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lunes, 10 de junio de 2019

El ocaso de un nefasto cuatrienio

Se rinden calladamente y reconocen que mejor vengan las tropas USA a hacer lo que ellos no quieren, no saben o no pueden

Este gobierno que no gobierna y que desde el inicio se mostró absolutamente ineficiente e incapaz, se muestra ahora profundamente inoperante y dañino, lo que es comprensible considerando las personas que lo integran. Distintos indicadores muestran que estamos mucho peor de lo que debiéramos y no hay una sola área en la que hayamos dado los pasos correctos, menos los necesarios.
Con ese desgobierno, los grupos de presión supieron sacar su chantajista tajada y a pesar de que se supo que un ujier del Congreso haciendo fotocopias ganaba tres veces más que un doctor del IGSS, esquivaron aquella promesa de “limpieza sindical”. Magisterio, Salud, las decenas de sindicatos del OJ, MP, municipalidades, etc., obtuvieron sus bonos sin olvidar las presiones rentista que también ejercieron los vendedores de la terminal,  CODECA o más recientemente ese colectivo de “exmilitares” -con quienes el gobierno “dialoga”- y que quieren recetarse, a costa del erario, una “indemnización” de Q85,000 por barba. El mecanismo, independientemente de donde sea, es el mismo: presiona y chantajea que algo sacas. De esa cuenta, quienes no tenemos “perrito que nos ladre”, es decir no pertenecemos a grupo de presión alguno, pagamos los acuerdos que políticos mediocres y chantajistas asociados pactan para apaciguarse los unos a los otros, y como el fin último no es mejorar el funcionamiento de las instituciones públicas, los resultados finales, sistemáticamente, son mediocres o muy malos que es lo que reflejan los indicadores antes referidos.
En ese habitual escenario oscuro y polémico, se ha difuminado -mediáticamente hablando- una carta que Vicente González, congresista por Texas, envió al Presidente Trump sobre conversaciones mantenidas con el embajador de Guatemala en los Estados Unidos. Teniendo en cuenta que el entorno de la conversación parece ser que era migración y crimen organizado y que, entre otras perlas, se puede leer: “El presidente guatemalteco Jimmy Morales ha indicado que agradecería la introducción de tropas estadounidenses en la frontera norte de Guatemala”, representa un reconocimiento de la incapacidad de llevar a cabo esas labores con medios nacionales, pero también -mucho más grave- asumir un compromiso que la constitución no le permite ni ha sido planteado en el debate político nacional. Lo extravagante, aunque no deja de ser lo menos importante, es que este gobierno y sus grupos de apoyo se han ufanado permanentemente de ser los más nacionalistas y han esgrimido “la soberanía” para cualquier propósito o tropelía, ¡y miran que han cometido! Pero haciendo la mejor gala de aquello de “por la boca muere el pez”, se rinden calladamente y reconocen que mejor vengan las tropas USA a hacer lo que ellos no quieren, no saben o no pueden.
Han hecho esfuerzos importantes para confundir y enmascarar el asunto y han tratado de explicar vehementemente la colaboración del Comando Sur con fuerzas nacionales en la zona de Huehuetenango o el convenio firmado entre Gobernación y el Departamento de Homeland Security, ambas iniciativas absolutamente distintas de la famosa conversación que mantuvo el embajador guatemalteco. La coyuntura electoral ha echado tierra al asunto y parece que aquí nada pasó porque el ciudadano medio se preocupa más por aclararse sobre a quienes seleccionar de una oferta que desconoce o le disgusta que de temas relacionados con política exterior o vulneración al orden constitucional. En otros lugares, el presidente debería dar explicaciones o el embajador sería destituido. Aquí, en nuestra mediocridad, nos la juegan porque nos sigue pelando mientras reivindicamos gritonamente -eso si- nuestra soberanía. Lo curioso: después de casi 200 nos lo seguimos creyendo.

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