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lunes, 17 de diciembre de 2018

El gatopardismo en la UNE


 La “vieja política” no ha desaparecido del escenario electoral y está tan presente y enraizada como antes

Sandra Torres vuelve a postularse para la Presidencia de la República ¡A la tercera va la vencida!, pareciera ser el estratégico lema que le impulsa ¿Hay ausencia de liderazgo alternativo en un partido con suficientes cuadros teóricamente capaces o, por el contrario, remarcado caudillismo que no permite otra opción? Cualquiera que sea la respuesta no es un buen diagnóstico para una oferta política.
Resulta difícil conseguirle votos a una mujer que descaradamente gobernó de facto en tiempos de su entonces esposo -Álvaro Colom- y que tomó fría y conscientemente la decisión de divorciarse de él para participar en lo que fue su primer intento fallido de llegar a la Presidencia de la República. La sociedad no le perdonó esa salida del guacal y se lo hizo pagar -electoralmente hablando- en 2015, la segunda ocasión en que se presentó. Se prefirió un bisoño como Jimmy Morales -aunque resultó mucho peor de lo esperado- que una traspapelada “socialdemócrata” con ínfulas autoritarias.
En el fondo, y creo que es lo importante después de tantos años, la no renovación del liderazgo en la UNE evidencia un acomodado conformismo de políticos jóvenes a quienes se les pasa el arroz mientras se contentan con ser diputados antes que confrontar un liderazgo caduco y estéril. También -justamente por lo anterior- hay una manifiesta obstinación que marida el absolutismo con el partido y lleva a concluir que la UNE y Sandra son lo mismo y por lo tanto no son opción democrática. La “vieja política” no ha desaparecido del escenario electoral 2019 y está tan presente y enraizada como antes.
Frente a ese panorama -sobradamente analizado por quienes planifican la estrategia electoral de la UNE- se ha optado al parecer, por una política de “tierra arrasada”. Visto que en segunda vuelta en 2015 no pudo con un novel, la decisión parece estar en sacar del tablero político a quienes puedan hacer sombra, y mucho mejor si son todos. De esa cuenta la ley contra el transfuguismo, certeramente vendida como herramienta que impediría reelegir a quienes manoseaban la democracia, termina siendo la mejor arma para impedir -o dificultar- que más de setenta diputados de diferentes partidos queden fuera del mapa electoral. Hay que valorar tanto la bondad de la norma como que saca del liderazgo local cuadros afines a partidos opositores lo que beneficia a la UNE. Otra línea de acción es impedir el surgimiento de liderazgos emergentes, razón por la que llenaron de piedrecitas el camino de Semilla y harán lo propio al entrampar la inscripción tanto de Zury Ríos como de Thelma Aldana, ambas contrincantes de doña Sandra y con quienes seguramente perdería en una segunda vuelta, si es que llega ahí y no se le indigesta el proceso.
Muchas cosas pendientes tiene la UNE por las que necesita empoderarse: plazas fantasma por resolver, diputados enjuiciados, todo el gabinete de la era Colom procesado y temas por aflorar de mayor calado como la confrontación por la banda 4G, cuestiones judiciales y ciertas concesiones millonarias que seguro persigue alguno de sus financista, además de la resolución definitiva del caso multimillonario -Tigo/Claro- por el que Julio Ligorría está procesado.
Durante la campaña veremos maniobras chabacanas en un afán desmedido por tomar el poder para intentar reconducir un rumbo que la justicia trazó hace rato pero que no es del interés de ciertos políticos. Si hace unos años Baldizón sufrió un síncope tras su derrota, no es de extrañar que este 2018 sea el momento en que a Sandra Torres le de un jamacuco.
¡Al tanto del resultado!

lunes, 10 de diciembre de 2018

Y líbranos del mal. Amén


Si la fe es capaz de mover montañas es razonable y humano cuestionarse a qué precio lo hace

Una publicación de Univisión titulada “Los Magnates de Dios” prendió las redes con las historias de tres iglesias evangélicas: una en Colombia, otra en California y la tercera -Casa de Dios- en Guatemala. Párrafos como “Aviones privados, mansiones, autos de lujo y vestuarios costosos, son parte de la vida de los líderes espirituales” o “A mí me enseñó un apóstol, me dijo, ‘Cash’ a la iglesia uno siempre lleva dos cosas, biblia y chequera”, muestran prácticas más mundanas que divinas, cuestionan las enormes sumas de dinero que manejan y resaltan los lujos de sus dirigentes. La guinda del pastel es este texto: “Las fuentes aseguran que el pastor 'Cash' Luna sacó provecho de su cercana amistad con Marllory Chacón, condenada en EEUU por narcotráfico”. Casa de Dios, el pastor Luna y la abogada de Marllory emitieron comunicados pero lejos de desmentir los hechos -bastaba decir: recibimos [o no] dinero de la ahora sentenciada en USA- prefirieron “matar al mensajero”. Llamaron a la oración para que la justicia prevalezca, desacreditaron a quienes hicieron la publicación, tacharon a los testigos de “falsos” o no idóneos, afirmaron que “la prensa tiene una obsesión enfermiza con la Sra. Chacón porque es mujer” y exigieron que en 24 horas esclarecieran ciertas cuestiones. Quizá miedo a que esta vez la verdad no los haga libres, sino todo lo contrario.
Llevan razón quienes argumentan que pertenecer a una iglesia y donarle dinero es un ejercicio de libertad individual; cada quien hace con su peculio -y fe- lo que estime oportuno. Sin embargo, no es menos cierto que hay sectas “disfrazadas” de iglesias que capturan a su feligresía y desde ahí desaparece la libertad para elegir culto. Si la legislación exige explicaciones detalladas para depositar en un banco más de cierta cantidad, no tiene sentido el privilegio clerical, especialmente cuando hay casos juzgados en que la colaboración de una iglesia sirvió para lavar dinero del crimen organizado, como también de la participación eclesiástica en política con propuestas de normas radialmente conservadoras. La transparencia debe ser general y la religión no ser una excepción.
La rápida reacción de personajes extremistas en redes, visibiliza un escenario en el que un partido político necesitaba financiamiento y algunas iglesias evangélicas estaban dispuestas a ello. La contraparte: promover una política radicalmente conservadora y salvarle la cara al gobierno saliente y a diputados “oficialistas” señalados de delitos o malas prácticas. El reportaje de Univisión torpedeó el plan, lo que dificultará conseguir fácilmente dinero para la campaña electoral y, por tanto, cumplir los pactos de protección ¿Quién operó la idea y quién hizo coincidir todo en el tiempo? Dos personajes por identificar pero en la órbita del lobby evangélico, uno y quizá, el otro, ex de mariscal Zavala ¡Pregúntese quien gana!
Francisco Pérez de Antón describe magistralmente en “Cisma sangriento” la ruptura luterana en el primer cuarto del XVI y argumenta, como razón de peso, la venta de bulas a los habitantes de la época, tan preocupados, como los de ahora, por sus almas inmortales. Paradójico que el protestantismo que luchó contra aquella inescrupulosa práctica católica de comprar “la salvación” o de evitar el purgatorio, sea ahora señalado de realizar “cobros” para sostener y construir iglesias, promover vida de príncipes a pastores y lo más difícil de justificar: adquirir y mostrar injustificados lujos ¿Qué diría un Lutero del XXI?
Si la fe es capaz de mover montañas es humano cuestionarse a qué precio lo hace. Espero que el Ministerio Público pueda explicar eso de “lobos con piel de oveja” o aquello otro de “al Cesar lo que es del Cesar”.

lunes, 3 de diciembre de 2018

¿Qué puñetas queremos?


Refutamos a los políticos sin advertir que los elegimos y vitoreábamos con la playera del partido

Indolentes y exculpatorios permanentes de conductas propias, así nos podríamos definir sin muchos errores. Nos disgusta lo que sale mal -digno de alabar- pero quizá nos distingue que asumimos poco la responsabilidad de nuestros actos y nos falta una buena dosis de autocrítica. Buscamos culpables para casi todo y evitamos vernos reflejados en negatividades cuyo adeudo solemos endilgar a otros.
La CICIG tiene la culpa de nuestros males, pero fuimos nosotros quienes votamos a instituciones y gobiernos integrados por delincuentes ahora evidenciados, y permitimos que por años se estableciera un régimen de corrupción y chantaje que asombra y anestesia al ser descubierto. Señalamos a algunos de “limpieza social”, sin advertir que afanosamente se ha pedido la pena de muerte porque, en el fondo, huimos debatir ese tema y deseamos realmente que muchos indeseables desaparezcan, aunque no siempre lo admitimos. Criticamos, atacamos y condenamos a la prensa porque expone noticias de infames realidades y como no gustamos de evidencias, pretendemos reescribir la historia apetecida desde un virtual “Ministerio de la Verdad”, porque no aceptamos ser señalados. Toleramos o condenamos, según nos interese o afecte, pero sin que la objetividad forme parte en la ecuación del análisis. Si es de izquierdas, rechaza aquella intervención del 54 descrita por el premio Nobel guatemalteco en “Week-end en Guatemala”; si los hechos del 44 le parecieron ignominiosos, se alegra de que los USA vinieran a socorrernos. Perdonamos o reprobamos con el corazón, aunque la esencia de los hechos -la intervención- resulte idéntica. Odiamos a Todd Robison porque lo enviaron los demócratas pero también rechazamos al embajador Arreaga aunque lo nombró una administración republicana ¿Qué carajo queremos?
Refutamos a los políticos sin advertir que los elegimos y vitoreábamos con la playera del partido -una diferente en cada mitin- mientras se hace fila para recibir el menú veintepesero que ofrecen por acudir sumisamente a una explanada y esperar el helicóptero del “futuro presidente”. Señalamos a Ríos Montt de genocidio cuando tenemos medio país sumido en el subdesarrollo sin conmovernos mínimamente por los niños que mueren por hambre -¡si, de hambre!- o son objeto de agresión sexual y física. Culpamos a los maestros de nuestros hijos sin pensar si como padres animamos y acompañamos en su educación. La comunidad internacional lo mismo nos “saca” de problemas con ONG,s cooperantes en pro del desarrollo que nos hunden en la miseria promoviendo a través de aquellas vectores de conflictividad. Culpamos a “empresarios oligarcas” de que exista una enorme desigualdad, pero eludimos hablar de pobreza y desarrollo mientras buscamos amigos y oportunidades -que no méritos- para ser favorecidos y permanecer en el percentil más acomodado. Señalamos a los “neoliberales” de capturar el Estado promoviendo las libertades individuales y proponemos como solución un socialismo que ha demostrado no funcionar. Gruñimos porque la justicia está contaminada y es servil, pero la cuestionamos cuando condena a falsos y manipuladores “lideres sociales” porque “son amigos” y no gustamos de que se toquen. Deseamos desarrollo y energía mientras aplaudimos protestas sociales de grupos mafiosos y criminales que impiden que eso ocurra.
Y es que tranquilizamos e insensibilizamos diariamente nuestra conciencia y nos vamos a dormir pensando haber acabado con el problema, hasta que despertamos al día siguiente ¡Qué error más grande no planificar el futuro!  Alicia preguntó: ¿qué camino debo tomar? y el conejo le contestó: si no sabes a donde quieres ir, cualquier camino es bueno. Definitivamente, no queremos escapar de nuestro propio cuento,  y siempre el dinosaurio está ahí. Nos quejamos de los 500 años de conquista, pero llevamos 200 de independencia, ¿y…?