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martes, 23 de agosto de 2016

Cociendo habas

“Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás”


Casi todo es causalidad: las “multitudinarias” manifestaciones de bochincheros profesionales incitadas por ciertos sindicatos de salud y educación; los buseros desalmados atorando el tráfico; el lamentable y tercermundista cierre del aeropuerto por cuatro pelones abusivos dirigidos por constructores mañosos y las negociaciones a puerta cerrada con sindicalistas, que seguramente terminarán costándonos el trozo de riñón que nos queda intacto después de años de gobiernos chantajistas y permisivos, son algunas de las “acciones políticas” de la pasada semana.
Lo que se cuece realmente, es un pacto de esos que suelen hacer quienes transan particulares beneficios. Detrás de bambalinas, como suele ocurrir, no solamente está el presupuesto anual, ciertos intereses políticos y la depredación de lo público; también la presidencia del Congreso para el año próximo, la batalla campal entre diferentes “liderazgos” en la UNE, la supervivencia del actual presidente del Congreso y sus particularidades, la reivindicación de muchos diputados que llevan callados meses y otras cuestiones que se cocinan a fuego lento.
Finalmente, y eso es lo preocupante, todo seguirá igual, o muy similar a como estaba. Acuérdense de aquel dipukit y sus adláteres que fueron denunciados por acoso, y de los que no se sabe nada; de otros honorables con antejuicio, que tampoco; de los acuerdos sindicales que la PGN informó eran lesivos para el Estado, y están parados sin denuncia presidencial como correspondería; de los pactos de salud y educación que se comen cualquier presupuesto sectorial, etc. ¡Que pronto olvidamos!
El mentiroso del Presidente (en dos programas de TV dijo que no iba a subir impuestos) navega con bandera de “yo no fui” y pareciera que mientras nadie le acuse de corrupto o ladrón, el resto le viene del norte, expresión más enfática en esta administración que en cualquier otra. Falta visión, ideas claras, proyecto de país, carácter y sobre todo neuronas, cuando no un poquito más de testosterona, para hacer los cambios que la ciudadanía reclama. Aunque eso si, nada como orar mansamente y “subir” a Dios a la tribuna pública para implorar, lastimeramente, lo que como humanos son incapaces de hacer. Teatralidad estilo Boabdil, allá por 1492, que su madre aclaró contundentemente.
Esto es lo más parecido a un circo y en la pista coinciden los sindicatos y sus malabarismos, las fieras que cortan carreteras e impiden que el ciudadano honesto pueda trabajar, el mago que te quita el billete del bolsillo en forma de impuestos, los ciudadanos equilibristas que hacen maravillas para llegar a fin de mes y…., los payasos que no pueden faltar en toda buena representación. Se sabía que se lee poco y se asimila menos, pero no era de esperar que las autoridades electas olvidaran lo que pasó hace menos de un año.
La revolución no se ha terminado, si se pensó que había ocurrido. Están en prisión muchos sinvergüenzas, pero ni la forma ni el fondo político ha cambiado. Hay que podar las ramas que quedan y que siguen haciendo sombra a la democracia, a los derechos individuales y a la libertad. Seguimos en un estado mangoneado, manipulado y ensombrecido por personajes y grupos que han vivido demasiado tiempo de quienes trabajan honradamente y no se van a dejar desplazar tan fácilmente.

Aquí se sigue cociendo un puchero explosivo que seguramente terminará, siguiendo el símil circense, con ruido estridente, destello de luz y confetis mientras desaparece el mago del poder y el de la segunda fila se queda con todo porque estuvo atento al truco ¡Al tanto si no!

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