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martes, 5 de febrero de 2008

Lenguaje diplomático

Preocupantes resultan las declaraciones del embajador de Cuba en Guatemala en una entrevista que publicó este medio el pasado domingo. Da la sensación de que el diplomático hace bastante tiempo que no viaja a su país y nos hace sentir como que ni lee la prensa no cubana ni mucho menos se pone al día con la realidad de la isla.
Decir que a partir de 1959 se erradicó el analfabetismo, la corrupción, la discriminación, el desempleo, la explotación y la discriminación racial y hacia la mujer, no es solo mucho decir, sino que difiere sustancialmente de la realidad cotidiana que pretende ocultar.
Si usted visita Cuba en no importa qué lugar y, sobre todo en hoteles, por un módico precio, podrá obtener ron y cigarros puros, todo de contrabando. De la explotación del ser humano un solo ejemplo, por cada cubano que contrata un hotel extranjero, la empresa debe pagar al Estado en torno a los mil dólares americanos, sin embargo, el trabajador no recibe más de una treintena de cubanos, de esos que sirven poco y únicamente allí. Pasee por el bello y seguro centro de la Habana y por una cantidad insignificante tendrá hombres y mujeres que se prostituyen o los podrá contratar de guías o de acompañantes o de lo que quiera, porque todo se compra. Eso, señor embajador, se llama “prostitución mental” la más vil condena a la que puede ser sometido un ser humano. En relación con el analfabetismo pareciera que no hay, pero es necesario tener en cuenta el nivel con el que el gobierno cubano determina quién es y quién no analfabeto. Precisamente, el vicepresidente Espada estuvo en Cuba porque la USAC no reconoce de manera directa los títulos cubanos de medicina, no creo que sea por lo excelente del sistema, si no por todo lo contrario. Hacen médicos que luego no sirven como tales y muchos países no los reconocen. Por cierto, algunos terminan trabajando de taxistas, como el que me llevó al hotel, porque es lo único que el Estado le ofrece. O lo tomas, o lo dejas, como las lentejas. ¿Salir del país para poder trabajar?, ni lo pienses.
Según el diplomático cada aula, cada escuela, cada universidad, pareciera que cuenta con una computadora, un video y un televisor. La verdad que no he visto las aulas cubanas, pero si las tienditas de alimentos donde hay, como en cada aula: un frijol, un paquete de arroz y un huevo. Nada más, porque la escasez (seguro culpa de los gringos) impide el acceso a los alimentos básicos no racionados. Dese, señor embajador, una vuelta por los congresos internacionales en los que participan cubanos y verá que los profesores isleños se llevan a sus casas computadoras, videos y hasta repuestos de cubiertas de rueda de bicicleta, algo que no hace otro ciudadano del mundo porque lo puede adquirir libremente en su país de residencia. En la isla no hay de nada, al menos para la gran mayoría de sus habitantes, los que no están privilegiados por el régimen y, los que se atreven a cuestionarlo, terminan en la cárcel, son torturados o sencillamente, desaparecen.
Por último, el diplomático asegura que el sistema democrático es tan aceptado que un 95% han votado la continuación del régimen. ¡Coño embajador!, ¿acaso había otra opción?. Eso sí que suena a cachondeo, me refiero al cinismo con el que usted presenta la democracia en Cuba. ¡Asuca!.
Señor embajador, creo que su discurso no solo merece una atención académica sobre el lenguaje sutil de la diplomacia, sino que es toda una tesis sobre como no decir ninguna verdad y encima que no lo parezca. ¿Qué pensarán quienes consiguieron salir de su país y aquellos otros condenados a prisión por expresarse con libertad?. No obstante comparto con usted cuando afirma: “es el mejor tiempo de la revolución”, porque, afortunadamente, está llegando a su fin. ¿Qué hará, de verdad, el vicepresidente por esos lugares en su primera visita?.

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