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lunes, 20 de enero de 2014

Harina de “Otto” costal


Panem et circenses

La agresión de que fue objeto la vicepresidenta es un hecho condenable, deleznable y vil. No hay razón para agredir a nadie, salvo la legítima defensa y este no es el caso. Incompresible que dos jóvenes -casi niñas por sus relatos abiertos e infantiles- lancen cal a la señora Baldetti, aunque la afrenta del ataque no debe centrarse en la personalidad sino en la persona, en el ser humano, para no escapar de la esfera individual y magnificarse en la política.
Dicho lo anterior como antesala de claridad, es preciso hacer otras consideraciones. La primera es la indignación pública, algo que hay que reconocer pero criticar al mismo tiempo. Si el ciudadano medio dedicara una milésima parte de atención -y preocupación- hace años que deberíamos estar en la calle protestando por la agresión a decenas de personas y el asesinato diario de entre 15 y 17. No es de recibo la actitud efusivo-hipócrita de muchos que sancionan lo ocurrido (que es muy condenable), pero se abstraen con delitos muchos mayores y significativos. Tampoco lo son las exclusivas declaraciones de políticos y ciudadanos “notables” sobre un hecho lamentable y delictivo, cuando se sustraen de su presencia y opinión en temas infinitamente más graves. Es motivo de reflexión la “doble moral” que nos impide ver las cosas en su justa medida. Del pesimismo extremo pasamos al optimismo radical, sin tener tiempo de detenernos en el realismo entusiasta que analiza las cosas equilibrada y objetivamente.
Sorprendentes las inmediatas (casi fugaces) declaraciones del Ministro de Gobernación y del propio Presidente identificando a los autores y promotores intelectuales del hecho, señalando al instante a Karlos De León -“dirigente estudiantil USAC (AEU), antiguo UCN y pistolero en fotos de facebook- y a LIDER, lo que revela un sistema de inteligencia muy eficiente -para algunas cosas- o una comparecencia mediática poco meditada que puede traer consecuencias indeseables, como la reacción del partido político indicado o alguna querella de los designados. Veremos como evolucionan los acontecimientos.
Esto de lanzar cosas a los políticos no es nuevo ni exclusivo. El señor Bush sufrió un intento de zapatazo, más contundente quizá por ser hombre, lo que tampoco justifica el hecho. Cuando se actúa de esa forma, es preciso meditar sobre el momento político-social nacional. Lo que tanto indigna ahora ocurre frecuentemente en el interior. Terroristas disfrazados de manifestantes que asesinan a soldados (Barillas); delincuentes que queman maquinaria o linchan a personas; “activistas” pagados que machetean a honrados ciudadanos que va a trabajar porque se oponen a ciertas empresas, etc. Si las ordenes de aprehensión y captura se cumplieran en su momento, es posible que habría un mejor clima de certeza jurídica y de que las acciones tienen consecuencia. En esos casos citados (y muchos otros), la transa -política o judicial-, el pacto, la negociación y los intereses de grupos estuvieron por encima de la justicia y, a la larga, el reflejo se proyecta en otros escenarios. Quizá este sea uno de ello.
La lección a aprender es trascendente. Hay que asegurar el cumplimiento de la leyes, sin importar dónde ni a quienes. La seguridad esta mal y ni decenas de guardaespaldas libran de agresión ¿qué será de quienes no tienen ninguno o donde no hay PNC? Por último, pasar la noche en un hospital del IGSS hubiese sido un buen ejemplo de coherencia política. Estamos mal y cerca de violencia más extrema. Si cada crisis es una oportunidad, ¿será que con esta aprenderemos algo? 

martes, 14 de enero de 2014

Política y periodismo


La libertad no es la licencia para realizar cualquier cosa (Gandhi)
Imprescindible escuchar al gran Paco Pérez de Antón explicar porqué el periodismo no debe de denominarse el cuarto poder, más bien ser el contrapoder. Cuando el ejercicio periodístico se hace desde tribuna privilegiada, con fuero especial e ínfulas de soberbia, se distancia de la crítica, del comentario, del análisis y hasta de la racionalidad, y se convierte en un vehículo para enfrentar otras formas de poder, generalmente el político. La deontología profesional desaparece y lo importante es el fin, justificándose indebidamente el uso del medio. Del otro lado, el político también puede ver al periodista como un poder en competencia y normalmente no gusta de las evidencias que presenta de su labor, ignorando opiniones, reproches y comentarios o intentando silenciar a quienes constatan corrupción, malas prácticas o ineficiente gestión.
Cuando el objetivo de ambos es el poder, se genera confrontación artificialmente justificada en múltiples aspectos que maquilla el auténtico fondo del problema: el dominio. Florece el maquiavelismo y el fin pretende justificar los medios. De la parte mediática se agudizan rumores y mentiras; se promueven insultos e injurias; se utilizan anónimos y se magnifican actuaciones. Pocas veces se aportan pruebas y la “credibilidad” de la que goza el medio o la persona -o el corporativismo- es suficiente para generar una ola (una bola) que termina siendo creída por muchos. La ética y la deontología se obvian y la libertad de expresión es esgrimida como justificante de cualquier barbaridad. La parte política, no es ajena a todo esto. Promueve normas (Argentina, Ecuador, Cuba, Venezuela…) limitantes de la propiedad de medios o censuradoras de información. Cierra televisiones y periódicos o persigue a periodistas hasta imponerles multas desorbitadas o despojarlos de sus propiedades o empresas. También manipula a jueces o fiscales para que las sentencias sean ad hoc y en nombre del respeto, la intimidad o la esfera privada, justifica atrocidades jurídicas insostenibles en un Estado de Derecho.
En el fondo sobresale una rama filosófica esgrimida por ambos y olvidada a la vez: la ética. Ni político ni periodista la practican. No es ético determinado comportamiento cuando obedece a intereses personales o de terceros o se deja llevar por la pasión. Tampoco lo es pretender justificar actuaciones sobre la base de principios caducados, marcos legales inconsistentes o presión a terceras personas desde el poder. Si ambos fuesen éticos, correctos y ajustados a principios nobles, la discusión se centraría en comprobar, demostrar o desmentir las irregularidades denunciadas en lugar de pretender eliminar al mensajero. Falta mucho para llegar a comprender ese simple postulado.
Los medios de comunicación deben de ser el contrapoder y evidenciar con racionalidad, veracidad y consistencia los excesos del poder político. El trabajo, sin pretender que sea objetivo, tiene que ser profesional, imparcial, ajustado a parámetros deontológicos y alejado de intereses personales. No se trata de apostar por uno u otro sino de practicar valores y buscar el necesario equilibrio de interés en beneficio de todos. Los derechos individuales no pueden priorizarse (error frecuentemente cometido). Todos tienen el mismo estatus y hablar de libertad de expresión significar respetar con la misma fuerza y energía el resto de derechos. Sin embargo y lamentablemente, estamos alejados de ese punto de equilibrio y cada quien tira para el lado que más mueve su conciencia, sus intereses o sus particulares objetivos. La emotividad se impone a la racionalidad y no avanzamos mucho ni en la dirección correcta.

lunes, 6 de enero de 2014

¡522, y sumando!


El que se pone puntillas, difícilmente puede sostenerse derecho
Comenzó 2014. Los buenos propósitos y las intenciones más loables estarán seguramente presentes en la mente de muchos. Nada será posiblemente nuevo y muchas cosas habrán sido rescatadas del pasado año o de algunos anteriores. La alegría invade el momento y la felicidad de conseguir lo deseado crea una especie de cataratas cerebrales que allá por junio -o incluso antes-, desaparecerán y desvelarán la realidad eludida desde hace años, salvo para optimistas enfermos tan ciegos ahora como antes. En discursos y reuniones se continuará escuchando aquello de los “500 años de conquista”, frase justificadora de apatía y conformismo que traslada la culpa a otros, cinco siglos después. Los políticos prometerán nuevas cosas -o las de siempre maquilladas- y se les creerá de nuevo, en un juego circular-anual que permite la sobrevivencia de aquellos y justifica nuestra particular relajación de conciencia y  responsabilidades.
Poco será nuevo en 2014, salvo que hagamos algo diferente. Se presenta un año de picos de inestabilidad y conflictividad. La presión fiscal aumentará un 1% el ISR, lo que dejará menos liquidez en economías domésticas; la elección de magistrados, fiscal general y otros, continuará siendo un burdo mercado de influencias cuyo tema central será -algo habitual- subastar la depredación de lo público, por todos conocida y admitida; la Constitución -que algunos no desean cambiar- continuará siendo el texto perfecto para sustentar la prostitución política, sobre ilusas justificaciones promovidas por grupos de poder que pretende conservar el estatus quo monopólico; los sindicados continuarán robando con los denominados “convenios colectivos” firmados ocultamente con políticos inescrupulosos; los candidatos a las elecciones 2015 promesas incumplibles y solicitud de favores que devolverán a costa de ciudadanos honrados que apenas levantan la mirada para observar impertérritos el actuar de esos depravados; la monopólica USAC promoverá su discurso colectivista sin aclarar cómo gasta el dinero de todos o juega a la política, razón principal antes que la enseñanza….. No hay que ilusionarse con 2014. Será un año como otros en el que aparecerán optimistas enfermizos pregonando que en este país de la “eterna primavera” todo se puede, mientras invierten y guardan sus ahorros en Miami porque no creen lo que pregonan. Y todo eso ocurrirá a costa suya, de su trabajo, de su dinero, de su esfuerzo.
La herencia para nuevas generaciones será un conjunto de mediocridad y frases quejumbrosas que justifican no hacer lo preciso en situaciones complejas. Las variables son muy simples: podemos y somos capaces, pero carecemos de voluntad. Si sobrevive a 2014 y no es asesinado, mutilado, asaltado, baleado o desempleado, podrá echar la culpa a los 523 años de conquista y opresión de los pueblos o a cualquier otra sandez que mimetice la incapacidad para enfrentar los retos del país con decencia, honestidad, seriedad y contundencia. Deje de hacerse promesas, comience a actuar y a hacer los cambios que se requieren para no caer en el agujero al que nos llevan precípitemente los criminales habituales disfrazados de políticos, de campesinos, de oenegeros, de empresarios, de intelectuales, de luchadores por los DDHH o de funcionarios nacionales e internacionales. Si queremos una mejor patria, un mejor año, una mejor vida, subámonos los pantalones que nos bajamos hace tiempo y levantemos la cabeza, en lugar de quejarnos o de pedir perdón. De lo contrario, el “fíjese qué” de los mediocres seguirá siendo la entonación más inteligente que podrá pronunciar/escuchar en estos más de trescientos días venideros.

jueves, 2 de enero de 2014

Ustedes


Inspirado en un monólogo de Moncho Borrajo Domarco
Señoras y señores diputados; políticos en general. Cerramos 2013 como otros anteriores: de forma deprimente. Ustedes se creen por encima de todo y de todos. Se reparten a trozos el pastel de la patria que les vio nacer, arrogándose un derecho del que carecen y que nadie les delegó. Casi todos ustedes abandonaron hace tiempo el honor, la dignidad, la ética y valores similares, y se lanzaron a saquear cuanto se cruza en su camino, sin vergüenza, sin bochorno, sin que la conciencia les truene siquiera un poco, en estas fechas entrañables o en cualquier otra. Se sienten superiores y más listos que nadie, y al final del día les importa un carajo lo que ocurre en el país que no redunde directa e inmediatamente en sus bolsillos, en su futuro o afecte al club de amigos con el que comparten malas mañas o a quienes deben favores. Se tapan unos a otros mientras roban, estafan o defraudan, sin que ninguno haga la diferencia y decida dar ese paso digno que evidenciaría cuánto dilapidan y qué es realmente lo que hacen desde sus puestos. Son unos inmorales que juegan con la ilusión de las personas, con la muerte, con la estabilidad, con el futuro de muchos y con el desarrollo del país. No importa donde estén: ejecutivo, legislativo o judicial. Hasta el alcalde más humilde se afana por sumarse a ese grupo que cuenta con privilegios, facilita el chantaje o exige soborno.
Muchos de ustedes han aprendido, casi sin asistir a la escuela, lo suficiente para conformar un ejército destructor del país, y de la política. La vivacidad les ha servido para posicionarse y desde los más pequeños estamentos admiran y aspiran a ser como los “grandes” ¡Son deplorables!, y les faltan diariamente al respeto a una sociedad que confió en ustedes y en el modelo de democracia surgido tras años de cruel conflicto. Si hoy se volviera a votar -y la manoseada Ley Electoral no estuviera hecha para hegemonizar partidos monopólicos- muchísimos, seguramente, no serían reelegidos. Llevan años viviendo de nosotros, promoviendo la enseñanza estatal y la sanidad pública, pero envían a sus hijos a colegios privados y suscriben seguros específicos de salud, pagados también por virtuosos ciudadanos trabajadores ¡Ni siquiera creen en lo que hacen!
Pretenden imponer cuotas y normas machistas ¿Quiénes son ustedes para determinar cuantas mujeres pueden o deben estar en política? Algunos no son nadie, de hecho ni siquiera saben hacer otra cosa y cuando dejen la política posiblemente no encontrarán un trabajo honesto. Por eso necesitan medrar, mientras la ciudadanía trabaja honradamente para cubrir su ilimitada voracidad ¡Demasiados entre ustedes no sirven para nada!, aunque osan insultarnos con su conducta, sus desmanes, sus mañas y sus sucios negocios. No se puede engañar a todos todo el tiempo y llegará el día en que el ciudadano pasivo, relajado -incluso cobarde-que calla sus felonías, los pongan en su sitio porque todo se hincha. No hay derecho que bajo el paraguas de esta manoseada democracia, ultrajen, roben, coloquen descaradamente a dedo a sus hijos o familiares en puestos altamente retribuidos y dejen morir a compatriotas, mientras comen y beben hasta reventar, o gastan sin medida. Cuando abandonen este mundo no podrán llevarse nada, tampoco pasarán a la historia, y cargarán con su deshonor. Creo que 36 años de conflicto fueron suficientes para que ustedes lo reaviven diariamente con su conducta deshonesta. Contribuyo a pagar su salario y no era justo acabar el año sin mostrar mi indignación, que es la de muchos.

Padres y Navidad


“Los hijos abandonan un día la infancia, pero los padres nunca dejan la paternidad."
La Navidad rememora el nacimiento de Jesús. Excelente momento para reflexionar sobre muchas cosas habituales, pero también sobre otras que normalmente se dejan de lado. Jesús nació porque tuvo padres, responsables, realidad poco debatida. La pareja se mantuvo unida a pesar del grado de desconfianza que supuso aceptar la paternidad divina. Lejos de abortar o extrañar, especialmente José decidió reconocer y aceptar a un hijo del que no era progenitor biológico. Huyeron de su ciudad al sentirse perseguidos para salvarlo y, finalmente, fue educado, protegido y ayudado a crecer hasta los 33 años, en que murió, mientras su madre estaba al pie de la cruz. La sociedad de la época era mucho más pobre y machista que cualquiera de las actuales y la mujer estaba ausente de la vida pública; el hombre tomaba la mayoría de las decisiones.
Los antecedentes vienen a cuento porque de aquella responsabilidad ancestral, pasamos a una preocupante cesión de obligaciones y proteccionismo estatal irresponsable. El apoyo a la mujer y a sus hijos, pasa por proporcionarles ayuda económica o alojamiento estatal, sin perseguir contundentemente al padre que abandona, maltrata o no cumple con su parte del compromiso. Aceptamos gustosamente que el estado también ofrezca escuelas y sanidad públicas, porque es más fácil delegar esas funciones en un ente inoperante y descargar la conciencia propia, que hacernos cargo de nuestros hijos y asumir las correspondientes gastos y responsabilidades. Algunos “papás” suspenden la pensión alimenticia a partir de los 18 años -mayoría de edad- aunque es momento de asistir a la universidad o buscar un trabajo y suele ser la madre quien se hace cargo de ellos, culpa del autismo paterno.
La concepción de los hijos -salvo casos muy puntuales- es un proceder consciente de ambas partes, aunque no siempre aceptado después. No se trata de un acto de fe, como fue en aquel milenario momento, sino de una realidad que luego se quiere desconocer y hasta destruir. No hay excusa ni pretexto, aunque cada quien busca interesadamente como justificase. También hoy en día, en esta sociedad machista, es la mujer la que carga con la mayor parte de la responsabilidad del cuidado de los hijos, y el hombre el que debe ir asumiendo progresivamente deberes que hagan del proceso un acto compartido, o equilibrado si se desea. Nadie enseñó a aquellos padres a formar un buen hijo y eso no ha cambiado mucho. No creo en libros o fórmulas para llegar al éxito. La crianza es algo que se aprende con la práctica y obedece a una compleja matriz en la que, por lo menos, están los dos padres, el hijo y el entorno inmediato de los hermanos, cuando no otros familiares que también inciden, además de amigos, conocidos, experiencias vividas, etc. El éxito se sustenta en trabajo y dedicación, y otro tanto de suerte y de incidencia de aspectos biológicos y emocionales que escapan a nuestro común entender.
En estas fechas que celebramos la natividad de Jesús, quizá sea bueno extender la reflexión a la paternidad y maternidad responsables y tomar conciencia de los compromisos que se contraen con los hijos y cuál puede ser la ruta del éxito, sin que necesariamente nada la asegure. Si se pudo hace mas de 2 mil años, no está permitido renunciar ni dejar en manos de otros -menos del estado- nuestros deberes. Asumido el compromiso, únicamente queda ejercerlo con entusiasmo, paciencia, sabiduría y pasión ¡Feliz Navidad!