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lunes, 26 de octubre de 2020

¿Ciudadanos cansinos o cansados?

Necesitamos un buen codazo -un pescozón que diría el castizo- para sacarnos de nuestro egoísmo en el sentido más miserable de la palabra

Tradicionalmente había dos formas de pretender solucionar tanto las debacles como los aciertos políticos: golpe de estado o revolución. En América latina hay sobrados ejemplos de unos y de otras que, por cierto, no llevaron a casi nada bueno. Los primeros se perpetuaron como forma de tomar el poder y las segundas terminaron siendo peor que los males que querían enmendar. En general, no pasaron de cantados fracasos.

Actualmente no es factible acudir a ninguno de los dos para finalizar una situación que “no sirve o no gusta”. En ciertos lugares, ciudadanos descontentos han querido reconducir el rumbo de sus países y posiblemente sin querer, los han llevado a extremismos de los que terminan arrepintiéndose. Nicaragua, Venezuela, Bolivia, USA, México, El Salvador o España -para que no digan- son lugares en los que la ley del péndulo se ha instalado: los políticos electos no sirven, y la oposición tampoco; lo oficial no funciona, pero no existen alternativas; el gobernante es un desastre, mientras otras opciones no son mejores. En esos escenarios los mediocres, los populistas, los habladores o los extremistas encuentran espacios perfectos para llegar al poder con falsas promesas, culpa en parte de un ciudadano desilusionado, pero más cansino que cansado, que ha estado generalmente ausente de la política, y de ahí las cosas. No aprendemos, somos contumaces, necios y apostamos por una incierta suerte pensando que los problemas son estructurales, coyunturales o cualquier otro calificativo grandilocuente que muchos emplean para describir lo que no entienden, aunque tampoco se molestan lo más mínimo en comprender. 

Así estamos en Guatemala, a punto de caer en el abismo -más profundo todavía- en el que seguramente terminará “liderando” el país una suerte de populistas o de radicalistas de los muchos que postean a diario sus disparates en redes. Luego, vendrá la subida de impuestos para promover “la gratuidad” de los servicios, el recorte de libertades para escapar de críticas que no gustan y la apropiación de la justicia para hacer cualquier barbaridad. Según el bando, e independientemente del escenario, querrán estatizarlo o mercantilizarlo todo y así poder medrar, que en el fondo es lo que persiguen. En medio -o mejor encerrados- quedamos millones de ciudadanos indolentes que no leemos, no entendemos o no hacemos absolutamente nada por salir de este atolladero.

Hacemos lo mejor que sabemos hacer que coincide con lo primero que hizo el “hombre bíblico”: echarle la culpa otro, sea la Conquista, la historia o múltiples factores -el miedo entre ellos-, mientras desde la dialéctica inconformista nos quejamos y lamentamos de lo que no queremos arreglar por temerosos, desmañados o porque nos importa un bledo la vida en sociedad, la justicia y todo lo que suene a orden. Necesitamos un buen codazo -un pescozón que diría el castizo- para sacarnos de nuestro anarquismo y egoísmo en el sentido más miserable de la palabra, ni siquiera en el noble que Ayn Rand utiliza en su libro “La virtud del egoísmo” 

¡A la porra, no vamos a cambiar!, parecer ser el lema y la solución que queda, y que sea el más fuerte quien salga adelante, y el último que cierre la puerta ¿Así queremos construir patria?

Aunque la frase abra la puerta a ser tachado de machista o heteropatriarcal, no encuentro otra ahora que venga al pelo como aquella reprimenda de la sultana Aixa a su hijo, el rey Boabdil el Chico: “llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”. En poco más de tres años la recordaré cuando el desastre populista o el extremismo radical esté democráticamente implantado y nos lamentemos, como de costumbre.


lunes, 19 de octubre de 2020

La captura de las cortes supremas

La justicia ha perdido -o está perdiendo, si quiere ser más optimista- la búsqueda del equilibrio razonable, racional y justo

El control de las cortes supremas comienza a ser objetivo de muchos gobiernos. En España vemos como la coalición gobernante -partido socialista y los radicales de unidas podemos- pretende suprimir la mayoría cualificada -actualmente en ley- para nombrar a los magistrados del poder judicial. La idea es reducirla a mayoría simple y así no tener que consensuar la designación con otros partidos.

En los Estados Unidos, durante el debate Pence-Harris, se pudo advertir como la candidata demócrata no contestó al señalamiento insistente del actual vicepresidente sobre la pretensión de Biden de ampliar el número de jueces en la corte suprema para, si ganan las elecciones, poder nombrar jueces y “equilibrar” lo que sienten como una desventajas respecto de los designados por los republicanos. En otros países latinoamericanos ha ocurrido algo similar.  El kirchnerismo en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Bukele en El Salvador o Maduro en Venezuela, han hecho lo propio para “moldear” el poder judicial y de esa forma darle barniz legal a las tropelías que promueven. Una forma de prostituir valores democráticos y promover el autoritarismo ¿Deduce algo? Exacto: son gobiernos de izquierda o populistas.

Aquí, más modestamente, intentan hacer lo mismo “unos y otros”. Pareciera que observar la esencia de la justicia no es tan importante como quiénes nombran a los jueces y cuáles de ellos son designados. Unos hablan de jueces “contra la corrupción”, mientras otros señalan a sus oponentes porque quieren elegir “jueces ad hoc” para sus fines ideológicos. En medio de este insípido pero ideologizado debate, vemos a un magistrado de la CC cuya familia solicita que sea desligado de sus funciones por estar seriamente afectado en su salud, pero las peleas dentro de la corte llevan la discusión al plano político-judicial en perjuicio de la persona que parece no importarles a ninguno de ellos ¿Cuántas manifestaciones de grupos y personajes que se autodenominan defensores de derechos humanos ha visto o leído usted a favor del magistrado Aldana? ¡Pues eso!

La justicia ha perdido -o está perdiendo, si quiere ser más optimista- la búsqueda del equilibrio razonable, racional y justo. Lo que realmente persiguen algunos es materializar la visión personal de lo que entiende por justo, e imponerlo a la fuerza, con toda suerte de apaños, justamente lo que hicieron o intentan hacer los gobernantes antes indicados.  El anulado juicio por genocidio contra Ríos Montt se sigue utilizando como un hecho consolidado, cuando fue revocado porque las prisas en alcanzar un veredicto dejaron en el camino recursos sin resolver ¿Se buscaba justicia o rapidez; determinados resultados o decisiones sostenidas en hechos comprobados; un final correcto o un final interesado? 

Con las disputas en la CSJ y la CC pasa lo mismo. Al inicio se rechazó la tabla de gradación porque no se ajustó a ciertas “necesidades”. Más tarde se detuvo el proceso por intereses de otros. El resultado: todos fastidiados, y ni  para adelante ni para atrás. Lo más lamentable es que la mayoría de ciudadanos, ajenos a estas pugnas, ven paralizada la actuación de la justicia por culpa del interesado pleito de unos pocos.

En conclusión: no mejoramos porque somos ciudadanos chambones. Gustamos de que otros arreglen nuestros problemas o de hacer escándalos, pero difícilmente nos implicamos -directa o indirectamente- en los problemas nacionales ¿Qué tenemos?, un sistema que se parece a nosotros: caótico, inservible, manipulado -y manipulador- y al que hay que saber como entrarle. ¿Qué queremos?, pues un “ sistema de justicia” a nuestro servicio y capricho, de ahí que no salgamos del atolladero ni superemos pleitos barriobajeros.


lunes, 12 de octubre de 2020

Al rescate de Noelle Neumann

Lo importante, en un mundo interconectado, es lo mismo que en aquel otro de los setenta: ser aceptado por otros

George Orwell publicó en 1949 -no sin dificultades- su novela “1984” en la que describió, anticipadamente y con lujo de detalles, lo que sería el comunismo en la Unión Soviética. Una crítica mordaz que desnudaba la dictadura y su forma de operar. Veinticinco años después (1974), vio la luz “La espiral del silencio”, de Noelle Neumann, una obra menos conocida pero igualmente adelantada a su tiempo, y especialmente al de las redes sociales que hoy vivimos. En su obra, la alemana describe el comportamiento de las personas ante la opinión pública y la dominación de éstas por los medios de comunicación y los líderes de opinión.

En definitiva, Neumann explica lo que ahora padecemos que no es otra cosa que el anclaje mental de muchas personas -de la masa que describe Ortega y Gasset- a opiniones elaboradas o posicionadas por otras, independientemente de la veracidad del contenido. Se ha pasado de reflejar la opinión pública -lo que antes hacían los medios, a la construcción de aquella. En estos días, no es tan importante contar la verdad o proponer el debate para buscarla, sino aferrarse a un discurso imperante, estruendoso, construido frecuentemente de forma artificial, y sobre todo no desviarse del mismo.

La disposición de un individuo a exponer públicamente su punto de vista varía según su apreciación y las opiniones dominantes en su entorno social, así como las tendencias -al alza o baja- que caracterizan la suerte de esas opiniones. Las redes han venido a potenciar esa afirmación con los “likes” o los “retuits” y en la medida que se alcanza reconocimiento socio-virtual nos autocomplacemos. La autora, al igual que Orwell, describe un comportamiento de su época que hoy se repite más intensamente, sin conocer la realidad de un presente que para ella era incierto futuro. Neumann sostiene el argumento de que para las personas es más fácil repetir lo que escuchan, y con ello contar con la aprobación social del rebaño, que llevar la contraria y ser señaladas como chivos expiatorios o parias en un mundo uniformado. No se distancia mucho de la línea argumentativa de Orwell al crear en su novela el ministerio de la verdad, la policía del pensamiento o la neolengua.

Leemos diariamente afirmaciones que deciden -ni siquiera cuestionan- quienes son “buenos y malos”, “perseguidos o ignorados”, “atacantes o atacados”, pero somos incapaces de sentarnos a reflexionar si lo que se afirma está sustentado en hechos, realidades o comprobaciones. Tuiteamos o pulsamos “me gusta” con la facilidad de la irresponsabilidad no castigada, el permisivo anonimato encubridor o respondemos al sentimiento del momento; nada que ver con la razón ¡Y ni siquiera nos avergonzamos!

Lo importante, en un mundo interconectado, es lo mismo que en aquel otro de los setentas: ser aceptado por otros, con el agregado de que ahora ni siquiera los conocemos. Cualquier estupidez toma forma y se multiplica en el espacio virtual, mientras anónimos o desconocidos personajes repiten lo que alguien con muchos seguidores sugiere o está de moda, así evitan ser ignorados o peor: insultados y desprestigiados. Permitimos cercenar nuestra individualidad responsable y nos dejamos llevar por el qué dirán de los “influenciadores”, como si a aquellos les importara siquiera un pito lo que pensamos.

Lejos de avanzar, hemos retrocedido y siendo Neumann desconocida se lee muy poco, vaya a ser que nos cambie las costumbres y mañana, sin suficientes “like” a mi “post”, vuelva a ser un don nadie ¡Qué pena de años de evolución humana, de sumisión de criterio y de perdida de libertad!


lunes, 5 de octubre de 2020

¿Fortuito duelo de titanes?

Me parece que en todo esto lo único azaroso es la muerte de Quino y la orfandad de Mafalda y sus amigos.

La pasada semana se filtró un chat en el que el Vicepresidente hacía ciertos reclamos/observaciones al Presidente, algo que me parece sumamente grave. Las hipótesis al respecto señalan que pudo hacerlo cualquier de los dos, un tercero de los incluidos en la conversación o una escucha externa. En cualquier caso es preocupante que conversaciones privadas entre los más altos cargos de la nación, tenga trascendencia mediática. Si realmente hay diferencias sustanciales es preciso que se corrijan o solucionen de inmediato. Si son irreconciliables o hay de por medio vulneraciones legales, deberá buscarse una solución por la vía política o judicial. Pero lo que no es de recibo en el “país de las bolas” es generarlas al más alto nivel ni mucho menos que la desinformación sea un elemento sobre el que construir un debate nacional.  Si pone a trabajar las neuronas y desecha la bilis -no siempre fácil- puede establecer escenarios y tomar postura respecto de la controversia. 

La filtración del chat ha permitido construir y consolidar una conjetura, aceptada y replicada en un mundo altamente mediático, dirigido más por el hígado que por la cabeza, y con activistas en redes que la promueven y moldean a su interés: el Presidente quiere deshacerse del Vicepresidente. Sin embargo, esa suposición hay que contemplarla como aceptable y no se puede desechar la posibilidad de su existencia, pero también hay otra que parece no querer plantearse: el Vicepresidente quiere deshacerse del Presidente ¿Cuál de ellas puede ser más consistente en estos momentos, y quiénes apoyarían una y otra?

Si hacemos un análisis lo más desapasionado posible, vemos que en el primer caso al Presidente le bastaría con ignorar al Vice, y asunto terminado. Quedaría anulado y no es necesaria otra actuación para desplazarlo y dejarlo inoperativo. No obstante, en el segundo caso se requiere necesaria y obligatoriamente que el primero renuncie o sea apartado, lo que demanda, sin duda, muchas más actuaciones, presión y estrategia, además de concurrencia de variados grupos de interés. De ahí que, planteadas ambas, habría que ver quienes podrían estar detrás de cada una -ejercicio también de ficción- para comprender que fuerza las mueve, dando por buenos -lo que no necesariamente es cierto- ambos escenarios. En todo caso, sin apoyos internos y externos muy fuertes no es posible la segunda de ellas.

En el momento que todo esto ocurre concurren otras circunstancias que no debemos dejar fuera de la reflexión, vaya a pasar como en 1944/1954. En ese tiempo, lo sucedido fue con conocimiento, permiso o acción directa norteamericana, aunque analizamos normalmente lo interno sin visualizar lo externo, y me da la impresión de que en esta ocasión ocurre algo similar, porque nuestro localismo mira excesivamente el ombligo y piensa más en la casualidad que en la causalidad.

La inexplicable caravana “espontánea” de migrantes hondureños en tiempos de pandemia, las próximas elecciones norteamericanas, el cambio de embajador USA, la presión intensa en redes contra la Fiscal General, la crisis del sistema judicial, las vacantes no cubiertas en la CC, personajes políticos que azuzan desde las redes, diputados abiertamente confrontados con el Ejecutivo y otras que usted puede agregar son elementos que “fortuitamente” concurren en esta crisis y que se comentan en redes de forma similar pos mismos, ya conocidos. Me parece que en todo esto lo único azaroso es la muerte de Quino y la orfandad de Mafalda y sus amigos. Los años no pasan gratis, y llevo demasiado tiempo en el país como para desechar teorías de la conspiración o no ser capaz de identificar a algunos de los que suelen estar detrás de ellas.