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lunes, 28 de agosto de 2017

Dulce pero errada venganza

Todo obedece a una estrategia de delincuentes detenidos por delitos muy graves      
            
La semana pasada fue pródiga en eventos: encerrona de empresarios en la Nunciatura; diputado erótico-festivo fornicando en su carro; cantiflesca actitud del vocero presidencial para explicar el viaje presidencial a Nueva York; solicitud de antejuicio contra tres exsecretarios generales de partidos políticos (UNE-LIDER-FCN): Orlando Blanco, Roberto Villate y Jimmy Morales, y el domingo -de madrugada, con premeditación y nocturnidad- la decisión presidencial de declarar “non grato” a Iván Velásquez.
Entre suposiciones y ausencia de razones, el Presidente resolvió explicar los motivos de su resolución. No tenía que hacerlo -según dijo- así que gracias por su gentileza democrática hacia quienes representa y pagan su salario. Cómo un acto de lealtad a la patria y por haber sobrepasado sus atribuciones al presionar al Congreso, fue la justificación para decretar la expulsión del Comisionado. De haber sido así, y no un berrinche oportunista por estar señalado de cometer un delito -al igual que su hijo, su hermano y diputados de su partido- debería haberlo manifestado hace tiempo, pero en Naciones Unidas no hay queja alguna del actuar del jefe de la CICIG.
Me parece que todo obedece a una estrategia de delincuentes, detenidos, huidos, en busca y captura o temerosos de ser descubiertos. Muchos de los escapados o internados en prisión es posible que jamás regresen a sus casas porque las condenas que se avecinan, en función de lo mostrado, pueden ser de por vida. Por tanto, únicamente cabe subvertir el orden. Es decir, dar un golpe de estado técnico para librarse de sus perseguidores judiciales. De esa cuenta, y con colaboración de ciertos golpistas que hacen videos, usan las redes sociales o tergiversan artículos de la constitución -amén de otros de similar calaña- decidieron actuar primero en Washington haciendo lobby y ahora aquí, animando al Presidente, que es parte del grupo de sindicados -al igual que miembros de su familia- a seguir ese miserable guión. Una ley de punto final es lo que persiguen y dejar la corrupción olvida lo que pretenden.
Se podrá o no estar de acuerdo con Iván Velásquez, achacarle diversos errores o incluso posicionarlo en un determinado sector del espectro ideológico, pero esto que ocurre es un intento golpista sustentado en la venganza y en el interés por no seguir limpiando el país de delincuentes. No hay que darle muchas vueltas al tema. Estén atentos al Congreso y cómo botarán el antejuicio.
En medio de este lodazal, se encuentran atrapados millones de ciudadanos honestos que deben tomar cartas en el asunto antes de que un grupito de descerebrados retome nuevamente el control del país y continúe con cooperachas, líneas, puertos, aeropuertos, carreteras, medicamentos, construcciones, sindicalizaciones y otros formas de robar fondos públicos. De momento, la Corte de Constitucionalidad ha puesto un alto temporal cuyas bases algunos cuestionan y otros justifican. Cualquiera que sea la decisión final, hay que asumir el destino más fieramente que en 2015, porque ahora se sabe de algunos que están detrás. Es momento de convertirse en ciudadanos de tiempo completo y decir no a la ruptura del orden, a la manipulación de la justicia ni a la protección del crimen organizado.

El país se salva o se pierde en las próximas semanas y seremos parte de esa historia. Se pudo con  Baldizón y con el PP, ahora, a la tercera, seguramente vaya la vencida para derrotar a criminales profesionales. Es un duelo por el que hay que pasar si queremos cambios, pero el país se lo merece. Luego, no nos quejemos.

lunes, 21 de agosto de 2017

El sistema en jaque

                        
El sistema penitenciario es un desastre del que nadie quiere ocuparse

Continuamente se conoce de jueces que permiten el ingreso en prisión de ciertos utensilios: televisores, microondas, refrigeradoras, etc. Ahora se ha sabido que tanto Daniela Beltranena como Anabella de León han salido -o lo hacen periódicamente- a visitar a sus familiares. La primera de ellas, regreso de su última visita “con olor a licor”. Por si no fueran suficiente, un juez autorizó a solicitud del Sistema Penitenciario y con el beneplácito del INACIF, el traslado de un peligroso reo al hospital Rooselvet. Su violenta liberación ocasionó la muerte de siete personas, varios heridos y el pánico general. Todo eso merece una seria reflexión sobre el sistema, las autorizaciones, la responsabilidad de las instituciones y la nula cooperación interinstitucional.
Un preso como el huido, no debería haber sido conducido jamás a un hospital salvo para una extrema urgencia. Hay clínicas móviles capaces de atender a los detenidos en el lugar en que están internados. Si además lo fue para una extracción de sangre y únicamente iba custodiado por tres guardias, la insolencia se torna irresponsabilidad muy grave.
El sistema penitenciario es un desastre del que nadie quiere ocuparse. El asesinato en prisión de Byron Lima dejó en entredicho la inteligencia penitenciaría y el desmadre allí existente, especialmente al analizar las armas y explosivos que se introdujeron y cómo, según el MP, ocurrieron los hechos. Las autoridades encargadas deben prestar atención a lo que hacen, pero sobre todo asumir la responsabilidad en el desempeño de su cometido. Eso de autorizar alegremente salidas a hospitales o conceder ciertos privilegios debe pasar a la historia.
Quizá el problema radique en la organización. Si se han abierto fiscalías especiales para casi todo, creo que un organismo de vigilancia y supervisión del sistema penitencio, integrado por jueces, funcionarios de prisiones y delegados de la PDH, se hace necesario. Lo ideal sería que la dirección de cada centro de detención fuese colegiada e integrase representantes de las instituciones citadas. Ninguna orden de salida o ingreso debería cumplirse sin autorización de ese órgano. Se entiende fácilmente: la dirección colegiada es más difícil de corromper, promueve más debate antes de adoptar una decisión y visualiza los problemas de forma integral ¿Por qué no se hace?, pues porque no hay voluntad de cambiar lo que hasta ahora ha sido una mezcla de “patito feo” y “negocio productivo”, explotado por muchos e ignorado por no menos.
Someter a control al 10% de reos que representan aquellos que pertenecen a pandillas y a organizaciones criminales, no debería ser un problema, pero hay que tomarse las cosas en serio. El error fundamental en el planteamiento, y la consecuente “complejidad” para resolverlo, estriba en pensar que hay que crear algo integral que permita la reinserción social del detenido. La forma de abordar el asunto puedes ser mucho más simple y pasa, posiblemente, por aceptar que el sistema penal primordialmente -o de forma única- sirve para aislar de la sociedad al infractor y recluirlo por el tiempo que la ley determine. Lo demás -la reinserción- debe ser producto de la actitud de aquel y no obligación estatal. Definir el origen de lo que hay que hacer, genera soluciones más ágiles y simples. Mientras en USA la ciudadanía no se cuestiona la detención y aislamiento del Chapo o ha dejado de debatir sobre Guantánamo, aquí queremos “salvar” a reos mientras nos asesinan cada vez que pueden.

No es necesario activar la pena de muerte sino el sentido común, posiblemente algo mucho más difícil ¡Despertemos de una vez!

lunes, 7 de agosto de 2017

Con El Taquero haz tacos

El Taquero no ha heredado el poder que supuestamente lograría

Si un servicio de inteligencia, o un conspirador eficiente y profesional, tuvieran que haber elegido a alguien para asesinar a Byron Lima, hubiese sido, sin duda alguna, a El Taquero. Un personaje condenado a más de 800 años de prisión es el protagonista perfecto para no importa que escena de riesgo. No tiene nada que perder, cualquier cosa le puede servir para mejorar las condiciones de vida que le esperan en la cárcel hasta su muerte y no importa que culpa o acción se le endilgue ya que será abalada por una sociedad que rechaza contundentemente a esos personajes.
El Taquero, por su parte, sabía que con Lima en prisión tendría siempre un competidor, un contrincante. Alguien con quien convivir en condiciones de desigualdad, lo que no le permitiría la libertad de acción a que aspiraba para acomodar su triste futuro de ocho siglos de condena. De esa cuenta, cualquier oferta para hacerlo desaparecer sería bienvenida porque se podían matar -nunca mejor dicho- dos pájaros de un tiro: anular la competencia y quedar bien con quienes ordenaban el “servicio”.
Si se acepta que los señalados fueron capaces de introducir las armas y los explosivos sin ayuda externa y que se pudo asesinar a Lima y diez de sus guardaespaldas -con solo dos bajas del contrario- amén de desaparecer las armas, cambiar los cadáveres y obviar cuatro informes de inteligencia que avisaban de ello, resulta que deberían disolver la unidad de investigación policial y contratar a esos delincuentes que fueron capaces de burlar el sistema por meses y actuar con una precisión difícilmente igualable.
El caso Lima terminará, seguramente, en igual nivel en el que se dio por finalizado el de monseñor Gerardi. Es decir, con la detención de los “autores materiales” del crimen pero no los intelectuales, y será percibido -lo es ya- con la desconfianza de la solución que dieron al caso Rosenberg o con la imperceptible crítica a la nula investigación en el caso Musa ¡Cosas veredes -repetidas- amigo Sancho!
Lima era odiado por muchos. La administración del PP dejó claro quienes eran y qué perseguían. Conocía información detallada de tumbes de droga, asesinatos de narcos y apoyo al crimen organizado por parte de políticos y “amigos” de antaño. Tenía enemigos por doquier y no debe descartarse de la investigación una estrategia externa de buscar como amigo al enemigo de mi enemigo. Parece ser que El Taquero y sus “tigres” fueron quienes asesinaron a Lima, pero de apretar el gatillo contra un personaje muy protegido -y condenarse a muerte desde ese instante por los seguidores de Lima- a planificar una operación de eliminación de alguien que sabía demasiado, controlaba prisiones y podía hacer imposible la vida a muchos que hoy están dentro, hay un abismo a cuyo fondo parece que no llegará nunca la justicia. Es posible que los capturados por el asesinato de Byron Lima y otras personas, no sean más que autores intermedios. Por el grado de perfección y consecuente planificación con qué se ejecuto, pareciera ser que hay autores intelectuales de mucho mayor nivel y sofisticación.
Pero, si se “superó” el caso Gerardi, este no lo será menos. Ya cuenta con investigación aclaratoria, culpable, modus operandi y causas. Se detalla como se asesinó Lima pero no convencen las intenciones porque El Taquero no ha heredado el poder que supuestamente lograría ¿Entonces para qué lo hizo? 
Fin del acto ¡A otra cosa mariposa!