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lunes, 28 de octubre de 2019

Gabinete de seguridad 2020

Considero que ha sido un puntapié, un  pulso al Vicepresidente, un desplazamiento -o negación- de su autoridad

A principios del presente mes, en una entrevista en el programa ConCriterio TV, el Presidente electo dijo que no quería revelar los nombres de los designados para el Ministerio de Gobernación porque pensaba que las particularidades del puesto los ponían en riesgo y había decidido protegerlos guardando silencio. Me pareció una medida razonable y sensata, y así lo manifesté en su momento, y lo sostengo ahora. Sin embargo, algo más de dos semanas después, se publica un video desde El Salvador, en el que se revelan los nombres de prácticamente todo el gabinete de seguridad, y no lo hace el Presidente ni el Vicepresidente que estaban de viaje, sino un asesor del partido VAMOS que presentó a las autoridades electas para la próxima administración.
Si el gabinete de seguridad se vio sorprendido por los videos que visiblemente les estaban tomando y “no advirtieron” que los publicarían -y con ello daban al traste con las precauciones mostradas por el Presidente Giammattei- líbrenos Dios de la capacidad que puedan tener para abordar temas más complejos relacionados con su función. Si lo hicieron a propósito con autorización presidencial, y desde el país vecino, me parece una absoluta falta de cortesía para con los ciudadanos guatemaltecos, y especialmente con sus votantes, además de dejar de observar lo que había declarado dos semanas atrás en televisión. Pero, si se filtró sin que lo supiera porque alguien decidió hacerlo así, me parece muy peligroso y es necesario hacerlo notar y analizarlo.
Sin inclinarme -de momento- por ninguna de las tres opciones, me llama la atención que en esa reunión con autoridades salvadoreñas, no presentará el gabinete la máxima autoridad asistente: el Ministro de Gobernación designado y en cambio lo hiciera un asesor del partido: el general Dedet. La única conclusión lógica -reforzada porque además se encontraban en un ambiente con mayoría de exmilitares- es que quien realmente mandaba allí era el vocero y no el ministro designando ¡Comienzan las preocupaciones!, porque en el actual gobierno también estaba detrás, en la sombra, el coronel Ovalle, ahora huido, o actualmente permanecen otros ¿Una nueva isla de poder en el gobierno electo?
Además, el general Dedet, que se eroga la autoridad, dice al inicio de la presentación: “… yo soy portavoz del señor Presidente electo, me ha designado como coordinador de la transición de gobierno…”, y nos hace ver que andábamos confundidos porque días atrás ese cometido le fue asignado al Vicepresidente Castillo, según explicaron -y entendimos- ¡Otra preocupación!
De esa cuenta, pareciera ser que la opción más viable de las arriba indicadas es que un grupo de personajes en la sombra han tomado la iniciativa y evidenciado que, en seguridad, tienen el poder real aunque otros tengan el formal. Considero que ha sido un puntapié, un pulso al Vicepresidente, un desconocimiento -o negación- de su autoridad, y han puesto al Presidente en un brete al obligarle a tomar postura ¡Mal seguimos!
El Ministro de Gobernación es una persona en la que confío y de la que espero mucho; del resto habrá que ver cómo actúan. De entrada no me convence en absoluto que en el gabinete presentado haya personajes cercanos -o fundadores- de ese grupo de fracasados y golpistas que integran cierta fundación. En todo caso, esperemos que no descarrilen como ese tren en que viajaban el alcalde electo y el Presidente guasón. Recordémosle al señor Giammattei que no buscar la excelencia -la chambonería- siempre se termina poniendo en evidencia, y en política, además, se pagan las consecuencias.

lunes, 21 de octubre de 2019

Entre México y Puerto Rico

De lo que poco se habla es del contenido machista, violento y sexualmente denigrante de las letras de sus canciones

Casi sesenta años separan a don Chente (Vicente Fernández) de Benito Antonio (Bad Bunny) y, en ese amplio intervalo generacional, nacieron el Potrillo (Alejandro Fernández) y el Sol de México (Luis Miguel). A pesar de la diferencia de edad entre ellos, pregonan lo mismo y son amplia y calurosamente aplaudidos por exaltadas multitudes. Frases como: “Te mire, estabas tan bonita tan sensual”; “Al ras de tu escote, tu lunar, Ayyy hay amor”; “Porque quieras o no, yo soy tu dueño; “Te vas porque yo quiero que te vayas”; “No hay mujer en este mundo que pueda resistirse a los detalles”; Tiene un culito ahí que le acabó de textear”; “Ella es una diabla, bla-bla-bla o “Se trasforma en la cama, ma-ma-ma”, forman parte de sus canciones ¡No de todas afortunadamente!
Visten el ceñido traje típico mexicano -con o sin pistola al cinto, pero siempre con sombrero-, se presentan con elegancia formal -como Luisito- más propia de los años 40 que del siglo XXI, o con vestimenta casual del conejo malo, aunque guste de Gucci. Los más veteranos entonan gorgoritos melódicos, empalagosos, fuertes y entonados, pero también se oye el “yeh, yeh, yeh” que usa hasta el empacho el más joven de ellos. Son aplaudidos por multitud de hombres y mujeres alrededor del mundo que corean las letras de sus sones y no hay grupo etario que no esté representada en sus conciertos, además de despertar sorprendente fogosidad, generalmente femenina. Y es que hay cosas que permanecen en el tiempo y apenas cambian, porque el fondo continúa idéntico.
No se habla del contenido machista, violento y sexualmente denigrante de algunas letras de sus canciones y se consiente pasivamente porque pareciera ser políticamente incorrecto criticar el arte canoro -histórico, tradicional o moderno- de esos hombretones. El control sobre la mujer, el menosprecio y el uso -y abuso- sexual, se muestran implícita y explícitamente en coplas que pasean por escenarios mundiales mientras los asistentes gritan enardecidos o tararean la tonada, sin percibir que, en definitiva, contribuyen a una especie de linchamiento musical. 
No veo en redes -¡no me culpen de ello!- una mínima crítica de esas actitudes de hoy, de ayer y de siempre, que se siguen promoviendo sin importar la edad, el estrato social o el género. En estas cuestiones todos estamos más o menos igual, pero de jodidos. Los movimientos feministas y otros grupos ruidosos por cualquier cosa -excepto Paquita la del Barrio que salió igual de ofensiva- callan o bajan la voz porque guardar silencio es más conveniente, cómodo y evita confrontaciones. Me sorprende muy negativamente que jóvenes, educados en un entorno unisex, gusten de modas que presentan a la mujer de forma chabacana, utilitarista y ramplona, y entonen constantemente ciertas estrofas como poseídos ¿Entenderán el contenido? 
Tuve la mala suerte de soportar “a la fuerza” una intensa sesión de Bad Bunny -quizá el próximo Nobel de literatura- en la que comprendí lo de “bad” -lo de bunny me lo deben-, no solo por el ritmo monótono sino porque eso de “yeh” repetido después de: “Tú sabe' que eres mía, mía. Tú misma lo decías cuando yo te lo hacía”, me parece chanflón y grotesco. Por tanto, en cuanto pude cambié la emisora para escuchar: “Amigo qué te pasa, estás llorando. Seguro es por desdenes de mujeres. No hay golpe más mortal para los hombres. Que el llanto y el desprecio de esos seres”. 
Y es que puestos a maltratar, nada como lo clásico, lo de siempre, y con mariachis. No hay que perder el glamur, ¡antes muerto que sencillo!

lunes, 14 de octubre de 2019

Dilemas jurídicos permanentes

Continuamente se presentan situaciones en las que se toman decisiones que para nada mejoran escenarios venideros

Servido está el plato fuerte de la temporada en el escenario nacional. Un grupo de juristas señala a la CC de extender la función de ciertos magistrados que deberían haber terminado el cargo para el que fueron nombrados. Otro, ve con buenos ojos la ampliación porque de lo contrario nos quedaríamos con vacíos en el sistema judicial y, además, se obviaría el cumplimento de la ley relacionada con el proceso de calificación que nunca hizo el Consejo de la Carrera Judicial. Un dilema del que, como en todos, es difícil elegir sin frustración.
No es la primera vez que se llega a ese punto de fricción. De hecho, somos expertos en atorarnos en callejones sin salida porque prestamos más atención a lo urgente que a lo importante; valoramos más la coyuntura que la planificación estratégica y no tomamos en cuenta lecciones aprendidas de otras experiencias, muchas de ellas recientes e idénticas.
La CC tomó la cuestionada decisión de aceptar la prórroga de los magistrados -a pesar de haber concluido su tiempo constitucional- porque la selección que se estaba dando adolecía del cumplimiento de una norma que “solamente” hacía dos años que se había emitido y pareciera que no fue tiempo suficiente para que se tomara en cuenta ¿Puede haber mayor dejadez? O se continuaba con un procedimiento viciado o se viciaba al prorrogar el tiempo fijado por ley. La CC -ante el dilema- optó por lo segundo sobre la base de que parece más aconsejable contar con un sistema de justicia, aunque hayan terminado en su función quienes lo aplican, que dejar de observar una norma legal que viciaba y comprometía un proceso recién iniciado.
¡Cómo nos gusta debatir en el terreno de la coyuntura! Continuamente se presentan situaciones en las que se toman decisiones que para nada mejoran escenarios venideros e inevitablemente se contaminan procesos en el futuro. Las comisiones de postulación son las que más problemas generan desde hace años pero el sistema los suele resolver a trompicones apenas unas horas antes de que emitan sus decisiones. No hay verdadera voluntad de corregir aquello que todos sabemos que está mal: la selección y posterior designación de jueces y magistrados, y se prefiere sostener batallas de última hora con la convicción de que ahí, en el inmediato plazo y en el preciso momento, se cuenta con mejores armas para vencer al contrario.
El excesivo positivismo jurídico, la indiferencia de los órganos encargados de observar la adecuada deontología profesional -el Colegio de Abogados y Notarios- y otras entidades judiciales y grupos de interés, tienen colapsado y sumido el país en una ineficiente aplicación de justicia que cada vez incide más en la falta de certeza jurídica, con las consecuencias sobradamente conocidas y visibles: carencia de credibilidad ciudadana, reducción de inversiones y caos judicial por moras y tiempos no cumplidos.
Pareciera que John Rawls no se lee en las facultades de Derecho que medianamente funcionan -que son pocas- y en las que el pragmatismo y el materialismo han vencido. Se gradúan más huizacheros que filósofos jurídicos y frente a una legión de litigantes positivistas hay pocos pensadores y juristas que aporten al debate ideas racionales sustentadas en experiencia y bibliografía. En definitiva, seguiremos con estos pleitos porque la “condición nacional” es la de estar en permanentemente confrontación sobre cualquier tema y no buscar el interés general en bien del progreso, a cuya falta aludimos pero sin intención real de buscarlo ¡Vamos, que somos un desastre!, pero que nos conformamos con serlo, y es ahí donde radica el verdadero problema.

lunes, 7 de octubre de 2019

Sobre el liberalismo

Tampoco el liberal es anticlerical, como falsamente se difunde, siendo más cierto que las iglesias, en general, sean antiliberales

Al poner especial énfasis en el individuo, hay un equivocada percepción de que ser liberal es tener un pensamiento aislado de valores, único y lineal, lo que significa la negación de la esencia de dicha filosofía. Quizá, la manera más adecuada -y completa- de abordar el tema consista en analizar el liberalismo desde, al menos, tres direcciones: económica, político-social e intelectual.
La visión económica aboga por el libre mercado y el menor Estado regulador. Libertad de producir y consumir puede ser la frase que sintetice y refleje el pensamiento. No hay que confundirlo, para nada, con el mercantilismo que algunos suelen asociar a los liberales con afán de desprestigio. Solicitar, aprobar o admitir privilegios de cualquier tipo, destruye la visión de un mercado libre y competitivo y debe ser excluido de un discurso liberal y coherente. La competencia en igualdad de condiciones y en la que se respeten los contratos libres entre personas, debe ser principios esenciales.
En lo político-social, destacan los valores asociados a la democracia -o a la República más precisamente- como serían la libertad de prensa, el respeto a la propiedad privada, la libre locomoción y la igualdad ante la ley de cualquier persona, entre otros. Desde esta perspectiva, es necesario reconocer y admitir que aún está por desarrollarse -dentro del marco general descrito- las especificidades de una sociedad plural y multicultural como es la guatemalteca. El respeto por la persona, por el individuo, pasa por comprender y aceptar las diferencias. Obviarlo, además de estar fuera del pensamiento liberal, impide asimilar la visión amplia e inclusiva y el aporte del todos los seres humanos que viven en el país. 
Desde lo intelectual, es necesario reconocer en el país libertad de pensamiento, respeto a la libertad de expresión, de conciencia y de promoción de debates que permiten contrastar ideas. La única observación es que no siempre se hace en un espacio ausente de limitantes morales, éticos o religioso que tienen todavía una especial incidencia en esta sociedad marcadamente tradicional. Las diferencias culturales generan dinámicas diferentes, aunque todas ellas tienen cabida dentro de los principios liberales. No obstante, seguimos siendo una sociedad extremadamente conservadora en la que es imposible debatir libremente temas como la diversidad sexual, la legalización de las drogas, la abolición de leyes relacionadas con el consumo de alcohol y otras que limitan el debate liberal y lo encasillan como marcadamente conservador.
Para algunos, ser liberal no significa serlo en todo: económico, político-social e intelectual, por el contrario, ciertas personas adoptan el liberalismo únicamente en alguno de esos ejes. Tampoco el liberal es anticlerical, como falsamente se difunde, siendo más cierto que las iglesias, en general, sean antiliberales porque en estructuras jerarquizadas y obedientes es difícil que encaje el pleno goce de la libertad individual. El liberalismo sin ética y valores no es entendible, aunque maliciosamente sea así presentado al contraponerlo falsamente con el individualismo que promulga. La tolerancia y el respeto al otro, la apuesta por el libre mercado y por la propiedad privada, la aceptación de la libertad de expresión, el respeto a la vida, etc., conllevan necesariamente el respeto al prójimo, la observancia de valores y la práctica de principios éticos y morales sin los cuales no es sostenible lo que se predica.
Es labor de quienes practicamos el liberalismo difundir estas cuestiones y, sobre todo, alejar fantasmas que acechan o se colocan interesadamente para embarrar posiciones que no gustan. La sensatez y valentía en la exposición de los principios, también es un valor liberal que debe empujarnos a hablar abierta y decididamente de ello.