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lunes, 26 de marzo de 2012

Chavismo de nuevo

Ni un negocio con socios delincuentes, autoritarios o golpistas

Petrocaribe está de nuevo en la palestra. Ya se discutió hace algunos años pero se paralizó por presiones y falta de claridad en la adhesión. Las cosas no están mejor ahora y Petrocaribe no es lo que dicen que es. En la web se encuentra el Acuerdo con los objetivos, los aspectos operativos y otras cuestiones dignas de tenerse en cuenta para aclarar las ideas, frente a la simplificada explicación que ofrecen los gobernantes. Se desconoce cómo se incorporará Guatemala, cuál será la cantidad de combustible a importar o el precio a pagar, el tiempo de mora o la forma de financiación, aunque se puede leer -en la web- que ya figuramos como miembro asociado. Se ha configurado la venta de la idea sobre la bondad de “conseguir petróleo a mejor precio y con pago diferido”, pero se han ignorado otras cuestiones de importancia. El combustible está más caro por diversas razones, entre las que se incluye la subida de los precios en origen y sobre todo porque una parte sustancial del precio final son impuestos que podrían suprimirse y abaratarse el producto, si ese fuese el interés. La gasolina que envíen -en el marco del Acuerdo- no se venderá más barata que ahora puesto que sería una competencia desleal. Además, habrá que crear la empresa que la importe y la necesaria infraestructura, salvo que se esté pensando que lo haga alguna ya existente. Entonces la cuestión es ¿quién sería la afortunada y por qué? También hay que organizar la logística para el almacenamiento y la distribución, lo que genera muchas más incógnitas respecto de los costos y de las personas responsables. Lo que nos envíen, será un préstamo en "especies" que pagamos ahora, el gobierno lo gasta de inmediato y se lo abonamos a Venezuela dentro de unos años. El ciudadano no gana absolutamente nada ni paga menor precio por carburante, y la factura económica, a diferencia de los bonos y los préstamos, termina convirtiéndose en deuda geopolítica.
Venezuela no es una democracia, es un régimen autoritario dirigido por un militar golpista con vocación totalitaria que debería estar en prisión y, sin embargo, rige despótica y arbitrariamente los destinos del país. Cuenta con bajos índices de libertad económica, libertad de prensa y otros similares, pero con los mayores de delincuencia, criminalidad y corrupción. Es un deplorable sucedáneo del podrido régimen cubano de los Castro que ha extendido el dueto de locos asesinos a una triada de chiflados que creen poder seguir imponiendo un modelo socialista en el que ni ellos creen y que les hace aguas por todas partes. Ahora que el gobierno de Guatemala está diluyendo el aura "militar" que le endosaron no es momento para asociarse a regímenes dictatoriales -con otros peculiares países integrantes- ni adquirir compromisos que deberá pagar más temprano que tarde. Parece que el tiempo de vida que le queda a Chávez es corto y fácil suponer que cualquier gobierno democrático que llegue al poder terminará con esta farsa de compra de votos, afecto y voluntades a cambio de combustible. Entonces se deberá reevaluar la situación, aunque habremos perdido el tiempo. Que el militar venezolano estudiara aquí y el embajador guatemalteco sea amigo personal suyo, no es razón suficiente para despeñarnos por un precipicio de locura. Esto, a lo sumo, es pan para hoy y, ciertamente, hambre y desprestigio para mañana. Estamos a tiempo de hacer las cosas bien y no meter la pata, como suele ser costumbre.

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