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lunes, 31 de agosto de 2009

Tócate los.......

El Presidente anunció a bombo y platillo, ¡como los grandes!, otro despilfarro de Q3 millones destinado a la compra de instrumentos musicales. No basta con el gasto desatinado en tenis, juguetes y barbies con el logo de cohesión social, ahora compran trombones, marimbas y alguna que otra guitarra. La música siempre aplacó a las fieras.
Probaron con los comedores solidarios y, además de ser una competencia desleal con todos los que tenían cantinas en la zona y tuvieron que cerrarlas, no han solucionado nada. El hambre les ha aparecido a esos planificadores en otros lugares del país. Para distracción del pueblo, ponen a los chicos a tocar la flauta y a promover eso que bastamente denominan “cultura”. ¡Qué bonito!.
Mientras eso ocurre, promueven una reforma fiscal, ahora retirada y en “profundo estudio” y el Congreso aprueba, a petición del Ejecutivo, préstamos millonarios porque no les alcanza el dinero para hacer un buen derroche. El que tienen lo despilfarran en los “programas inteligentes” que ejecuta cohesión social, por cierto, como el cáncer, cada vez más extendida y menos eficiente en la función de gobierno.
A los improvisados grupos musicales se unen los “niños cantores”, quienes corean que la carga fiscal es la menor de América y por eso estamos tan mal. Podrían añadir al estribillo que el día que paguemos más en lugar de gastarse aquellos millones serán capaces de dilapidar el doble. Subamos impuestos y tendremos trompetas, violines y, por aparte, más muñequitas lloronas y meonas y muchas más cositas insignificantes con el logo del gobierno o de cohesión social que serán graciablemente entregadas cuando a la dama le convenga aparecer y promover esa gansada de programa para salir de la pobreza. El otro día, al visitar una localidad, dijo que no había hambruna, sino “desnutrición crónica”. ¡Sutil, verdad!.
Todo es un plan para quedarse con más recursos y emplearlos en boberías improductivas que solo parchean y crean fantasiosas expectativas en gente que babea por unas migajitas creyéndolos todopoderosos. Se disfrazan con vestidos típicos o según la costumbre del lugar visitado y hacen entrega del lote correspondiente el día y hora que les conviene. El show mediático siempre ha sido el arma de los populistas, de los dictadores, o de ambos.
¡Ea pues!, todos contentos con el tamborcito, hasta que se rompa el palito, con la flautita que seguro se le tapona algún agujerillo o con la guitarra que terminará sin cuerdas. Para entonces ya no estarán en el gobierno o habrán inventado otros programas de esos que nos sacan de la miseria y del subdesarrollo, mientras sueñan con pasar a la historia como insignes dignatarios, sin darse cuenta que hay lugares apropiados para las payasadas, pero deben pintarse la cara, emplear la inteligencia y sobre todo tener arte, mucho arte, algo que no está al alcance de cualquiera.
Por su parte, los “cuatro fantásticos” (PDH, USAC y representares de ambas iglesias), siguen promoviendo inútiles alianzas. Al igual que hicieran con la seguridad, ahora hacen con el hambre. Ya no saben cómo promover sus espurios intereses y hacerse notar, aunque su eficiencia deja mucho que desear. ¿Dónde está, ¡chicos listos!, el acuerdo nacional de seguridad que nos vendieron meses atrás?. Mejor dejen de tocarnos los cachinflines para que otros puedan tocar la marimba. Si no saben hacerlo, y esta demostrado que no, ahorren unos y callen los otros, no se aventuren, especialmente en tiempo de crisis. El circo ruso, ese que vetaron en el interior del país, busca personal y muchos califican.

lunes, 24 de agosto de 2009

Tesis y privados

Miles de estudiantes universitarios, con sus estudios felizmente concluidos, se encuentran atrancados, algunos por años, en un proceso que no termina de evolucionar por culpa del inmovilismo, la falta de ideas y la incapacidad de cambio de quienes pueden promoverlo.
Muchas universidades del país -la mayoría- exigen a sus graduados, antes de otorgarles el correspondiente título de licenciatura, realizar un privado y/o elaborar la necesaria tesis. El examen privado, termina siendo una interacción con dos o tres profesores que interrogan al alumno sobre todo lo que debió de ver en su carrera. La tesis, por su parte, consiste en la elaboración de un trabajo original siguiendo unos determinados parámetros. Ambos, no son requerimientos para obtener el grado de licenciatura en Estados Unidos y en la mayoría de universidades europeas. Aquí, por el contrario, seguimos anclados en el más tradicional paradigma del escolasticismo, lo que nos hace, entre otras cosas, menos competitivos y más vulnerables.
Habría que preguntar por qué un alumno que supera cinco años de carrera, alrededor de 60 diferentes cursos, cientos de horas presenciales, de estudio y de prácticas, exámenes por decenas e interactúa con más de una cincuentena de profesores, se atora y no pasa los privados o no es capaz de escribir una monografía fin de carrera. La única explicación no está en la incapacidad del graduando, sino en la falta de bondad del sistema. ¿Qué hace que un alumno no pueda finalizar todo el proceso?. ¿No será que no aprendió lo que debía?. ¿Por qué no se quedó en primer o segundo año y llegó hasta el final del programa?. Las respuestas no apuntan hacia el estudiante, más bien destapan un sistema permisivo, poco adecuado al proceso de aprendizaje moderno, incapaz de evolucionar, acomodado a parámetros tradicionales o caducos, desconfiado de lo que hace y que frustra a profesionales que terminan anclados al fracaso porque no superan el privado o escriben la tesis. ¿Los habían preparado para ello?.
En otros lugares del mundo -y en una Universidad del país- que solemos tomar como referencia de éxito, esta práctica arcaica no existe o tiende a desaparecer. El estudiante que supera el programa de estudios y llega exitosamente al final, sencillamente es graduado y pasa inmediatamente a forma parte del cuadro de profesionales, compitiendo con el resto de compañeros de profesión. Aquí, quienes cierran deben dedicar un año, dos o media vida a cumplir con los complejos requisitos que, aunque pudieron servir en el pasado, hoy no tienen sentido. También, y no nos engañemos, termina por servir para regular la competencia y promueven colectivos o grupos de presión.
Algunos frustrados profesionales que tuvieron que dedicar años de su vida para aprender algo, aunque sea a recitar de memoria un artículo de no importa qué código, muestran sus “capacidades” delante de los novatos examinandos para que ellos lo reciten en ese preciso instante, sin darse cuenta de lo que a él le costó o desean que escriban la tesis que el mismo nunca fue capaz de hacer.
Pero lo peor es que la capacidad logística y operativa de las Universidades no puede con la demanda. Por cada privado o tesis se requieren dos o tres profesores que entiendan del tema y sean capaces de abordarlo con garantías pero ¿qué Universidad cuanta con el doble o el triple de profesores que de estudiantes para hacer esto en tiempo y con garantía?. La respuesta: ninguna. La conclusión: así les va a algunos miles. La esperanza: que se renueve el sistema de una vez y todo esto evolucione.

lunes, 17 de agosto de 2009

¡Democracia!

Muchos de los acontecimientos que acaecen en el presente siglo nos están desbordando y, a falta de palabras para describirlos, acudimos a viejas definiciones y a estereotipos ya superados.
Hablamos de guerras, pero hace más de 50 años que no se declara formalmente ninguna; de víctimas civiles, cuando los conflictos ya no enfrentan solamente a ejércitos; de golpes de Estados, pero lo que ocurre es otra cosa que en nada se parece a antiguas asonadas y, cómo no, de democracia, para designar no importa qué modelo de gestión política. A ese superficial concepto de democracia, solo hay que añadirle algún calificativo para que el resultado responda a los intereses del promotor. La democracia de partido único, como la cubana, es la guinda de esa genialidad político-arquitectónica. En tiempos postmodernos, donde el relativismo valida cualquier cosa, se permite esa generalización conceptual que nos sitúa inmediatamente fuera de la lógica y de la razón.
Damos por sentado que ciertos vocablos significan lo mismo para todos los receptores o emisores de un mensaje y, sin embargo, ¡qué distinta es la realidad!. De tanto hablar de democracia, hemos envilecido el término. La forma y la influencia mediática se han posicionado sobre el fondo y la sustancia. La emotividad descrita por Sartori, frente a la racionalidad, nos aproxima a la masa orteguiana y cumplimos aquel postulado que propuso el mismo Ortega: “la mayor parte de los hombres, no tienen opinión…”.
Es preferible (y necesario) hablar del modelo de Estado, del fondo más que de la forma, de la esencia y del horizonte a alcanzar, más que de lo superficial y anecdótico, cuando no intrascendente.
Hay pilares básicos para construir un Estado sólido y duradero. El Estado de Derecho, con leyes generales, iguales para todos y sobre todo que se cumplen, es uno de los primordiales. No hay que confundirlo con el Estado de legalidad que llena la vida de normas, muchas destinadas a favorecer a ciertos colectivos. Buscar el equilibro no consiste en sustituir la discriminación negativa por la positiva, como algunos hacen, sino más bien en suprimirla. La justicia pronta y la actuación honesta y profesional de jueces probos y capaces, donde nada hay que esperar del favor ni temer de la arbitrariedad, fortalece al primero.
No se trata de aceptar el imperio de las mayorías, concepto etéreo y manoseado que ha justificado barbaries. Es esencial el respeto a los derechos individuales por sobre todo. La libertad, entendida como la posibilidad de poder elegir sin coacción, es fundamental para un esquema duradero: libertad, para el ejercicio de los derechos con responsabilidad.
La consolidación de partidos políticos fuertes y representativos y no oficinas comerciales por cuatro años y la alternancia en el poder son importantes pilares, tanto que vemos como los hacen desaparecer de muchas constituciones, permitiendo la perpetuidad del político absolutista. La pluralidad política, las elecciones periódicas, la descentralización en la gestión pública, la transparencia en el manejo de fondos públicos, el ejercicio honrado de la política, el rechazo al transfuguismo que traiciona los intereses de quien elige a sus representantes, la revocación del mandato presidencial, que permite despedir al gobernante cuando no cumple con su cometido, la división de poderes y comprender la diferencia entre el derecho público y el privado, son aspectos trascendentales.
Si lo que construimos sobre esos principios le queremos llamar democracia, me puedo sumar a la idea, aunque habría que pensar en hablar de República. Caso contrario, hay que acudir, para mayor aclaración, nuevamente a Ortega: “Una estupidez, no puede dominar, sino es con otra.

lunes, 10 de agosto de 2009

Obstinados

¡Se llama contumacia, a la persistencia en el error!, gritaba un viejo profesor ante la insistencia de algunos alumnos tercos que utilizaban, una y otra vez, el mismo equivocado argumento. Continuar con el actual modelo policial es exactamente eso: contumacia.
Los Acuerdos de Paz generaron una importante desinstitucionalizacion de la inteligencia y de la seguridad y hoy sufrimos las consecuencias de aquellos improvisados y atrevidos experimentos. Casi de un día para otro, se sustituyeron instituciones por organizaciones disfuncionales, sin otro fin que destruir el modelo existente por inservible (argumento válido), pero no contemplaron el necesario cambio progresivo y no resentido como alternativa. Prefirieron la rapidez y crearon entes nuevos de los que algunos inexpertos principiantes se convirtieron en destacados asesores. Diseñaron programas de estudios, editaron con sus ONG,s manuales para impartir clases en la Academia de Policía, promovieron inútiles estudios de largo plazo y sus audaces consejos fueron machaconamente transmitidos por los medios de comunicación, lo que les permitió cobrar grandes sumas de dinero.
Hoy, solo los insensatos defienden el modelo torpe, corrupto e ineficiente de una PNC viciada desde su origen, porque fue creada precipitadamente y a imagen y semejanza de quienes viven de todo este entramado de la ayuda internacional y de los apoyos externos. Sin embargo, nadie se quiere hacer cargo del desaguisado que organizaron. Ahí están los folletos que publicaron, las hemerotecas y las páginas webs que todavía contienen “grandes ideas” para conformar una policía “moderna y democrática”.
Promovieron un Cuerpo donde la corrupción es la meta y la delincuencia la forma de ir escalando puestos, arrasando con lo que se presente. Para muestra, un botón de dos operaciones antidroga. La primera al registrar una bodega y la más cercana al incautar un camión. En ambas, se perdió droga en cantidades que no se puede precisar. También en las dos, no trascendió quién era el propietario de la bodega o el dueño del camión, entre otros personajes anónimos. En una y otra ocasión se destituyeron mandos y, a bombo y platillo, que es la forma en que el gobierno anuncia sus torpezas, se cambiaron comisarios, y otros “importantes cargos”. Esta última vez el presidente dijo que había dado la orden de destituir al director de la PNC, sin reparar que fue él quien autorizó y permitió su designación a pesar de las advertencias del pasado dudoso de aquel. Siempre la culpa es de otros y aquí nadie asume la necedad perpetuada de prorrogar un inútil modelo y de no contar con una política pública de seguridad.
En democracia nadie es culpable de los miles de asesinados cada año ni de las decenas de miles de delitos que se cometen. La democracia ha sido el mejor instrumento que pueden emplear los políticos inútiles, y otros vividores, para envolver toda esa miseria que proyectan a los demás y que ellos terminan por ignorar cuando no permitir.
Más de doce años después de la firma de la denominada paz, contamos con índices desmedidos de inseguridad y con un modelo policial absolutamente inoperante. No obstante, el objetivo de gobernantes y de algunas organizaciones de la sociedad civil no es arreglar el problema, más bien vivir de él mientras se pueda y echar la culpa a los demás, al fin de cuentas es lo que saben hacer y han venido perfeccionando toda su vida. Son contumaces y, además, un tanto improductivos e incapaces, pero como los muertos los ponen otros, no hay prisa. ¡Para mañana, cambio de comisarios y a discutir como arreglamos ese inservible modelo, pero con inteligencia, muchá, con inteligencia, como siempre lo hacemos!, dirá alguno.

lunes, 3 de agosto de 2009

Hemiplejia moral

El descubrimiento de que ciertas armas empleadas por las FARC para atacar, destruir y matar en Colombia proceden de Venezuela, país al que le fueron vendidas por Suecia, ha suscitado una gran polémica. Sin embargo, la trascendencia y el análisis se quedaron cortos, no en relación con la conducta de Chávez, algo que obedece a los habituales impulsos de un maníaco totalitario, sino al doble rasero del gobierno y de la política exterior sueca y de otros países.
Se exhiben como países prósperos, con alto índice de desarrollo humano y otros abrumadores datos, pero disimulan, y esto es lo relevante, su industria armamentista y los pingües beneficios que por ello reciben. Apaciguan su conciencia, de existir, a base de donaciones, ayudas internacionales y usando la teatralidad en torno al pacifismo. En esta parte ignorante del mundo, propagan el discurso de los derechos humanos, la lucha contra la violencia y otros similares, como angelical e ingenua tarjeta de presentación. Sin embargo, más al Sur, venden armas a gobiernos tan inescrupulosos como ellos que luego las utilizan para asesinar a ciudadanos que nada tienen que ver con el sucio negocio del conflicto.
Pero, junto a esos nórdicos, hay otros que también se “hacen los suecos”, aunque sean holandeses. Ambos países están entre los diez primeros exportadores de armas e inundan a los latinoamericanos de ayudas económicas y consejos para el desarrollo, sin darse cuenta que el mejor de todos es dejar que cada cual despierte por sí mismo y la ayuda más eficaz la de no vender armas a dictadores para que las usen o las deriven a otros asesinos. Interesante observar como ambas embajadas son hiperactivas, al menos en Guatemala, donde realizan constantemente declaraciones públicas y observan un inusual protagonismo, cuando no injerencia, alguna hasta prepotente, grosera y de mal gusto.
Nos quieren educar a “ser más civilizados”, desarmarnos y promover el diálogo y la paz, siguiendo al pie de la letra aquella cita bíblica de que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda, agregando la hipocresía, también bíblica, del fariseo. Compran voluntades, escritores, analistas, ONG,s y promueven fundaciones para mostrar los buenos, honestos, pacíficos y “lideres en cultura democrática” que son sus desarrollados pueblos. Una vez al año, hasta otorgan premios nobel de la paz, con el ánimo de erigirse en referente de altruismo y bondad.
No terminamos de ver, de entender ni mucho menos de aprender casi nada. Seguimos pendientes de las migajas y nos abruman las declaraciones de “importantes embajadores” que saben mucho y se permite dar lecciones de moral, mientras sus gobiernos sostienen parte de la violencia por el mundo y callan conciencias con limosna, producto del fomento de la barbarie. A fin de cuentas siempre tenemos a los afamados gringos para echarles la culpa y acordarnos de los malvados y viles que son, olvidando anónimos protagonistas.
Esos vikingos, y otros centroeuropeos, se quitaron los cuernos del casco y los pusieron sobre nuestras cabezas, sin que nos hayamos dado cuenta de la jugada. Lo peor de todo, es que les rendimos pleitesía, los tenemos como modelo y aguantamos la presión diplomática de sus “acertados” consejos, aunque no nos acompañen a ver si la bala que mata diariamente a muchos latinoamericanos es made in Suecia o made in Países Bajos. Mientras, algunas organizaciones nacionales, de esas que dicen luchan por la paz y la justicia, siguen financiadas por la cooperación de esos países para promover la despistolización, la lucha contra la violencia y la búsqueda de la paz. ¿Denunciaran esto o seguirán viviendo del cuento?.