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lunes, 5 de diciembre de 2022

¿Quién ganará?: fútbol y elecciones

Lejos de predecir el panorama electoral es mejor ofrecer parámetros para que cada uno emita su voto libre y responsablemente

Conversar unos minutos con alguien conduce a responder la pregunta que todos hacen: ¿quién ganará las elecciones del próximo año? Es más fácil imaginar quién triunfará en el mundial que señalar al político o el partido que alcanzarán el poder en el 2024. En el país de las bolas, pareciera haber desaparecido la más importante: la bola de cristal.

Un sistema solo genera que aquello para lo que fue diseñado, y el electoral se estira hasta donde lo permite su ajustado corsé, que no es mucho. Después de que la corte de constitucionalidad negará el amparo interpuesto por el CACIF, seguirá siendo imposible hacer campaña política antes del banderazo de salida. Es un absurdo que en política se impida hacer campaña permanentemente y no se permita conocer a los posibles candidatos y sus propuestas en detalle mucho antes de ese corto tiempo que la ley permite.

De casi treinta partidos inscritos -con previsión de que lleguen a cuarenta- es presumible que apenas pueda nombrar tres o cuatro posibles candidatos. Los demás están en la sombra porque no pueden exponerse a ser bloqueados por campaña anticipada. El absurdo legal se explica solo, pero acostumbrados como estamos a desenvolvernos en un sistema fantoche, no llama la atención más que otras estupideces legales que estoicamente soportamos.

Llegaremos al preámbulo electoral y entonces candidatos y partidos comenzarán a darse a conocer, lo que será imposible con el ceñido espacio que marca la ley, tanto en tiempo como en presupuesto, porque el sistema está hecho para dar ventaja a los conocidos. El resto, deberán posicionarse para dentro de cuatro u ocho años, y así estar en esa parrilla ventajosa de salida que configura la norma.

Cuando me preguntan quién ganará las elecciones, creo que por primera vez la respuesta es más difusa que en pasadas ocasiones. Lejos de predecir el panorama electoral -como aquel pulpo hiciera con un mundial de futbol- es mejor ofrecer parámetros para que cada uno emita su voto libre y responsablemente, lo que no es poca cosa. Al igual que en el mundial, no hay que tener únicamente nombre y fama, sino que es preciso anotar el día del partido. Todo lo demás es estadística.

Averigüe sobre los candidatos, mire de qué han vivido los últimos diez años y si ejercieron una profesión noble y correctamente. Pregúntese de dónde sacan el dinero que les permite ejercer como político sin trabajar en otra cosa y analice si el nivel de vida se corresponde con los ingresos. Relájese y ponga la canción “despacito” y al ritmo que le marque, léase el proyecto político que proponen. Si no está disponible, ignore esa opción porque no es la adecuada. Indague sobre los diputados que incluyen en sus listados, y vea cuántos han sido condenados o procesados; deseche la opción cuando encuentre alguno de ellos.

Si hizo todo lo anterior, seguramente se formará un criterio de las opciones convenientes. Vote por el partido o la persona que responda a esa calidad de perfil que nos merecemos. De lo contrario vote nulo, a pesar de que digan que no sirve para nada porque le están mintiendo. Usted es el encargado de marcar el gol del triunfo, aunque nadie se lo espere y las probabilidades señalen a otro como favorito. Su voto es crucial y contribuirá a la victoria que merecemos. No falle el penalti, porque nos condenamos a cuatro años más de espera. 

Por si le sirve de referente, en la China de Xi Jinping y en Irán los ciudadanos confrontan a sus gobiernos y logran resultados ¡La idiosincrasia de los pueblos, y su destino!


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