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martes, 30 de marzo de 2010

Privilegios.

Vivimos -o sobrevivimos- en un país de privilegios y privilegiados. Individuos y grupos de interés exigiendo sus regalías. Empresarios de buses que reclaman exoneración de impuestos; que paguemos el resto, pero no ellos. Diputados que defienden el antejuicio para esconderse tras esa figura anacrónica y dilatar o seguir por años impunes a procesos penales e investigaciones. Circos que vetan otros espectáculos internacionales que les puedan hacer competencia en el interior del país. Adultos mayores que quieren viajar ¨gratis¨ en los transportes públicos urbanos, bueno eso si se lo permitieran los pilotos y la forma cuasi asesina de manejar. Los talacheros de la USAC, delinquiendo impunemente y extorsionando como les viene en gana, remarcan la ¨legalidad¨ fotografiándose junto con el vicepresidente (¿quién le aconseja D. Rafael, que tan mal le quiere?). Autoridades públicas, demandando paso preferente con vehículos repletos de guardaespaldas y sirenas ruidosas, se niegan a hacer la fila que muchas veces ellos mismos generan por su incompetencia al intervenir en el tráfico. Reclusos que disponen de plasma, microondas, comidas servidas de restaurantes de lujo o cuentan con visitas extraordinarias, cuando no celdas privilegiadas y otras exclusivas comodidades. Ciertas mujeres, defendiendo la ley contra el feminicidio que visualiza el 10% de los asesinatos e ignora el otro 90% ¿Por qué no reclaman igualdad y piden eliminar la pena de muerte o que sean ejecutadas al igual que los hombres en contra de la “discriminación” que contiene la constitución al excluirlas de la pena capital? Determinados empresarios que permiten, suscitan y consienten normas que les favorecen y dificultan al resto el acceso a ciertos mercados o promueven monopolios. Algunos promotores de TV que aceptan (¿o imponen?) decretos que les reducen los impuestos y exclusividad publicitaria en sus medios. Sindicalistas y maestros que toman edificios públicos para reclamar mayores salarios y, además, excluyen a padres y alumnos de cualquier toma de decisiones, asegurándose la exclusividad para seguir presionando. Farmacéuticos que se creen proveedores únicos y amañan licitaciones. ¨Pobres¨ que alentados por el gobierno de turno reciben limosnas y dádivas o usan los buses que fletan para llevarlos a la playa ¨gratis¨. Proveedores de magdalenas con fotos que nunca supimos quiénes son. Si toda esa fauna es consentida y permitida, ¿qué no harán los narcos, las mafias, los financistas políticos, Cohesión Social y otros grupos con mayor capacidad de presión?.
Esos colectivos, y muchos otros, terminan por apropiarse de las estructuras del Estado y ponen al frente de las instituciones a quienes les favorecerán en el futuro con exenciones, premios, donaciones, subvenciones o entregas directas y descaradas de dinero o privilegios. Y, ¿qué pasa? ¡Pues nada! El resto, terminamos pagando sus piñatas sonriendo o sin quejarnos lo suficiente. Los votamos, pero deberíamos botarlos. Tenemos una organización político-social anacrónica, estúpida y burlona que posibilita todo lo anterior y mucho más que se quedó en el tintero, como ciertas organizaciones de la sociedad civil, aparentemente piadosas, que buscan exactamente lo mismo. Todos sumados no pasan de algunos miles, sin embargo, los millones restantes padecemos la presión de aquellos. Ya sabe, hágase socio de algún grupúsculo explotador, promueva su propia organización para sumarse a las que ya joden suficiente o de una vez enfréntelos y comience a descubrir a todos los (las) caras duras y a quienes los (las) sostienen y promueven ¿Actor o espectador? Usted decide.

1 comentario:

Carlitos dijo...

Alcaldes borrachos y derrochadores de recursos, policias mordelones o asesinos, ong´s que se clavan lo que pueden y dejan a medias las obras que se encargan de mediar para que las hagan y la lista sigue y sigue y nosotros soportando ese tipo de gente de mala calaña que no deberian de existir.. muy de acuerdo con lo expuesto. Saludos