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lunes, 12 de abril de 2010

Paraísos terroristas

Lejanos están aquellos días en que los terroristas de la ETA, y también del IRA, podían pasear impunemente por algunos países europeos que los acogían como refugiados políticos y desconocían realidades nacionales que permitían la participación política y que en modo alguno reprimían movimientos que se mantuviesen dentro del marco general de legalidad vigente, por cierto, ajustado a parámetros democráticos clásicos.
Superados aquellos escollos y con una Unión Europea consolidada en materia policial, los terrorista, especialmente de la ETA, buscaron refugio en otros países árabes y latinoamericanos. Estos últimos, con estados débiles que no tenían pleno control del territorio, permitían que muchos huidos o buscados internacionalmente pudiesen permanecer en ellos camuflados bajo identidad falsa, algo sencillo por otra parte de conseguir, o ignorados por una administración pública con grandes problemas donde la migración ilegal, aún de criminales, no estaba en sus prioridades. Hasta que Hugo Chávez, abierta y públicamente, comenzara a permitir que terroristas de ETA ocuparan importantes cargos dentro de su dictatorial gobierno, no ha sido que la temática ha saltado nuevamente a la discusión y a las primeras páginas de los noticieros.
En el año 2008, la diputada española Díez González, elevó una pregunta al gobierno en la que dejaba constancia, con nombres y apellidos, de cómo algunos terroristas etarras estaban asociados con el movimiento bolivariano, colaboraban con él e incluso ocupaban posiciones significativas dentro del organigrama de la administración chavista. En la misma, confirmaba la existencia de otros terroristas de la banda en territorio venezolano. El Gobierno, en su respuesta, reconoció lo expuesto por la diputada y aludió a la voluntad de acelerar la tramitación de los expedientes pendientes de extradición.
A idéntica conclusión llegó el investigador Kenneth Rijock quien manifestó que cada uno de los supuestos terroristas de ETA solicitados por España habrían encontrado un lugar seguro en Venezuela, país que le pagaba 600 dólares a la semana para sus gastos y, en fechas similares, el periódico Libertad Digital recogía las declaraciones del presidente del Institute for Global Economic quien aseguraba que el presidente venezolano había destinado alrededor de “33 mil millones de dólares a ‘causas’ dirigidas a influir en la política de países latinoamericanos, y prestado apoyo financiero a terroristas de ETA, FARC, Hamas o Hezbola”.
La reciente y silenciosa expulsión de Venezuela de Walter Wendelin “representante” de un partido político extremista y asociado al terrorismo etarra, deja en evidencia cuanto se había venido comentado y reduce los lugares de refugio de estos delincuentes que cada día ven en la geografía internacional menos espacio donde continuar, directamente o a través de ONG,s, su labor de destrucción sistemática, amenaza que cada vez se evidencia más especialmente cuando se constatan la relación con grupos como las FARC, células de terroristas yihadistas o algunos gobiernos interesados y sin escrúpulos.
Sin embargo, son necesarias todavía posturas de gobierno más claras y contundente. Frente a este tipo de criminalidad no cabe la tibieza, la permisividad ni mucho menos la omisión de deber. La lucha contra el terrorismo es un trabajo de todos y un fin último que asegura la convivencia pacífica. El pez, cada vez tiene menos agua donde moverse, esa es la buena noticia.

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