” magistrados, sin importarle parámetros de competencia por méritos

En pocas semanas se deberá de convocar a la Comisión de Postulación para elegir a magistrados a la CSJ. Esas designaciones son las más importantes de un proceso encadenado de elecciones que incluye a otras postuladoras de las que formarán parte magistrados de dicha corte para seleccionar a sus pares de la CC y al Fiscal General. Lo que ocurra en este proceso tendrá una repercusión trascendente en la renovación de dichas instituciones, de ahí su importancia.

El Presidente Arévalo solicitó a la OEA que se comprometa a observar dichas elecciones con el ánimo, supongo, de que el proceso sea transparente -aunque ya lo es- porque en el fondo no se ha modificado ninguna de las condiciones legales que han propiciado escándalos, quejas, amparos y críticas. Es decir: queremos hacer cosas diferentes con idénticas normas y hábitos, lo que alguien que sabía mucho denominó estupidez humana.

Y es que los partidos políticos -SEMILLA no es una excepción- no han presentado reformas sustantivas a la ley correspondiente para, por ejemplo, que la tabla de gradación sea conocida con años de anticipación a la convocatoria -ya que es una relación de méritos muy fácil de elaborar- o que el orden de puntuación que se establezca por los comisionados sea el de selección final, y no prevalezca el capricho o la arbitrariedad de aquellos después de hacer el inútil esfuerzo de clasificar a los aspirantes.

La conclusión es muy fácil: cada gobierno, cada grupo, cada ideología y cada mafia, desea colocar a “sus” magistrados, sin importarle parámetros de competencia por méritos, razón que explica precisamente que la tabla de puntuación sea elaborada al inicio del proceso y que los puntos obtenidos no sirvan absolutamente para nada más que guardar las formas, porque los comisionados pueden elegir arbitrariamente. Similar a aquellas actuaciones de tiempos de la Conquista: “la ley se obedece pero no se cumple”, y lo mismo que en aquel entonces las normas no se observan porque contrarían los intereses de ciertos grupos que dicen querer mejorar el sistema de justicia, cuando a lo que aspiran es a mejorar “su” sistema de justica, tal y cómo lo entienden. Y eso fue en algún momento, lo que ocurrió tanto con la pantomima del juicio por genocidio -luego anulado- como en tiempos de CICIG, en los que se imponían normas, leyes, jueces y fiscales, en función del interés de los que controlaban la justicia. Y no hay que negar aciertos en todos los tiempos, cosas bien hechas, pero en modo alguno es el modelo aspiracional de neutralidad judicial.

La OEA podrá observar libremente la dinámica de un sistema -inútilmente comprobado por años- que no funciona y genera esas discusiones y acuerdos que planifican mafias de la monopólica universidad estatal y de otras universidades privadas creadas por sinvergüenzas con el fin de tener injerencia en esos procesos, además de la actuación sin parangón del honorablemente y corrompido colegio de abogados y notarios, quienes seguramente contarán, desde hace rato, con los listados de los aspirantes -elaborados en la sombra- que les devolverán los favores en el medio plazo. 

Así ha sido, y así será, porque los cambios no se han producido. Luego, habrá un sin número de amparos que, como hace años, hará colapsar el sistema y los magistrados actuales se prorrogarán por un tiempo indefinido con el beneplácito de órganos superiores, protestas políticas y conformismo ciudadano. Un reality show ya conocido que se repite en el tiempo por indolencia y pasividad de mediocres ciudadanos que aspiran a que otros arreglen sus problemas, mientras se quejan permanentemente de lo mal que lo hacen.

lunes, 25 de marzo de 2024

Por el hilo se saca el ovillo

Vivimos en un mundo irreal en el que otros determinan la agenda política, aunque mientras sea con “dulzura” y vaselina somos capaces de cerrar los ojos a ciertas realidades

La suspensión sorpresiva de la reunión de jefes de bloque en el Congreso, por parte del presidente de su junta directiva -algo consensuado con anterioridad-, y la convocatoria con apenas tres horas de anticipación de una reunión para la discusión de la ley de competencia -lo que no es nada usual-, dejan entrever problemas que apuntan a la raíz del asunto.
SEMILLA es visiblemente un partido que tiene escaso poder en el Congreso -menor cada día-, y que el referente que constituyó después de las elecciones, se ha ido decantando en pro de quienes realmente consolidan, conforman y reconstruyen la supremacía en aquella cámara: los disidentes de la UNE, además de los aliados habituales de VALOR, VAMOS y TODOS, así como otros diputados rentistas. El vacío discursivo de la Semana Santa servirá seguramente para que, a la vuelta, veamos la realidad que algunos no quisieron ver -u ocultaron- a pesar de estar claramente definida en los resultados electorales del pasado año.
La enorme presión por aprobar una ley de competencia pareciera distraer el debate sobre los auténticos problemas nacionales. No es un hecho habitual, y debería de llamar la atención,  que entre los invitados al “debate”, convocado por el diputado Ramos, la mayoría fueran norteamericanos y ocupen cargo como “Director asociado de la Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos”, “Director de la Oficina de Desarrollo Económico de los USA” o “integrante de la sección económica de la embajada” de dicho país. La reunión, además, coincidió con la visita del Secretario de Seguridad Nacional de los USA, Alejandro Mayorkas,  y una semana antes de encuentros presidenciales de alto nivel en Washington. Da la sensación de que el interés desmedido sobre la ley de competencia, enmascara la discusión sobre los temas reales de preocupación norteamericana que figuran entre las preferencias de su electorado: la inmigración y el crimen/violencia, asuntos prioritarios además de otros domésticos relaciones con la economía.
Es impresionante ver cuánto se publicó sobre la presión de la administración Trump para que fuéramos “tercer país seguro”, pero como se obvia la que hace Biden, mucho más contundente y efectivo e igual de insidioso. De hecho, poco o nada habrá leído sobre los Centros de Atención para Personas Migrantes y Refugiadas (CAPMiR) que funcionan en el país y que han sido -y son- objeto de conversaciones tripartitas -USA-Guatemala-México- además de constantes reuniones entre administraciones, razón principal de la venida del Secretario Mayorkas y de las conversación allá entre Arévalo y Kamala Harris.
Vivimos en un mundo irreal en el que otros determinan la agenda política, aunque mientras sea con “dulzura” y vaselina somos capaces de cerrar los ojos a ciertas realidades y creernos cualquier cosa que nos digan. Según un estudio de 2023, Guatemala es el cuarto país del mundo con coeficiente intelectual más bajo, y parecemos demostrarlo orgullosamente en esta dinámica de relaciones internacionales que elegimos padecer.
Seguimos plegados a intereses de otros, quienes manejan la situación y el país a capricho del gestor de turno -republicano o demócrata- y de sus intereses. Independientemente de los gobiernos y políticos que pongamos al frente de las instituciones, no construimos nación porque nos dedicamos a pasear entre las nubes, a ver color de rosa una realidad más bien oscura y a seguir soñando y debatiendo a nivel de kínder político. Parece que la historia no nos ha enseñado nada, pero las experiencias que vivimos continuamente, tampoco. Otros deciden que hacemos y sonreímos en la foto con tal de aparecer en ella, en un acto infantil del que permanente se descojonan, apenas a unos miles de kilómetros hacia el norte.

lunes, 18 de marzo de 2024

La “lógica” con la CC

Los mismos que ahora se quejan de las decisiones de la CC dijeron no hace mucho, y cito literalmente: “Los fallos de la CC se cumplen” o “Desobedecer orden de la CC es un delito"

Que la democracia “no sirve” a la mayoría de los latinos es algo puesto de manifiesto en distintos informes, y en Latinobarometro de forma especial y continuada. De lo que no se habla es que cualquier institución requiere de la observancia de normas para que funcione, y quizá ese pequeño detalle sea muy importante en el corolario inicial.

Las redes sociales permiten opiniones plurales y dispersas, y cada uno expresa la suya. Los más timoratos se suman a la de ciertos impositivos mediáticos, pero la pluralidad de razones representa la riqueza y justifica la existencia de la mayoría de las plataformas virtuales. Sin embargo, se ha construido una especie de jungla de opinadores en la que tienen cabida un sin número de atrevidos y analfabetas que, bajo la tónica del derecho a opinar, pretenden darle validez a su opinión, lo que es muy diferente y distante. Cada cual hace de su relato -o al que se suma- una especie de jurisprudencia que permite confrontar decisiones judiciales solamente porque se dispone de dinero para pagar una red y una conexión a internet, y a veces ni siquiera lo segundo. 

La corte de constitucionalidad ha estado politizada desde su inicio, porque así está orgánicamente estructurada, y lejos de dedicarse a resolver temas constitucionales -como ocurre en otros países- ha asumido la posición de cúspide judicial. Aunque es un “tribunal permanente de jurisdicción privativa, cuya función esencial es la defensa del orden constitucional”, en la práctica se ha convertido en el último eslabón de la cadena de justicia. 

Siempre me he cuestionado -espero que un día sea debate nacional- cuál es la razón democrática, la lógica racional o la justificación de que el colegio de abogados pueda designar a un magistrado en dicha corte, no digamos del que designa la monopólica universidad estatal. No se encuentra justificación posible en ese reducido espacio en el que las neuronas no ingresan, y únicamente se entiende como un reparto de cuotas de poder, lo que invita inmediatamente a asaltar ambas instituciones -como realmente ocurre- por aquellos que desean ejercerlo. Es muy simple, y se sabe, pero se consiente a la vez que se protesta, en espera de tomarlo en algún momento.

Hemos visto cortes que ampararon a Ríos Montt, permitieron o impidieron que Zury Ríos fuera candidata, paralizaron el desarrollo hidroeléctrico del país, suspendieron órdenes presidenciales, intervinieron en el acelerado y manipulado caso de genocidio, prolongaron el periodo de magistrados de la CSJ o detallaron cómo debe hacerse y qué tiene que contener el reglamento que desarrolla el convenio 169, entre otras muchas cosas. En este último cuarto de siglo, la lucha por el poder ha pasado por tener controlada a la CC, sabiendo que allí se decidiría finalmente incluso si podemos participar en los juegos olímpicos con la bandera nacional ¡Si no nos hemos dado cuenta todavía del engendro judicial que tenemos es que nos merecemos todo lo que pase, y posiblemente mucho más!

Los mismos que ahora se quejan de las decisiones de la CC dijeron no hace mucho, y cito literalmente: “Los fallos de la CC se cumplen” o “Desobedecer orden de la CC es un delito”, pero eso era en los tiempos en que la CC estaba integrada por amigos. Ahora que no es así, los calificativos son justamente opuestos.

Lo que hemos construido -y queremos mantener- no se llama sistema de justicia, ¡en absoluto!, más bien responde a la construcción de un sistema de defensa de intereses grupales, ideológicos o de gustos, lo que no tienen cabida en una sociedad democrática y por eso el sistema no nos sirve.


lunes, 11 de marzo de 2024

El pulpo y los cantos de sirena

Dentro del Congreso, el otro Alejos hace lo propio para conformar un grupo de diputados disidentes o perdidos en esta nueva y “diferente” legislatura 

El poder nacional se configura sobre una red -no clara para todos- en la que es necesario controlar determinados nodos. Una especie de tentáculos de pulpo que, al igual que el molusco, son dirigidos desde un centro coordinador.

Si hace un diagrama de quienes nominan a las distintas autoridades/instituciones del sistema de justicia (CC incluida), observará que sometiendo a algunas de ellas puede ir armando el rompecabezas para terminar por controlar a todas. La “más importante” de ese cuadro es la Corte Suprema de Justicia - porque participa en la posterior elección de la CC y del Fiscal General- coincidentemente la que estará en litigio en poco tiempo, cuando se activen las correspondientes -y manipuladas- comisiones de postulación.

Y mientras los malosos tradicionales -conocidos y condenados- siguen dominando la mayoría de los votos de los comisionados, el gobierno se distrae con cantos de sirena, mientras es presionado por grupos que desvían la atención con noticias de problemas domésticos, pero que para nada contribuyen a evitar construir (o destruir) el mafioso sistema nodal.

Fuera del Congreso, ciertas universidades -principalmente la USAC- y el “honorable” Colegio de Abogados y Notarios (CANG), son fundamentales -y casi suficientes- para elegir la CSJ y el TSE, cúspide -teórica- del sistema de justicia y electoral. Una vez elegida la CSJ, desde ahí, y con la colaboración de los citados, se toma la Fiscalía General y la Corte de Constitucionalidad. En ese sencillo esquema, los magistrados de corte, indispensables para la elección de magistrados de la CSJ, se alinean para luego cobrar el precio de su reelección.

Dentro del Congreso, el otro Alejos hace lo propio para conformar un grupo de diputados disidentes o perdidos en esta nueva y “diferente” legislatura y que puedan rentabilizar su cargo, ahora que es más difícil conseguir aquel extraeconómico que generaba ciertas votaciones y las plazas fantasma de que disponían.

En el gobierno, lo urgente -lo único- parecen ser las denuncias contra la fiscalía general, que por falta de sustento -jurídico y financiero- no prosperaran, y ver como campean un escenario que se les presagiaba favorable pero que ha sido el más empedrado de todos los tiempos. O se centran en lo importante o entre Semana Santa y el inicio de la época de lluvias no les va a quedar de otra que lamerse las heridas, al igual que al resto de ciudadanos.

Me da la impresión de que, nuevamente, cada uno jala agua para su molino, y el confuso panorama nacional, además de la cambiante coyuntura, nos distrae y centra la atención en pavadas -llenas de difusión mediática, eso si- en lugar de analizar aquellos puntos del esquema a los que hay que prestar atención.

El diseño institucional ha sido muy estudiado por los mafiosos que no devengan mucho tiempo en ver los resultados finales, sino en analizar el origen de la acción. Mientras el CANG siga teniendo ese poder cuasi absoluto, la USAC nombre a magistrados de la CC y ciertos decanos sean alfiles de sus dueños y señores, aquí no hay nada que hacer más que el paripé cuatrienal al que nos hemos habituado y que, resignadamente, repetimos de forma equivocada para quejarnos luego durante otro periodo de tiempo.

En breve iniciaremos el ciclo en esta administración y surgirán idénticos problemas a los que hemos prestado atención con anterioridad -aunque sin cambiarlos-, y repetiremos los mismos errores: lamentos conocidos, mafias sabias y resultados esperados. Eso sí, nos quejaremos de lo corrompido que está todo, especialmente los políticos, sin advertir que no podemos esperar cambios con idéntica estructura.

Now, you Know!, aunque creo que ya lo sabía.

lunes, 4 de marzo de 2024

La presión como estrategia política

Entre un Presidente sesentón y unos diputados treintañeros falta un amortiguador etario de liderazgo dentro del partido

Habrá observado una avalancha de comentarios de personas, medios, perfiles y organizaciones en los que se presiona permanente e insidiosamente al Presidente para “que actúe” y deje a una lado la “pasividad” de la que se le señala. La opinión publicada, genera dinámicas coordinadas de presión -interna y externa- en el marco de una estrategia para que el mandatario tome una determinada dirección.

La permanencia de la Fiscal General incrementa el riesgo de quienes habían vendido la piel de oso antes de cazarlo. El atore legal al no poder destituirla -producto de un amañando y pérfido plan para proteger a su antecesora- tropieza con las aspiraciones personales y políticas de quienes “tuvieron que salir u optaron por hacerlo”, y que después del subidón optimista tras el proceso electoral, ven trastocadas sus intenciones y esperanzas.

En este país de la eterna primaveral mental, no se quiso entender -a pesar de la capacidad para haberlo hecho- que el partido en el poder fue elegido en segunda vuelta -en la que no era la preferencia, sino la mejor opción entre dos- por un 26% del electorado, pero únicamente lo fue por un 7% en la primera. El resto de los votantes decidieron no querer a ninguno y lo expresaron con un rotundo 15% entre votos blancos y nulos. Ese sencillo cálculo da idea de la aceptación -legitimidad- de las nuevas autoridades, pero la insistente presión externa, la forma de publicar los datos y otras cuestiones no menores -como la lucha contra la corrupción, imperante en la sociedad y no solo en los políticos- terminó por anular el debate y posicionar el mensaje deseado -pero falso- de “victoria total”.

Una mayoría, despreocupada por lo público y el análisis cuantitativo, decidió creer que había ganado mayoritariamente un partido -con apenas dos alcaldes y 23 diputados- lo que unido al efecto ubiquista -en el que se considera que el Presidente todo lo puede- hizo creer que el 15 de enero todo sería diferente ¡Craso error, y ahora pagamos las consecuencias!

Sumemos a lo anterior que entre un Presidente sesentón y unos diputados treintañeros falta un amortiguador etario de liderazgo dentro del partido. El primero, una vez elegido, deja de tener valor por dos razones fundamentales: es el representante de todos los ciudadanos -no del partido- y no es reelegible. Por lo tanto, desde que asumió el cargo la preocupación es quien lo relevará y sustituirá en 2028, que sigue la lógica de poder en política. 

De tal cuenta, sin generación cincuentona ni de cuadragenarios que sirvan de colchón, y ante las opciones sensatez/activismo de los extremos, se genera una pugna razón/emoción que conduce a la situación actual, en la que algunos desearían entrar con una excavadora, y otros, como el mandatario, mucho más reposado, estratégico y con los pies en el suelo, adopta una postura sensata entre lo real y lo posible. La presión que recibe de esos otros sectores, sin embargo, le genera un gran desgaste, y puede terminar por desplazarlo del centro del poder, pero sobre todo de la percepción ciudadana de que avanza a la velocidad posible.

Todo es susceptible de cambio, pero el costo no debe ser superior a lo que se desea modificar, porque se corre el riesgo de caer en una zanja insalvable. Creo que el Presidente actúa en función de lo posible y entiende que lo perfecto es enemigo de lo bueno, pero la inexperiencia de sus “segundos” y el ansia de quienes creen más en la revolución que en la evolución, lo puede anestesiar y hacer que todo termine mucho pero de lo que esperaban.

lunes, 26 de febrero de 2024

La otra vara de medir

Esperanzados en la administración entrante, olvidamos que los políticos no son los únicos corrompidos en este país, sino quienes descuellan

Las auditorías realizadas por autoridades de la administración entrante revelan, con dureza y realismo, la situación catastrófica en que nos encontramos. El ministerio de comunicación tiene una deuda de unos Q13,000 millones, lo que representa el doble del presupuesto anual de dicha entidad. Salud debe Q650 millones -conocidos por ahora-, y así sucesivamente puede escudriñar el resto de las instituciones.

Los diferentes incendios que azotan el país -el 90% provocados- no pueden ser atajados porque carecemos de una organización conformada, coordinada y estructurada capaz de enfrentarlos eficazmente -o prevenirlos-, y se cerraron dependencias dedicadas a ello, además de faltar medios y recursos. Los sucesivos gobiernos -elegidos democráticamente por ciudadanos que aplauden y votan a personajes sobradamente conocidos por corruptos o delincuentes- desmantelaron el país, robaron o despilfarraron los recursos públicos y sus autores pasean alegremente por las calles y avenidas o continúan con sus fechorías.

Esperanzados en la administración entrante, olvidamos que los políticos no son los únicos corrompidos en este país, sino quienes descuellan en un entorno que destila el pillaje por los poros de la piel. De esa cuenta se pudo ver como el actual ministerio de educación contrató a Marcela Blanco o el de gobernación a Sebastián Hernández Matute. La primera conocida por su militancia a favor del partido SEMILLA, el segundo hijo de la candidata a alcaldesa capitalina por el mismo partido. Ambos son seguramente “buenos chicos”, pero nuestros hijos tambien lo son y sencillamente no tuvieron la oportunidad de participar en una oposición pública que dilucidara quien es el mejor, y mucho menos la oportunidad de encontrar en empleo cuyo salario pagamos los contribuyentes con impuestos. La designación a dedo, producto de la simpatía, el favor, el amiguismo o la militancia, es el único sostén de esos dos ejemplos, sin ser los únicos. 

La mayoría de los medios de comunicación e indignados en redes han sido incapaces de señalar esas anomalías con la intensidad que comentan otras, lo que muestra el grado de hipocresía nacional y de corrupción mental con la que se manejan ciertas cosas: “A mis amigos todo, a mis enemigos la ley”. No queremos reconocer que somos una sociedad con enorme grado de corruptela, que aceptamos, justificamos y comprendemos algunas cuestiones en la medida que están a favor o en contra de nuestros intereses, conveniencia o ideología, una suerte de culpa colectiva que todos se sacuden y nadie asume.

Lo que respiramos, promovemos y gustamos no es la búsqueda del bien común ni de la justicia -ese cuento no es creíble a la luz de lo que ocurre- sino la venganza judicial y social que satisfaga el rencor personal que cultivamos y somos incapaces de superar. Queremos jueces que fallen según deseamos, y esperamos el llegar al poder para colocar a nuestros amigos, pero en absoluto abogamos por oposiciones abiertas para puestos en la administración ni exigimos que los magistrados lo sean por puntuación, sino que alguien los termine eligiendo con su infalible dedo, y a ser posible que coincida con nuestros deseos. Si la Corte está integrada por amigos, aplaudimos sus decisiones, mismas que condenamos contundentemente y tachamos de corruptas si son los enemigos quienes resuelven, y nos convencemos de lo “demócratas y justos que somos”. 

Hay un grado de gazmoñería nacional preocupante -y peligroso- que empuja al precipicio del fracaso porque nos mueve más el odio, el rechazo, la ideologización o el poder que la búsqueda de elementos comunes que hagan del futuro -el de nuestros hijos- un espacio de convivencia construido sobre principios generales, libertad, responsabilidad y justicia.

¡Así tambien fracasan las naciones!

lunes, 19 de febrero de 2024

Nuevo gobierno, nuevas oportunidades

Es inconcebible, pero sobre todo inadmisible, que un país deje morir de hambre o permita que sus niños no alcancen el desarrollo mínimo

La desnutrición infantil alcanza cuotas inimaginables en Guatemala. Un asunto pendiente por años que rasga el alma, pero que parece no sensibilizar suficientemente a ciertas autoridades. Se han “diseñado” programas gubernamentales, analizado la situación, presupuestado fondos y hasta solicitado un crédito de 100$ millones en 2017 del que no se sabe nada, pero que deberemos pagar sin que hayan disminuidos los altos índices de desnutrición. Es decir: la dinámica natural de casi todas las políticas sociales de este país, al menos hasta ahora.

Parte del sector privado -señalado por muchos activistas de “los males” nacionales- ha hecho justo lo contrario: hablar poco y actuar eficientemente. El pasado año, Castillo Hermanos, presentó y emplazó el primer Campamento Nutrimóviles en la zona de Huehuetenango, nueve unidades móviles que prestan distintos servicios -gratuitamente porque no se paga con fondos públicos-, y que provee consultas diarias como registro y toma de signos vitales, atención médica, nutricional y exámenes de laboratorio. Ayudan a suplir la deficiente acción pública en atención primaria de salud, soporte nutricional, agua y saneamiento ambiental, acceso a alimentos y fortalecimiento de la economía familiar, en localidades donde la distancia, los medios o las personas encargadas no responden a las exigencias ciudadanas.

Menos de un año después de aquel logro y esfuerzo, el segundo campamento está listo y quizá lo haya podido ver en la plaza del Obelisco durante algunos días que ha estado expuesto al público. En esta ocasión los municipios de San Pedro Soloma y Santa Eulalia -tambien en Huehuetenango- contarán con servicios sociales que serán los primeros para muchos de sus habitantes.

Es inconcebible, pero sobre todo inadmisible, que un país deje morir de hambre o permita que sus niños no alcancen el desarrollo mínimo. No se trata siquiera de corrupción -algo absolutamente deleznable- sino de falta de sensibilidad, piedad y sentido mínimo de lo que significa un ser humano. Los índices de desnutrición crónica y aguda son significativos y no se ve a los partidos políticos exponiendo el tema permanentemente para que esté posicionado en la mente -y corazón- del votante. De hecho, entre los problemas nacionales, el ciudadano detecta la corrupción, la falta de empleo o la carestía de la vida, pero no hay conciencia social de la cantidad de menores que crecerán limitados o morirán por dedicar el esfuerzo político a otras cosas “más importantes”.

Debe hacerse, también, un llamado de atención a quienes satanizan a las empresas privadas que dentro de sus objetivos invierten parte de sus ganancias en ayudar al prójimo sin esperar ser electos, proclamados o pedir la bendición de masas que ignoran el problema. Estas inversiones de Castillo Hermanos dan forma a un programa que asegura un futuro mejor y más saludable para quienes no tienen la oportunidades siquiera del ciudadano medio. Y no es la única empresa que se enfoca en ayudar a los demás.

Es necesario replantearse los objetivos sociales, el pacto russoniano caduco o desconfigurado de la vida en sociedad, y la búsqueda del bien común. No es necesario que lo hagan otros para comenzar a colaborar, incluso puede sumarse a este proyecto si lo desea, y colaborar desde esa plataforma ciudadana que promueve y representa la responsabilidad individual en la búsqueda de un mundo mejor, sin necesidad de alarde, ruido ni reclamo de vítores. Este gobierno tiene una enorme oportunidad de multiplicar la iniciativa.

Cuando lo privado suple a lo público, es momento de pensar qué clase de sociedad hemos organizado y qué podemos hacer por mejorarla. De entrada: aprender, respetar y aplaudir iniciativas como la indicada que buscan progreso y desarrollo humano.

lunes, 12 de febrero de 2024

El mundo boca abajo

La ciudadanía, especialmente la joven, ha comprado el falso discurso político de que la democracia todo lo arregla.

El mundo parece estar boca abajo o patas arriba, según al grupo que pertenezca de esos que ven el vaso medio lleno o medio vacío. En todas partes se observa lo mismo, aunque el localismo percibe y siente lo cercano e inmediato.
Jóvenes descontentos con la democracia, y democracias que no satisfacen expectativas ciudadanas. Agreguemos a los políticos que prometen no importa qué cosa antes de hablar con la verdad, que seguramente generaría descontento y pérdida de votos. Hartazgos por doquier que terminan en situaciones límite como son las elecciones de gobiernos extremistas, populistas o “particularmente innovadores”, todos ellos con muy alto riesgo -más en unos que en otros- de que las cosas se salgan de lo tolerable y terminen en un punto mucho peor que el de partida.
Las razones son diversas. Una, y creo la más importante, es que la ciudadanía, especialmente la joven, ha comprado el falso discurso político de que la democracia todo lo arregla. La creación artificial de derechos insostenibles en el Estado, como esos de que se debe de garantizar gratuitamente educación, salud, transporte o trabajo y vivienda dignos, es un cuento chino que muchos aceptan como catecismo de fe, sin reparar que hay que contar con la infraestructura adecuada -humana y material-, y sobre todo pagarlos. Así que en la mayor parte de los países -desarrollados o no- la queja es que no existen tales servicios -que se han vendido como derechos- o que cobran demasiados impuestos y no queda dinero para vivir, justamente porque hay que pagar los “derechos” anteriores. Se entra en un círculo vicioso en el que cada vez se exigen más cosas gratuitas, y disgusta pagar para tenerlas  porque el político, y esta es la segunda razón, cobra -y mucho- por la inoperante gestión de esa forma de vida estafadora que promueve el estado benefactor. Además, al cobro hay que sumarle soborno, chantaje, comisión o cualquier otra forma de corruptela, lo que multiplica el gasto. Personajes como Petro, Boric, Trump o Bukele ofrecen soluciones distintas, pero con un eje en común: son drásticas, porque no hay forma de gestionar decentemente lo público con esas ofertas electorales que hacen.
Por si no fuera suficiente el tema doméstico, la migración, tanto en la Unión Europea como en América es otra cuestión por considerar. En Europa y América se genera un importante choque étnico-cultura Sur-Norte, con el agregado racial y religioso del viejo continente que lo diferencia. Quienes han “construido” una forma de vida no están dispuestos a que otros vengan a cambiarla sustancialmente, aunque necesitan a “esos otros” para que la dinámica económica pueda seguir manteniendo la forma de vida, lo que vuelve a genera un círculo de interdependencia de agrio sabor.
La lucha por el poder de las grandes potencias también se hace sentir en el ambiente. Desde la geopolítica norteamericana, europea y rusa, hasta la geoeconomía china, y el soft power de todas ellas, inciden por todo el mundo y generan espacios de fricción y de posibles “intercambios” a futuro: Taiwán, Ucrania, Siria, Centroamérica y otros lugares, son tutelados por unos y reclamados por otros, en un afán de lograr una mejor posición en la tablero de ajedrez mundial.
Vivimos en un mundo complejo y complicado similar al de hace un siglo, en el que se desencadenaron dos guerra mundiales, y agreguemos que la mayor parte de sus habitantes han nacido en el presente, sin tener noticias siquiera de dictadores, del mundo de la postguerra y de la Guerra Fría. Si la polemología tiene razón entramos en la antesala de acontecimientos bélicos preocupantes.