La inacción es incompatible con el ejercicio del mando
Cinco policías resultaron heridos de bala (y un civil
muerto), durante el desalojo de camorristas que cerraban el paso en Sanarate,
entre otros bloqueos -donde cobran por pasar o asaltan- que asolan al país. Las/los
habituales, doctos en contraconocimiento
(léanse Los Nuevos Charlatanes), callarán
o argüirán algo similar a lo que predicaron cuando asesinaron, con idéntica
infamia, a un soldado desarmado custodio de un helicóptero en Barillas. Dirán
que los policías baleados -¡malvados ellos!- se dispararon unos a otros en su
inoperancia profesional o puede que, tal y como difundieron en Los Pajoques, la
culpa la tenga una empresa o la despreciable oligarquía. No le faltaran en sus
peroratas falaces argumentos, informes de “expertos” o cualquier otra
gilipollez.
Quizá guarden silencio, porque son cómplices de chusma que para
nada responde a colectivos de campesinos indígenas. Es infame atribuir a indígenas
-campesinos o no- esas barbaridades. La generalidad de los ciudadanos,
especialmente del interior, son más nobles que el uso marginal e interesado que
endilgan al etnicismo. Los indígenas -si es posible generalizar- son pacíficos,
trabajadores, responsables.., y son manipulados en esas acciones que les endosan
quienes se escudan en el colectivismo para presentar inexistentes problemas
étnico-sociales. La táctica responde, exactamente, a la del conflicto interno. Entonces,
un grupo de ladinos, altos, blancos, incluso canches y con perfecto español
-así era la mayoría de la dirigencia guerrillera- pretendieron salvar a los
pueblos originarios, mientras se cagaron en ellos anteponiendo sus cochinos y putrefactos
intereses ideológicos. La hoja de ruta Barillas-Pajoques-Sanarate resulta de una
estrategia de acciones contrapuestas. Una, la actuación criminal de
organizaciones y personas que siguen su norte de intereses mezquinos:
ideológicos o crematísticos. Otra, la inacción de los responsables
gubernamentales encargados de hacer cumplir la ley.
El gobierno se ha ahuevado, acojonado. La autoridad hace
tiempo que cedió su responsabilidad a la transa con chantajistas-terroristas y
tiene miedo de que ocurra otro “Totonicapán”. Bueno, ahí lo tienen pero con
policías, algo que seguramente no tocará la conciencia de muchas/os, -como no
lo hizo la matanza de Los Pajoques- acostumbradas/os a condenar crímenes que
pueden rentabilizar y otras formas de violencia que frecuentemente alientan con
sus falsos cantos de sirenas trastornadas.
El país está al borde del caos, situación propicia para el
populismo acechante que aprovechará algún “docto” perspicaz de colorado quien pretenderá
erigirse en salvador patrio proponiendo medidas fuleras, aunque hará lo que
todos lo populistas: negociar bajo la mesa pagando al liderazgo de esas organizaciones
“campesinas” extorsionadoras, se aliará con la mafia sindical o cooperará con el
crimen organizado. Desaparecida la ley, cada quien campa a sus anchas y la
violencia, lejos de reducirse, se incrementa porque es la única forma de hacer
las cosas cuando la dejadez política sobresale con honores. Nunca imaginé que
un gobierno integrado por tantos ex militares fuese tan sumamente “prudente” -o
cobarde- y evadiera aplicar leyes que están precisamente para respetarse y no
para negociarse con farsantes y asesinos ¡Hala pues!, a seguir con la “política
de seguridad” y las “mesas de negociación”. Me atrevería a ponerle nombres a la
insinuación de Manuel Baldizón en un reciente entrevista en prensa: “Por qué no pensar en dejar a un par de
ministros que han generado unas buenas condiciones de trabajo en el Gobierno”
¿Estaría pensando en Gobernación?, porque se lo está poniendo de a huevo. Como
quiera que sea, estos del PP -como otros pasados o venideros- me decepcionaron
hace tiempo, y por muy diversas razones.