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lunes, 28 de junio de 2010

El partidito

Con una sonrisa difícil de comprender, y justificar en muchas ocasiones, el Presidente comparó su gabinete con un equipo de futbol, asemejando la dimisión de tres de sus ministros (en una semana) a cambios que, como en aquellos, suelen ser normales por cansancio o desilusión.
Olvidó puntualizar, sin embargo, que hay diferentes equipos. Los que juegan en división de honor y aquellos otros improvisados de chamusca de barrio. Nunca sabremos, por esa imprecisión, donde insertar su comentario. No recordó que apenas son tres los cambios permitidos durante el juego y no la treintena que han pasado por diversos altos cargos con más pena que gloria, comisarios destituidos y procesados no incluidos. Omitió los que salieron por acumulación de tarjetas o fueron directamente expulsados por la CC, el MP o la CICIG con la roja, por actuaciones delictivas. Desconoció el importante papel del entrenador y cómo, a fin de cuentas, los equipos exitosos terminan siéndolo por la armonía y disciplina que aquel impone, quedándose sin puesto los coachs mediocres que no terminan de conformar un auténtico conjunto. Ignoró que la cancha de juego es un recinto en el que hay reglas fijas que se hacen cumplir y que “el todo vale” no es norma escrita ni pactada en el noble juego del fútbol al que asimiló sin mucho acierto y más desconocimiento con la política: escabrosa, mezquina y oscura.
Comparto, aunque de eso no habló, la similitud entre los millones que ganan muchos futbolistas y el sueldo de ciertos Presidentes (él incluido) o lo que se pelan bastantes políticos: unos patean la pelota y otros nos patean las pelotas. Suena similar, pero duele más en el segundo caso. También vale el ejemplo del jugador que permanece ignorado en el banquillo y nunca sale a la cancha, aunque no todos se llaman Rafael. No destacó la colorida y armónica actuación de las porristas frente a lo sombrío, obsceno y descarado de las que se creen divas de la política, sin la frescura adolescente sino con una desagradable mala cara, una importante dosis de soberbia y un preocupante autoritarismo ¡Cómo querría el Presidente que su gabinete se pareciera a un equipo de futbol! Es más: siquiera que fuera un equipo. Lo único claro con toda esta crisis (qué es lo que vivimos) es que el entrenador solo sirve para justificar continuamente el fracaso y la derrota. A esos, los clubes los despiden sin pensarlo dos veces, los jugadores les huyen antes de perder más su cotización y la afición le reclama permanente, diferencias sustanciales con la política. Ya jugamos en última categoría, aunque todavía es posible descender más y de seguir así hasta nos expulsarán del club de amigos del deporte.
Los futbolistas se emocionan al oír su himno nacional, representan honrosamente a su país, lloran e incluso caen abatidos cuando pierden, se empeñan en el campo con fuerza y con dureza y tienen un importante sentido de la dignidad profesional que los motiva a prepararse, entrenarse y entregarse a su trabajo. Demasiados políticos inescrupulosos solo quieren hacer en poco tiempo la carrera que a otros les cuesta años, esfuerzo y trabajo. De valores, ¡ni hablar!
Esto no es un juego, aunque para cierto grupo lo ha sido desde el principio. Un juego electoral que ha descuidado el deber de gobernar. Preferible hacer comparaciones más acertadas, aun con la sonrisa incompresible de siempre, y no correr el riesgo de equivocarse. Por ejemplo, con un improvisado partido familiar de papi-futbol.

martes, 22 de junio de 2010

Calumnia, algo queda

En las últimas semanas se convocó por la CICIG dos interesantes conferencias de prensa. Una, para presentar la dimisión de su Comisionado quien manifestó su rechazo al nombramiento, en ese momento, del Fiscal General y patentizó contundentemente la poca cooperación que recibió de las autoridades de gobierno, lo que provocó una importante agitación nacional. La segunda, para presentar ciertas “averiguaciones” en relación con ciudadanos que nunca han sido formalmente acusados de nada, aunque sus nombres, teléfonos y otros extremos fueron profusamente divulgados.
Si de la primera hay que destacar y alabar el valor, el carácter y la fuerza de la misma, de la otra la irresponsabilidad parece lo más destacado, especialmente por presentar conversaciones que mantiene uno de los detenidos y otra persona célebre en el país. Leyendo detalladamente los diálogos que mantienen, no hay nada que usted o yo no hubiésemos podido comentar en relación con la actualidad político-social del momento, especialmente si, como ellos, somos personas inmersas profesional o personalmente en proyectos políticos o sociales o estamos interesados en temas de actualidad. El Comisionado las mostró con su nombre y apellidos, su número de teléfono y, con alguna, hasta hizo referencia permanente de un lugar de trabajo, aunque ese no fuera el habitual.
De haber ocurrió eso en Europa o los Estados Unidos, al instante se habrían producido una gran cantidad de querellas por inmiscuirse en la vida privada, revelar datos personales, difamación, acusación infundada o exposición pública peligrosa, además porque no están respaldadas por denuncia penal o de otro tipo. Sin embargo, la inmunidad permite ese tipo de atropellos impensables en sitios donde el Estado de Derecho es una realidad y no un concepto naif y pactado, como aquí. No es correcto ni justo que en nombre de la justica se pueda afrentar, algo que ya ocurrió con el cuestionamiento de algunos aspirantes a la CSJ que fueron descartados sin pruebas más bien con argumentos como los que ahora escuchamos. La prepotencia, la arrogancia, la arbitrariedad no son elementos que correspondan al noble ejercicio del Derecho. A veces la frontera es fina pero debe respetarse.
El nombre de uno de los señalados en Google-imágenes genera más de mil resultados. Pues bien, decidieron colocar en la presentación su imagen con el logo de una institución privada del país, lo que crea un peligroso imaginario de asociación que si es intencionado tiene muy mala leche y de ser casualidad dice mucho de la torpeza de quienes lo hicieron.
La “amenazante” rueda de prensa sin denuncias frenó, por ejemplo, hablar del affaire que puso en duda la honorabilidad del ex Comisionado (algo que no comparto pero periodísticamente legítimo) y ha silenciado a muchos que se han visto escuchados, espiados o sujetos de caprichosa acusación pública, además de generar una importante psicosis de caza de brujas. Aquí hay una estrategia de mayor calado que pasa desapercibida y no deja claro quién realmente conspira y cuáles son sus intereses últimos. En política existen los dictadores, los populistas y los prepotentes. En la rama judicial se ubican los jueces estrella, los que se creen por encima del bien y del mal y los que promueven su juego interesado acorde con sus fines personales. Finalmente todos quedan en evidencia y, en España por ejemplo, a algunos hasta se les procesa. El fin no justifica los medios y no es correcto criminalizar arbitrariamente la opinión de las personas ni invadir su privacidad. No hay justicia, pero nos queda el cerebro.

lunes, 14 de junio de 2010

El Fiscalazo

En reciente sentencia la CC anula el proceso de selección del Fiscal General y deja materia para reflexionar por algún tiempo. Sobre el supuesto de “recuperar la institucionalidad”, en palabras del presidente de la Corte, se anula todo lo actuado, aunque en su momento la propia CC estimó que lo único que había que hacer era discutir la honorabilidad, algo que se hizo. Posteriormente, el Presidente seleccionó, de entre una lista de seis, a uno de ellos. Ejecutado todo el proceso anterior, debería ser el propio mandatario quien tomara la oportuna decisión de mantenerlo o cesarlo.
La CC ha salvado al Presidente de tener que explicar las desconocidas razones de su elección y también del ejercicio de la responsabilidad de destituirlo si se había equivocado o se presentaban pruebas en su contra. Sin embargo, la decisión salomónica, aunque en mi opinión forzadamente ajustada a Derecho, soslaya todas esas actuaciones de la presidencia que sí eran institucionales y hubieran contribuido a construir esa supuesta “institucionalidad” que se pretende salvar. Si la CC se acostumbra a arreglar lo que estima no es correcto dentro de la esfera política y no judicial, incluso forzando ciertas decisiones, no nos lamentemos de que en el futuro se emitan otras sentencias que sigan la misma línea. Ocurre que en este caso gusta y es popular lo que se ha hecho y parece que “soluciona el problema”, pero no es diferente de aquella otra que permitió la candidatura de Ríos Montt (y entonces no gustó) o de cualquiera futura que pueda promover cambios inesperados o preocupantes, siempre bajo la misma etérea finalidad. Lo bueno suele ser enemigo de lo perfecto ¡Atención!
Por evitar politizar la justicia se ha optado por judicializar la política y salvarle la cara al Presidente, cuando en realidad se debería haber exigido la responsabilidad de la designación que hizo ¡Eso si que hubiera construido institucionalidad! y no el surgimiento del pretorianismo de siempre que termina por poner en manos de alguien la decisión de todos. Se echa en falta un artículo constitucional (por cierto promovido por Pro Reforma) sobre la recisión del mandato presidencial en situaciones concretas y definidas. Esto es, la posibilidad de convocar un referéndum cuando se agotan ciertas vías y el sistema no funciona, algo que contienen muchas Constituciones y resuelve problemas como estos o presiona para que los resuelva quien debe.
¿Quién asegura que la repetición del proceso va a dar resultados diferentes? ¿Quién que la próxima elección presidencial será la “adecuada”? Nadie. Es por eso que la institucionalidad no se ha salvado, únicamente se ha desviado el cauce de ingobernabilidad mientras se toma tiempo y respiro para volver a repetir lo mismo. El "gatopardismo" de que es ”necesario que todo cambie para que todo siga igual”.
El tiempo que queda es corto y las consecuencias pueden ser peores. Dilatar los problemas, ahora que tenemos muchos y el mundial de futbol se inicia, es una estrategia de corto plazo y de malos resultados.
Se ha cuestionado por muchos analistas quien mandaba realmente en este país, ahora hay que preguntarse además quién, cómo y hacia dónde lo dirige y conduce. Al fin de cuentas, para la mayoría de ciudadanos, el tema terminará pasando desapercibido y para los postuladores será toda una debacle, no porque deben comenzar, eso no es tan importante, más bien porque se perderán los encuentros del mundial. ¡Acaso hay en estos días algo de mayor interés!. Pues vale. Cada cual con su selección.

lunes, 7 de junio de 2010

¡Qué desastre!

Otra vez nos lamemos las heridas, ahora tras el paso de la tormenta Agatha y de un nuevo estallido del Pacaya. Enterramos a nuestros muertos, ayudamos a miles de afectados o nos quedamos varamos por el cierre del aeropuerto, por carreteras cortadas o puentes hundidos. El gobierno se lamenta y compadece, publicita cuanto hace por socorrer a los necesitados y solicita ayuda, aunque no es capaz de diagnosticar exactamente la situación y atender a la seguridad, su misión principal.
Adjudican a Einstein aquella frase de “estupidez es querer cambiar las cosas y seguir haciendo lo mismo” y precisamente es lo que está ocurriendo. No aprendimos nada de las consecuencias del huracán Mitch, de la tormenta Stan o de la erupción volcánica del 98. Absolutamente nada. Olvidamos lo que pasó, las pérdidas humanas habidas o los costos económicos que se soportaron a pesar de haber organizado foros para detectar las causas de aquellos errores, las medidas a tomar o los planes que se tenían que acometer. A la fecha se han entregado, con gran propaganda que parece ser lo importante, algunas casitas y poco más. La estupidez permanente permea ciertas capas de la administración pública y corrobora la célebre frase del físico.
Bajo la premisa de que son catástrofes naturales e imprevisibles y la desinformación interesada que oculta ciertos hechos, se pretende cubrir la incompetencia y la incapacidad. Todo esto sucede no porque el Pacaya hace erupción y la tormenta Agatha coincide. No. Ocurre porque no hay ningún plan de contingencia que realmente funcione ni ganas ni propósito de hacerlo funcionar. Estamos en pañales en temas de prevención de desastres porque no se presta atención a esa rama de la seguridad, como tampoco a otras y las personas al frente de ciertos organismos públicos son inexpertos, acomodados o consecuencia de pago de favores.
Trabajé estos temas por cuatro años fuera del país y fui parte de la coordinación nacional del famoso efecto Y2K. Afirmo, confirmo y pregono, con el necesario conocimiento de causa, que las consecuencias no tienen porqué ser tan desastrosas cada vez que ocurre una calamidad de este tipo, salvo que la ineptitud sea el principio que impere en aquellos organismos y sus dirigentes. No se presta la suficiente atención en materia de seguridad, no existen planes de contingencia mas allá de pocas hojas mal escritas, no hay continuidad ni capacitación del personal, mucho menos colaboración interinstitucional y falta una detallada relación de capacidades disponibles, entre otros. No hay nada, y peor, no existe la más mínima voluntad de hacer algo. Son muertos “marginales” que además permiten poner de manifiesto la “bondad del gobierno” en ayudar a los más necesitados. Casi cambian vidas por propaganda; humillante. Cierran colegios públicos e impiden que los privados funcionen y tampoco dejan despegar aeronaves particulares para que no les resten protagonismo ¿Vergonzoso o delictivo?
Cientos de personas varadas fuera del país porque se tarda una semana en abrir el aeropuerto; miles de afectados de diferente forma; millardos perdidos en diversos sectores productivos; infraestructura dañada o colapsada y personas cruzadas de brazos que son incapaces de hacer su trabajo aunque explotan interesadamente su insensatez ¡Para eso si son buenos! Las propias autoridades terminan siendo la catástrofe, por su impericia, desfachatez, inacción y falta de responsabilidad en el ejercicio de sus funciones, entre las que está, primordialmente, la de seguridad. ¿Se creen que terminó?, pues no. Vendrá una y otra desgracia, sin que hagan muchos más que ahora. Es decir, NADA.

Diagnóstico

Al un año de convocatoria electoral, las cosas están preocupantemente mal. No son augurios pesimistas ni adivinanzas de funesto visionario, simplemente hechos que se suceden y desdibujan el futuro próximo que deberemos de enfrentar.
Movimientos sociales manipulados promueven la intervención de las empresas eléctricas, en nombre de la soberanía energética. El proyecto de ley de Desarrollo Rural permite que el Estado disponga qué, cuándo y dónde se debe sembrar lo que, bajo el concepto de soberanía alimentaria, terminará por permitir la expropiación de fincas que incumplan los mandados gubernamentales. Un spot televisivo, en boca de la esposa del presidente, “sugería” a la gremial de azucareros que bajaran el precio del azúcar, con un tono amedrentador que permitía elucubrar sobre lo que podía ocurrir de no seguir tan insinuante consejo. El adoctrinamiento de niños con materiales elaborados y discursos confrontativos, es una realidad en el interior en giras de ciertos funcionarios. Hay importantes y descaradas presiones a ciertos empresarios, por parte de instituciones públicas dedicadas a la fiscalización bancaria. En discursos políticos, la polarización ricos-pobres aparece con demasiada frecuencia. La afiliación forzada y el voto condicionado es una realidad rural que facilitará ganar las elecciones y la futura CC, nombrada y controlada por fuerzas afines a quienes pretenden quedarse con el país, darán forma legal a esos y otros caprichos, posiblemente hasta con intentos de reformas constitucionales. Elementos cubanos, venezolanos y nacionales extremos al frente de un viejo y trasnochado ex diplomático comunista, elaboran estrategias de control de masas que activan cada vez que quieren presionar o exhibir fuerza, cortar carreteras o apoyar cualquier actuación sesgada de grupos de presión. El control de los medios de comunicación se basa en el miedo, el recorte de recursos o la amenaza en la renovación de frecuencias, apoyada por la denuncia judicial de otros con idéntica estrategia. Modificaciones al Código Municipal, empodera a los alcaldes y les da atribuciones para controlar empresas insidiosas, ofreciéndoles vías para que puedan recolectar más fondos, así los contentan e incorporan al silencio complaciente. Finalmente, aunque no es lo último, la creciente violencia nos encierra en casa y nos hace callar, para prevenir que la “delincuencia común” nos suprima y enmudezca para siempre. Es el miedo que precede a toda involución y sin el cual no es posible intimidar y amedrentar a grupos que todavía respiran y luchan contra lo que cada vez es más evidente en Cuba, Venezuela o Nicaragua.
El mutismo es cómplice de la inacción. Una importante cantidad de ciudadanos no terminan de entender lo que sucede o piensan que es “contra otros” y esperan confiados que la ola pase. Lo mismo creyeron en Venezuela y ahora quieren salir con urgencia del país o sufren recortes de luz o supresión del INTERNET y se lamentan por no haber tenido el coraje de enfrentar unidos el problema al inicio. Esta situación nacional no es casual, más bien la ejecución de un plan detallado que nos puede llevar a un escenario infinitamente peor. Hay gente expectantes pero muy pocos hacen algo eficiente. Los que quieren controlar este país por años, o para siempre, siguen su estrategia bien definida, muy elaborada y asesorada por quienes la practicaron por años. Podemos seguir dormidos o reaccionar de una vez por todas. Comienza a ser tarde, pero no imposible. ¡Por cierto!, la erupción del Pacaya es ajena al Gobierno. Al menos, eso dicen.