Eligió el presidente la semana del amor y la amistad para coquetear con el tirano Fidel Castro. Aunque en otros discursos se refería exclusivamente a la pasión que le profesaba a doña Sandra, resulta que su adoración platónica, además, apuntaba hacia el dictador. Indescifrables y enigmáticos son los sentimientos humanos aunque los “cientistas sociales” quieran hacernos ver lo contrario.
Hace un año, el presidente pedía ayuda externa para enseñar a los del partido que era eso de la socialdemocracia a la que acababa de adscribirse. Hoy, ideológicamente desnudo y fuera del closet, aparece como un amante perdido del socialismo de la vieja escuela y viaja a Cuba, igual que el vice, para coquetear con el dictador que somete a un ilustre, respetable y admirado pueblo: el cubano.
Honró al que asesina, corrompe, esclaviza, vilipendia, impone y somete y no a los sufridos ciudadanos privados de libertad. Fue un homenaje explicito, público y meditado a quien practica la violencia, desdeña la democracia y se pasea por el mundo con un régimen de vergüenza que ya dura 50 años y que solo ha apilado corruptos y miseria a su alrededor, amén de muchos cadáveres. Al condecorar a Castro, quien ni caso hizo, se galardonó la maldad, la tiranía, se aplaudió la ausencia de democracia, la pobreza, la escasez y la miseria humana. Lo demás, incluido el deseo no cumplido de foto para la posteridad y los nietos, son puros formalismos que llenaron una singular, improvisada y mal elaborada agenda política.
Si fue a buscar el apoyo que otros mandatarios le han negado al no visitarlo, perdió el tiempo. No lo recibió Castro algo que si ocurrió con otros presidentes y parece que con alguien de este país; el sector empresarial organizado responsablemente decidió no acompañarlo; quienes fueron notaron que con una dictadura no es posible hacer negocios porque hay que aceptar la corrupción del gobierno y no hay banco que te sirva de intermediario. La guinda al pastel la puso la bendición al referéndum chavista y la petición de perdón que hizo en la Universidad de la Habana, de ello mejor ni hablar: silencio y vergüenza. Si algún viaje fue extremadamente inútil, criticado y puesto en tela de juicio, ha sido precisamente ese. Cancillería suele hacerlo mejor, así que otros deben ser los responsables del desastre.
La Orden del Quetzal la tienen otros indeseables. Eso no es excusa para que en pleno siglo XXI con la boca llena de democracia, libertad, derechos humanos y otras muletillas, se la esté endilgando a uno de los opresores más crueles de todos los tiempos. Con esta maniobra, el gobierno ha creado un clima de tensión interna para distraer la atención de problemas importantes y propiciado un ambiente ideal para pactos interesados de izquierdas. Además, se ha lanzado a los brazos de quienes promueven el chavismo: ¿acaso alguien más nos va a prestar atención o tomar en serio?. Ese amor desnudo y no correspondido, define el liderazgo político que premia, galardona y enaltece a dictadores y va victimizándose y pidiendo perdón por el mundo. El vocero dice que es de valientes, yo creo que es de atrevidos y de interesados. Los dueños de la finca se lo agradecerán. De regreso, la mejor política pública ha sido nuevamente la oración, con la esperanza de que Dios haga lo que el político no es capaz. Esto es muy preocupante y ya sabemos a qué atenernos. No hay excusa ni pretexto en el futuro.
El amor ha sido el único en poder descubrir tanta mediocridad. ¡Bendito sea!.
Este es un blog personal donde se editan las columnas de opinion (y otras) que semanalmente publico en el diario PRENSA LIBRE de Guatemala. La idea es generar un espacio de debate y opinión con los lectores, de forma que la libertad de expresión sea en doble sentido.
Entradas populares
-
Hasta la llegada del boom de la tecnología, únicamente había una verdad: la publicada en los grandes medios de comunicación Los calificativo...
-
No es que otros lo hicieran o lo hubiesen hecho peor, pasado y futuro en el que no estamos, sino que quienes ejercen el poder no dan los res...
-
Este progresismo moderno nos ha llevado a extremos en los que incluso emitir opinión tiene como resultado la crítica punzante de ciertos pel...
-
La guinda del pastel, pareciera ser, es que nadie lo sugirió ni aprobó, y el propio presidente del Congreso dijo desconocer la subida salari...
-
Entre villancicos, convivios, críticas de amigos, y algunos tragos de más, soportamos el chaparrón y nos contentamos con decir que antes tod...
-
Vemos como llega desde lejos, con tiempo. Sin embargo, descuidamos la atención y termina por mojarnos los pies y, si nos dejamos, hasta nos ...
-
Muchos siguen sin ver ni aceptar que esta situación de impasse, confrontación o como le denominen, viene de 2016 cuando se modificó la ley d...
-
Unas declaraciones poco afortunadas del presidente en relación con el gobierno anterior obligan a recapacitar sobre el actual. Ciertos argum...
lunes, 23 de febrero de 2009
lunes, 16 de febrero de 2009
Turnismo y depredación
Se entiende por turnismo el pacto que, a finales del siglo XIX, hicieran dos partidos políticos españoles con el fin de mantener la debilitada monarquía, de forma que la alternancia en el poder les permitiese cumplir con tal objetivo.
Ese concepto de turnismo impregna actualmente la política nacional. Los partidos políticos esperan su turno hasta que en algún momento le llega su hora. Entonces, desde el poder, depredan cuanto pueden. Hasta ese instante y aletargados, se mantienen en la oposición sin hacer prácticamente nada. Los “líderes” que disputan la presidencia durante un proceso electoral, quedan mudos después de aquel y únicamente renacen cuando se da la nueva contienda. En el ínterin, el silencio, la pasividad y la inacción es la tónica dominante. Se trata, como en la más simple de las emboscadas, de situarse, esperar y, en el momento oportuno, lanzarse al sillón todopoderoso.
A los partidos les importa un bledo arregla los problemas del país, terminar con la pobreza, con la corrupción, con la inseguridad o generar condiciones para la inversión. Ese no es su proyecto ni su programa ni su fin. La única idea es mantener el status quo y la fuerza necesaria para alcanzar el poder y ahí se terminó. Por ello, su duración es efímera y nunca se reelige el mismo grupo. El partido no trabaja ni siquiera en pro del propio partido. Líderes de ciertos movimientos no han apoyado a su “sucesores” y, aún estando en el poder, han perdido los siguientes comicios.
Esa es la razón de que todo sea transable. Se compran y se venden obras, comisiones, diputados, se tapan corruptelas y trapos sucios y se consiente un manejo de los fondos públicos con total opacidad. La justicia ni funciona ni es necesario que lo haga, la impunidad proporciona el necesario oxigeno. El Ejecutivo actúa de la misma manera. Favorece a financistas con una frescura propia del absolutismo más descarado, otorga cargos con el dedo índice, antes o después de haberlo puesto en la nariz y el organigrama público se llena de amigos y familiares con total descaro. Muchos “ciudadanos”, por su parte, se conforman con estar en algún momento en el bando ganador, ocasión que aprovecharán para pedir a sus representantes políticos cualquier clase de favor con la esperanza de que a todos les llegue su turno y tengan su oportunidad.
Mientras, el país se desangra porque no hay voluntad de arreglar nada, absolutamente nada. Lo mejor es que todo siga como está y así cada cual tendrá su trocito del pastel en algún momento, llegado el cual, la autoridad se convierte en autoritarismo y el siervo en poderoso. Ambos manejarán a su antojo la parcela que les toque y por la que tanto tiempo pacientemente esperaron. Hay que seguir con el amiguismo porque si son los más capaces quienes llegan a esos puestos, no habrá posibilidad de recuperar las “inversiones” ni poder multiplicarlas a través de ONG,s que manejan fondos o de empresas fantasmas que solo suministran millonarias compras al gobierno, siempre de urgencia nacional, amén de los grandes financistas que arrasan grosera y permanentemente con todo.
Y así, con conceptos del siglo XIX que teóricamente ya deberían estar superados y con esa necia fe que nos ciega creyendo que esto se arreglará “porque somos los mejores”, seguimos esperando al arcángel armado con la espada de fuego que ponga orden y nos acostamos con las mismas quejas, decepciones y desilusiones con las que amanecemos al día siguiente. Son las tribulaciones de quienes no quieren ser nada más ni aspiran a nada mejor: nosotros.
Ese concepto de turnismo impregna actualmente la política nacional. Los partidos políticos esperan su turno hasta que en algún momento le llega su hora. Entonces, desde el poder, depredan cuanto pueden. Hasta ese instante y aletargados, se mantienen en la oposición sin hacer prácticamente nada. Los “líderes” que disputan la presidencia durante un proceso electoral, quedan mudos después de aquel y únicamente renacen cuando se da la nueva contienda. En el ínterin, el silencio, la pasividad y la inacción es la tónica dominante. Se trata, como en la más simple de las emboscadas, de situarse, esperar y, en el momento oportuno, lanzarse al sillón todopoderoso.
A los partidos les importa un bledo arregla los problemas del país, terminar con la pobreza, con la corrupción, con la inseguridad o generar condiciones para la inversión. Ese no es su proyecto ni su programa ni su fin. La única idea es mantener el status quo y la fuerza necesaria para alcanzar el poder y ahí se terminó. Por ello, su duración es efímera y nunca se reelige el mismo grupo. El partido no trabaja ni siquiera en pro del propio partido. Líderes de ciertos movimientos no han apoyado a su “sucesores” y, aún estando en el poder, han perdido los siguientes comicios.
Esa es la razón de que todo sea transable. Se compran y se venden obras, comisiones, diputados, se tapan corruptelas y trapos sucios y se consiente un manejo de los fondos públicos con total opacidad. La justicia ni funciona ni es necesario que lo haga, la impunidad proporciona el necesario oxigeno. El Ejecutivo actúa de la misma manera. Favorece a financistas con una frescura propia del absolutismo más descarado, otorga cargos con el dedo índice, antes o después de haberlo puesto en la nariz y el organigrama público se llena de amigos y familiares con total descaro. Muchos “ciudadanos”, por su parte, se conforman con estar en algún momento en el bando ganador, ocasión que aprovecharán para pedir a sus representantes políticos cualquier clase de favor con la esperanza de que a todos les llegue su turno y tengan su oportunidad.
Mientras, el país se desangra porque no hay voluntad de arreglar nada, absolutamente nada. Lo mejor es que todo siga como está y así cada cual tendrá su trocito del pastel en algún momento, llegado el cual, la autoridad se convierte en autoritarismo y el siervo en poderoso. Ambos manejarán a su antojo la parcela que les toque y por la que tanto tiempo pacientemente esperaron. Hay que seguir con el amiguismo porque si son los más capaces quienes llegan a esos puestos, no habrá posibilidad de recuperar las “inversiones” ni poder multiplicarlas a través de ONG,s que manejan fondos o de empresas fantasmas que solo suministran millonarias compras al gobierno, siempre de urgencia nacional, amén de los grandes financistas que arrasan grosera y permanentemente con todo.
Y así, con conceptos del siglo XIX que teóricamente ya deberían estar superados y con esa necia fe que nos ciega creyendo que esto se arreglará “porque somos los mejores”, seguimos esperando al arcángel armado con la espada de fuego que ponga orden y nos acostamos con las mismas quejas, decepciones y desilusiones con las que amanecemos al día siguiente. Son las tribulaciones de quienes no quieren ser nada más ni aspiran a nada mejor: nosotros.
lunes, 9 de febrero de 2009
La espiral del silencio
La CICIG presentó la pasada semana un expediente de cargo contra el ex fiscal Matus. De los cuatro delitos que le imputaban, únicamente se estimaron dos de ellos y por orden del juez, quedó libre bajo fianza.
A partir de ahí se desataron voces de protesta contra el juzgador que determinó la libertad y contra la fiscalía que consideró parcialmente los delitos. Grupos defensores de derechos humanos hicieron declaraciones conjuntas sobre la corrupción de la justicia y la burla que suponía que no se hubiese considerado el caso tal cual fue presentado. Columnistas, expertos y otros colectivos se sumaron al grito uniforme por idénticas razones y condenaron al juez, a los fiscales y al sistema. Alguno, excepcionalmente, consideró que la CICIG podría haberse adelantado o exhibido insuficientes pruebas. ¿Qué buscamos: legalidad plena y certeza jurídica o linchamiento emocional por cansancio?.
Comparto que la justicia nacional funciona mal. Es más, confirmo que no funciona y que hay un enorme grado de corrupción en ella, pero no se puede investigar los poderes paralelos bajo presión. Antes de que el señor Matus, a quien no conozco ni sé si es culpable, se presentara en tribunales ya estaba condenado y sentenciado. Esos grupos de presión, tan paralelos como los que quieren eliminar, habían decidido que las pruebas era buenas y suficientes, sin ser jueces y sin haberlas analizado, ¿o debemos suponer que sí?.
Reflexionemos sobre la teoría de la espiral del silencio (Noelle-Neumann) donde la masa prefiere escudarse en la opinión mayoritaria, aunque sea errónea, antes que ser rechazada o cuestionada por oponerse. ¿Por qué otorgarle más crédito a unas organizaciones (con sus intereses) que al dictamen del juez “corrupto”?. La justicia está muy mal, ya lo reconocí, pero conozco jueces éticos, intachables, insobornables y excelentes profesionales, por lo que no hay valor absoluto que pueda defenderse.
Lo que estamos viendo -y me salgo de la espiral- son grupos de interés paralelos al Estado, que ostenta un alto grado de poder difuso y quieren imponer su voluntad por encima de todo. ¿Esa es la justicia que pretenden, es decir, tener siempre la razón, la tengan o no?. Creo que estamos juzgando a martillazos y empleando el mismo método que queremos erradicar. Parece que la justicia se admite como buena y efectiva en tanto obedezca a los dictámenes previos del grupillo que genera opinión pública porque es a quienes se les consultan como expertos en la temática. El resto, asiente con la cabeza por razones variadas y difusas todas ellas incluidas en la teoría citada.
No pretendo defender al ex fiscal, ni al juez ni a nadie. Ni hacer una crítica al trabajo de la CIGIG que seguro es respetable, sin embargo, estamos asistiendo a un recalentamiento del ambiente que a nada bueno puede llevar. Los procesos deben observarse o corregirse utilizando la razón y no la emoción, de lo contrario mañana otro grupo de presión nos hará lo mismo y seremos nosotros los perjudicados. ¿Acaso hay poderes paralelos buenos y malos?. De todos los críticos, ¿quienes han tenido en sus manos las pruebas que dan por buenas y válidas?. ¿Queremos un Estado de Derecho, o hacer el “Estado de Derecho” que queremos?. La presión, venga de donde venga, no es aconsejable y los defensores de causas nobles, no siempre son nobles ni tienen causa. Cambio, si, pero con certeza de no ir al otro lado del péndulo, no se puede cambiar una tiranía por otra. Seriedad, paciencia y razón, que nos jugamos el futuro.
A partir de ahí se desataron voces de protesta contra el juzgador que determinó la libertad y contra la fiscalía que consideró parcialmente los delitos. Grupos defensores de derechos humanos hicieron declaraciones conjuntas sobre la corrupción de la justicia y la burla que suponía que no se hubiese considerado el caso tal cual fue presentado. Columnistas, expertos y otros colectivos se sumaron al grito uniforme por idénticas razones y condenaron al juez, a los fiscales y al sistema. Alguno, excepcionalmente, consideró que la CICIG podría haberse adelantado o exhibido insuficientes pruebas. ¿Qué buscamos: legalidad plena y certeza jurídica o linchamiento emocional por cansancio?.
Comparto que la justicia nacional funciona mal. Es más, confirmo que no funciona y que hay un enorme grado de corrupción en ella, pero no se puede investigar los poderes paralelos bajo presión. Antes de que el señor Matus, a quien no conozco ni sé si es culpable, se presentara en tribunales ya estaba condenado y sentenciado. Esos grupos de presión, tan paralelos como los que quieren eliminar, habían decidido que las pruebas era buenas y suficientes, sin ser jueces y sin haberlas analizado, ¿o debemos suponer que sí?.
Reflexionemos sobre la teoría de la espiral del silencio (Noelle-Neumann) donde la masa prefiere escudarse en la opinión mayoritaria, aunque sea errónea, antes que ser rechazada o cuestionada por oponerse. ¿Por qué otorgarle más crédito a unas organizaciones (con sus intereses) que al dictamen del juez “corrupto”?. La justicia está muy mal, ya lo reconocí, pero conozco jueces éticos, intachables, insobornables y excelentes profesionales, por lo que no hay valor absoluto que pueda defenderse.
Lo que estamos viendo -y me salgo de la espiral- son grupos de interés paralelos al Estado, que ostenta un alto grado de poder difuso y quieren imponer su voluntad por encima de todo. ¿Esa es la justicia que pretenden, es decir, tener siempre la razón, la tengan o no?. Creo que estamos juzgando a martillazos y empleando el mismo método que queremos erradicar. Parece que la justicia se admite como buena y efectiva en tanto obedezca a los dictámenes previos del grupillo que genera opinión pública porque es a quienes se les consultan como expertos en la temática. El resto, asiente con la cabeza por razones variadas y difusas todas ellas incluidas en la teoría citada.
No pretendo defender al ex fiscal, ni al juez ni a nadie. Ni hacer una crítica al trabajo de la CIGIG que seguro es respetable, sin embargo, estamos asistiendo a un recalentamiento del ambiente que a nada bueno puede llevar. Los procesos deben observarse o corregirse utilizando la razón y no la emoción, de lo contrario mañana otro grupo de presión nos hará lo mismo y seremos nosotros los perjudicados. ¿Acaso hay poderes paralelos buenos y malos?. De todos los críticos, ¿quienes han tenido en sus manos las pruebas que dan por buenas y válidas?. ¿Queremos un Estado de Derecho, o hacer el “Estado de Derecho” que queremos?. La presión, venga de donde venga, no es aconsejable y los defensores de causas nobles, no siempre son nobles ni tienen causa. Cambio, si, pero con certeza de no ir al otro lado del péndulo, no se puede cambiar una tiranía por otra. Seriedad, paciencia y razón, que nos jugamos el futuro.
lunes, 2 de febrero de 2009
Los Estrategas
No sé si tomar con sorpresa o cinismo la propuesta “estratégica” en materia de seguridad que ciertas entidades han hecho al gobierno. Se me caería la cara de vergüenza si un año después de haber accedido al poder y tras más de ocho para poder preparar un adecuado plan de acción, alguien me hiciera entrega de una estrategia y mucho menos en relación con la seguridad, labor primordial del gobernante, pero ahí está el hecho. No es orgullo, es decencia.
Ante la inoperancia gubernamental de poner en práctica cualquier plan de seguridad, por insignificante que este sea, las iglesias católica y evangélica, la USAC y la PDH elaboran su programa “estratégico” de seguridad pública. Desconozco el pensum que tendrán ahora los sacerdotes en el seminario o aquel que los pastores toman para acceder a tal cargo o cómo se prepara el rector de la USAC o el Procurador para ser los proponentes de tal documento. Lo lamentable es que nadie más en todo el gobierno haya sido capaz de hacer algo coherente y propositivo que, como política pública, se implemente.
Quizá la propuesta pasa por dejar de provocar manifestaciones y de crispar a los fieles en la zona de San Marcos, algo que ciertos obispos hacen de maravilla o por detener los abusos de los encapuchados que cada Semana Santa roban, pinta, detienen y asaltan comercios y ciudadanos con la escusa de que hay que “aportar” recursos para la huelga de dolores. También se puede profundizar en si la PDH comprenderá mejor la actuación de los agentes de policía o del ejército cuando deben enfrentarse con turbas o ingresan a un motín carcelario y luego son acosados o perseguidos, hasta la saciedad, por funcionarios de aquella institución. Los doce puntos, algunos de tanto “calado y trascendencia” como depurar la PNC o cambiarle el nombre al ministerio, se podrían haber reducido a uno: que ellos colaborasen mucho más en los asuntos de seguridad interna e hicieran lo que por ahora no hacen tan bien. Un acto de reflexión y constricción de cada institución hubiese sido una excelente ayuda a cualquier plan de seguridad.
¿No hay nadie más en el país que pueda proponer un plan de seguridad?. ¿Tiene que ser la iglesia y el rector de la universidad pública quienes se dediquen a estudiar estos temas?. ¿Ocurre eso en todos los países o solamente en aquellos que no hacemos la tarea por haraganes o desvergonzados?. ¿Vamos, de verdad, en el rumbo correcto?. Es posible que la respuesta de gobernación sea organizar la próxima conferencia episcopal o revisar los pensum de licenciatura así, con ese cambio de papeles, nadie sabe quién es responsable de qué.
Mientras siguen asesinando a pilotos y a peatones, la plegaria se torna la mejor oferta y casi la única solución para los graves problemas que padecemos, sin darnos cuenta de que bastantes apuros tiene Dios como para molestarlo con los nuestros. El responsable de activar la política pública de seguridad es el gobierno y no está por hacer mucho cuando después de un año pidiendo paciencia sigue con los brazos cruzados o buscando al inteligente que lo haga. ¡Zapatero, a tus zapatos!.
Podemos seguir orando, esperando que otros hagan las cosas por nosotros o confiando en ese todopoderoso Estado que nos arregle la situación, sin darnos cuenta que el defecto está en nosotros mismos y en nuestra incapacidad de asumir las responsabilidades que no se pueden delegar, como ya dejó claro la CC. Si el ora pro nobis es lo mejor que tenemos, bien jodidos vamos. Amén.
Ante la inoperancia gubernamental de poner en práctica cualquier plan de seguridad, por insignificante que este sea, las iglesias católica y evangélica, la USAC y la PDH elaboran su programa “estratégico” de seguridad pública. Desconozco el pensum que tendrán ahora los sacerdotes en el seminario o aquel que los pastores toman para acceder a tal cargo o cómo se prepara el rector de la USAC o el Procurador para ser los proponentes de tal documento. Lo lamentable es que nadie más en todo el gobierno haya sido capaz de hacer algo coherente y propositivo que, como política pública, se implemente.
Quizá la propuesta pasa por dejar de provocar manifestaciones y de crispar a los fieles en la zona de San Marcos, algo que ciertos obispos hacen de maravilla o por detener los abusos de los encapuchados que cada Semana Santa roban, pinta, detienen y asaltan comercios y ciudadanos con la escusa de que hay que “aportar” recursos para la huelga de dolores. También se puede profundizar en si la PDH comprenderá mejor la actuación de los agentes de policía o del ejército cuando deben enfrentarse con turbas o ingresan a un motín carcelario y luego son acosados o perseguidos, hasta la saciedad, por funcionarios de aquella institución. Los doce puntos, algunos de tanto “calado y trascendencia” como depurar la PNC o cambiarle el nombre al ministerio, se podrían haber reducido a uno: que ellos colaborasen mucho más en los asuntos de seguridad interna e hicieran lo que por ahora no hacen tan bien. Un acto de reflexión y constricción de cada institución hubiese sido una excelente ayuda a cualquier plan de seguridad.
¿No hay nadie más en el país que pueda proponer un plan de seguridad?. ¿Tiene que ser la iglesia y el rector de la universidad pública quienes se dediquen a estudiar estos temas?. ¿Ocurre eso en todos los países o solamente en aquellos que no hacemos la tarea por haraganes o desvergonzados?. ¿Vamos, de verdad, en el rumbo correcto?. Es posible que la respuesta de gobernación sea organizar la próxima conferencia episcopal o revisar los pensum de licenciatura así, con ese cambio de papeles, nadie sabe quién es responsable de qué.
Mientras siguen asesinando a pilotos y a peatones, la plegaria se torna la mejor oferta y casi la única solución para los graves problemas que padecemos, sin darnos cuenta de que bastantes apuros tiene Dios como para molestarlo con los nuestros. El responsable de activar la política pública de seguridad es el gobierno y no está por hacer mucho cuando después de un año pidiendo paciencia sigue con los brazos cruzados o buscando al inteligente que lo haga. ¡Zapatero, a tus zapatos!.
Podemos seguir orando, esperando que otros hagan las cosas por nosotros o confiando en ese todopoderoso Estado que nos arregle la situación, sin darnos cuenta que el defecto está en nosotros mismos y en nuestra incapacidad de asumir las responsabilidades que no se pueden delegar, como ya dejó claro la CC. Si el ora pro nobis es lo mejor que tenemos, bien jodidos vamos. Amén.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)