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lunes, 30 de mayo de 2022

Presidente Giammattei, vaya a la Cumbre

Si habla de soberanía, justamente hay que ir a la Cumbre y demostrar que se está por encima de la coyuntura del momento y de las personas

En la serie “The Crown”, la recién coronada Isabel II llama al primer ministro británico para informarle sobre su decisión de autorizar la boda de su hermana Margarita, con un militar divorciado del que estaba enamorada. Churchill le responde que no puede hacerlo por ser gobernadora suprema de la iglesia anglicana, a lo que Isabel II contesta aireadamente: “yo soy la reina”. Con parsimonia y elegancia, Churchill concluye: “Si majestad es la reina, pero la corona está por encima de usted”. La anécdota, podemos hacerla republicana: el mandatario no es el Estado sino el primer servidor, porque la nación está por encima de él. 

Hace unos días, el Presidente, durante una “calentamiento dialéctico”, decidió, cómo si le competiera en exclusividad, no participar en la Cumbre de las Américas, autoexcluyendo al país como Cuba, Venezuela o Nicaragua que no han sido invitados por ser regímenes autoritarios. Puedo entender el enojo presidencial cuando lo sitúo en el otro plato de la balanza de las declaraciones, insistencia y hasta amenazas norteamericanas sobre asuntos nacionales, particularmente en la elección de Fiscal General, aun así, el interés general está por encima del particular.

El país está peligrosamente polarizado, y en la medida que tomemos conciencia de ello seremos capaces de alejarnos de los extremos y ver el espacio intermedio en el que se puede ser propositivo, tolerante, dialogante y sobre todo crear consensos. Los extremistas persiguen decisiones radicales, sin apreciar matices ni presentar opciones que es justamente lo que promueve la democracia. 

Las relaciones Estados Unidos-Guatemala viven momentos difíciles. Podemos pensar que la culpa la tienen unos u otros, o incluso ambos, pero ni siquiera eso es relevante; la situación es como es, está como está. Tenemos a una fiscal reelecta, intensas quejas norteamericanas por lo ocurrido y un presidente molesto, y seguimos debatiendo una y otra vez lo pasado ¿Qué se puede hacer para salir del atolladero y la polarización?, pues algo muy sencillo: aceptar la realidad de los hechos, buscar soluciones propositivas, ser creativo y huir de extremos que pretenden mantenernos en la conflictividad ¡Tómense un café carajo!

Presidente,  si habla de soberanía, justamente hay que ir a la Cumbre y demostrar que se está por encima de la coyuntura del momento y de las personas, y representar a la nación que no es suya sino de todos. Si tiene algo que decir, hágalo allí -en el foro o en reunión privada- con elegancia y contundencia y demuestre que, lejos de ser un país autoritario -como los excluidos- somos una democracia con deficiencias pero capaz de amortiguar inteligentemente los avatares del momento. Tienda la mano, y a pesar de esos intentos intervencionistas, muestre que está por encima de la polarización y de quienes desean estar aislados para vivir en un mundo cerrado en el que no hay críticas. Desdeñar esos foros nos incluye en ese grupo de dictaduras que no han sido invitadas. Si no llega, no se queje de que nos comparen con Cuba, Nicaragua o Venezuela, y no porque seamos iguales, sino porque, como ellos, no hemos estado donde había que estar, aunque la diferencia -y la gran ventaja- es que a Guatemala la han invitado. 

Presidente, el Estado está por encima suya, la nación plural, a la que usted única y democráticamente representa, no debe aislarse porque le presionen extremistas inescrupulosos o manifiesta falta de diplomacia le quiera hacer ver. Recuerde que las personas pasan, pero las instituciones permanecen, y cambiar de decisión no es un signo de debilidad; pocos tienen ese privilegio. Demuestre ser un estadista, a pesar de las críticas las presiones y el difícil momento.

lunes, 23 de mayo de 2022

El Presidente y el US Department of State

Tradicionalmente la política exterior norteamericana ha sido proyección de su política interna. Ahora pareciera a la inversa

La reelección de la Fiscal General cayó mal en ciertos sectores de Washington, pero como son autocríticos, seguramente habrán hecho una evaluación de su política exterior y concluido que el rumbo puede no ser el adecuado. Las constantes declaraciones, presiones y amenazas por parte de USA -entre otras variables- limitaron las opciones a la reelección. Históricamente, los pulsos han generado problemas en el Norte, y en tiempos complejos no parece buena apuesta. Olvidan -me dice Rodrigo Fernández- el resultado de la historia de las imposiciones. El golpe de Estado de 1963 ocurrió porque Ydigoras no aceptó presiones, e impusieron a Peralta Azurdia quien les resultó abiertamente antinorteamericano. En 1966, Méndez Montenegro fue más dócil y permisivo con la intromisión.

Tradicionalmente la política exterior norteamericana ha sido proyección de su política interna. Ahora pareciera a la inversa. Demasiados frentes abiertos y en varias direcciones,  Centroamérica es uno de ellos, y la política doméstica USA sufre serias crisis que distraen y preocupan. Es muy posible que en las elecciones de noviembre, lo mal hecho afuera termine pagándose adentro, lo que puede representar un alto costo de votos para el partido demócrata, y lo saben aquí, allá y acullá.

No es casualidad que hace unos días se alentaran discrepancias en el PARLACEN -activado por diputados nicaragüenses- sobre China-Taiwán, evidentemente a favor de la primera que es la que sostiene y aplaude dictaduras y populismos. Si en condiciones “normales” lo chinos entraron en la región, se establecieron y desplazaron a los taiwaneses -desde Panamá hasta El Salvador- es de suponer que en estos momentos evalúen que es más fácil y de mayor rentabilidad política. En el edificio Truman, parecen no tener claro algunos que el zelayismo es hijo del chavismo y hermano del orteguismo, y que en Honduras, de un momento a otro, puede fluir ese  “espíritu revolucionario”, como en otros países del área ¿Acaso no les ha sorprendido el voto de El Salvador y Honduras en contra de la devolución de propiedades de la OEA confiscadas en Nicaragua?

Washington debería haber actuado menos arrogante a la hora de presionar y plantear sus exigencias a los gobiernos centroamericanos -especialmente al único socio que le queda(ba)- lo que no sucede con Cuba o Venezuela. Podrían haber rescatado el idealismo wilsoniano -¡de la primera etapa, por supuesto!-  y no las malas formas tradicionales o las de la escuela jacksoniana. De tal cuenta, y en el marco que dejara entrever el Presidente mexicano -pesadilla del Departamento de Estado- Giammattei manifestó que no asistirá a la Cumbre de las Américas, así se ahorra el desplante de que no lo inviten, como hicieran en la Cumbre por la Democracia. Un exabrupto polarizador adelantado a los acontecimientos que aviva la confrontación.

No me satisfago de esta mala racha USA -aunque se veía venir y es fácil reconocer a los “culpables”- pero me cuesta entender que su aparato diplomático no la haya sabido manejar. Desconozco que ocurrirá a partir de ahora, pero de seguir los mismos y con idénticas ideas y formas, vendrán más presiones que no servirán para mucho. En unos meses, cuando los votantes norteamericanos modifiquen los equilibrados foros políticos, quizá se tornen las cosas y, entonces, se hará el análisis pausado que debería haberse hecho hace rato. Aquí, como de costumbre, nos lamentamos y seguimos con las rabietas, pidiendo a gritos “que nos salven de la barbarie”, sin entender que en política no hay amigos sino intereses…, y muchos por cierto. Quizá, aquella comisión de la OEA que viniera una vez al país, pueda ser un ejemplo de cómo encontrar salida a esta crisis de egos.

lunes, 16 de mayo de 2022

Los violentos espacios del poder

En el país quedan perfectamente visibles esos espacios en los que el Estado está ausente y son otros agentes quienes imponen las reglas

Los enfrentamientos -o confrontaciones- sociales, económicas o políticas se producen en “espacios de poder” entendidos como escenarios en los que se desarrollan relaciones sociales. No hay espacios vacíos porque en todos ellos hay un poder legal o, en su defecto, uno difuso, ejercitado por diferentes grupos de presión, ante la ausencia del primero. El poder no es algo que ejerzan siempre las clases dominantes y, según Foucault, es una estrategia; no se posee sino que se ejecuta. Es una fuerza que se impone a pesar de la voluntad del contrario y ocurre a través de una estructura que permite que funcione plenamente bajo la cobertura de una determinada legalidad o de la falta de ella. En el país quedan perfectamente visibles esos espacios en los que el Estado está ausente y son otros agentes quienes imponen las reglas. El poder, en definitiva y en un mundo moderno, no lo ejerce únicamente el Estado o determinadas elites sino también individuos, organizaciones y grupos sociales diferentes. Como dijo el mismo autor: “el poder está en todas partes y viene de todas partes”.

El preámbulo es necesario para poner en contexto la situación por la que pasamos, no muy diferente a la de otros momentos recientes, pero sí más ruidosa y pronunciada. La elección de rector de la USAC, el proceso de designación de Fiscal General o los de nombramientos de PDH, director del INACIF y Contralor General que se vienen, ocurren en un momento particular, casi coincidente con el preludio electoral y con un “excesivo ruido” mediático y social.

Da la sensación de que hemos pasado de un modelo de “peste” a otro de “lepra” -también propuestos por Foucault-, del control y vigilancia a la expulsión fuera del entorno y al despojo de la ciudadanía. En un caso, se podría hacer la comparación con épocas pasadas de dictaduras -y principio de la democracia- donde se contemplaba un orden que no había que trastocar y que situaba a cada quien en el lugar -espacio- correspondiente. Sin embargo, la transición hacia el otro modelo genera la exclusión, la expulsión. La “peste” es controlable si se orilla a los apestosos a lugares de vigilancia, la “lepra” requiere salir de ellos, sacarlos de forma tajante. Extrapole esos marcos filosóficos a la realidad que vivimos, y al igual que con esas enfermedades, o se controla a la persona y se establece un sistema que orilla a cada uno a circunscribirse al espacio asignado -sin poder salirse del mismo- o hay que expulsarlo del “perímetro de la ciudad” para evitar contaminación.

Ya no es suficiente con controlar que algunos se salgan del guacal -como en las dictadura- ahora, es necesario orillarlos o expulsarlos al extremo opuesto, con la pretensión de silenciarlos, censurarlos, cancelarlos y destruir sus opiniones ¡O conmigo o contra mi, o te me vas al otro lado! Es la polarización radical en la que no hay cabida para quienes no se incluyen en uno de los grupos, porque la facción opuesta -y extremista- los desconoce y expulsa.

A esa batalla brutal, producto del paso de una “enfermedad” a la otra, contribuyen desde todas partes sin advertir el desastre que generan ni mucho menos las cada vez menos opciones que hay para un futuro de corto plazo. De momento parecen ganar los extremistas, unos, amañando procesos, los otros, luchando por amañarlos de manera diferente, porque lo que se disputa no es la justicia, la academia ni los derechos individuales, sino el poder, esos espacios desde los que, una vez controlados, se hace posible la acción ideológica. 

¡Tantos filósofos y tan pocas lecturas!


lunes, 9 de mayo de 2022

La política exterior USA a la deriva

Hay una evidente discrepancia dentro del partido demócrata que requiere cirugía precisa contra cierto sector ideológico interno

Los estados colchón -concepto geopolítico- sirven para adelantar la seguridad más allá de las fronteras nacionales de quienes los utilizan. Posiblemente Estados Unidos haya considerado -al menos desde inicios del presente siglo- adoptar esa idea para el espacio centroamericano, y más concretamente al delimitado por el denominado Triangulo Norte.  El narcotráfico, el crimen organizado, la migración ilegal y el terrorismo así lo aconsejan, porque es más “fácil” amortiguar los efectos en tres países pequeños que en México, social y políticamente más complejo, y donde se reduce la capacidad de reacción.

Contrasta con la anterior idea, el acercamiento a Cuba, Honduras -zelayismo- y Venezuela y la respuesta tardía al avance del autoritarismo en Nicaragua, además de la confrontación con El Salvador de Bukele, con una clara tendencia a escaparse de la órbita norteamericana en una dirección intermedia entre Maduro y Ortega. Tampoco hay que dejar de considerar el espacio cedido a Rusia y China, lo que ha permitido a ambas potencias establecerse cómodamente en la región. El único país que aún mantiene nexos “tradicionales” con el poderoso Norte es Guatemala, a pesar del “maltrato político” y de las constantes presiones recibidas por cierta elite de Departamento de Estado, en convergencia con algún consejero presidencial y otros personajes organizados. Garrafal error de la política exterior USA no valorar correctamente la situación y pensar que la dinámica tradicional de coerción continua es lo efectiva que fue en el pasado. Quizá eso cuestione el modelo realista de la relaciones internacionales o, sencillamente, lo adapte a un mundo más mediático y capaz de reaccionar en corto tiempo. En todo caso, es preciso prestar atención a la política exterior norteamericana en Centroamérica y el costo que puede tener, especialmente después de lo que pasó en Chile, puede ocurrir en Colombia y promete arduo debate en Brasil, por no hablar de Costa Rica y Perú, o de la Cuba de los sesentas.

Biden llegó al poder gracias a la inclusión de cierto sector radical en el partido demócrata, y de esa cuenta Kamala Harris fue nominada vicepresidenta. Sin embargo, los fracasos en la retirada de Afganistán y en la lucha contra la migración ilegal -tareas a ella asignadas-, además de otras cuestiones de política interna, han incidido en su baja popularidad, la menor de los vicepresidentes en los últimos 30 años -por cierto, acentuada después de su viaje a México y Centroamérica en junio 2021- según el medio Los Ángeles Times: “What does America think of Kamala Harris?”. Esas cifras pudieron aconsejar enviar a Ucrania a la congresista Pelosi o recientemente a Jill Biden -la primera dama- en lugar de a Harris. Agregar el contacto telefónico de Blinken con Guaidó para “amortiguar” ciertas actuaciones del asesor presidencial Juan González, que publica otro medio: "La diplomacia de EE.UU., que comanda Blinken, no vio con buenos ojos la visita a Caracas, que lideró el máximo asesor del presidente Biden para América Latina". Por cierto, el mismo González que fue sustituido por Ricardo Zúñiga en su visita a Centroamérica después de hacer declaraciones poco afortunadas. 

Hay una evidente discrepancia dentro del partido demócrata -añadamos el alto déficit económico y el particular papel en el conflicto de Ucrania- que requiere cirugía precisa contra cierto sector ideológico interno que ha descolocado la política exterior. Se percibe el desplazamiento de esa minoría dentro del partido porque las próximas elecciones de noviembre así lo aconsejan, y seguramente el republicanismo continuará echándolo en cara por el alto costo para la imagen norteamericana en el exterior, tal y como ya lo hacen algunos senadores que confrontan duramente la errática dirección de la administración Biden. 


lunes, 2 de mayo de 2022

El rector y la tricentenaria Carolingia

Lejos de ser una pugna por elegir al mejor académico se lucha por colocar a alguien que satisfaga diversos intereses grupales

El proceso de elección de rector de la única -y por tanto monopólica- universidad estatal refleja, nuevamente, lo que se cuece dentro de sus muros. Lejos de ser una pugna por elegir al mejor académico -aspiración principal entre los objetivos de cualquier universidad- se lucha por colocar a alguien que satisfaga diversos intereses grupales. El debate no es diferente al que se tiene en la sociedad, y al que nos quieren someter los reduccionistas: “corruptos y no corruptos”, sin advertir que la descalificación polariza y orilla la búsqueda de soluciones.

El problema -lo acepten o no los sancarlistas- es que la USAC es un botín único, peculiar y provechoso. Un presupuesto anual de cientos de millones de quetzales y una enorme capacidad de incidencia política, permite que quien la lidere, y el resto de secuaces, puedan rentabilizar su influencia en muchas áreas trascendentales del país, como han venido haciendo. No conozco universidades en el mundo con este poder ni mucho menos que cuenten con iniciativa de ley, ignorando en qué principio democrático se puede sustentar tal privilegio legislativo.

La USAC ha venido en decadencia, con varios rectores procesados judicialmente y oscuros personajes señalados alrededor de historias diversas. El declive de la única universidad estatal es un hecho patente e incuestionable que debería avergonzar a quienes se formaron en sus aulas con calidad académica de primer orden, aunque hace tiempo. En su campus ha habido violaciones, abusos, drogas y asesinatos, sin que el “sancarlismo” se haya rasgado la vestiduras ni hecho lo suficiente por cambiar. Edificios mediocres, salones deteriorados, aulas de tercer mundo y tecnología obsoleta o ausente, por no hablar de deprimentes zonas dedicadas a la comida, o de los parqueos. Añadamos los bautizos anuales que denigran a muchos estudiantes, la venta de drogas en su interior o el acoso sexual. Sumemos la reticencia para integrarse al sistema de control financiero del estado o los dispendios económicos de sus jerarcas, y finalicemos con la nula voluntad por cambiar y ser una verdadera universidad, así como la facilidad para adaptarse a las mafias predominantes en el país, bajo el argumento de la “autonomía universitaria o la lucha social”.

Guste o no a los violentos encapuchados solo hay una forma de salir del agujero, y pasa por sacar la política de las universidades. Es necesaria una reforma constitucional para que ningún decano o rector -de cualquier universidad- forme parte de comisiones políticas. La universidad debe de dedicarse a la enseñanza, la investigación y la producción académica, lo demás hay que dejarlo para otros. Es igualmente imperioso que los centros regionales se conviertan en universidades autónomas y el número de alumnos de cada uno de ellos sea el que defina su presupuesto, y no el capricho o la decisión centralizada; hay que promover la competencia de la enseñanza superior pública en lugar de justificar el monopolio existente, y becar a los alumnos para que elijan donde invertir su beca, en vez de entregar el presupuesto al monopolio educativo.

Tenemos muchos problemas, uno de ellos y muy importante es el funcionamiento de la USAC, y no lo cambiará ningún rector sino la desconecta del sistema político, lo demás es oportunismo del momento electoral. Quién quiera ser rector, decano o profesor debe competir -meritocracia- y presentar sus evaluaciones, conocimientos, publicaciones, historial y prestigio. De lo contrario, como ocurre en todas las instituciones públicas, seguiremos eligiendo al que mejor cae, más ruido hace o más redes mafiosas construye.

¿De verdad queréis luchar sancarlistas?, pues ya sabéis donde dar la batalla, en lugar de esconderos bajo una capucha y ejercer el vandalismo.