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lunes, 29 de noviembre de 2021

¡Manos al bolsillo, esto es un atraco sindical!

La cantidad que se incrementa en el presupuesto es rápidamente acaparada por élites depredadoras sindicales

Los dos últimos meses de cada año son propicios para el aumento de la delincuencia sindical, factor no incluido en los indicadores de criminalidad y que propongo se haga. Los sindicatos aprovechan el adormecimiento de las celebraciones prenavideñas y se recetan discrecionalmente diferentes bonos. Este año el OJ ha sido uno de los primeros -al menos conocido-, y de una solicitud de Q6,000 por persona la CSJ ha otorgado la mitad ¡Qué buenos son los magistrados perpetuos de esa corte!

La justificación para tal dispendio es que los empleados de dicho organismo “han padecido mucho por la pandemia”. Se obvia, en esa manipuladora argumentación, que los más afectados son aquellos que tienen una empresa y deben de pagar la nomina correspondiente, además de los impuestos pertinentes. En estos duros tiempos, muchos negocios han cerrado, demasiadas personas han perdido sus trabajos y algunas empresas no han podido hacer frente a la planilla, cuando no han tenido que solicitar préstamos o pactar convenios de pago. Sin embargo, no ha habido una sola suspensión o rebaja en el salario de los funcionarios. Por consiguiente, deberían ser ellos -a quienes pagamos los contribuyentes- los que dieran un bono a los que de verdad han soportado la crisis del COVID-19, aunque la cosa es al revés en este microcosmos estatal.

Los pillos depredadores de educación no han sido menos hábiles y protestaron encabezados por su perpetuo Ali Babá -el tal Joviel- para redefinir el pacto colectivo y que, nuevamente, una ingente cantidad de dinero público -del presupuesto recién aprobado- vaya a parar a los bolsillos de sus huestes. Es curioso que durante los dos últimos años, perdidos en educación estatal, no hayan emitido un sonido audible sobre cómo ha fallado el sistema a cientos de miles de alumnos, y que transcurrieran todo ese tiempo sin ser capaces de adoptar una medida medianamente sensata que impida que parte de la juventud sea absolutamente inoperante dentro de unos años.

En definitiva: ni la salud, ni la justicia ni la educación se han mejorado, más bien algunas de ellas -o todas- están igual o peor que antes, y en todos esos rubros hay pillaje para que el funcionario cuente con su pavo encima de la mesa, aunque pagado por paupérrimos trabajadores que han dejado de cobrar por meses o se han contentado con lo que la encerrona de la epidemia les deparaba. 

En todo caso, y tristemente, este es un argumento recurrente cada año. Al igual que aquellos saben que es tiempo de hacer piñata de lo público, el resto -quienes pagamos los impuestos-, también sabemos que es hora de quejarse, aunque no nos hagan mucho caso ni nosotros pongamos demasiado de nuestra parte para que las cosas cambien. Una especie de aquellos dos minutos del odio orweliano en 1984, que no servían para nada pero que desahogaba mucho.

Con esa forma de repartir -que no es si no un chantaje entre políticos y sindicatos- no hay dinero que alcance. La cantidad que se incrementa en el presupuesto es rápidamente acaparada por élites depredadoras sindicales y con quejas injustificadas o presión política, terminan por hacer negociaciones oscuras y secretas que tienen un elevado costo social que pagamos el resto.

Detrás de esos buitres vendrán otros y, aunque se justifique que lo hacen con fondos propios que no gastaron -entonces que los devuelvan o no los presupuesten- afectará la calidad del servicio que deberían de prestarnos a los ciudadanos. En el fondo, somos una sociedad conformista que nos quejamos pero no avanzamos un milímetro, y esos fulleros lo saben, y se aprovechan. 


lunes, 22 de noviembre de 2021

La errada geopolitica USA en Centroamérica

El error de POTUS es que pareciera no diferenciar entre lo que aconseja la geoestrategia y lo que promueven ciertos personajes de su partido

El post 9/11 desvió la atención de la política exterior norteamericana hacia zonas muy lejanas del hemisferio. Los esfuerzos políticos y militares de los USA se centraron en Irak y Afganistán y “abandonaron” la histórica y tradicional tutela que ejercían sobre el continente, consecuencia de la doctrina Monroe. Era preciso una respuesta contundente y ejemplar a las actuaciones de Al Qaeda para dejar claro que el mundo continuaba siendo monopolar después de la desaparición de la URSS, pero, en su fijación, no advirtieron que Rusia y China despertaban del letargo y comenzaban a tomar posiciones geoestratégicas y geoeconómicas.

Los chinos se hacían con el continente africano y una cantidad importante de recursos minerales, y penetraba lenta pero segura -tradicional en ellos- en América latina, al igual que lo hacía Rusia. De hecho, durante una breve conversación con un embajador ruso me dijo: “yo estoy aquí para recuperar el tiempo perdido”, lo que dejaba claras las intenciones del Kremlin y la estrategia hacia el continente americano.

Iniciaron por donde se lo pusieron más fácil: Venezuela, y continuaron ascendiendo a través de Panamá, Costa Rica, Nicaragua y El Salvador: compra de deuda externa, ruptura de relaciones con Taiwán, millonarios proyectos de infraestructura, centros de control espacial, donaciones, apoyo político, arma, y un largo etcétera del que Washington parecía no enterarse o faltarle agresividad. En poco tiempo, el control indirecto estaba listo y Centroamérica, en particular, casi dominada. La geopolítica rusa y china convergen con malos e ineficientes gobiernos locales, además del narcotráfico y del crimen organizado, y el conjunto se mezcla, realza y confunde. El resultado: un todo que difícilmente se desgrana en sus partes para analízalo, entenderlo y confrontarlo.

La administración Biden parece no diferenciar todos esos elementos que convergen -y algunos más- y determinados asesores ven la situación empaquetada, sin advertir que Guatemala es el único eslabón, aunque de una cadena oxidada, y la meten en el mismo paquete que sus pares. El error de POTUS -o de sus asesores- es que pareciera no diferenciar entre lo que aconseja la geoestrategia y lo que promueven ciertos personajes de su partido que toman decisiones desde el activismo político, y mezclan todo. Eso se traduce en un trato por igual a todos los centroamericanos, lo que de nuevo puede representar otro error no muy distinto de los cometidos en épocas pasadas, y cuya evidencia muestra la historia reciente. 

Si Guatemala diera un giro hacia China o generara un acercamiento a Rusia -lo han hecho otros- seguramente se encenderían las alarmas, pero no habría marcha atrás, y todo se tornaría de un color diferente. La política USA se ha equivocado al plantear el tema de la migración, en la retirada de Afganistán, en el control del Pacífico -desbancando a Francia- y seguramente en el trato con Centroamérica. No es cuestión de admitir planteamientos ilegales, pero si de abordar la política como un elemento de arreglo de conflictos entre partes y dejar la soberbia impositiva como herramienta eficaz para doblegar gobiernos, que ya se ha visto que no funciona.

Hay que reducir la testosterona de ciertos consejeros presidenciales norteamericanos y llenar la mesa de más estrategas relajados, porque de lo contrario habrá mucho ruido, pero pocas nueces, y si algo ha quedado suficientemente claro es que los países terminan haciendo aquello que su liderazgo político determina, a pesar de la presión de “los grandes”. Una sesión de brainstorming en el Departamento de Estado es el mejor consejo que se me ocurre y, además que regalen un pachón de tila a la entrada y otro de té de pericón a la salida.


lunes, 15 de noviembre de 2021

El papel que todo lo aguanta

La tal Ley RENACER fue votada afirmativamente por más republicanos que demócratas y se opusieron a ella 6 republicanos y 29 demócratas

Hace poco -durante una entrevista en un medio radial- escuche a un abogado decir que había cierta candidata con intención de perpetuarse en el poder ocho o incluso doce años. Se refería a Zury Ríos y la conversación se desarrollaba en el contexto de ese mantra amañado, artificialmente construido y persistente de que “somos como Nicaragua”, especialmente ahora que muchos de los que condenan aquel régimen han adoptado una postura más contundente de la de hace unos años, más permisiva con el “comandante”. 

Ser abogado -en este país de abogados- siempre ha sido peculiar. Lo que ignoraba hasta ahora es que además del titulo -títulos- de “Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Abogado y Notario”, otorgan -quizá como extra- la especialidad de “pitonisa con bola”, y no precisamente de cristal. En el contexto del debate era necesario generar esa imagen de la candidata que se perpetuará -según el conspicuo leguleyo- para posteriormente concluir que por eso nos parecemos a Nicaragua. Una de las muchas falacias argumentativas que amplia y pérfidamente utilizan en aquel gremio.

No se si Zury Ríos podrá -o querrá- ser candidata, y sobre todo desconozco la postura que adoptará la CC en relación con el tema, aunque hay antecedentes. De lo que estoy seguro es de lo ocurrido en dos ocasiones pasadas en las que se postuló. En una participó, porque cuando la CC debió conocer al amparo ya se habían producido las elecciones; en la otra, el Registro de Ciudadanos le negó la participación en función de lo establecido en la constitución, e impidió su candidatura. 

El debate y los señalamientos se reactivan después de las elecciones en Nicaragua y tras la aprobación por la administración norteamericana de la Ley RENACER que recoge una serie de medidas contra el régimen de los Ortega-Murillo. Quienes dicen que nos parecemos, o somos, como Nicaragua -en un claro afán de presentar al país como una dictadura- obvian que los dictadores del momento son socialistas: Cuba, Nicaragua y Venezuela, y que el populista por excelencia -Bukele- militó en el FMLN. Es decir, por si no ha quedado suficientemente claro: el autoritarismo del siglo XXI en el continente llega de la mano de la izquierda radical y revolucionaria, esa que promueve la “resistencia” a no se qué muy bien, y admiró o practicó la lucha armada por años. Sin embargo, ponen empeño en confundir al ocultar que esos partidos de ideología de izquierda radical -de la que muchos profesan- tienen a aquellos países bajo la bota dictatorial y criminal, y no estos otros “de derecha”, como gustan tildarlo, que siendo ineficientes y poco exitosos no alientan -al menos todavía- la debacle que padecen los ciudadanos de aquellas latitudes. También callan interesadamente -los que advierten que “somos como Nicaragua”- que la tal Ley RENACER fue votada afirmativamente por más republicanos que demócratas y se opusieron a ella 6 republicanos y 29 demócratas. Curioso -o coincidente- que aquellos que no aprueban la ley contra el régimen de Nicaragua, pertenecen en su mayoría al ala más radical del partido demócrata, como la destacada Alexandria Ocasio-Cortez.

Hay grupos ideológicos que son excelente manipuladores con discursos monolitos y falaces que repiten al mejor estilo Goebbels -otro nacionalsocialista- hasta que algunos terminan creyéndolos. Definitivamente no somos Nicaragua -por eso puedo seguir escribiendo y disintiendo- y quienes desean que nos parezcamos son justamente aquellos que pregonan ese discurso mientras aplauden revoluciones, guerrillas, subversiones, resistencia y ahora, además, son capaces de leer el futuro de la debacle que se nos viene. Por ¡Por favor licenciado, más seriedad y menos militancia!


lunes, 1 de noviembre de 2021

Nicaragua, El Salvador y Guatemala

 Muchos de los que hablan de ese fenómeno de “nicaraguación”, y establecen tal paralelismo, suelen admirar a Bukele o lo aplauden

Cada vez es más frecuente escuchar eso de: “estamos como Nicaragua” o “vamos en camino de convertirnos en otra Nicaragua”, con el ánimo de presentar en Guatemala un sistema opresor que impone la dictadura orteguista en el país vecino. Sobre aquel dicho de: “todas las comparaciones son odiosas”, podemos elaborar el discurso que queramos, y reflexionar para que incluso lo heterogéneo parezca igual, total el papel, las redes y los irracionales todo lo aguantan. Muchos de los que hablan de ese fenómeno de “nicaraguación”, y establecen tal paralelismo, suelen admirar a Bukele o aplauden -o lo hicieron, porque ahora es mucho pedir- a los camaradas sandinistas ¡Qué anacronismo y cuánta inconsistencia argumentativa la que mantienen algunos, todavía anclados en fracasadas añoranzas de los setenta!

En Nicaragua un revolucionario -además de violador- como es Ortega y sus atláteres, convencieron en su momento de que la revolución armada iba a solucionar los grandes problemas sociales y económicos del país. Con aquel discurso -aplaudido y sostenido por muchos allí, y por no menos por aquí- se perpetuaron en el gobierno del que ahora no quieren apearse, y tomaron control de todos los poderes del Estado, mientras persiguen a quienes los confrontan desde diferentes tribunas ¡Se acabó la libertad y la democracia!

En El Salvador, el FMLN -antiguo partido de Bukele- y los partidos tradicionales -ARENA especialmente- no pudieron conducir el país por un rumbo de satisfacción social mínima, lo que aupó al poder a un populista que ha mostrado de lo que es capaz para permanecer en el poder, que es lo que todos persiguen. Se ha hecho igualmente con todos los poderes y maniobra como le viene en gana, hasta que consiga sus objetivos y, entonces, quizá inicien tardíamente protestas sociales, lo que no servirá para mucho, como en Nicaragua.

En Guatemala surgen bukelistas que pretende conformar un partido como el que llevó a aquel al poder, pero también radicales de izquierda que aplauden -ahora más calladamente- la “resistencia” el “alzamiento” y la “lucha de clases”, movimientos con alto grado de incivilidad, cuando no de delincuencia organizada, y que nos conducirán, inevitablemente a ser “otra Nicaragua”.

Eso de que la URNG -y sus acólitos que los hay- no hayan conseguido en 25 años de política más que dos o tres diputados por legislatura, no contenta a quienes siguen creyendo que aquella confrontación armada dividió al país en partes iguales, sin entender que fueron un puñado de personajes, cuyo nulo poder político y aceptación social se muestra en el tiempo que llevan haciendo política. Algo similar, y eso no lo soportan, a lo que hacen otros partidos del mismo espectro, que los conducen a arrimarse a postulados orteguistas o bukelistas para llamar la atención.

No vamos a terminar siendo Nicaragua por lo que dicen que harán otros, sino porque ahí nos pretenden conducir ciertos grupos extremistas. Es una caduca aspiración esa de tomar el poder revolucionario para mejoría del pueblo, aunque ya vemos como tratan a ese pueblo cuando fanáticos o populistas llegan al poder, y no es únicamente en esos dos países.

No, definitivamente no estamos como Nicaragua, ni nos parecemos siquiera, aunque algunos repitan el mantra. Aún puedo escribir esta columna, hablar frente a los micrófonos o decir abiertamente lo que pienso. La deuda pública es una tercera parte de la del Salvador y no hay voluntad de reelección presidencia, entre otras cosas. Eso si, estamos muy jodidos, pero no perdamos por eso la capacidad de pensar, razonar y ver la realidad como es, ni nos de miedo decirlo.