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lunes, 27 de enero de 2025

La crisis de los diez minutos

Los límites de la diplomacia se desplazan nuevamente y entran en el territorio del hard power, del que habían salido hace tiempo, y retoma el realismo

Durante el fin de semana el presidente Petro provocó una crisis que vino a durar -versión Joaquín Sabina- “lo que duran dos peces de hielo en un wiski on the rock”. El colombiano, acostumbrado a salidas de tono -no es la primera, recuerden aquella con Giammattei- quiso echarle un pulso al “recién llegado” de Trump, y quedó ridiculizado, además de mostrar nuevamente su carácter colérico, pero sobre todo incapacidad de negociar y ver la política con la altura de miras esperada en un presidente.

No ha sido el único que durante la pasada semana diera cediera -o diera la razón- ante el rubio norteño. Lo hizo la Alta representante de la UE para asuntos exteriores, Kaja Kallas, quien afirmó, durante una intervención en la Agencia Europea de Defensa (EDA), que es “hora de invertir más en la UE en temas de seguridad y defensa, y asumir responsabilidades”, y pone en justa dimensión y equilibrio las declaraciones de Trump exigiendo a sus socios europeos mayor colaboración en materia de seguridad y defensa, especialmente en lo que se refiere al financiamiento de la OTAN. Entendieron que la buena vida y el estado de bienestar requieren de un sistema de seguridad adecuado, y financiado.

También el contralor de Panamá, quien anunció severas medias tras evidenciar una concesión de 25 años prorrogables, otorgada por el Estado a Panama Ports Company (PPC), subsidiaria de la china Hutchison Ports Holdings (HPH). La concesión, con dos espacios -uno en cada océano- y con un total de 344 hectáreas por la que no pagan al Estado panameño desde que iniciara en 1998, se interpreta como la sustitución de un enclave norteamericano por otro chino. Aunque es una empresa que opera en otros países, está claro que hacerlo en el Canal de Panamá -con control en dos océanos- tiene unas implicaciones geoestratégicas muy diferentes.

El tercero fue el ministro de Asuntos Exteriores ruso, al afirmar que “Rusia está a la espera de que el equipo de Trump aclare sus posiciones sobre el posible acuerdo de alto al fuego en Ucrania”. Parece que también el Presidente Putin ha escuchado las sugerencias del norteamericano sobre terminar el conflicto a la mayor brevedad, y la UE teme quedar fuera del plan final del conflicto.

Se impone la realpolitik, oculta en gobiernos anteriores, que parece resurgir, como lo hizo después de la II Guerra Mundial, y desplazar el idealismo wilsoniano que no ha dado los resultados esperados. Promovieron un mundo de diplomacia del diálogo, pacifismo y lo políticamente correcto, y de pronto somatan la mesa y nos muestran el mundo de otra forma, nada distinto a cómo se hiciera durante la Guerra Fría. Y es que la democracia y la libertad requieren de, al menos, dos condiciones previas: inversión en seguridad para protegerla y autoridad para sostenerla, y no asumir que una vez alcanzadas se sostienen por el “buen hacer” propio y de vecinos.

Aunque es poco reconocido, por primera vez surge una confrontación -de momento casi monolítica- a pactos como el Foro de Sao Paulo o el Grupo de Puebla que tradicionalmente han operado de forma concurrente sin que se les hiciera frente, como ocurrió con la Internacional Socialista de la segunda mitad del siglo XX.

Los límites de la diplomacia se desplazan nuevamente y entran en el territorio del hard power, del que habían salido hace tiempo, y retoman el realismo para confrontar una suerte de solft power y geoeconomía empleado por los rivales -China especialmente- para lograr el liderazgo mundial.

¿Asistimos al resurgir de USA?, me da la impresión de que, al menos, el intento está más que visible.

domingo, 19 de enero de 2025

Guys I'm back

Cuando los resultados electorales son producto de un proceso en el que no hubo amañamiento o irregularidades, solamente queda aceptar los resultados que la mayoría dispone

Algunos se siguen tomando la política no como algo serio, que lo es -y mucho-, sino como una batalla campal de suma cero, en la que si el contrario gana -sobre todo si es ideológicamente opuesto- solo cabe la descalificación permanente que es lo único que les queda. Son emotivos, viscerales e irracionales que no terminan de entender la democracia, aunque se autoperciben -palabreja de moda- como paladines de esta.

Cuando los resultados electorales son producto de un proceso en el que no hubo amañamiento o irregularidades -lo que no ocurre en dictaduras y autoritarismos como los que se siguen maquillando- solamente queda aceptar los resultados que la mayoría dispone, porque es unos de los pilares fundamentales de la democracia liberal que nos hemos dado, y a la que aspiramos permanentemente.

Es curioso observar, sin embargo, que persiste una guerra ideología inconclusa en este país, y que lejos de estar superada o permanecer latente aflora con más frecuencia de la que se hubiese deseado, pero sobre todo esperado, a 30 años de la firma de los acuerdos de paz.

Se pudo ver recientemente una delegación de la URNG, encabeza por la diputada de dicho partido en el PARLACEN, Aura Lily Escobar, como viajaba a Venezuela a la toma de posesión del dictador Maduro. También es la diputada que felicitó a Cuba en el día de la “rebeldía nacional” y la que percibe unos $4,000 dólares mensuales, frente a los menos de treinta de los trabajadores de los regímenes que aplaude y promueve. No menos descaro y poca vergüenza tuvieron los de CODECA -aquellos que jalaron al anterior PDH de candidato- quienes rechazaron, en un comunicado, la presencia en Guatemala del presidente electo de Venezuela, Edmundo González, mientras glorificaban y santificaban al dictador venezolano, como sus colegas extremistas del otro partido ¡Así las cosas con los golpistas en pleno siglo XXI!

Está claro que solamente la democracia permite que organizaciones extremistas -como la URNG y CODECA- tengan espacios de expresión y militancia social. Justamente lo que ellos impiden con actitudes autoritarias, algo que por supuesto es conveniente revisar. Los no demócratas no deberían poder destruir la convivencia desde la democracia, y esos partidos extremistas o terroristas -que los hay en otros lugares- tendrían que ilegalizarse porque son un cáncer terminal para un sistema que se basa en la participación plural, dentro de un marco legal y con reglas que ellos no observan e irrespetan.

Muchos de quienes permanentemente condenan o critican a Trump -elegido por más de 77 millones de norteamericanos- son incapaces de ver el problemón nacional existente con esos dos partidos radicales de extrema izquierda, y alguno más que se consolida a la sombra. Por cierto, y al respecto, hay que hacer notar la crítica que hace Insigth Crimen -y que callarán muchos informativos e informadores-, sobre cómo en esta administración progresista de SEMILLA ha lubricado a los Consejos de desarrollo con millonarios fondos que ponen en tela de juicio el compromiso con la transparencia y la buena gestión pública ofrecida, aunque haya sido calificado como “negociación política” por el ministro de finanzas, el mismo que la negó precisamente en el pasado cuando así fue tachada por analistas y medios.

La doble moral no es nada nuevo en autoridades políticas, y más notoriamente en aquellas que en su vida no han hecho otra cosa que jugar en ese tablero de inmoralidades, sin haber trabajado en algo productivo. El mayor problema, no obstante, es normalizar esas situaciones y acomodarnos, para terminar siendo cómplices en lugar de ciudadanos fiscalizadores que ejercen su responsabilidad.

lunes, 13 de enero de 2025

Consummatum est

Lo he dicho varias veces, pero nunca está de más: las dictaduras existen porque las democracias lo permiten.  

La dictadura venezolana se ha consolidado a pesar de sórdidas protestas políticamente correctas de las democracias. Las tiranías cubana y nicaragüense enviaron a sus máximos opresores -Díaz-Canel y Ortega- a pavonearse en un escenario marcado de sangre por su amigo Maduro. Otros países países, con honrosas excepciones, delegaron representantes, embajadores o achichincles varios a aplaudir al matón venezolano, evidenciando la doble moral que caracteriza a ciertos políticos. Lo he dicho varias veces, pero nunca está de más: las dictaduras existen porque las democracias lo permiten.

El criminal que rige los destinos de Venezuela -aunque realmente son varios- propondrá seguramente una reforma constitucional al estilo nicaragüense, para perpetuarse definitivamente en el poder, algo que inició Castro y de lo que todavía no se ha podido desprender Cuba. Son esas cosas que se normalizan en la vida, se tornan habituales y son menos cuestionadas por las generaciones que nacieron después de 1959, porque para ellos “siempre ha sido así”. Es increíble que en pleno siglo XXI los autoritarios sigan teniendo espacio en la vida social ¿Dónde está la ONU, la OEA, la Corte Penal o el Tribunal Internacional de Justicia? Si no hacen nada para detener a criminales y defender la democracia y la libertad, no sirven para nada.

Hace tiempo que dejé de creer en “los pueblos oprimidos”, lo que únicamente ocurre cuando aquellos no están dispuestos a luchar contra la opresión, y prefieren que mueran otros en la lucha, sin advertir que finalmente terminan muriendo ellos. Los pueblos dormidos -no los valientes- sufren las consecuencias de su inacción, y no hay que ser tan condescendiente y perdonarlo todo. Finalmente son un grupo de líderes -María Corina Machado en este caso- quienes jalan a aquellos otros que desean el cambio sin sacrificar vida ni patrimonio. No advierten que la historia les pone en un lugar y momento irrepetible, y hay que apencar con las responsabilidades del momento. Es muy probable que tanto héroe conocido no lo hubiese sido de haber estado en otro tiempo, al igual que muchos otros quedaron en el anonimato porque las circunstancias no fueron las adecuadas ¿Qué hubiese sido de un Ronald Reagan sin Margaret Thatcher, Juan Pablo II o Mijaíl Gorbachov, o cualquier otra combinación entre ellos?

Vamos encaminados a una era de populismo y autoritarismo permitido y alentado por ciudadanos acostumbrados a vivir sin luchar, a recibir “todos los derechos que el Estado les debe de proporcionar”, y a eludir responsabilidades en beneficio de las migajas que los autoritarios dirigentes deciden repartir, cuando eso ocurre. Se han perdido valores esenciales que se construyen únicamente sobre la responsabilidad y el deber que hay que asumir según el momento y la situación, y el miedo y la cobardía sirven de refugio a aquellos que justifican o permiten los desmanes de otros.

La diáspora venezolana suma ya los ocho millones de personas, la cubana es difícil de calcular, y desde Nicaragua la pareja de payasos presidenciales deporta a ciudadanos en aviones. La comunidad internacional mantiene a sus embajadores y misiones internacionales, bajo el paraguas de la justificación del pragmatismo político, en lugar de retirarlos inmediatamente y aislar absolutamente el país. Hay quienes dicen que sería peor, pero si el caso cubano no les ha dejado claro que no es así será difícil convencerlos.

Pocos entienden, y menos aceptan, que contra el autoritarismo únicamente cabe la legitima defensa, y que la presión, primero, pero todo el poder duro, después, son acciones justificadas en pro de esa democracia que dicen querer y defender, pero cuyos valores y principios pisotean con su actuar.

¡Viva la libertad carajo!

lunes, 6 de enero de 2025

Y llegó el año 2025

¿Existirá una segunda oportunidad para esta administración?, es una pregunta que frecuentemente se puede escuchar en charlas de amigos.  


En 2024, precisamente por estas fechas, había un sentimiento generalizado de júbilo y expectación. Un análisis sobredimensionado de los optimistas habituales -muy lejos del realismo que los números marcaban- generaba esperanzas en un gobierno progresista que proponía acabar con la corrupción y mejorar los temas sociales, pendientes desde hace tiempo. Un año después, la ilusión ha desaparecido en aquellos que no entendieron la falta de improvisación política de quienes llegaban al poder. 
Dicen que para la primera impresión no hay segundas oportunidades, y es exactamente dónde nos encontramos. Un gobierno débil, pasivo, inexperto y sin logros, por mucho que algunos todavía se devanen los sesos buscando frases rimbombantes con las que justificar lo que el ciudadano no percibe. Dato mata relato, y no se ve nada en comunicaciones, un 34% más de niños muertos por desnutrición -los defensores dicen que había subregistro- y algunos cambios ministeriales que se avecinan por falta de resultados.
Se fue el año en resolver una disputa entre el Ejecutivo y el MP, aunque la institución investigadora ha sido infinitamente más hábil que el propio Presidente y, desde luego, que sus asesores. Y es que no entendieron que el ciudadano lo que necesita y busca son soluciones a los problemas que le aquejan: la económica, los precios de productos de primera necesidad, las medicinas, las carreteras, etc., y no los pleitos de alto nivel en los que se ensalzaron. No distinguieron entre lo urgente y lo importante.
Muy lejos del actuar presidencial, y con prácticamente el mismo tiempo en el poder, Milei, con las ideas infinitamente claras y un país institucionalmente en contra, por como lo dejaron los kirchneristas, ha sido capaz de implementar cambios que no se habían visto en décadas en parte del mundo occidental. Y es que la fe del ciudadano no está puesta en maquillajes que se borran con las primeras lágrimas, sino en medidas de fondo que pueden cambiar esas necesidades citadas.
Aquí, por el contrario, las justificaciones han sido asideros de cualquier comentario crítico: que si todo estaba mal -eso deberían haberlo sabido-; que si los anteriores robaban mucho; que la justicia no los deja ser partido -aunque el Ejecutivo podría hacer cosas-; y diferentes excusas de las que estuvo ausente el ministerio de gobernación -a cuyo ministro nunca oí quejarse- o el de educación, que con el remozamiento de escuelas pareciera haber culminado sus logros 2024. El que culpa a los demás tiene un largo camino por recorrer en su viaje. El que se culpa a si mismo está a mitad de camino. El que no culpa a nadie, ha llegado (proverbio chino).
¿Existirá una segunda oportunidad para esta administración?, es una pregunta que frecuentemente se puede escuchar en charlas de amigos. Pues a estas alturas del partido me da la impresión de que no. La razón principal es que no hay plan y para colmo de penas disputas internas, producto de corrientes diferentes de pensamiento partidario y de ambiciones, parecen no converger en algo que pueda unir a todos.
La oposición consiguió su presupuesto abultadísimo -más la ampliación- y una ley que le permite gastar lo del año pasado y lo de este, así que navegarán en ese río de aguas revueltas buscando ventajas, coimas y porcentajes en obras y otras contrataciones, algo que el oficialismo sabía, pero que prefirió apoyar con tal de sumar la aprobación de legislación que no les servirá para nada. También creyeron que pactaban la elección de magistrados, pero a la primera de cambio pudieron advertir que no, como era visible desde el primer momento, aunque nunca quisieron aceptarlo.