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lunes, 24 de junio de 2019

Las Thelmas y el colapso del sistema

Que sobresalga el MLP es más un evidente fracaso de la izquierda que una depresión de la derecha, aunque de todo hay

De estas elecciones muchas enseñanzas deben sacarse. A estas alturas, habrá tenido la oportunidad de leer casi de todo: números, proyecciones, escenarios, resultados, análisis, campañas negras y encuestas reales y manipuladas. Podemos quedarnos en la periferia de las cosas o incluso en lo anecdótico o coyuntural, como ha sido habitual, pero no servirá para mejorar un sistema del que ya no queda mucho por decir y si bastante por cambiar.
Dos “Thelmas” han protagonizado la reflexión que pretendo hacer: Aldana y Cabrera. Ambas con características comunes: no son políticos tradicionales, desde sus espacios promueven cambios más o menos drásticos, sin partido político “aparecieron” los pertinentes -Semilla y MLP-, no se hubiesen esperado en el escenario electoral hace un par de años, generan sentimientos contrapuesto y de rechazo cuando han ejercido su labor -fiscal o social- y hay cierta admiración confesada de la una a la otra y hasta un “ cierto endoso” explícito del voto. Aldana no pudo participar por cuestiones sobradamente conocidas, pero de haberlo hecho hubiese estado entre las primeras o incluso podría haber ganado las elecciones. Cabrera, por su parte, ha consolidado un movimiento que ha crecido hasta cifras no imaginables hace meses. Dos fenómenos atípicos que conviene analizar para aprender las lecciones que de ellos se derivan.
El sistema político-electoral está colapsado y no es de recibo continuar con él. Es preciso dignificar los partidos políticos y que dejen de ser vehículos electorales, además de promover  la democracia interna de la que carecen. Los diputados deben elegirse por sistema mixto: listas cerradas (nacionales) y elección individual (distritales). La Ley electoral y de Partidos Políticos requiere volver a cambiarse y darle validez al voto nulo bajo la figura de un candidato más llamado “Ninguno” que no tenga que competir en las condiciones de desigualdad como lo hace ahora, entre otras.
La derecha política debe incorporar reclamos sociales de una izquierda radical que cierra filas en torno a grupos con alto grado de extremismo pero que reivindican cada vez más fuertemente cuestiones relacionadas con el desarrollo comunitario, la calidad de vida, la expropiación, la educación y salud y cuestiones no menos importantes. La izquierda, por su parte, debería evaluar por qué un movimiento radical es capaz de obtener muchísimos más votos que todos los partidos tradicionales juntos: URNG, Winaq y Convergencia, liderados por personajes “mucho más académicamente formados” pero que no calan en la población ni arrastran las masas que la literatura tradicional presenta como desarraigadas, indígenas, revolucionarias o pobres. En todo caso, que sobresalga el MLP es más un evidente fracaso de la izquierda que una depresión de la derecha, aunque de todo hay. Si se analiza la evolución de ciertos países latinoamericanos, se puede concluir que el modelo al que podemos terminar pareciéndonos es el boliviano, con las sombras -más que luces- de un personaje autoritario que no deja el poder. 
Es preciso prestar atención a los reclamos de los votantes, porque son quienes eligen. El hecho de que pensemos que están equivocados, son radicales, delincuentes o activistas, no excluye la capacidad de elegir con la que cuentan y, seguramente, algunas de sus exigencias deberían agregarse oportunamente al debate nacional. Seguir pasivos frente a lecciones históricas que están ahí visibles solo conduce a que se repitan los errores y que los resultados del futuro próximo terminen, como ha ocurrido en otros países del entorno, con la poca estabilidad que queda. Esperemos que la memoria nacional “de pájaro” no olvide esto en los próximos cuatro años, aunque de momento UCN sigue sacando diputados ¡Inaudito!

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