¿Qué fin
persiguen nuestros “amigos” lapones entregando dinero a ciertas ONG,s.?
La pasada semana las huestes de CODECA convocaron
una manifestación-bochinche que terminó en un suspiro desértico. La bravuconería
con la que habían planteado el bloqueo del país se disipó porque ignoraron que
la ciudadanía está hasta el moño de vividores y agitadores -ellos lo son- y ya
no se deja engañar fácilmente. No contentos con el robo de energía eléctrica, y
el posterior cobro a los usuarios, esos personajes, como otros, reciben sustancioso
dinero de cooperación. La pregunta, pendiente de responder especialmente por
los gobiernos sueco, noruego y holandés es: ¿Qué esperan lograr con el
financiamiento que hacen a delincuentes?
La cooperación internacional -¡dejémonos de
cuentos pastoriles!- es una manera de proyectar la política exterior del
donante. Los hay, como el gobierno central de España y EE.UU., que la realizan
de forma interinstitucional, entre gobiernos, con planes y proyectos con los
que se puede o no estar de acuerdo, pero que se suelen transparentar y rendir
cuentas. Sin embargo, hay otros países, gobiernos locales (vasco y catalán, por
ejemplo) y organizaciones, donantes de suntuosas cantidades a entidades particulares.
En esos casos, la trasparencia está ausente y los objetivos ocultos a la
fiscalización ciudadana. Pareciera ser que el ejercicio de la política exterior
muta en vector ideológico o de interés e incrementa o promueve, como en el caso
guatemalteco, el conflicto, el desasosiego, la criminalidad o grupos de interés
suscritos permanentemente a las ofertas monetarias anuales que hacen los
donantes. Debería exigirse a los receptores de esa ayuda que aclaren sus
cuentas, puesto que sus acciones tienen incidencia pública. Está demostrado que,
al menos, entre el 20-25% de las donaciones terminan en manos de dirigentes,
aunque dicen no tener “fines de lucro”, y las convierten en un modus vivendi de dudosa legitimidad y
escaso pago impositivo, siempre a costa del desarrollo de los demás.
Siéntese, respire y piense por unos segundos
que fin persiguen “amigos” lapones entregando dólares o euros a, entre otras:
FLACSO (más de 2 millones), Ramón Cadena y la Comisión internacional de
juristas, Iduvina Hernández y SEDEM, Plaza Pública, Nómada, Casa Comal (5
millones), Álvaro Pop y su organización NALEB, Fundación Myrna Mack, ICEFI (más
de 2 millones), Madre Selva, CALAS, Fundación Rigoberta Menchú, ODHAG, USAC, CODECA,
MOLOJ, CUC, CIRMA, Oxlajuj Tz´ikin (Irmalicia Velásquez Nimatuj) y la
Asociación mujeres Sanjuaneras (AGIMS), algunas operantes en la zona de Los
Pajoques, matanza que parece olvidada y por la cual se solicitó antejuicio al
diputado Amilcar Pop, a cuyo rescate aparecieron decenas de ficticias organizaciones
con campos pagados en medios escritos, a las que se refirió M. A. Sandoval hace
unos días en estas páginas.
A las cosas hay que llamarlas por su nombre y
dejar de ser pusilánimes. Esto es un atropello en red orquestado por un montón
de vividores que han encontrado una forma de vida en la conflictividad que
promueven con sus acciones, descalificaciones y actitudes, alentando la
violencia y el subdesarrollo. Es preciso que los cooperantes dejen claro los
objetivos, las intenciones y cómo gastan el dinero que reciben que sirve, entre
otras cosas, para promover el pago de más impuestos, mientras sus ONG,s están
exentos de ellos.
Hemos recibido en los últimos años unos
10,000 millones de dólares en cooperación ¿En qué se han “invertido”?, porque
los indicadores que ellos mismos manejan dicen que estamos peor que antes ¡Como
para meditar muy seriamente!