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lunes, 4 de mayo de 2015

¿Fiesta o tragedia?

“La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer
La convocatoria a elecciones generales ha hecho aflorar ese desmesurado optimismo nacional que opaca la realidad -en ocasiones incluso la razón- y recuperado frases manidas como esa de: “que sea una fiesta electoral”. El festín de la party lo disfrutan políticos y su círculo de mercenarios. Los acarreados, tras dura jornada de viaje, entregan su voto por un entremés, una camiseta del color del partido o una gorra e hipotecan su dignidad por otros cuatro años. El corrupto sistema hace que quien opere en él tenga que someterse a una mafia mercantilista, por eso da igual quien llegue. No hay preocupación por el interés común, por el “bien común” que predican. Prevalece únicamente el interés de delincuentes que venden sucedáneos de esperanza, trabajo, salud o desarrollo, cuando no de “justicia social”. Los políticos no son la solución, más bien el problema a resolver.
El gobierno de la UNE fue uno de los mayores desastres de la democracia moderna. La  gobernanta de facto (Sandra Torres), tras dilapidar cientos de millones en clientelares proyectos como aquel de la bolsa solidaria, conspiró y hasta se divorció de su esposo, para perpetuarse en el poder. Otto Pérez y Rosana Baldetti continuaron el engaño con fórmulas como la de “mano dura” que se tradujo realmente en mano hábil para promover la corrupción, alimentar el endeudamiento y enredarse con el narcotráfico y el lavado de dinero. El aspirante  Baldizón -escindido de la UNE- conformó una compleja organización para cooptar información, presionar y amedrentar, y se alió con el oficialismo colaborando a que se aprobara el presupuesto o designaran jueces afines a los intereses de ambos. Su alarmante perfil psicológico, publicado en infolatam.com sobre un informe especializado de inteligencia, lo describe como un narcisista, manipulador y amoral (entre otras patologías). Embarran el escenario, dos alcaldes -Escobar y Coro-, el tránsfuga Presidente del Congreso -Rabbe- y un secretario gubernamental (entre otros), los primeros migran a LIDER y el cuarto ocupa la candidatura vicepresidencial de la UNE, incoherencias ideológicas reveladoras de que los “principios que decían defender” les importaban un pepino y que lo único que persiguen es seguir medrando (como Medrano) en un sistema que los enriquece y empodera, mientras el subdesarrollo, el hambre y la criminalidad, entre otros males, aumentan aceleradamente.
Cuando la situación está podrida -como la que vivimos-, es preciso tomar decisiones contundentes por parte de los propietarios de poder: los ciudadanos ¡Estamos a tiempo, pero en el límite!, así que acudir a una elección, tal como se ha hecho hasta ahora, es repetir la estupidez humana, calificativo para quien espera obtener resultados diferentes haciendo lo mismo. En estas condiciones límite, especialmente cuando el “menos malo no existe”, es preciso exigir que se incluya en la papeleta del voto una casilla que diga “NADIE”. El ciudadano, en el ejercicio de su libertad, tiene derecho a no votar por una lista cerrada repleta de corruptos y decir que no desea a ninguno ¡No más selección; por una vez elección! 

Las manifestaciones pueden ser un canto agónico o el inicio de un despertar. Idéntica situación vivieron ciudadanos de Venezuela, Ecuador, Nicaragua o Argentina y hoy se lamentan profundamente del populismo que los condena. Exijamos un cambio profundo o traguémonos deshonrosamente alguna estrofa del himno que muchos llevan entonando por años. No soy guatemalteco “de origen” pero me duele el país en el alma.

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