La vice hace lo que conoce muy bien: medrar en la politiquería, que es lo que se suele aprender, practicar y perfeccionar en la monopólica universidad estatal
Hay coroneles que no tienen quien les escriba -según relató García Márquez-, pero también presidentes que no quieren ser ayudados. Se tiene que ser muy torpe o implementar una estrategia extraña para embarcarse en una confrontación pública en redes entre el binomio presidencial.
Surgen decenas de preguntas después de ver el triste espectáculo que supuso el cruce de comunicados. Si la vice no había atendido la reducción de su salario, se le llama, recrimina y hace lo que más tarde publicó: disminuirle el monto de los gastos de representación, y asunto concluido, sin costo político. Sin embargo, prefirieron airear los trapitos al sol y quedó claro que el presidente no se enteró por un año de lo que cobraba la vice, a pesar de haber prometido el ajuste salarial en la administración pública. También queda nítido que hay una pugna personal entre el binomio, de lo contrario el tema se habría resuelto por la vía del diálogo y la discreción. Finalmente, evidencia que no comprende el impacto de un mayor desgaste de su imagen -de por si bastante mala- y que eso puede hundir su administración y la del partido que lo nominó.
La vice, por su parte, saca a relucir su visceralidad disimulada bajo una imagen dulce, al publicar un malísimo comunicado que la delata. Además, responde en medios de forma aireada, y dice que no es amiga del presi, lo que muestra, como una vez dije, que no está a la altura deseable de la política nacional -de por sí muy mala-, y mucho menos de una vicepresidencia. Hay que recordar que hizo algo similar al poner al presidente en apuros, cuando aquel no quiso cesar a la ministra de ambiente cuya hija utilizó el vehículo oficial. Ella, con un tuit de fin de semana, hizo pública su antagónica postura, y obligó al presidente a cambiar la decisión ya tomada de dejarla en su cargo.
La vice hace lo que conoce muy bien: medrar en la politiquería, que es lo que se suele aprender, practicar y perfeccionar en la monopólica universidad estatal, para así permanecer en cargos “académicos”, y salir victoriosos de tanta confabulación de palacio.
La situación, además, impacta al partido SEMILA, cuyos diputados se ven arrastrados por esa lucha descuartizadora de titanes tropicales. No solamente se divide la cúpula, sino que se atomiza el partido, producto de desavenencias pueriles entre personajes inmaduros. Los dos se subieron a una suerte de tiovivo, de noria, en el que se han mareado a la primera vuelta, aunque no pueden bajarse porque no se detendrá hasta que termine su ciclo de giros. Vomitaron parte de su bilis, y es posible que se repita el evento, salpicando a sus pares y a quienes les rodean.
Es triste y penoso que estas cuestiones nos presenten como país tercermundista, incapaz de arreglar pequeños conflictos entre compañeros de proyecto ¿Qué argumentarán los diputados, los alcaldes, los sindicatos y todos aquellos que pretenden justificar un aumento de sueldo? ¿Con qué vergüenza se empleará la fuerza pública en manifestaciones que exijan incrementos salariales?
Al final sale mucho más barato que el presidente pierda el tiempo inaugurando el paso por un kilómetro de autopista o celebre un baby shower, aunque utilice al fotógrafo de Q30,000/mes para ilustrar los eventos, que cuando se pone a “trabajar” y pimpinelea con la vice. Y es que la inacción mostrada hasta el momento cuesta menos que cuando aborda un tema, como este, que termina teniendo mayor costo.
Como una vez escuche decir a alguien: “Joven, ha perdido usted una excelente oportunidad para haber permanecido callado”.