Entradas populares

lunes, 31 de marzo de 2025

Falta comunicación política

Se olvida aquel lema de “di lo que quieras antes de que otros digan lo que ellos desean”, y la reacción, cuando existe, solo explica o confronta lo dicho previamente por otros

El gobierno no va bien en casi nada, y la percepción de falta de gobernanza se traduce en realidades visibles y patentes cada día. No supieron manejar la crisis del seguro, y les tomaron el pulso. Ahora, cualquier grupo de delincuentes inescrupulosos -y los hay a montones- bloquea calles o carreteras y evidencia la falta de autoridad.

Y es que no saben comunicar. Decir algo es una forma de actuar, pero callar también lo es. La diferencia es que en la segunda se pierde la iniciativa y únicamente se responde a mensajes posicionados por otros. Se olvida aquel lema de “di lo que quieras antes de que otros digan lo que ellos desean”, y la reacción, cuando existe, solo explica, aclara o confronta lo dicho previamente por otros. El baby shower del nieto presidencial es un ejemplo, y las diarias crisis de los bloqueos algunos más. Se debió haber salido a explicar lo del seguro la tarde en que se publicó, y pedir calma para el día siguiente convocar mesas con los sectores afectados. Se habrían evitado dos días de colapsos, perdidas de horas de trabajo y centro de educación cerrados, para finalmente dar marcha atrás.

En el país vecino, sin embargo, Bukele es el amo de la comunicación. Se suele adelantar a casi todo, lo que le permite posicionar un primer mensaje, y quienes lo confronten deberán contradecirlo. Cuida su aspecto con afeitados diarios, pulido de cara y ropa acorde con su edad y físico, y a eso suma el peinado y las “estratégicas” gorras. Guste o -ese no es el punto- genera comunicación proactiva y asertiva, y coloca mensajes claves y estratégicos. Aquí se cierra el tráfico en al km. 44 para que el Presidente diga, por walkie talkie, “liberen el paso”, lo que genera criticas porque debió haberlo detenido previamente para la inauguración. Mejor hubiera sido que mientras el tráfico fluía explicara que funcionaba “así de bien”! gracias a su tardía gestión. Dos maneras de hacer lo mismo con costos muy diferentes.

El silencio también es una forma de decir algo, y el Presidente acude a él permanentemente. No lo ha visto en entrevistas en medios nacionales, ni sujeto a un cuestionamiento periodístico, y eso que ya llevamos más de un año, aunque la mayoría de los medios obvien “ese pequeño detalle” del silencio. Nadie parece haberle recordado aquello de que “el silencio otorga”, y plácidamente se acomoda en ese espacio de la imagen fotográfica de los Q30,000 para proyectar algunas actividades de su “apretada agenda”. Definitivamente no hay estrategia de comunicación ni de cuidar la imagen presidencial, y comienza a dar pena y lastima más que contemplarlo como un enorme defecto a superar.

Supongo que la falta de información al ciudadano, y el impacto que tiene en la en política, no será achacada a la persecución de los órganos de justicia ni muchos menos a los gobiernos anteriores, sino que responde a dos cosas no son necesariamente excluyentes. Una, a la falta de planes estratégicos de comunicación. Otra,  a que prefiere no ser cuestionado sobre asuntos de gobierno, porque no hay mucho que ofrecer positivamente, y es mejor callar que meter la pata hablando de presupuestos no ejecutados, acciones no realizadas, pagos de obras ordenados, gastos de la SAAS inexplicables, y “asuntos menores”, como qué hacen los ministerios de cultura, trabajo, agricultura, desarrollo social, etc. El de comunicaciones ya se sabe, y los demás apenas aportan una gota de agua en un océano de proyectos en el aire.

¡Lo que no puede ser, no puede ser. Y además es imposible!

lunes, 24 de marzo de 2025

Autoridad sin autoritarismo

El ejercicio de la fuerza hay que ejercerlo cuando los violentos impiden el derecho de aquellos que quieren vivir en paz

Hay un aforismo militar que dice: “la inacción es incompatible con el ejercicio del mando”, y otro que “orden más contraorden es igual a desorden”. Cuando se está al frente de una institución, porque ha sido designado para ello, y muy especialmente elegido en votación popular, hay que ejercer la autoridad que se le ha conferido, y asumir la responsabilidad que conlleva. Lo que no es de recibo es callarse, esconderse, desaparecer ni mucho menos quedar inactivo. Cuando eso ocurre, quien está al frente debe de ser inmediatamente cuestionado o incluso reemplazado.

Es exactamente lo que pasó con el intento de implementación del seguro obligatorio, cuando apenas 48 horas después de haberlo anunciado, fue suspendido precisamente porque hubo fuerzas externas que impidieron que siguiera el proyecto hacia adelante. No es de recibo que cuando se toma una decisión, que se supone meditada, pensada y analizada, e incluso una horas antes confirmada por el ministro de gobernación y el propio secretario de comunicación social de la presidencia, el presidente anuncie la suspensión. Tal actitud demuestra dos cosas: o se quiso imponer algo sin el suficiente análisis o no se ejerció la autoridad para hacerlo obedecer. Cualquiera de las dos opciones es nefasta, y evidencia un gobierno con muy poca capacidad de gestión pública.

Perdieron la iniciativa, pero algo mucho peor: la razón y la ética con la que se presentaron y por la que fueron elegidos. Es una pena que tal situación y forma de ser continue por los próximos tres años-, lo que abre la puerta a la necesidad imperiosa de un gobierno tecnócrata para 2028. No más políticos inútiles o ladrones, porque el resultado final es idéntico. Se requiere uno o dos periodos de tecnócratas capaces de poner en orden y en su sitio ciertas cosas, pero con autoridad, razones y datos, no con caprichos o alegrías juveniles de inexpertos.

Hay que sacar de la política -al menos por un tiempo- a los políticos partidistas, al menos hasta que la decencia aparezca nuevamente en la variable del poder. Este tipo de actitudes es un disparo en el pie y le resta oxigeno -del poco que le deuda- al presidente, a quienes dejan caer tanto las fuerzas opositoras como integrantes de su propio partido. Si el país tuviera la posibilidad de hacer una moción de censura o un impeachment, es evidente que las probabilidades de que el actual gobierno saliera son muchas.

El presidente no sabe o no cuenta con ese poder de convocatoria ciudadana que algunos reclaman. Las autoridades indígenas más representativas se han puesto en su contra y evidentemente no le quedan “amigos” más allá de aquellos que todavía defienden ideológicamente a un gobierno de izquierda y otros que prefieren seguir apostando por una forma de ser por temor a que pueda surgir otra peor, o a la censura de una mayoría visceral.

La democracia no puede sostenerse sin autoridad, no autoritarismo. El ejercicio de la fuerza hay que ejercerlo cuando los violentos impiden el derecho de aquellos que quieren vivir en paz. Algunos entienden ahora aquello criticado hace años del “derecho a la locomoción” por sobre el bloqueo abusivo. Cambiadas las tornas se ve “diferente” porque afecta a los críticos de antes, sin advertir que siguen sin apostar por principios, sino por intereses o pasiones.

Lo ocurrido es un enorme desgaste político que la oposición aprovecha y deja que el tiempo haga su efecto sin mojarse los pies. El problema es que cada vez más personas ven un gobierno en caída, y después de la Semana Santa -que ya está cerca- irán a por todas.

lunes, 17 de marzo de 2025

Justicia sin jueces

Uno de los desafíos de los sistemas democráticos -quizá el mayor- es implementar un sistema de justicia eficiente y efectivo, dentro del marco legal

Es pertinente preguntar por qué el gobierno de Bukele goza de tanto éxito y popularidad, especialmente cuando no se han registrado cambios económicos, sociales u otros de manera significativa que justifiquen esos altos índices de apoyo reflejados en las encuestas. Tal vez la respuesta se encuentre en la teoría subyacente de la pirámide de Maslow, que establece la seguridad como una condición esencial para que los seres humanos puedan progresar en sus aspiraciones.

La seguridad proporciona previsibilidad para realizar actividades como trabajar, pasear y relajarse sin temor por la vida. Es la razón fundamental que justifican la existencia del Estado, expuesto por muchos pensadores tradicionales, y recogido en las constituciones modernas. Por ejemplo, el artículo 1 de la Constitución de Guatemala establece: “El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia”.

Bukele, junto con otros líderes autoritarios, entendieron la situación y decidieron emprender acciones para detener y encarcelar a aquellos señalados de ser supuestos delincuentes. Esta estrategia creó un clima de represión percibido positivamente por la mayoría de los ciudadanos, quienes apreciaron que los actos delictivos ya no ocurrían.  Se cometieron errores significativos, como se ha denunciado públicamente, pero muchos ciudadanos prefieren una paz con ciertas injusticias -siempre que no los afecte directamente- a una justicia sin paz. A largo plazo, los errores de la represión ejercida por Bukele (al igual que las de Castro, Chávez/Maduro y Ortega/Murillo) se harán evidentes con el paso del tiempo. Sin embargo, a corto plazo, y desde el sentir de la mayoría, el problema parece resuelto.

Igual ocurre con el narcotráfico y el crimen organizado, y se puede ver particularmente en el vecino país de México. En las ciudades en las que viven familias de narcotraficantes, la mayoría de los habitantes viven tranquilos porque saben que esos grupos terminan de una vez con la delincuencia que les afecta su vida diaria, y son conscientes de que si no entran en colisión con ellos, no hay nada que temer ¡Simple pero eficaz!

Uno de los desafíos de los sistemas democráticos -quizá el mayor- es implementar un sistema de justicia eficiente y efectivo, dentro del marco legal. Sin embargo, factores como amparos, recursos y sistemas malos pueden hacer que el proceso sea prolongado, llegando a tardar la resolución años, lustros o incluso décadas. Esta demora puede llevar a algunas personas a pensar en tomar medidas por sí mismas, como la venganza o el linchamiento. El problema es fácil de entender y simple de aplicar. En algunos casos, sin embargo, los abogados pueden beneficiarse más con una causa abierta por tiempo que con un sistema que resuelva el problema en un día, como ocurre con el arbitraje, que comienza a imponerse en muchos países, incluso en materia penal. Dilatar los procesos puede llevar a situaciones de falta de justicia, que se pueden observar en la región y que son difíciles de negar. 

El punto es si el gremio de leguleyos, con enorme poder otorgado en la constitución, o que maneja una enorme cantidad de dinero en el Colegio, además de otras ventajas incompresibles, está dispuesto a enfrentar esta realidad. En todo caso, el pueblo soberano debería considerar este tipo de cuestiones para dejar de ser parcialmente liderado por grupos de poder que se repartieron el país allá por 1985, otorgándose ventajas de las que evitan hablar porque están fuera de la forma de operar de la democracias avanzadas desde hace muchísimos años. 

Al igual que en muchos otros aspectos, el problema ha sido identificado claramente. El país cuenta con suficientes diagnósticos, sin embargo, la implementación de la solución siempre se pospone.

lunes, 10 de marzo de 2025

Europa y Estados Unidos

Ya hay declaraciones de diferentes líderes europeos sobre la necesidad de enfrentar y modificar ese desequilibrio e irresponsabilidad en materia de seguridad

Paul Johnson, en su libro Tiempos Modernos, reflexiones en diferentes capítulos sobre el Estado de Bienestar. Cuando habla de su creación dice: “En 1913, el ingreso total del Estado (incluido el gobierno local) como porcentaje del PBN, se reducía al 9 por ciento en Estados Unidos. En Alemania, que desde los tiempos de Bismarck había comenzado a construir una formidable estructura de medidas de bienestar social, representaba el doble, es decir el 18 por ciento; y en Gran Bretaña, que había seguido el ejemplo de Alemania desde 1906, era el 13 por ciento”.

Después de la II Guerra Mundial, Europa Occidental comenzó a reconstruirse con ayuda del Plan Marshall. El gasto estatal en áreas sociales fue incrementándose y hoy alcanza endeudamientos nacionales cercanos al 90% del PIB en la zona euro, y superior al 100% en Francia, Bélgica, España, Grecia, Italia o Portugal. El porcentaje de impuestos que pagan sus ciudadanos -por rendimiento de trabajo e IVA-, están cercanos al 30/40%, los primeros, y entre el 15/27% los segundos, según el país.

Europa disfruta de un Estado de Bienestar aceptable que requiere del financiamiento de trabajadores que no nacen en sus países, de ahí la enorme migración que contribuye para permitir sistemas con pirámides de edades invertidas. Si antes un jubilado era sostenido por varios trabajadores, ahora lo habitual es que sean dos trabajadores quienes sostienen a cada pensionista, y va en aumento.

Trump y Vance han puesto sobre la mesa un viejo problema que habían ignorado tanto europeos como norteamericanos: el costo de la seguridad en el viejo continente. A pesar de un compromiso existente desde 2006 -renovado en 2014- por el que se comprometían a gastar mínimo el 2% del PIB en defensa, en 2014 únicamente dos países lo hacían, seis en 2022 y algunos más en la actualidad. Se acostumbraron a que fueran los EE.UU. quienes resolvieran los problemas, lo que ha terminado por enojar a la actual administración.

Ya hay declaraciones de diferentes líderes europeos sobre la necesidad de enfrentar y modificar ese desequilibrio e irresponsabilidad en materia de seguridad, construido sobre la base de una política del avestruz, en la que escondían la cabeza, miraban a este lado de Atlántico, y solicitaban dinero, armas y ayuda. Tampoco por aquí había sido muy cuestionado porque la mayor parte de créditos lo eran para comprar armas de fabricación norteamericana ¡Y felices los cuatro!

Lo que provocará una revolución moderna es cuando el liderazgo político europeo tenga que explicar a sus ciudadanos que para incrementar el gasto público en seguridad hay tres vías, y una está descartada de antemano: reducir los beneficios que ahora disfrutan -la desechada-, elevar los impuestos o endeudarse. 

Es evidente que por política, irresponsabilidad y comodidad, elegirán la de menor efecto inmediato, y lo transferirán a las generaciones venideras, a través de nuevo endeudamiento que hará superar el 100% del PIB a aquellos países que todavía no lo hayan hecho. Deudas que serán pagada en un par de décadas por generaciones todavía no nacidas y aquellos otros que ahora se incorporan a la fuerza laboral. En resumen, se desplazará el problema a los ciudadanos alevines y que vean como lo resuelven cuando los actuales políticos irresponsables y vividores dejen de existir.

A pesar de sus malas formas, Trump -como buena institutriz malencarada- ha hecho ver a estos niños maleducados que hay que dejar de presumir de la buena vida, asumir responsabilidades de adultos, y dejarse de lloriqueos pueriles. 

Europa enfrenta un reto que le debe hacer madurar ¿Habrá liderazgo y responsabilidad? Eso está por verse.

lunes, 3 de marzo de 2025

Yalta, Potsdam y Washington

El liderazgo mundial siempre ha mantenido reuniones tensas e intensas en momento álgidos aunque no se trasladase el resultado a la opinión pública de forma directa 

El mundo apenas conoce el fondo y las formas de aquellas reuniones previas al fin de la II Guerra Mundial, entre los representantes de Reino Unido, Rusia y EE.UU, en las que se repartieron el mundo. A lo sumo se publicaba una fotografía oficial y se emitía un comunicado conjunto que solía contener la informa precisa y puntual que deseaban trasladar a la opinión pública. No había democracia, tampoco exigencia ciudadana ni mucho menos redes sociales.

En Yalta, Stalin obtuvo el reconocimiento de los hechos consumados, y se rompieron una serie de compromisos internacionales. Las tres potencias se otorgaron el derecho de decidir el destino de los pueblos y aceptaron que no existía la posibilidad de salvar la integridad territorial de Polonia. En Potsdam, quedó patente que la mayoría de los acuerdos a los que se había llegado en Yalta no se cumplieron, y que las democracias occidentales bien poco podían hacer para obligar a Stalin a cumplir las promesas hechas. 

El liderazgo mundial siempre ha mantenido reuniones tensas e intensas en momento álgidos aunque no se trasladase el resultado a la opinión pública de forma directa. Pareciera que aquellas reuniones eran amigablemente, entre té y pastas, y que la “buena voluntad” de los asistentes o una cortesía explícita y reflejada en fotografías eran el tono de las discusiones internas. Hoy, contrariamente a aquellos tiempos, los medios de comunicación, y las redes sociales, transmiten en tiempo real los alegatos entre Zelensky, Vance y Trump, y hay indignación por lo que se muestra. 

El fondo de la discusión es mucho más extenso que lo que se pudo apreciar. Una Rusia decadente que necesita oxígeno para amortiguar a una Turquía con creciente dominio en la zona e influencia hasta Siria. China, en expansión, guarda un silencio interesado porque el desgaste internacional de las otras potencias le favorece. Estados Unidos desea recuperar un debilitado liderazgo mundial con demasiados frentes abiertos, y necesita cerrar conflictos y crear alianzas que amortigüen el papel de Irán en el financiamiento del terrorismo internacional, pero también la confrontación en Israel y la alianza con los turcos. La Unión Europea teme renunciar al confortable Estado de Bienestar del que disfruta, y deberá de readecuar sus cuentas para enfrentar escenarios complejos de inseguridad, entre ellos la migración descontrolada y la incidencia en un modelo social identitario que peligra con diluirse.

Las formas, sin embargo, más sencillas de analizar, quedan debiendo al ciudadano. No es aceptable una altanera y descontrolada discusión entre jefes de estado tratando un conflicto bélico que cuenta con gran cantidad de víctimas, pero tampoco porque genera una percepción que desdibuja el problema. Si Trump y Vance quisieron doblegar a Zelensky, la estrategia de humillación pública se revirtió; si el ucraniano sabía a lo que iba, ganó la batalla mediática.

Estamos asintiendo a un cambio de paradigma en las relaciones internacionales, producto de múltiples y complejos factores, y solemos quedarnos en la periferia del debate: en las formas. En ese espacio seguramente hay un costo importante para la política exterior norteamericana, porque la fuerza, el grito, la humillación, la imposición y las malas caras no terminan por dar la razón y convencer, aunque puedan vencer. 

Cuidar las formas públicas no deja de ser una herramienta necesaria en tiempos de abundante tecnología. Utilizar un mínimo de razón y explicar las consecuencias, es una mejor vía de acercamiento al ciudadano que la del histrionismo. La autoridad no se ejercer con despotismo, sino con la dureza de la ley y de la razón, que parece ser fue lo que se perdió en Washington. Otra reunión para la historia.