Monopolio educativo: tradicional
forma de manipulación
La USAC “popularizó” la protesta por no recibir al menos el 5%
del presupuesto de ingresos, tal y como indica la Constitución. En términos de
legalidad puede ser cierto. No obstante, la monopólica universidad estatal no
presenta un solo informe de cómo gasta cada centavo que recibe. Imposible
encontrar la fiscalización de algún diputado -de esos que dicen escudriñar
todo- sobre cómo se va el dinero asignado y cuánto termina costando cada alumno
que pagamos quienes contribuimos con impuestos. La autonomía universitaria
-eslogan que manejan- no significa opacidad ni arbitrariedad en el gasto. Lo
peor es que tampoco hay un debate interno en la Tricentenaria sobre cómo
terminar con el monopolio educativo público que mantienen, aunque siempre son
capaces de encontrar explicaciones para que otros monopolios y oligopolios
empresariales dejen de existir, argumento que comparto, pero que es descaradamente
incoherente con su discurso. Son capaces -en clave de refrán- de encontrar la
paja en el ojo ajeno, sin ver la viga en el propio. A la universidad estatal -aunque
levante ampollas entre los cerrados a la reflexión- le falta una catarsis
profunda sobre su propia existencia y finalidad. En general, las universidades
deberían de salir aceleradamente de los cometidos y prebendas constitucionales
con que cuentan. Es nuevamente la USAC quien tiene más espacios de decisión política,
lo que ha terminado por contaminar los puestos de dirección y administración y
olvidar a muchos de sus integrantes que el fin primordial y único es la
educación y la formación, no la política.
La marcha ha consumido recursos de todos -obtenidos con
impuestos- para solicitar más recursos públicos. Cotejado contrasentido que justifica
dispendiar lo poco que se tiene para solicitar más. Mediatizaron la forma, aunque
disimularon el fondo, para mostrar a cierto partido político -invisiblemente
sumado a la protesta- la capacidad de convocatoria y el potencial electoral con
el que podría contar si, por ejemplo, el rector de la USAC terminase por presentar
su candidatura en las próximas elecciones o fuese compañero de fórmula de los
rojos, sobre todo ahora que los colorados ganan en Paraguay y el mismo color también
forma parte de Venezuela ¡Al final rojo pasión!, no necesariamente racional. Utilizaron
la manifestación para evidenciar su poder difuso y su capacidad de extorsión,
en vez de buscar mejorar el modelo educativo, transformando el evento en un míster
Hyde político. Mientras eso ocurre, olvidan y manipulan a los estudiantes -verdaderos
beneficiarios teóricos de la inversión educativa del Estado- en pro del
mercantilismo y del legalizado rentismo político con que cuenta la Tricentenaria
¿Puede haber mayor despropósito, peor “inversión” educativa y falta de eficiencia
y claridad del gasto del presupuesto nacional?
No se trata de criticar a la institución ni a sus
profesores, más bien de presentar un punto de debate que parece no es favorablemente
acogido por quienes deberían enfrentar realmente estos desafíos antes de que el
Saturno ideologizado que alimentan y sostienen termine devorándolos. Hay excelente
profesores y mejores alumnos, no me cabe duda, pero tampoco la tengo de la existencia
de intereses muy superiores a los educativos como el oportunismo político, las alianzas
con políticos y sobre todo ninguna trasparencia presupuestaria, además del
insostenible monopolio que olvidan en esos discursos proletariados, sociales y
humanistas que algunos elaboran a pesar del nulo ejemplo con su actitud. Si
desean más dinero tienen que comenzar por focalizarse en la educación y apartarse
de la politiquería, de lo contrario no deberían de esperar el apoyo del
ciudadano responsable.