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lunes, 30 de enero de 2023

Ciudadanía, civilidad y autoridad

Enfrascados en ese círculo vicioso y buscando al culpable, se nos va el tiempo sin educarnos, porque somos una sociedad carente de civilidad

Es reclamo frecuente del ciudadano los atascos por el tráfico y las horas devengadas dentro del vehículo, así como otras cuestiones que afectan y complican lo cotidiano por no ser eficazmente supervisadas por las autoridades. Parte sustancial del problema del tráfico es la mala planificación de la ciudad: falta de pasos a desnivel, ausencia de circunvalaciones, mal manejo policial, etc., sin embargo, hay cuestiones que no son culpa de aquellas: motos circulando por aceras, no respetar semáforos, bloquear cruces, circular contra la vía, obstaculizar carriles, detener el bus en lugares en los que cada uno desea abordarlo y no en las paradas regladas o cruzar la carretera por debajo de las pasarelas, entre otras. A estas alturas del problema no se sabe de quien es la mayor responsabilidad, y los mismos ciudadanos que nos quejamos del político -a quien votamos libre y democráticamente-, incumplimos las normas cuya observancia reclamamos sean impuestas por la fuerza ¡Un quilombo, como dirían algunos de cantarín acento!

Enfrascados en ese círculo vicioso y buscando al culpable, se nos va el tiempo sin educarnos, porque somos una sociedad -engloba a gobernantes y gobernados- carente de civilidad. Nos falta educación vial, respeto a la ley y a los derechos de los demás; simplemente hacemos lo que nos viene en gana y lo justificamos de mil formas. En otros países no es necesariamente la imposición legal y la sanción lo que primordialmente hace que el ciudadano sea respetuoso y actúe consecuentemente, sino la educación, la solidaridad, la responsabilidad y la civilidad. Aquí, contrariamente a lo que demuestra ese mundo que progresa, le seguimos otorgando a Hobbes un excesivo protagonismo, incluso mayor del que realmente reclamaba, y exigimos un “Leviatán” que nos ponga en orden, cuando podríamos hacerlo preferentemente de forma voluntaria y respetuosa si fuésemos consecuentes con lo que exigimos.

Un 60% de la población económicamente activa -o similar- está en la economía informal y le vale un bledo la irresponsabilidad de eludir el pago del ISR que asume desde esa posición; otros evitan o disimulan el pago del IUSI -legal aunque no guste- sin advertir su actuar fraudulento e insostenible en la democracia que anhelan ni ser consecuentes con las exigencias que reclaman. De otro lado, cuando la policía actúa es criticada, apaleada o sencillamente es expulsada del lugar de los hechos, y siempre hay excusas para justificar esos incívicos actos porque en el fondo persiste la anarquía y la impunidad a la que nos hemos acostumbrado y promovemos.

Carentes de respeto y educación cívica, alentamos o contratamos personas que invaden la calle frente a nuestro negocio con pequeños botes llenos de agua para reservar los parqueos, privatizando descarada e impunemente, en nuestro favor, el espacio público. Los más exquisitos colocan conos -seguramente sustraídos de alguna parte- para que nadie use ese parqueo público del que se apropian porque está frente a su puerta, al considerar -desconozco en base a qué derecho- que les corresponde; la zona 15 está llena de esa despreciable práctica. Los buses, por su parte, se detienen en el carril central y suben o bajan a personas que tampoco exigen que se detengan en la parada correspondiente, lo que las pone en peligro al igual que al resto de conductores.

Somos una sociedad incivilizada y abusiva, aunque moleste que nos lo digan y recuerden. Pedimos servicios de primera que no queremos pagar y reclamamos que otros -las autoridades- arreglen problemas que no estamos dispuestos a solucionar porque no gustamos de la observancia de las normas. 

¡Un absurdo social disfrazado de hipocresía, como en muchas otras cosas!


lunes, 23 de enero de 2023

¿De qué trata la estrategia electoral?

El sistema ofrecerá casi una treintena de posibilidades partidarias, pero quien ejerza el voto apenas conocerá tres o cuatro

El pasado viernes, el Tribunal Supremo Electoral dio el pistoletazo de salida para el inicio de la carrera a la presidencia del país, las alcaldías y los escaños en el Congreso. El ciudadano promedio debatirá, como es habitual, sobre el binomio presidencial y los alcaldes que le parezcan más oportunos, y en ese ejercicio retará a sus meninges durante los meses que faltan para la votación. A medida que se acerque la fecha, llegará a la conclusión de que ninguno es lo suficientemente bueno y terminará por aceptar, con parsimonia y ese conformismo genéticamente desarrollado, que hay que votar por el menos malo. Poco o nada, se debatirá sobre los méndigos diputados que cada partido incluya en sus listas ni tampoco sobre quiénes son los personajes que desde la sombra manipulan determinadas formaciones políticas.

Como viene ocurriendo últimamente, nos sorprenderán y clavarán antes de advertir que el poder no está en aquellos cargos de los que nos preocupamos, sino que se concentra precisamente en quienes ignoramos.

El sistema ofrecerá casi una treintena de posibilidades partidarias, pero quien ejerza el voto apenas conocerá tres o cuatro y, además, no tendrá claro que el voto nulo es una opción de rechazo a un sistema inservible y que disgusta. Así que la pregunta que surge es: ¿para qué tantos partidos políticos si más de veinte binomios no son conocidos ni en su casa a la hora de comer? La respuesta solo tiene sentido si se comprende que la estrategia electoral no es colocar un binomio presidencial -ni siquiera un alcalde- sino contar con el mayor número posible de diputados, o con un número suficiente que sirva para sumarlos a grupos que requieran mayorías para la aprobación de normas legales. Con ello, el voto de pocos diputados -en momentos en que sea necesaria una determinada mayoría- puede generar enormes réditos.

Portillo como Baldizón, hacen lo propio, y dicen que no optarán a cargo alguno, no porque no puedan, ya que ambos son convictos, sino porque desde bambalina manejan cierto número de diputados que utilizarán para negociaciones posteriores en el Congreso ¡Ahí es donde radica el poder!

Lo anterior es precisamente lo que viene ocurriendo desde 2008, cada vez de una forma más evidente y atomizada. Si en aquel entonces tres partidos podían alcanzar mayorías suficientes porque contaban con alto número de diputados, en la presente administración, excepto tres partidos que tenían más de 10 congresistas: UNE con 52 (luego se fraccionó), VAMOS que obtuvo 17 escaños y UCN con 12, el resto (16 partidos) contaba con menos de una decena. De esa cuenta, se ha tenido que conformar un club específico para cada toma de decisión en el Legislativo, lo que ha significado incluir a más de diez partidos porque todos tienen muy poco caudal de diputados. Eso ha encarecido enormemente la negociación política, incrementado el precio y, consecuentemente, aflorado y evidenciado más patentemente la corrupción. Recuerde como, en este gobierno, a muchos partidos/diputados les repartieron un área de la administración para explote y disfrute económico de sus dirigentes.

Si usted no tiene claro su voto, lo mejor es que opte por el nulo y no entregue votos a esa infinidad de partidos, porque únicamente servirán para consolidar la estrategia indicada. Por lo tanto, no es importante quien sea Presidente ya que no podrá gobernar sin el concurso de los parlamentarios opositores, y deberá plegarse a los juegos del Congreso, lo que nos costará, de nuevo, un dineral y generará la tradicional perversión.

A partir de ahora, no diga que no sabía, salvo que sea cómplice y se vea beneficiado de ello.

lunes, 16 de enero de 2023

El nauseabundo ambiente político

Mismos procedimientos y mañas en épocas distintas, aunque con idénticas intenciones.

El proceso electoral que se avecina está cada día más activo y descolorido, y en lugar de contar con más posibilidades de opciones reales y nuevas -algunas hay- se reciclan personajes lúgubres de la politiquería tradicional. De aquel gobierno del FRG persisten Portillo y Zury Ríos, ahora “divorciados”, aunque en su momento hicieron mancuerna en un periodo oscuro de la vida pública nacional. El primero, cual pulga saltarina, ha buscado -al menos en cuatro partidos- espacio donde colocar a diputados que sirvan para negociaciones posteriores, y obtención de rentas. La segunda, sigue entre bambalinas sin asomar la cabeza, vaya a ser que aparezca la Dalila de la UNE, o sus socios,  y la decapiten antes del reparto del pastel.

Sandra Torres insiste contumazmente en ser presidenta. Si aquel fraude del divorcio para ser candidata no fue suficiente, se presenta con un vicepresidente que se aparta súbitamente de la predica religiosa para no infringir la prohibición constitucional. Mismos procedimientos y mañas en épocas distintas, aunque con idénticas intenciones. Además, cuatro de sus hijos y un hermano ocuparán candidaturas para consolidar aquello de “mi familia progresa”, y por si les sale mal nuevamente el conteo de votos. 

Manuel Baldizón -como “Matrix renovado”- insiste en ocupar un espacio en un ambiente político que ya le negó el pase a una segunda vuelta. Desde prisión domiciliar emitirá un programa en redes y apoyará la candidatura de sus cachorros que aspiran -como todo hijo inútil de político- a seguir los pasos de su progenitor. Olvida decir que lo expulsaron de EE.UU. después de cumplir condena por lavado de dinero y que aquí tienes dos casos abiertos por graves delitos ¡Otro delincuente en política!

El partido oficial propone a Manuel Conde, secretario general de otro partido, lo que deja entrever el oportunismo, pero también el fraude a la democracia y el engaño a los electores, y deja claro que cual mercenario responde a intereses personales.

La izquierda radical y autoritaria, próxima a dictaduras ya conocidas, incorpora a Jordán Rodas en un partido sostenido por una organización señalada de delinquir y con dirigentes acusados y condenados por robo de electricidad, retenciones y agresiones. Hay que recordar que Thelma Cabrera fue elogiada por Thelma Aldana en el proceso electoral 2019 ¡Como que se desprende un tufillo del porqué CODECA ha campeado libre e impunemente y cometido múltiples fechorías en pasadas administraciones!

La otra izquierda, la que se dice moderada -Winap, Semilla y URNG- converge en la alcaldía de la ciudad capital con Foppa quien seguramente se quejará de ser excluido de la contienda, silenciando que está procesado por un delito de falsedad ideológica con agravación electoral, el mismo que reconocieron varios de sus compañeros de fórmula -como Anibal Argüello, exCicig- y por el que fueron condenados a tres años de prisión conmutables.

Para darle más sabor al caldo, la escisión de la UNE -ahora VOS- incorpora, como coordinador del plan de gobierno, al oportunista Manuel Villacorta -expresidenciable de Winaq-, lo que radicalizará las propuestas y las acercará al autoritarismo venezolano que tanto venera; y el secretario general del partido “Mi Familia” es ligado a proceso, y enfrentará cargos por los delitos de falsedad ideológica y casos especiales de estafa. 

Por si no ve opciones, puede votar por populistas, con Arzú al frente, quien manifiesta reiteradamente su deseo de fusilar a medio país -Presidente incluido-, llenar de militares las calles y ofrece medicinas baratas, posiblemente de sus financistas argentinos.

No me diga usted que el voto nulo no es una excelente opción con este nauseabundo panorama electoral, porque en esta ocasión, hasta difícil será encontrar al menos malo.

lunes, 9 de enero de 2023

Narcopolíticos, elecciones y futuro

Si el votante no admite que es cómplice de lo que elige, no será posible modificar un esquema cada vez más incrustado en la administración

La reciente solicitud de extradición, por parte de tribunales norteamericanos, de dos diputados y dos alcaldes guatemaltecos señalados de narcotraficantes debe de encender, aún más, las alarmas naciones de cara a las próximas elecciones, y a quienes nos gobiernan. La “vergüenza nacional” de haber votado por dirigentes acusados de narcoactividad se prolonga después de la acusación, detención y condena de otros personajes que en su momento fueron juzgados en aquel país. No estamos muy lejos del “esplendor” colombiano o mexicano, cuyo Estado se ha visto en jaque después de la detención del hijo del Chapo Guzmán y los disturbios ocasionados por grupos armados que abiertamente allí operan y desafían al Estado. 

CICIG señaló en su momento al narcotráfico de financiar una parte importante del proceso electoral guatemalteco, aunque nunca les entraron a esos “grupos ilegales y paralelos”, quizá por el alto costo que ello suponía. De entonces a nuestros días, los estudios indican que el financiamiento electoral se genera mayoritariamente entre lo que se desvía de dinero público -apropiación directa o comisiones que se cobran por adjudicación de bienes y servicios- y la contribución del narcotráfico. Poco, muy poco, es el dinero aportado por simpatizantes o afiliados a partidos políticos.

Lo que hacen es una inversión, una apuesta por el gobierno -local o nacional- que pueda surgir de las urnas y los beneficios que obtendrán posteriormente. Además, y mucho más grave e hipócrita, es que ciertos partidos y candidatos, suficientemente conocidos en sus localidades, sean votados por ciudadanos inescrupulosos que permiten, consiente, alientan y sostienen el modelo que se ha incrustado en la política. Si de algo no hay duda es que las elecciones en este país han respondido al voto libre del ciudadano. Ahora bien, lo que no se sabe -porque el voto es secreto- es cuántos de esos votantes apuestan por un modelo de gobierno de narcos, y sobre todo quienes se benefician del mismo. Si el votante no admite que es cómplice de lo que elige, no será posible modificar un esquema cada vez más incrustado en la administración.

Además esas autoridades -como es el caso del diputado Ubico- ocupan puestos directivos en comisiones como Defensa, Gobernación y Justicia o forman parte de esquemas de seguridad nacional, algo absolutamente surrealista. Si a eso sumamos el número creciente de uniformados -policiales y militares- relacionados con el esquema de crimen organizado, el final no es otro que un narco-Estado cada vez más consolidado.

Muchas personas al plantearse este problema preguntan qué pueden hacer. La respuesta compleja suele ser la reflexión de ciertos “analistas”, pero mucho más sencilla, contundente y efectiva es la de: no vote por ningún partido que incluya como candidatos a personas relacionadas con el crimen organizado, el narcotráfico o delitos de alto impacto ¿Qué queda entonces?, agregan algunos desesperados. Pues lo que el sistema permite: el voto nulo. 

Hay quienes descalifican la alternativa del voto nulo -no les quito parte de la razón- pero es lo único que haría que se repitiese el proceso y, aunque todo al final fuese igual, al menos nos daríamos como sociedad la oportunidad de probar algo que puede cambiar un sistema cerrado a las mafias partidarias. Lo que está claro, y con poca discusión, es que votar por el menos malo siempre nos ha conducido a elegir al peor, pero hay una puerta que, aunque en el largo plazo lleve a lo mismo -algo por comprobar- al menos es una esperanza de cambio que no se debería de descartar. 

Lo otro: seguir haciendo lo mismo para buscar resultados diferente, que es lo que definió Einstein como estupidez humana.


lunes, 2 de enero de 2023

2023, ¿año nuevo o más de lo mismo?

El 2023 será una expresión más clara y evidente de las miserias nacionales que hemos construido por acción, omisión y dejadez. 

Iniciamos -principiamos diría aquel- un año nuevo. Volvemos, en este mes de enero y por arte de birlibirloque, a ser los ingratos que fuimos hasta noviembre del 2022, después de limpiar el alma, con infantil fantasía, en un diciembre lleno de “amor y paz” que permitió olvidar penas por unos días en una especie de acto de caridad para uno mismo.

En este 2023 tendremos unas elecciones generales con los mismos candidatos pelmazos que tradicionalmente concurren a estos comicios. Encontraremos perfiles como el de esos cuatro pillos recientemente reclamados por narcotráfico en los USA, y que -aunque duela- fueron votados por muchos y aupados democráticamente a los puestos que ostentan, aunque nadie quiera responsabilizarse de ello. El político -dejémonos de engaños que ya pasaron las fiestas navideñas- es el reflejo de la mayoría de una sociedad, y los “nuestros” no son diferentes a “nosotros”, por mucho que queramos separarnos de ellos, especialmente cuando vemos de qué son capaces. Para escapar de esa hiriente responsabilidad, creamos una barrera artificial entre la realidad y el ideal sin advertir el poder del voto que, sin ser lo único que permite cambiar ciertas cosas, es lo más poderoso en una democracia.

En este anno Domini, seguiremos con una Corte Suprema de Justicia ilegalmente consolidada en el poder judicial, y sostenida por un Congreso de nefastos personajes que se reparte el dinero público con inusual descaro. El sindicalismo depredador hará de las suyas y nuevos pactos colectivos exprimirán las arcas públicas como suele ser habitual. Las invasiones de fincas continuarán y serán justificadas por inescrupulosos ideologizados que ven en ello la forma de recuperar el “despojo histórico”. Los grupos armados ilegales operarán en determinadas zonas aunque ciertos medios hablen de “problemas históricos entre poblaciones vecinas”. La delincuencia continuará acechando a sus víctimas y llenando las redes de videos con crímenes impunes a la luz del día. La corrupción reaparecerá victoriosa en este espectáculo circense que es la política nacional. El narcotráfico y el crimen organizado repetirán las actuaciones colombianas y mexicanas de los ochenta y se enraizará en el poder local por medio del dinero, la extorsión, la presión y el miedo. Se “descubrirán” súbitamente grandes superficies de plantaciones de droga que parecieran emerger de la noche al día, y serán defendidas por pobladores locales que enfrentarán a las fuerzas del orden, mientras se justifican con envolturas de históricas luchas campesinas o problemas estructurales de larga data. Los gringos se enojarán con nosotros, y seguramente los europeos también, porque dicen -y llevan razón- que no hacemos mucho por cambiar el país. Ciertos diplomáticos acreditados reclamarán más gasto público y subida de impuestos mientras, al pagar, muestren su tarjeta de exención del IVA y padezcan menos carga impositiva sobre lo que cobran en sus respectivas organizaciones que lo que desean que hagamos los demás. La migración seguirá en alza y los “amigos” del norte pretenderán demostrar lo humanos que son mientras cierran la puerta a quienes huyen de la miseria. Seguiremos ahogados en el tráfico con paciencia del santo Job, y protestaremos para adentro sin hacer mucho más.

En definitiva, el 2023 será una expresión más clara y evidente de las miserias nacionales que hemos construido por acción, omisión y dejadez. Quizá este año tampoco veamos la oportunidad que tenemos para cambiar lo que no funciona y de lo que nos quejamos permanentemente, mientras escapamos a ese mundo avatar que nos anestesia un poquito de lo mal que otros hacen y de lo que, por supuesto, somos ajenos.

Como diría humorística y familiarmente un buen mexicano: ¡Feliz 2023 cabrones! (póngale usted el tonito).