Entradas populares

lunes, 30 de julio de 2012

Silencio cómplice


En tiempos de injusticia, es peligroso llevar la razón (Einstein)

Hace una semana tres personas fueron linchadas en Santa Cruz Barillas; otra escapó. Según recogió prensa escrita “fueron interceptados por los alcaldes auxiliares” y acusados de estafadores. Luego, conducidos forzadamente a un local, “condenados por la turba” en tiempo record, asesinados a golpes y colgados de un árbol, todo un exceso de imaginación criminal y de impunidad patéticamente invisibilizada ¿Derecho indígena o arbitrariedad totalitaria? Ni una columna de opinión reclamando la pronta justicia exigida en otras situaciones. En esta ocasión -especialmente a las plañideras habituales- les peló el tema. No reaccionaron porque esos crímenes, al contrario de otros, no generan réditos económicos ni ideológicos. Tampoco se rasgaron farisaicamente las vestiduras ni maldijeron a las empresas multinacionales o a los grupos oligarcas, porque en este caso el asesinado fue cometido por indígenas sobre indígenas, como si el racismo, la exclusión y la discriminación fuesen conductas exclusivamente interétnicas y no intraétnicas (¿olvidaron acaso el genocidio hutus-tutsis?). Callan y consienten el actuar de grupos homicidas financiados por ayuda externa -como ellos- con el único propósito de subvertir el orden, mantener el subdesarrollo e impulsar el clima de desconfianza que promueven con su politizada visión. No vimos al recién llegado y popular obispo Ramazzini utilizar su osadía y desparpajo para condenar y enfrentar a los terroristas que cometieron esos crímenes ¡Mucho ruido monseñor, pero pocas nueces! Ponga atención a su solideo que puede mutar del púrpura al rojo cardenalicio, no por la cercanía del nombramiento sino por sangre derramada en su entorno que salpica por acción u omisión, como la Iglesia clasifica los pecados o Einstein sentenció: “los que tienen el privilegio de saber, tienen la obligación de actuar”.
Moderna mara imbricada en comunidades del interior que opera con todo lujo de detalle e impunidad por miedo gubernamental a abordar el tema con valentía, detener y encarcelar a los agitadores-asesinos y desvelar el juego que siguen algunas empresas que prefieren pagar y callar, sin ponderar el daño que su silencio y la falta de denuncias oportunas hacen al Estado de Derecho. Repetimos los mejores momentos del gansterismo mafioso norteamericano del pasado siglo y consentimos cobardemente esa simbiosis de terror, cada vez más patente en esta sociedad -civil y política- dormida, acostumbrada y pasiva. También lacera el mutismo encubridor de la insigne y otrora locuaz comunidad internacional y de los maleables grupos de la sociedad civil tan diligentes en otras ocasiones; menos -imposible- esperar que CICIG haga su trabajo: investigar a grupos paralelos -como esos- que promueven la violencia, el desorden y encubren la fechoría. No hay voluntad de llamar a las cosas por su nombre ni de señalar a los asesinos con la contundencia de la autoridad moral de los honestos. Pareciéramos un montón de cagones manipulados por vividores de este corrupto, amañado y tolerado sistema que paralizó a muchos hace tiempo y les hace mirar cobardemente hacia otro lado cuando se producen este tipo de situaciones, como si fuera responsabilidad de otro solucionarlas. Fui de los pocos que dedicó unas líneas a los valientes soldados agredidos en el mismo lugar por idéntica turba -o la misma- y junto con el obispo De Villa estaremos solos al resaltar estos horrendos crímenes cometidos por lugareños sobre sus paisanos, aunque permitidos y consentidos por el silencio cómplice de demasiados ¡Claro que les pela!, especialmente a los -y las- vividores de los derechos humanos, hipócritas irredentos con grave déficit de credibilidad, y cada vez más con el culo al aire.

No hay comentarios: