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lunes, 7 de diciembre de 2020

¡Suficiente tanto silencio cándido!

Detrás de ambos mandatarios hay grupos de poder e ideológicos que desean imponer su visión de país, de mundo o de lo que sea

Me siento muy incómodo si callo lo que creo es el merengue del pastel nacional. Este país esta lleno de “prudencia”, “educación”, “fíjese qué” y silencio bochornoso porque “da pena” hablar, y digerimos la frustración que luego se desata descontroladamente por acumulación de bilis. Así que, dispuesto a salirme de la norma -algo habitual en mi- y no queriendo ser de los que calla cuando más se necesita clarificar, me sirvo un güisqui con hielo y me pongo a escribir.

Esa disputa, pelea o diferencias entre el Vice y el Presi -o viceversa- no es más que la pantalla de una pregunta que evitamos respondernos, mucho menos en público: ¿quiénes están detrás de ellos? No soporto más la idea de que “tienen puntos de vista diferentes”, porque eso se resuelve hablando, negociando o incluso imponiendo, sin que la misión de la OEA tenga que venir a decirnos qué hacer ¡Dejemos los complejos y agarremos el toro por los cuernos, puñeta!

Detrás de ambos mandatarios hay grupos de poder e ideológicos que desean imponer su visión de país, de mundo o de lo que sea. Unos son admiradores de CICIG porque vieron en aquellos lo que ellos no son capaces de hacer, y no todos están contra la corrupción, no nos engañemos. Otros, están contra CICIG porque no quieren que vengan a chulearles más e imponerles agenda y condiciones, y tampoco todos están a favor de la corrupción. Pero ni siquiera la cosa queda ahí. En uno de los grupos hay exembajadores, colectivos de la sociedad civil, organizaciones de derechos humanos y militantes de izquierda que creen ver la palanca de un cambio que no consiguen con el voto. En el otro grupo hay militantes de derecha y quienes han decidido no soportar más costos de experimentos que -después de 25 años- no han llevado al país a ningún lugar diferente al que estaba en aquel entonces. En ambos bandos encontramos: extremistas, violentos, corruptos y muchísimos ciudadanos decentes. El narcotráfico parece estar por su cuenta o mimetizado, como de costumbre.

Debajo de ese nivel otra batalla sórdida se desarrolla: la toma de la justicia. Algunos apoyan una CC que ha dejado muchísimo a deber, especialmente en materia de atracción de inversiones y conflictividad social. Otros, respaldan una CSJ que también tiene números en rojo, y a la que ven como la espada capaz de decapitar a la bestia de las siete cabezas, sin alusión personal. Todos desean ostentar el poder y continuar con los réditos que les otorga la posición, tampoco nos engañemos con eso. Usted ponga a cada quién en el grupo que desee.

Así las cosas, abril 2021 es el mes fatídico al que unos quieren llegar rápidamente y otros cuentan los días para que no se acabe. Mientras, la guerra muestra múltiples batallas camufladas bajo discursos de desnutrición, presupuesto, corruptela, falta de transparencia y otras “menudencias”, ¡como si eso nos hubiese preocupado en alguna ocasión, ja! En ese escenario los extremistas -de uno y otro lado- hacen de las suyas y el Presi tuitea o wasapea sobre el Vice -o viceversa- mientras nos distraemos con el pan que tiran a la arena circense los emperadores desde Washington que promueven visitas sorpresa de algunos notables.

O nos dejamos de babosadas y actuamos como adultos responsables o seguiremos siendo los niños a los que tratan como zonzos porque aguantan todo ¿No están hartos de que los vean así? Pues yo si. Mientras tanto, me acabo el güisqui relajo mi conciencia artificialmente tranquilizada ¡Total, siempre se le puede echar al alcohol la culpa del desvarío!


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