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lunes, 4 de julio de 2016

De progres y chafas

“El mal de la calumnia es semejante a la mancha de aceite: deja siempre huellas”

La semana pasada estuvo abonada de progres que levantaron sus voces, y sus plumas, contra el Ejército. Nada original, obedece a una costumbre universal tropicalizada ¡La verdad es que me alegra que se haya retomado la discusión!, no por mis orígenes orgullosamente “chafas”, sino porque permite reflexionar sobre la institución armada y la tirria de los progres hacia ella.
Algunos conflictos han sido, históricamente, “culpa” de los ejércitos, pero en igual proporción, al menos, han sido los que han evitado. Desde que Clausewitz sentenciara que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, parece oportuno dejar de concentrarse en los uniformados y prestar más atención a abogados, ingenieros, doctores y otros profesionales que dirigen la política y promueven, en sintonía con el prusiano, los conflictos.
Ignoran los progres que hay militares guatemaltecos en Haití y en el Congo (ocho fueron asesinados) que realizan su trabajo con orgullo y pasión, algo no reconocido públicamente, por cierto. Olvidan los progres que hay soldados patrullando diariamente para mejorar la seguridad, lo mismo que hacen los “chafas” en París o en Roma (¡sociedades militarizadas por excelencia!), a pesar de que ciertas ONG,s europeas o insignes diplomáticos exigen sacarlos de las calles guatemaltecas, aunque eluden tan enfática retórica en sus países, en donde los aplauden por garantizarles la seguridad contra el terrorismo del EI. Omiten interesadamente la puntual ayuda y colaboración militar en todas las catástrofes que se producen en el país. Parecen desconocer que fue un general -también pendiente de reconocimiento- quien hizo posible la actual constitución que garantiza a los progres la libertad para despotricar de una institución que apoyó admirablemente el proceso de transición. Pasan por alto que el sistema democrático que dicen defender sustenta, con “inexplicables” estadísticas, cómo la mayoría de ciudadanos guatemaltecos apoyan y creen en la institución armada, aunque los progres despotriquen ruidosamente contra ella, lo que no les concede más razón.
Ningún colectivo, tampoco el Ejército, está exento de contrariedades o de integrantes que lo deshonren. El ejemplo más reciente es el expresidente Pérez Molina juzgado por delitos que arrojan el honor por la borda. Sin embargo, no es correcto, justo ni razonable, mancillar sistemáticamente instituciones porque algunos de sus integrantes no respondan a los valores esperados de ellos. De ser así, habría que ver en qué colegios estudiaron los políticos juzgados -o los reos- por qué universidades pasaron o cuáles son sus profesiones. Quizá con ese estudio comparativo se evidenciaría el atrevimiento, la estupidez o el interés oculto de quienes juzgan el todo por la parte.
Curioso que cuando los progres toman el poder se militarizan y nombran “Comandantes”, como el violador Ortega, el difunto golpista Chávez, el dictador Castro o más domésticos, como los integrantes de la guerrilla guatemalteca. De esos “chafarotes” no oigo comentarios, quizá porque son émulos que no dan la talla. Estoy convencido de que a los progres les gustan las marchas, la corneta y el tambor, pero quieren tocarlos ellos solos y les jode sobremanera que otros lo hagan ¡Me da que ahí radica la frustración no superada!

Quejumbrosos del desfile militar, los veremos seguramente marchar por las calles el 15SEP o el 1MAY (¡por la lucha social!) compartiendo procesión con los sindicalistas extorsionadores habituales. Del día feriado, sin embargo, seguro que no reniegan ¡Cosas de progres y sus eternos traumas!

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