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lunes, 26 de junio de 2017

Agrado quiere agrado

La cortesía es un gesto de dignidad, no de sumisión (T. Roosevelt)

Recuerdo hace años, una reunión en Estrasburgo en la que concurrimos varias personas para debatir la denominación de las distintas operaciones de mantenimiento de paz en español, francés e inglés. Debía estar claro el nombre, qué significaban y el alcance de cada una para que no hubiera dudas sobre los compromisos adquiridos por fuerzas multinacionales participantes ¡Un esfuerzo que valió la pena!
Viene a cuento la remembranza porque en distintos idiomas conceptos aparentemente similares pueden requerir de mayor precisión para evitar al traducirlos una interpretación diferente o bien porque ciertas sociedades no perciben igualmente el sentido de algunas palabras. Creo que “idiota” no es una de ellas.
El embajador norteamericano Robinson se despachó con el calificativo de “idiotas” a cuatro diputados. Debería saber mister Todd que un famoso manual elaborado por profesores de Harvard establece como pilar fundamental de una buena negociación el principio siguiente: “separe a las personas del problema”. De esa cuenta, la acción de los diputados podría haber sido una idiotez, una estupidez, pero no había razón -mucho menos derecho- para adjetivar así a las personas.
El mundo ha cambiado. Antes, calificativos referidos al género, la diversidad sexual, el color de la piel o incluso la discapacidad, eran utilizados para insultar o denigrar. Aquello de “no llores como una nena” realza una suerte de machismo que hoy día se rechaza, no digamos otros ejemplos seguramente más sensibles. Eso no lo ignora el señor Robinson porque ha sufrido insultos en el marco antes descrito, razón por la que debería haber sido más susceptible antes de ofender y dejar que la forma opacara el fondo.
Algunos ciudadanos consideran que efectivamente los diputados son unos “idiotas”. Sin embargo llamar idiota a cualquiera es insultante, se sabe, y la educación advierte de ello, lo que debería ser valladar suficiente. Si además esa persona es un dignatario nacional y el insulto lo hace un representante de otro estado, el nivel de insolencia incrementa por razones fácilmente deducibles. Justificarlo con ignorancia, si fuera el caso, tampoco exime de la responsabilidad y no es necesario caer en grosería petulante, de difícil excusa, si se puede hacer inteligentemente mediante el sarcasmo, la indirecta o la expresión políticamente correcta.
Hay quien lo justifica alegando que “gracias al insulto hablamos del problema”, lo que no habría ocurrido sin ese detonante. Ese es un argumento que pareciera animar a que antes de iniciar una conversación nos aventemos a mentarle la madre al otro para darle un poquito de dinamismo al debate: ¡Hola imbéciles, comenzamos el análisis del día!, podría ser -con esa lógica- el inicio de un programa radial, televisivo o incluso una sesión de clase ¡No señor!, lo incorrecto, mal hecho está, y es preciso señalarlo y no justificarlo ni acudir a los griegos para buscar el origen de la palabra y decir que ese fue el sentido que pudo darle el diplomático. Don Todd sabe lo que dijo -y reiteró- y lejos de aplaudirlo o justificarlo, hay que señalarle que el respeto que solicita -y que le ha sido negado en varias ocasiones por homófobos, racistas y extremistas- es exactamente lo que vulneró con sus señalamientos ¡Al pan, pan y al vino, vino!, o “wine” si lo queremos en inglés.
Por cierto, si en la embajada USA no dejan entrar teléfonos ni grabadoras a la reuniones, ¿quién filtró el audio de la reunión?, o será que además se hizo intencionalmente.

¡Huy!, a ver si la cosa es más grave.

lunes, 19 de junio de 2017

Sepultando a Obama

A buen entendedor con pocas palabras debería bastarle, pero somos duros de oído

El señor Trump dejó claro en campaña que desmantelaría el legado Obama, y está cumpliendo. Ha anulando el acuerdo con Cuba que, dicho sea de paso, no ha servido para mucho, al menos no para mejorar en la isla la democracia, los derechos humanos y el Estado de Derecho. La esencial criminal de los Castro es genética y la brutal dictadura seguirá asesinando hasta que desaparezca Raúl y sus adláteres, aunque esto ya se podía haber imaginado.
Los países centroamericanos, sin embargo, tenían esperanza en aquello que comenzó denominándose “Plan de la alianza para la prosperidad” y que traía consigo una millonaria ayuda norteamericana para cuestiones relacionadas con la cooperación, el desarrollo, la seguridad y otras. Los gobiernos de por aquí, pedigüeños recalcitrantes y ávidos de dinero, hicieron planes y proyectos de esos que justifican el desvío posterior y algunas ONG,s vislumbraron su futuro con la alegría de quienes ven saneadas las finanzas. Cuando mister Trump ganó las elecciones y desmoralizó a los apegados al partido del “burro” -demócratas- todavía posicionaron el mensaje aquel de: “la política norteamericana para la región no cambiará”, y con esa sencilla pero emotiva reflexión, se complacieron hasta hace poco.
La recién concluida Conferencia de Miami se alejó de la corrección y aclaró contundentemente que la política exterior norteamericana es aquella que don Donald dijo que sería. Los portavoces gubernamentales -el vicepresidente Pence, entre ellos- dejaron claro que el fin que persiguen los USA cambia el nombre de “Plan de la alianza para la prosperidad” por el dePlan de la alianza por MI seguridad y TU prosperidad, y que cada quien haga su parte. Los norteamericanos desean más seguridad para proteger su territorio y requieren que los países del triangulo norte y México vigilen las fronteras y promuevan desarrollo para contener la emigración, así todos contentos y “asociados”. Apoyarán, pero con $300 millones menos de lo inicialmente dicho, solo para que vayamos prestando atención al cambio.
Está claro -tomemos nota- que es preciso hacer la tarea pendiente y dejarse de babosadas relacionadas con ayudas, cooperación, colaboración, apoyo y sonrisas a/de la administración USA. Cada país tiene lo que se merece y aquí, que llevamos un año debatiendo -y aún sin resolver- si el alcalde Arzú debe o no presentarse al juzgado, tenemos lo nuestro. Allí, un juez gringo mandó detener al cantante Luis Miguel, más famoso y conocido que don Álvaro, y le impuso un millón de dólares si quería libertad condicional, mientras lo procesa ¡Ah!, y en mucho menos tiempo ¡Abismales diferencias que marcan el estilo!
Trump, es un loco pragmático, un irreverente que entiende de finanzas -a su manera- y un emprendedor acostumbrado a tomar decisiones en el límite. Podrá no gustar -a mi tampoco- pero es lo que hay y nos advierte que tenemos que salir de la zona de confort -Honduras parece haberlo entendido- dejar la corruptela y comenzar a promover inversión y desarrollo utilizando alianzas público-privada para acelerar procesos, además de hacerlos más eficientes y baratos.
La alternativa es espera cuatro años más -u ocho- a ver si doña Hillary llega al poder tras insistir -como Sandra- y esperar a que el derrame de la cooperación, no “neoliberal” en este caso, vuelva a tener efectos en la región por medio de donaciones, alianzas y mesas de concertación. El problema es que esarmula ya lleva años siendo fallida.

¡Pilas pues! a ver si somos más naturales y creativos, y capaces de diseñar el futuro.

lunes, 12 de junio de 2017

Hermanados en el pisto

La solución pasaría por fijar un salario único y pagar por él los impuestos

La dificultad de los diputados para ponerse de acuerdo en decisiones importantes para el país, quedó superada cuando debatieron si debían recibir los bonos 14 y navideño sobre el salario base o sobre la totalidad de ingresos que perciben. Como no podía ser de otra forma, optaron por la cifra mayor, aun contradiciendo prácticas habituales que se hacen para otros trabajadores en dicha institución y, de forma general, para quienes tienen ingresos por varios rubros Se puede aceptar la discusión, pero ¿creen que con todo lo pendiente y el déficit de credibilidad que tiene el Congreso es momento para hacerlo? ¿Activaron un detonante?
Los diputados tienen un sueldo base de Q9,550 y sumadas dietas y gastos de representación, totalizan Q29,150. Se puede percibir rápidamente la conveniencia del ajuste por el total y no por el sueldo. Sin embargo, si pagan impuestos por todo, no se comprende por qué no consolidan la cantidad indicada y siguen con esos innecesarios rubros que terminan generando confusión a la Contraloría, a la ciudadanía y son motivos de crítica permanente. La solución pasaría por fijar un salario único y pagar por él los impuestos correspondiente. Sobre el mismo, se harían los cálculos posteriores y desaparecerían el resto de fondos, dietas y otros innecesarios agregados que terminan siendo mal utilizados o son abono para mal uso y corruptela. En todo caso, cualquier aprobación de mejoras salariales o ventajas, debería tener efecto en la siguiente legislatura, así no serían juez y parte en lo que se decide.
Para eventos muy puntuales, se podría destinar un fondo centralizado -en junta directiva o en la dirección del Congreso- para agua y café en reuniones que puedan tener con visitas y desechar de una vez por todas comidas en restaurantes, pago de combustible o camuflar bajo el epígrafe indefinido de consumos de alimentos licores y otros espirituosos que suelen correr en reuniones que podrían hacerse fuera de las horas de comidas, como ocurre en otros trabajos.
Tampoco es de recibo que un diputado -o cualquier funcionario público- cuente con seguro médico privado pagado por la ciudadanía. El Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) debe ser el único a utilizar -o pagar de sus bolsillos otro lugar privado- en consonancia con lo que promulgan y defienden como servicios públicos, y tienen la obligación de verificar, sostener y mejorar su funcionamiento. El mejor ejemplo de coherencia, es que ellos mismos asistan y se beneficien de esos grandes logros que normalmente dicen promover.
En relación con el antejuicio, otro privilegio parcialmente innecesario, cualquier diputado podría ser investigado si hay sospecha de delito, pero no procesado en tanto en cuanto un órgano predeterminado por ley lo autorice. El hecho de ser investigado no merma en absoluto ninguna de sus funciones ni “lo perturba”, con lo cual se consigue el fin último sin hacer que la investigación se imposibilite.

Hay que aterrizar a los diputados -a los funcionarios en general- y que pongan los pies en el suelo. Hacerlos “más humanos”, más ciudadanos y sufridores -o beneficiarios- de las condiciones que ellos mismos crean desde el poder, y que de una vez por todas dejen de abusar de privilegios pagados por ciudadanos que parecieran trabajar para aquellos que les deben servir ¿Qué es eso de que nos sorprendan con el disfrute de ventajas superiores a los que sostenemos su forma de vida? Un absurdo del que hay que salir. Tenemos el debate servido y la oportunidad de tomar acciones.