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lunes, 30 de noviembre de 2020

En guerra avisada no hay muertos

Esto es una lucha de poder por la sobrevivencia de un partido que se acostumbró a incidir en política en el último quindenio 

Los sucesos que vivimos desde hace un par de semana se achacan al presupuesto, al actuar de los diputados y a la poca eficacia del gobierno. Sin contradecir lo anterior, es bueno precisar. El presupuesto detona una crisis que comenzó en enero de este año, producto de una situación política que no debe pasar desapercibida: la perdida de poder de la UNE. Siempre ha habido un presupuesto desfinanciado y alto endeudamiento, y no ha generado este rechazo, ¿por qué ahora y tan ruidosamente?

Desde que la UNE dejara el poder en 2012, ha ejercido un papel predominante en la política nacional, justo hasta ahora. Su candidata quedó, en dos ocasiones, en 2º lugar en elecciones presidenciales y continuamente han tenido un importante número de diputados -en torno a los 50- con excepción del 2015 que fueron 36, pero LIDER -su hijo político putativo- obtuvo 44, y la suma superó la de otros años. Es igualmente significativo el número de alcaldes uneistas -en torno a los 100 en cada elección- excepto nuevamente en la de 2015 en la que LIDER obtuvo 130 y sumados casi llegaron a los 200. Es decir, por lo menos una tercera parte del Congreso y de las municipalidades “ha pertenecido”, directa o indirectamente, a la UNE desde 2008.

El año 2020 no se perfilaba diferente -52 diputados y 108 alcaldes- y seguramente se visualizaba una forma de cogobernar similar a las pasadas: pactos, alianzas, cuotas de poder, etc. Sin embargo, en dos ocasiones, han recibido un soberano bofetón y no pudieron -por primera vez desde 2008- tomar las riendas del Legislativo porque un pacto diferente hizo tambalear las ambiciones políticas del hasta entonces partido hegemónico. Se suma a la debacle la lucha interna, lo que desató los peores demonios.

La UNE ha visto como desapareció Encuentro por Guatemala y cedió ese espacio ideológico. El actual ninguneo puede llevar a la UNE a desaparecer en el mediano plazo por perdida de protagonismo político y ausencia de apoyo municipal -alcaldes que pueden cambiar de mano incentivados por algunos rubros incluidos en el presupuesto aprobado-, y quizá de ahí la preocupación. Esto es una lucha de poder por la sobrevivencia de un partido que se acostumbró a incidir en política en el último quindenio y que súbitamente le han arrebatado el protagonismo, a la vez que han surgido otros grupos políticos como alternativa.

Sin descartar que el gobierno no ha hecho las cosas bien, la forma no puede tapar el fondo. Si todo sigue como hasta ahora, el partido VAMOS no tiene futuro inmediato porque está muy personalizado en Giammattei, lo que no ocurre con la UNE que cuenta con una generación que aspira al poder, y cuando consiguen casi quitarse a Sandra Torres, les aparece un obstáculo que los confronta y anula, además de una alternativa política. Esa frustración se traduce en querer capitalizar la protesta sobre algo que siempre paso: un presupuesto desfinanciado, aunque hasta ahora no era problema porque lo manejaran en común acuerdo. A la “indignación” se han unido otros partidos minoritarios que también quieren sacar tajada y encuentran en la coyuntura una razón suficiente, aunque ninguno presenta una alternativa de presupuesto que nos diga claramente qué harían ellos, mientras seguimos escuchando críticas pero no propuestas. El ambiente está calentado por un combustible de guerra por el poder. Vemos las llamas, pero no donde se generan, y nos distraemos con el calor que producen, sin entender las razones de fondo. Desean replicar lo ocurrido en del 2015, pero estamos muy lejos de aquellos momentos y de lo sucedido entonces.


lunes, 23 de noviembre de 2020

3ª llamara. Repito: 3ª y última llamada

Muchos no gustan de ejemplos como los de Venezuela -que así comenzó- aunque también los hay en Chile e incluso en los Estados Unidos

Con premeditación, alevosía y nocturnidad se aprobó el presupuesto del Estado para 2021. Tres reflexiones en torno al mismo, porque casi todo está dicho: el endeudamiento, el fondo y la forma. No estoy en contra de la deuda si se invierte y produce réditos, pero si cuando se utiliza para gastos de funcionamiento y se hipotecan dos o tres generaciones para pagarla y, sobre todo, si no hay esfuerzos por ampliar la base tributaria ni mucho menos para que ciertos sindicatos -como los de educación- sigan extorsionando.  El fondo -en qué se gastará el dinero- quizá podría comprenderse y debatirse si se explica, algo que no ha ocurrido, y de ahí la crítica. Finalmente, la forma -la nocturnidad para aprobarlo- solo puede calificarse de deleznable. Ha faltado el necesario debate parlamentario y público que permita acceder a la discusión y formarse criterio ¡Más penoso, es imposible!

Lo anterior ha rebasado un vaso lleno de bilis, producto de la encerrona por la pandemia, la depresión económica, los favoritismos a amigos de políticos, los desastres de dos tormentas tropicales y el descubrimiento de dinero encaletado -en Antigua- y fondos “reconducidos” en el Ministerio de Comunicaciones. Un hartazgo nacional que brota por la piel del ciudadano y que conduce irremediablemente a un abismo en el que las manifestaciones y la violencia se pueden hacer presentes en la vida cotidiana, como ocurrió el pasado sábado.

Muchos no gustan de ejemplos como los de Venezuela -que así comenzó- aunque también los hay en Chile e incluso en los Estados Unidos. El ciudadano, cansado de tanto manoseo, tiende a aceptar el extremismo -e incluso la violencia- como solución y única manera de sacar del poder a personajes de los que no gusta. No se trata de si lo hace con razón o sin ella -discusión banal cuando la percepción predomina- sino de acciones materializadas en protestas masivas, algunas de las cuales pierden el norte y se tornan explosivas, inútiles y destructivas. 

Estas situaciones de caos, incertidumbre, descontento y desconfianza abren la puerta a populistas o radicales que son bien recibidos por el votante como salvadores de la situación. Sin embargo, la experiencia demuestra que terminan por hundir el país mucho más, utilizando el poder democrático otorgado por votantes cansados, viscerales y descontentos. Ortega llegó a Nicaragua por una situación parecida, igual que lo hizo Chávez, Trump o Biden ahora, y algunos más que seguramente usted identifica. No recuerdo un nivel de confrontación social, política, de élites y de autoridades como el actual.

Guatemala está al borde del abismo y a las puertas de que en 2023 tengamos un pillo -o pilla- de esa naturaleza y calaña que, camuflado bajo una piel irreconocible y aupado por ciudadanos cegados por el cansancio, termine por llevar al país a una situación peor, con la oferta de mejorar todo. Una especie de revolución silenciosa que es la que más daño hace, menos visible es y más tiempo se queda. 

O arreglamos los problemas atendiendo a razones lógicas y prioritarias de país o la tensión y la confrontación serán cada vez más acentuadas y nos llevarán a un pozo en el que todos perderemos, menos algunos mafiosos que son la excepción. No malgastemos más tiempo en confrontarnos y desechemos de una vez a quienes pretenden en río revuelto quedarse con todos los peces. 

“Esta es la tercera llamada. Repito: tercera y última  llamada” Que las luces no se apaguen sin que estemos sentados y con la mejor disposición de arreglar el país. Nuestros hijos se lo merecen, y nosotros también.


lunes, 16 de noviembre de 2020

Mitch, Stan, Agatha, Eta, Iota….

Olvidamos potenciar a los bomberos, a la policía, al ejército, a la CONRED y a otras entidades que intervienen en catástrofes 

Hace poco volví a leer una nota publicada en este medio sobre los daños ocasionados por estas fechas, pero en 1998, por el huracán Mitch. Si quitamos de la misma que se dio asueto uno de los días, podríamos usarla para describir lo sucedido con la tormenta Eta. En conclusión: mismas causas e idénticos efectos. Salvando la distancia y el tiempo, parece que no aprendimos nada.

Llevamos años padeciendo calamidades y no terminamos de componer el sistema de gestión de crisis para enfrentar desastres naturales u otro tipo de eventos catastróficos. Por muchos tiempo se le adjudicó idéntico y reducido presupuesto a CONRED y no se mantuvo una estructura mínimamente profesional que pudiera darle continuar en el tiempo, elaborar planes y, sobretodo, hacer ejercicios y aprender de la experiencia que es el valor más grande en este tipo de actuaciones. Más tarde, y a medida que se sucedieron los siniestros, el presupuesto aumentó un poco y la profesionalización se estabilizó un tanto, alegría que no duró mucho. En 2018, con motivo de la erupción del volcán de Fuego, se pudo constatar la ineficiencia del sistema, la escasa capacidad de respuesta y la pobre gestión de la crisis. Es necesario implementar un Servicio de Protección -o defensa- Civil y no continuar con una “coordinadora” sin dientes para imponerse.

Olvidamos potenciar a bomberos, policía, ejército, CONRED y a otras entidades que intervienen en catástrofes, y todos ellos quieren sus medios, su personal, su protagonismo y su poder propio, sin embargo, hay que comenzar a hablar de adquirir capacidades conjuntas. Es decir, establecer un sistema donde los medios estratégicos “no sean de nadie” y puedan ser empleados por todos. Se trata de consolidar capacidades y no duplicar instituciones. Un ejemplo muy claro sería el elemento aéreo. Se requieren aviones o helicópteros para muchas cosas: perseguir el narcotráfico, erradicar sembrados de drogas, vigilar el espacio aéreo, interceptar aeronaves no identificadas, pero también para transportar heridos, rescatar personas aisladas, llevar suministros, etc. Esto es, si se contara, por ejemplo, con un cierto número de helicópteros y de aviones de ala fija que “no fueran de nadie, sino de todos”, se utilizarían a demanda de la necesidad y del momento lo que supondría un ahorro, pero sin dejar de disponer de los medios necesarios. Como quien tiene un único vehículo en su casa y es utilizado por todos en función de la demanda y prioridades de la familia. Se trata de identificar medios estratégicos y trabajar por capacidades, las que son utilizadas en la medida que las instituciones las requieren en función de las prioridades nacionales. 

Algo similar se puede hacer con el transporte terrestre, en lugar de que cada institución tenga su propia flotilla de vehículos -sobre todo los especiales-, pero también con centros móviles de control y gestión de crisis, con medios de comunicación sofisticados, con hospitales de campaña y cuestiones similares. Todo lo anterior reduce el costo, optimiza el empleo de los recursos y genera un sustantivo avance en la modernización y en la forma de enfrentar repetitivas y periódicas crisis. Hay que superar el rechazo al debate sobre el ejército o la policía y, de una vez por todas, entrarla a la inversión en seguridad que el país necesita en lugar de enrocarse en comentarios ideologizados que únicamente detienen la adquisición de medios que evitarían muertes y destrucción. La transparencia en el gasto y adquisición adecuada de los mismos son necesarios para contar con mayor apoyo social y hacer del conjunto una herramienta eficaz y eficiente 

¿Cuántas catástrofes más deberemos padecer para usar la razón?


lunes, 9 de noviembre de 2020

¿Ganó Biden o perdió Trump?

Don Donald llegó a cantar victoria en las primeras horas del miércoles, antes de que el “ingrato” Estado de Wisconsin le diera la espalda

El señor Trump ha mantenido en vilo a muchos entusiastas de la política, demócratas acérrimos, seguidores fieles, republicanos despistados y medio mundo. Acongojados andaban unos y otros durante toda la mañana del pasado miércoles y días siguientes porque el estrecho margen momentáneo de la victoria de Biden-Harris no permitía que la camisa llegara al cuerpo. Aquellas encuestas que proclamaban al demócrata, por no recuerdo que cantidad de puntos, tornaron una y otra vez y don Donald llegó a cantar victoria en las primeras horas del conteo, antes de que el “ingrato” Estado de Wisconsin le diera la espalda.

A pesar de las críticas contra mister Trump -a las que me sumo porque es un perfecto mentecato, un político extravagante y un individuo absurdo- es preciso recordar que llegó al poder hace cuatro años de forma democrática y por razones muy bien expuestas por el historiador Niall Ferguson. Ganó las elecciones tras ocho años de gobierno demócrata que integró precisamente el señor Biden. ¿Qué llevó a los ciudadanos norteamericanos a votar a un empresario tan particular y excéntrico para que fuera el 45º presidente de los Estados Unidos? Para algunos sería el fracaso económico, para otros la perdida de liderazgo en política exterior, para muchos más el incumplimiento de promesas en temas de migración, de retiro de tropas en el extranjero o el cierre del centro de detención en Guantánamo ¡A saber que llevó a cada cual a elegir libremente a un personaje extraño y tosco respecto del político tradicional! En todo caso, muchas cosas que se pueden resumir en cansancio acumulado después de ocho años de administración Obama-Biden, y seguramente la sensación de que no lo hicieron bien y había que dar oportunidad a la oposición ¡Y vaya la que buscaron!

¿Qué está pasando en el mundo que se eligen/reeligen autoridades que luego traen malas experiencias? Creo que nada diferente a lo ocurrido en otras épocas. Hugo Chávez llegó democráticamente al poder, también Hitler y muchos otros. Vemos una dictadura en Nicaragua proveniente de un proceso democrático; en Argentina se establecieron por años los Kirchner; en España se eligió a un gobierno que ha terminado pactando con políticos separatistas y extremistas que pretenden destruir la nación; en Bolivia ocurrió algo similar y ahora puede que estén de vuelta, y muchos otros ejemplos.

Los personajes exóticos aparecen cuando los ciudadanos están sorprendidos o decepcionados de cómo está la política en su país o en su entorno, y terminan haciendo realidad la frase de Levitsky y Zibblat en su libro “Cómo mueren las democracias”: “Las democracias pueden morir a manos no de generales, sino de líderes elegidos, presidentes o primeros ministros, que subvierten el mismo proceso que los llevó a ellos al poder. O aquella otra de Ortega y Gasset: “La confusión va aneja a toda época de crisis […] No sabemos lo que nos pasa, y esto es precisamente lo que nos pasa, no saber lo que nos pasa…”.

¿Qué ocurre en el siglo XXI con la democracia que parece haber atolondrado al votante? Quizá, y habrá que debatirlo, el modelo que sirvió para erradicar dictaduras en el siglo XX se ha vuelto sustancialmente inoperativo. No creo que por falta de liderazgo sino porque los capaces y decentes pueden estar escondidos y no participar en política, pero también porque el sistema no responde a la forma cultural, tecnológica y de valores sociales modernos, además de a otras cuestiones de la vida cotidiana. Mientras, en USA, pierde curiosamente quien más odia a los perdedores, y gana el de antes ¡Vaya pues!


lunes, 2 de noviembre de 2020

El pescado, la caña y otras cosas

Delegamos nuestra responsabilidad y no es necesario asumir nuestro destino, declarar nuestros objetivos ni mucho menos dar la cara

Se usa frecuentemente el proverbio “Dale un pez a un hombre, y comerá hoy. Enséñale a pescar y comerá el resto de su vida”, con la idea de transmitir la mayor rentabilidad al animar a las personas para que puedan obtener, generar o producir por sí mismas lo que necesitan y no depender de lo que otros les den. Una especie de canto al emprendimiento, a la responsabilidad y a tomar el destino en manos propias, más que a esperar continuamente a que alguien les resuelva la vida con dádivas caprichosas o ayuda prolongada. 

El dicho, empleado repetidamente, parece que se obvia para ciertos temas y puntualmente para el de la justicia, en que pareciera no gustarnos eso de qué nos “enseñen a pescar”, y preferimos que nos regalen el peje de cada día. Por varios años, tuvimos una misión de Naciones Unidas en Guatemala, para arreglar supuestamente ciertas cuestiones relacionadas con los acuerdos de paz: policía, ejército, derechos indígenas, desarrollo rural y agrario, justicia, y otras cuestiones contenidas en los mismos. Como no fuimos capaces de avanzar mucho, pedimos que viniera una comisión internacional contra la impunidad, y tuvimos CICIG por más de un decenio. 

En un momento determinado -aunque de forma abrupta- dejamos de contar con esa comisión, algo que debería suceder en algún momento, porque no es admisible ni deseable un tutelaje indefinido. Ahora, incapaces de arreglar la justicia -o mejor, incompetentes y con falta de voluntad para hacerlo- se vuelven a levantar voces pidiendo que regrese el ente internacional o que los Estados Unidos señalen a políticos corruptos que nosotros no somos capaces de enfrentar. Creo que daría más resultado poner una vela a San Judas Tadeo -patrón de las causas imposibles- para solucionar lo que como ciudadanos no queremos, porque no nos da la gana tomar el país en serio y en nuestras manos. De tal cuenta, seguimos mendigando ese pescado, esa ayuda, e imaginando personajes todopoderosos capaces de hacer lo que nosotros no estamos dispuestos: enfrentar a los corruptos, denunciar a los malos jueces o presionar para que haya un sistema de justicia acorde con lo que nos merecemos. 

Invocamos cual espíritus a esos seres, porque son designados mediando un silencioso lobby internacional, y terminan haciendo lo que algunos desean hacer, pero sin llamar la atención. Delegamos nuestra responsabilidad en ellos y no es necesario asumir nuestro destino, declarar nuestros objetivos e ideología ni mucho menos dar la cara. En el fondo nos da pena decir lo que pretendemos hacer y mostrarnos tal como somos, escondiéndonos en el miedo, en “no digas eso que te van a matar” o nos volvemos especialistas en tirar la piedra y esconder la mano, aunque cada vez se nos ve más el plumero. Hipócrita, creo que es la palabra más precisa y contundente para definir nuestra actitud, además de carecer de los bemoles para asumir nuestro destino, a pesar de tantos años de ayuda externa. 

Somos una sociedad mentalmente pobre en el sentido de qué preferimos que otros manejen nuestro futuro porque la mayoría está acomoda comiéndose el pescado que nos regalan en lugar de asumir la responsabilidad de comprar la caña, buscar la carnada, levantarse temprano y correr el riesgo de ir a pescar. No estamos dispuestos a eso porque evidentemente gustamos de mendigar, y parece que continuaremos por mucho tiempo más. Desde 1944 -por lo menos- meten la mano en el país y sonreímos o nos lamentamos según el bando en que estemos, mientras esperamos que la siguiente vez el pescador sea de “los nuestros” ¡Claro que así nos vas!