Se entienden por crisis la variación brusca de una determinada situación a otra, mejor o peor. La crisis representa un punto de inflexión en la estabilidad de un sistema establecido de cosas que termina solucionándose al volver al nivel en el que se produjo la alteración. El proceso que tiene por finalidad regresar al estado inicial, es lo que se ha venido en denominar control, gestión y conducción de crisis.
En los últimos meses, venimos oyendo hablar de crisis económica, de petróleo, de gobierno, de valores y de otras muchas más. Pareciera que los esfuerzos de técnicos, economistas o políticos, se conducen a ver la forma de superar la crisis en la dirección antes indicada, esto es: estabilizarse en torno a los niveles previos. Sin embargo, pudiera ser que no estemos ante una crisis, sino ante un cambio que no terminamos de entender y mucho menos de aceptar.
El petróleo sube bruscamente, producto de muchos factores, entre ellos, el resurgir de economías asiáticas dormidas. Ciertos alimentos se han encarecido, en parte, como consecuencia de la promoción de los biocombustibles. La globalización ha flexibilizado y acrecentado la capacidad de elegir de las personas y les abre un mundo nuevo y diversificado. Cada vez hay más ofertas educativas virtuales y, los cambios en las presenciales, ponen en jaque los tradicionales procedimientos y cuestionan, hasta la médula, la labor del Estado en direccionarse hacia la enseñanza pública como modelo universal. El fracaso de los sistemas tradicionales de salud y pensiones, especialmente en los países europeos, ha incrementado las cargas impositivas y buscado mano de obra que permita mantener, aunque sea en coma, el sistema. La gestión pública tiene retos y exigencias ciudadanas en torno a la transparencia, la ejecución presupuestaria eficiente, la disponibilidad de la información y la eficacia del servidor público, entre otras.
Lo que estamos viviendo no es, en modo alguno, una crisis. Asistimos a un cambio de métodos, procedimientos y formas de interactuar, comunicarnos y organizarnos e incluso de nuevos valores. Hace poco una gran multinacional reconocía que, por primera vez, se adquiere más música a través de la web que por la compra de los tradicionales CD. El paradigma del reproductor de música tradicional con la publicidad del cantante y la venta empaquetada de un producto del que únicamente interesaba una o dos canciones, se derrumba, en beneficio de otra forma más eficiente. No hay crisis en el sector, si no un cambio radical que obliga a hacer las cosas de una forma distinta y acorde con la nueva demanda. Lo mismo está ocurriendo en la gestión pública, la salud, la educación, la infraestructura, las relaciones interpersonales, la información, etc. Somos protagonistas de un cambio, no de una crisis. Es necesario cambiar paradigmas, visualizar otros horizontes, comprender a las nuevas generaciones y sus formas de interactuar, generar organizaciones más eficientes y emplear métodos, no siempre tradicionales.
Las nuevas demandas han generado el cambio y producido nuevas forma de relación. Luchar por “resolver la crisis” es querer anclarse en el pasado y volver la vista hacia atrás, en lugar de apuntar el potencial creativo, hacia adelante. Las crisis se resuelven, los cambios se enfrentan. El capital humano toma el liderazgo del nuevo proceso y encabeza el ranking de la oferta. O lo vemos y nos lanzamos a por ello, o nos quedamos anclados en el tiempo.
Este es un blog personal donde se editan las columnas de opinion (y otras) que semanalmente publico en el diario PRENSA LIBRE de Guatemala. La idea es generar un espacio de debate y opinión con los lectores, de forma que la libertad de expresión sea en doble sentido.
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