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lunes, 23 de diciembre de 2024

2025: el año de Arévalo

No es que otros lo hicieran o lo hubiesen hecho peor, pasado y futuro en el que no estamos, sino que quienes ejercen el poder no dan los resultados mínimos esperados

Después de un año vacío, desierto, fútil, con alta desesperanza y frustración, debería llegar algo mejor, aunque siempre podemos caer más bajo. Las políticas públicas esperadas no llegaron y reparar el hundimiento en la autopista de Palín o arreglar el famoso puente de Nahualate son quimeras. Los únicos pilares reforzados han sido las excusas, a pesar del incremento presupuestario de Q15,000 millones. No es mi opinión, sino la suma de entrevistas que hicimos en radio ConCriterio, en las que se destacaron positiva, pero únicamente, el remozamiento de las escuelas, una lavada de cara que no acomete los problemas de fondo, aunque menos es nada.

Diez de los catorce ministerios han pasado el año sin pena ni gloria, y de las secretarias tampoco se tienen muchas noticias. La de Seguridad Alimentaria, que debería ser prioritaria, no ha tenido el éxito esperado. Quizá sea muy atrevida esta afirmación, pero ahí la dejo para el debate: “muchos ministros y secretarios han sido consultores y desde una oficina propusieron grandes proyectos que no son capaces de implementar”. Lo que me recuerda aquel chiste del consultor que desafió al pastor a que podía adivinar en diez segundos las ovejas que tenía en el rebaño. Cuando acertó y eligió una de ellas como premio, el pastor le dijo: yo sé que usted es consultor por tres razones, la primera, porque ha venido sin que nadie lo llame; la segunda porque no me ha dicho nada que ya no supiera; y la tercera porque en lugar de llevarse una oveja se confundió y se llevó al perro”.

Nos gobiernan demasiados técnicos, consultores y asesores que nunca implementaron un proyecto y se quedaron en el diseño del ciclo de las políticas públicas, y mucho diputado que no ha trabajado en su vida y desconoce lo que es la gestión empresarial. Al Presidente, uno más de esos “especialistas”, le ocurre lo mismo, y los resultados quedan a la vista. No es que otros lo hicieran o lo hubiesen hecho peor, pasado y futuro en el que no estamos, sino que quienes ejercen el poder no dan los resultados mínimos esperados.

Y aunque “la esperanza es el arte de encontrar luz en los rincones más oscuros”, además de ser lo último que se pierde, hay un límite en la capacidad de aguante del ser humano, especialmente cuando partió de las altas expectativas que generó esta administración.

El año próximo es el único que queda para mostrar algo perceptible, y quizá ni siquiera los doce meses. Tienen el mayor prepuesto histórico, la más baja popularidad presidencial, y un país hundido en todas las áreas de gobierno, por lo que no debería ser muy difícil lograr algo. Otros políticos -Milei es el mejor ejemplo, además de Bukele- lograron -guste o no- cambios significativos en sus países durante el primer año de gobierno. Contaban con un plan, que es lo que aquí no hubo, además de objetivos claros, horizonte a donde llegar, ideas, capacidad, voluntad y coraje.

Nada será peor que el fracaso de este gobierno, porque disipará las pocas esperanzas que quedan y abrirá las puertas a un modelo de corrupción más sofisticado y extendido. Hay que dejar las excusas a un lado, porque sabían lo que había, en qué se metían, y no se justifica hablar de problemas y obstáculos, cuando deberían haber llegado al gobierno con soluciones.

En esto de las segundas oportunidades hay dos visiones: la de quienes creen en ellas y otros que consideran que darle una segunda a alguien es como darle otra bala porque la primera no le mató.

En cualquier caso, muy Feliz Navidad.


lunes, 16 de diciembre de 2024

Navidad, tiempo de olvido

Entre villancicos, convivios, críticas de amigos, y algunos tragos de más, soportamos el chaparrón y nos contentamos con decir que antes todo era peor

Con ese especial encanto de las celebraciones ruidosas y multitudinarias, pero también con una hipocresía fuera de toda duda, las fiestas navideñas permiten un impune borrón y cuenta nueva. Se termina un año -del que se quiere recordar poco- y se inicia otro, en el que se hacen idénticos planes, a ver qué ocurre. Una suerte de contumacia histórica que ya supera los dos siglos, y que permite poner el contador a cero sin padecer ni sufrir mucho por el recorrido.

Seguramente no recordamos el inicio de este año, con la esperanza de emprender un nuevo camino, alejado de la corrupción y mínimamente eficaz en las decisiones públicas. Expectativas que, como todos los años, se traducían en buenos deseos y aspiraciones y que, como todos ellos, vemos frustradas 365 días más tarde ¡Definitivamente somos dignos de estudio!

Si hacemos un rápido balance político probablemente no sepamos qué decir de los logros de ministerios como el de agricultura, cultura y deportes, desarrollo social, economía, energía y minas, ambiente y recursos naturales, trabajo y previsión social o relaciones exteriores. De los otros, hemos escuchado hablar del de la defensa nacional y de salud pública, pero posiblemente tampoco podamos colgarles medalla alguna. De los restantes, gobernación cuenta la activación de una prisión para reclusos peligrosos, finanzas nos ha endeudado hasta el cuello con los pactos presupuestarios más caro de la historia, comunicaciones, con tres ministros, no ha sido capaz de arreglar la famosa autovía a Palín, aunque parece reiniciará sus reparación en febrero del próximo año, y educación ha pintado varias escuelas, lo que repite incansablemente como el logro del siglo ¡No se desilusione, porque apenas hemos comenzado!

A la cabeza de ese despropósito administrativo, un Presidente que sigue manteniendo el mayor salario de los mandatarios latinoamericanos, con un fotógrafo personal que devenga Q30,000 mensuales y que, con enorme pasividad y aquiescencia,  ha permitido que hijos, amigos, parientes, novios o cercanos a personas del partido cuenten con jugosos contratos como “personas de confianza”, mientras el resto de jóvenes -sus hijos o los míos- no pueden optar a una plaza pública porque se siguen otorgando a dedo ¡Una moral laxa!

Los legisladores, mayoritariamente sinvergüenzas, aprueban leyes que benefician a quienes financiaron sus curules o se suben el sueldo y se otorgan indemnización antes de irse de vacaciones con más de Q12,000 millones concedidos a los inútiles, mafiosos y corrompidos consejos de desarrollo, que los gastaran a placer durante el 2025, porque una nueva ley así se lo permite.

El poder judicial -que pactaron elegir y se felicitaron por ello- actúa de idéntica manera a como lo hacía aquel otro que querían cambiar  porque era producto de mafias anteriores.

Los sindicatos y grupos de presión aprovechan el río revuelto y se recetan nuevos bonos como ese del ministerio de finanzas denominado “bono de impulso económico”, por Q4,500, que pagamos con nuestros impuestos y que podríamos gastar a placer si no nos lo quitaran para otorgarlo caprichosamente mediante el chantaje habitual de fin de año.

Entre villancicos, convivios, críticas de amigos, y algunos tragos de más, soportamos el chaparrón y nos contentamos con decir que antes todo era peor, y que ahora ya no hay corrupción. Recordamos a los malvados Giammattei, Morales, Pérez…, y nos remontamos hasta el inicio de la era democrática nacional, pensando que ¡por fin superamos los problemas!

Somos almas impuras, niños de pecho, púberes felices jugando en un kínder nacional, pero frustrados, incapaces, y sobre todo conformistas con una triste situación que permitimos y que periódicamente refrendamos para repetir el ciclo ¡Pues feliz Navidad entonces!, y hasta el año que viene.

lunes, 9 de diciembre de 2024

Cuotas de género y otras linduras

Este progresismo moderno nos ha llevado a extremos en los que incluso emitir opinión tiene como resultado la crítica punzante de ciertos pelmazos

En un medio escrito español se pudo leer el siguiente titular hace unos días: “El joven que se ha quedado sin ser bombero por el opositor trans…” Narra la historia de un hombre que consigue la última plaza para ingresar como bombero -la número 126-, y cuando pensaba que tendría al merecido trabajo -ganado por oposición- una reclamación de otro hombre, que se había declarado mujer, lo dejó fuera de cupo. 

El autopercibido mujer, con las marcas que había obtenido en las diferentes pruebas como varón, fue reclasificado en función del baremo femenino de puntuación -mucho más condescendiente que el masculino- y ascendió cien puestos, a lugar 101 del 201 que ocupaba. Obviamente desplazo al hasta entonces número 126, al lugar 127, y lo sacó del listado de aprobados.

Así que si se incendia su casa o requiere otros servicios de bomberos, será conveniente que solicite que vayan exclusivamente hombres porque han pasado pruebas más exigentes, y por tanto estarán en mejores condiciones de atender su urgencia. Es inverosímil que se contrate a dos tipos de bomberos -pero también policías y militares- teniendo en cuenta que, debido a las diversas emergencias que atienden, tendrían que contar con las mismas capacidades.  Hay una evidente discriminación que empeora la atención, aumenta los costos, expulsa a personas más cualificadas del trabajo público y promueve y tolera un sistema de desigualdad que afecta negativamente el servicio prestado a la ciudadanía. Pagamos por algo “de primera” y nos puede llegar “de quinta”, porque la diferenciación de exigencias así lo permite. 

Y es que la políticas públicas de corte internacional han aturdido la razón y la mínima lógica, y creado un espacio para que el feminismo manipulador y radial sea un eje transversal del progresismo moderno, pero con altísimo costo social que se silencia. 

Lo único que habría que hacer en la función pública es fijar condiciones mínimas de entrada, según el trabajo que se ofrezca. Y si hay que manejar una manguera de agua de cierto peso y presión, hará falta un fuerza determinada que deberá trasladarse a las condiciones física de entrada, pero sin diferencias según el sexo. Luego, quienes pasen esas pruebas, deberían ser contratados por el orden de puntuación obtenido, para poder prestar el servicio correspondiente al ciudadano lo mejor posible ¿En qué momento, en un espacio tan sumamente racional, metieron la cuchara y generaron tales elucubraciones con aquiescencia de otros mendrugos que pueden necesitar dichos servicios en el futuro?

De seguir así, supongo que habrá que cambiar el modelo de atención en los teléfonos de emergencias, y cuando alguien pida ayuda le pasen primero un cuestionario específico para ver a qué velocidad corre el atracador que le acaba de robar, la corpulencia que tiene o el peso de la persona que se está ahogando, entre otros datos, y así decidir si llega un hombre, una mujer o alguien autopercibido como tales, porque contarán con capacidades físicas muy distintas,  ya que así se lo permitieron en el ingreso.

La gilipollez se cuenta por sí misma y no requiere de sesuda reflexión. Este progresismo moderno nos ha llevado a extremos en los que incluso emitir opinión tiene como resultado la crítica punzante de ciertos pelmazos -y pelmazas- incapaces de ver más allá de sus narices.

Cada vez más se promueve y potencia el odio “al macho alfa”, aunque se sustituye por “la hembra alfa” con idénticos errores y prejuicios que aquellos que se desean desterrar.

Estamos en un mundo al revés, en casi todo, y esto del femininazismo no es una excepción, sino más bien cumple la regla a cabalidad.

¡Uy que dije!


lunes, 2 de diciembre de 2024

Un presupuesto muy mal visto

La guinda del pastel, pareciera ser, es que nadie lo sugirió ni aprobó, y el propio presidente del Congreso dijo desconocer la subida salarial en un 78%

Transar con el presupuesto ha sido tradicional en la política nacional, y fue lo que se le achacó a ese grupo de diputados mafiosos por parte de quienes ahora son oficialistas. Negociaban dádivas, mordidas y obras que se otorgaban en el Congreso para conseguir favores ¿Le suena el discurso? El propio Presidente, que ahora celebra públicamente la aprobación, afirmó: “El presupuesto es el aceite de la corrupción”, y parece que la frase viene a cuento en el aprobado para el 2025 por los suyos.

Entiendo que hay un margen aceptable y ético en la negociación política por parte de los diputados. Sin embargo, cuando se pasa la línea de lo racional se entra en ese universo paralelo de la corruptela, aunque parece ser que la barra se ha subido y lo que antes se tachaba como tal, ahora se considera aceptable, y lo denominan negociación ¡Venga, no nos engañemos!

El presupuesto 2025 ha sido contundentemente rechazado por tanques de pensamiento de prestigio, cámaras empresariales tradicionales y nuevas, analistas cualificados de distintos sectores y diferentes opinadores, y lo que es el colmo: por personas e instituciones dentro del propio partido. A ninguno le cuadra, y quienes son más directos se atreven a calificarlo como algo negociado que ha permitido conseguir votos para aprobar otras cosas, pero que ha hipotecado la ética del partido SEMILLA. Dicho de otra forma: han hecho lo mismo que criticaban con el argumento de que no han entregado efectivo, aunque eluden explicar que otorgan miles de millones a los Consejos de Desarrollo que se han mostrado históricamente corruptos e ineficientes, además de otras consideraciones respecto del endeudamiento y del millonario gasto para ONGS.

La guinda del pastel, pareciera ser, es que nadie lo sugirió ni aprobó, y el propio presidente del Congreso dijo desconocer la subida salarial en un 78%, además de la indemnización -ilegal- al terminar su periodo. Se saltaron las trancas con la soberbia del que confronta descaradamente cualquier reclamo, pero nadie quiere asumir el costo de lo negociado, pactado y aprobado. Antes era una vergüenza y ahora es un descaro, aunque el cambio en el calificativo no mejora la gestión ni los resultados, y es momento de advertirlo o, como siempre ocurre, quejarnos años más tarde de lo que no se supo enfrentar en el momento.

Este presupuesto aprobado es el que hubiese correspondido para 2027 de haber crecido el PIB un 4.1% anual, pero no superamos el 3.5%. Además, incluyendo en el articulado unos Q5,500 millones más para comunicaciones y otras cuestiones, lo que eleva el gasto público real a Q154,000.

A la fecha, ciertas dependencia de gobierno así como los Consejos de Desarrollo, no han sido capaces de ejecutar siquiera una parte del aprobado para 2024, no digamos ya lo incrementado con la ampliación de Q15,000. La mayor parte del dinero sobrante pasará como activo al 2025, momento en el que los mafiosos tradicionales -apoyados por SEMILLA, por más que naveguen con bandera de pendejos- gastarán a su antojo y gusto, y cobrarán las correspondientes coimas propias del mangoneo en construcción y otros rubros.

Y es que aquello de que “el poder corrompe…”, se hace efectivo cuando se alcanza. La mayoría de los diputados y también de integrantes del ejecutivo, jamás han montado una empresa y tampoco han trabajado en el sector privado, así que el dinero les llega gracias a que otros producen para que ellos puedan subsistir. Una suerte de condición que habría que incluir en las próximas elecciones, y si no ha sido emprendedor no sea político, porque le faltará capacidad, experiencia y sapiencia.


lunes, 25 de noviembre de 2024

La era de la desinformación

Hasta la llegada del boom de la tecnología, únicamente había una verdad: la publicada en los grandes medios de comunicación

Los calificativos “duro y blando” (hard y soft), asociados al poder,  son empleados para señalar acciones de ciertos gobiernos. De tal cuenta, el poder duro se emplea para designar actuaciones contundentes de un Estado contra otro: empleo de la fuerza, la amenaza, el despliegue militar, etc. Por su parte, el poder blando se define como el conjunto de la cultura, valores y política exterior de un actor, y su capacidad para coaccionar o influir por estos medios, (Christiansen, Kirchner, y Wissenbach, 2019). Ejemplos son la diplomacia, la cooperación y otras formas “suaves” de incidir. El poder blando ha sustituido al duro porque no suele ser rechazado por las personas al ser menos visible, o incluso se mira como una forma aceptable de incidir. Pero no nos equivoquemos, con los dos formas se busca el mismo objetivo: el ejercicio de poder.

Hasta la llegada del boom de la tecnología, únicamente había una verdad: la publicada en los grandes medios de comunicación. Se aceptaba -no era fácil comprobarlo- que lo publicado era cierto y estaba absolutamente corroborado, algo que, hace unos años y como ejemplo, se pudo ver que no era así cuando The Washington Post se hizo eco del peligro de las armas químicas en Irak, una estrategia de contrainformación que los servicios de inteligencia norteamericanos elaboraron para justificar la invasión a aquel país ¡Los medios de comunicación tradicionales también podía mentir!

En la reciente campaña electoral norteamericana se ha visto la comunicación blanda cuando sutilmente medios tradicionales empleaban calificativos que se iban posicionando en la opinión pública: extrema derecha, populismo, fascismo, etc., asignados al ahora presidente electo. Contrariamente, se utilizaban adjetivos benévolos para hablar de su oponente. Se presentaron empates electorales y se elevó el nivel de esperanza en un triunfo demócrata sustentado en el voto latino, de mujeres y en la comunidad negra, además de en temas como el “derecho” al aborto. El resultado electoral evidenció la verdad que no se parecía a lo que la mayoría de los medios presentaron utilizando el poder blando de la comunicación.  También se puede observar en la realidad nacional, cuando ciertos medios otorgan inmunidad mediática al partido oficial, con el perdón de lo mismo que contundentemente criticaban a otros.

Terminada la elección, algunos medios escritos -The Guardian y La Vanguardia- decidieron no seguir publicando en X porque consideran que promueve la desinformación, ¡como si los medios tradicionales no hubieran hecho algo similar! Y es que muchos de ellos estaban acostumbrados a tener la razón sin competencia, a un alto precio de financiamiento y costo de equipo de redacción, y ahora, un perfil -real o falso- es capaz de tener un efecto igual o superior -utilizando incluso comunicación dura-, lo que pone en peligro el modelo empresarial, pero sobre todo la reducción del poder de incidir, y no queda de otra que cancelarlos. Olvidan aquello que dijera Hannah Arendt: “Para construir un mundo mejor, debemos aprender a escuchar, incluso lo que no queremos oír” . 

Pareciera que muchos medios quieren recuperar el ejercicio del “cuarto poder”, y actuar como operadores únicos de opinión pública y publicada, para posicionar las verdades editoriales sin que nadie las cuestione ¿Será ese el caballo de batalla real que subyace en todo esto que acabamos de vivir? 

Y es que no todo es color de rosa y tanto la comunicación como la desinformación blandas, solamente tienen una forma de combatirlas: con la responsabilidad del lector, que parece ser es la menos asumida por quienes no quieren ser engañados. Habrá que saber elegir, y no solamente poner la confianza en quienes hacen su particular batalla informativa.


lunes, 18 de noviembre de 2024

El buen gobierno y el gobierno bueno

Muchos siguen sin ver ni aceptar que esta situación de impasse, confrontación o como le denominen, viene de 2016 cuando se modificó la ley del MP

La renuncia del ministro de Comunicaciones es trascendental y supone un punto de inflexión en el gobierno. Félix Alvarado es parte sustantiva de SEMILLA, financista de dicho partido y un importante activo político. Dejar el Ejecutivo y aducir “discrepancias con el Presidente” para acometer ciertos problemas, deja ver una grave crisis interna y puede ser punto de no retorno de la administración Arévalo. 

Concurre con el caso de Ligia Hernández, que pende sobre SEMILLA, y posiblemente abre la puerta para la consolidación de otros liderazgos diferentes que permanecen en la sombra sin tapar el insignificante protagonismo presidencial. Personajes notables cercanos al partido se han manifestado repetidamente,  contra la inacción presidencial y por haber “dejado sola” a Ligia.

El Presidente -en retrasada “conferencia de prensa” de un par de minutos- vino a repetir dos cosas insustancialidades, producto de un mal diagnóstico con sugerencias de peor remedio. La primera, que las fuerzas del orden no obedecerían órdenes ilegales del MP. La afirmación es comprometida y grave porque dicha institución solicita a los jueces las actuaciones que propone, y sería desobedecer la orden de un juez. La segunda, que “citará a la Fiscal General para que explique…”, algo que ya hizo en su momento y fue contestado de manera clara y contundente con la ley en la mano: el Presidente puede invitarla a Consejo de Ministros, pero no exigirle que explique casos en investigación. Desconozco quien redacta los comunicados del Presidente -seguramente nos sale carísimos-, pero requiere un jalón de orejas, un llamado de atención o un fulminante cambio de puesto. 

Muchos siguen sin ver ni aceptar que esta situación de impasse, confrontación o como le denominen, viene de 2016 cuando se modificó la ley del MP -con aquiescencia de la CICIG- para proteger a Thelma Aldana. Se niega u obvia el origen de este entuerto, del que sencillamente no se puede salir, salvo modificando dicha ley, y seguramente en una nueva administración del MP, porque sería difícil aplicarla con carácter retroactivo. Lo mal hecho -entonces- provoca esta situación de crisis institucional que se vive, y pagamos errores de imposiciones autoritarias de modelos legales hechos a la medida con un propósito. 

Muchos hablan de justicia y democracia, pero realmente lo que desean son “sus” jueces y “sus” gobernantes. Esa es la razón de aquella felicidad suprema en 2016, cuando se imposibilitó legalmente destituir a la Fiscal General, pero también el motivo actual de frustración. Si se permite el autoritarismo y la arbitrariedad, se abre una puerta para que llegue un autoritario que no coincide con sus pensamientos, lo que pareciera ser que no han entendido los cegados ideológicos.

En todo caso, la situación no se puede comprender sin otros tres pilares. La CSJ es uno de ellos, y ya se ha visto hacia donde jala. El Congreso dejó claro que la mayoría de votos se consigue en ciertos temas, y que SEMILLA se puede sumar a lo que otros propongan. La situación en USA, desinformada por muchos medios que crearon una falsa ilusión de la realidad que parecían no entender, cambiará sustancialmente en un par de meses. Así que el potaje está más que cocinado, y entre mitad de enero y Semana Santa del 2025, explotará todo esto de una forma catastrófica, escenario que se veía venir desde hace meses, pero que se ha ignorado, e incluso criticado.

O aprendemos a hacer política o mejor volvemos a las consultorías, a los trabajos académicos y a las propuestas para mejorar el país, que parecieran no servir cuando se aplican.

Y es que quizá tengamos un gobierno bueno, pero en modo alguno un buen gobierno.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Goebbels tiene fecha de caducidad

En estas elecciones, extremadamente  polarizadas, la mayoría de los medios de comunicación hicieron evidente campaña a favor de Kamala Harris

Las recientes elecciones en los Estados Unidos representan, sin duda, un punto de inflexión en muchos temas, pero especialmente en los relacionados con los medios de comunicación y las encuestas. 

Después de conocer los resultados del triunfo republicano, hay quienes todavía justifican su frustración enfatizando sobre el empate técnico del que se habló, y cómo cualquier resultado era posible, lo que no es del todo cierto. No recuerdo haber escuchado que el Senado y la Cámara de Representantes serían republicanos o que Trump ganaría el voto popular además del colegio electoral con un 58% de aceptación.

En estas elecciones, extremadamente polarizadas, la mayoría de los medios de comunicación hicieron evidente campaña a favor de Kamala Harris. El periodismo, en general, tomó partido, militó, y enfatizó una alternativa que conducía el proceso electoral en una única dirección. No me refiero a columnistas de opinión, cuya función es precisamente la de emitir su parecer, sino la del resto -la mayoría- que debería presentar la información de una manera no sesgada. Sin embargo, la opinión pública -claramente reflejada en el voto- se sustituyó por la opinión publicada que consideraron las salas de redacción. Se utilizaron, además, descalificativos -El País es una muestra, aunque no el único-, como el de “ultraderechista”, a uno de los candidatos, palabra que ni siquiera el medio emplea -en sentido contrario, por supuesto- para designar a dictadores o autoritarios regionales. Se construyó un “efecto tren” al repetir quien tenía más probabilidades de ganar, lo que se contrapuso con las debilidades del contrario, para incorporar a los votantes a una corriente de opinión creada, en lugar de que meditaran libremente su voto. 

Con las encuestas ocurrió lo propio. El ciudadano, que se siente vilipendiado en redes y medios si opina contra la corriente dominante publicada, prefiere ocultar sus preferencias para evitar la crítica y la cancelación, y se incluye en ese grupo de “no sabe/no contesta” que le permite un cómodo anonimato frente a quienes se dicen defensores de la democracia, aunque no estén dispuestos a que les lleven la contraria ¡En verdad son autoritarios que todavía no lo saben!

Noelle-Neumann presentó todas estas tesis en su libro “La Espiral del Silencio”, y parece ser que hasta Goebbels tiene fecha de caducidad. El votante, mucho más listo que todos ellos, cambio esa “opinión publicada” internacional y mostró la verdadera opinión pública norteamericana.

En estas elecciones perdieron los medios de comunicación -posiblemente porque quisieron recuperar el ejercicio del cuarto poder, en lugar de ser contrapoder-, pero también las encuestas, los “niños bonitos” de la costa Este, el grupo de "expertos" electorales y la mayoría de las artistas de Hollywood que con sus intervenciones se sumaron a esa falsa causa, aunque mediáticamente difundida, del voto progresista, femenino, negro y latino, que fue lo que les hicieron creer, 

Las redes sociales han venido a crear un efecto de inmediatez que no siempre coincide con la realidad. No suele ser tendencia lo que realmente se piensa, sino lo que más rápidamente se posiciona, y valida aquello de que “el que más grita no siempre tiene la razón, pero es al que más se le escucha”.

Habrá que ir tomando nota, y en futuras ocasiones analizar apropiadamente resultados electorales, pero también otras cuestiones relaciones con la información y la “opinión pública”. El problema de la pérdida de confianza es que se suele tardar un tiempo exponencial para recuperarla, respecto del utilizado para perderla, y medios, periodistas, influenciadores y artistas parecieran haber perdido el referente que eran hasta el momento.

¿Cuánto se sorprendería Goebbels si levantara la cabeza?


lunes, 4 de noviembre de 2024

Sobre las no relaciones con China

El gigante galantea su autoritarismo y embarga mercancías cuando le conviene ¿A qué tribunal se puede acudir en aquella dictadura para resolver conforme a Derecho?

La semana pasada el Doctor Mayora publicó una columna titulada “Sobre las relaciones con Taiwán”, en la que cuestionaba que Guatemala no tuviera relaciones con China. Se preguntaba: ¿qué razones pueden sustentar la posición del gobierno de Guatemala?, y agregaba que “el hecho de entablar relaciones diplomáticas no conlleva ningún juicio de valor…”. Sin embargo, cuando los Estados actúan lo justifican, precisamente, con juicios de valor, especialmente cuando acuerdan sanciones internacionales, condenan ciertos regímenes o rompen relaciones diplomáticas con aquellos que vulneran principios relacionados con la democracia, la libertad y el respeto a los derechos humanos. 

China, Cuba, Venezuela, Nicaragua o Corea del Norte -auspiciada por China-, son dictaduras, y en ninguna se respetan los derechos humanos, por lo que hay sobradas razones para condenarlas. Otra cosa es que una mayoría de países, por intereses, conveniencia o presión de China, cedan e ignoren valores y principios que dicen defender, y por los que aseguran luchar ¿Es de recibo esa doble moral internacional? Si aceptamos que en política sólo hay intereses, y que reconocer realidades permite ignorar principios, entonces asumamos las consecuencias de la falta de ética.

Se argumenta también sobre la oportunidad para mejorar e incrementar el comercio. Hemos visto de lo que es capaz China cuando decide arbitraria y abusivamente, retener contenedores guatemaltecos de café y macadamia en sus puertos, conducta que, por cierto, la OMC no ha condenado. El gigante galantea su autoritarismo y embarga mercancías cuando le conviene ¿A qué tribunal se puede acudir en aquella dictadura para resolver conforme a Derecho? Guatemala, además, tiene una capacidad de producción que difícilmente atiende a un mercado pequeño, por lo que cualquier macromercado -como el chino- es impensable surtirlo cuando la demanda supera exponencialmente la capacidad de oferta. 

En el periodo 2000-2020 el comercio chino con América Latina pasó de 12 mil a más de 315 mil millones de dólares, y en Centroamérica la balanza comercial es enormemente deficitaria a favor de China, lo que incrementa el poder y la influencia política. Honduras exportaba el camarón a Taiwán a un precio aceptable antes de establecer relaciones con China, ahora bajaron las ventas y se redujo el precio. En el año 2023 Guatemala importó de China más de 68 veces lo que le vendió, volumen que representa el equivalente de todo lo que Taiwán ha exportado al país en las últimas tres décadas. Y es que, una vez en el poder, el gigante asiático impone sus reglas, precios y condiciones. 

A China no le preocupa la democracia, sino reforzar regímenes autoritarios. Está interesada en minerales y materias primas, invierte en centros de datos, control del espacio electromagnético e infraestructura estratégica, y termina apropiándosela o controlándola de no cumplir con el pago de los préstamos. El caso del puerto de Montenegro ejemplifica esa forma de acción.

No se puede defender la democracia, el libre mercado, el Estado de Derecho y el respeto a los derechos individuales y mantener relaciones diplomáticas con un país que no observar ninguno de esos pilares fundamentales. El error no es fuente de Derecho, y si 183 países no observan -hipócritamente- esa alineación entre el ser y el deber ser, no significa ni justifica hacer lo contrario. Las dictaduras únicamente existen porque las democracias lo permiten con sus tibiezas.

Entablar relaciones diplomáticas con China sería atarnos más fuerte la cuerda al cuello, dejar de tener la ventaja competitiva que ahora disponemos -tenerlas con Taiwán- y perder la coherencia política mantenida hasta la fecha. La ética no debe de estar al servicio de los intereses o, caso contrario, ¡vámonos y el último que apague la luz!


lunes, 28 de octubre de 2024

El estatismo de los estatistas

Los Estados, cada vez más, se apoderan de espacios de libertad individual para condicionar a los ciudadanos sobre qué pueden hacer, cómo y cuándo 

En el espectro político hay quienes abogan por un estado todopoderoso e interventor; otros, contrariamente, por un mundo sin Estado, aunque entre los dos polos hay un elemento sustancial que distingue a uno respecto del otro. Mientras el intervencionista aboga por un grupo de personas que decidan por los demás, el anarquista defiende su libertad de hacer y decidir, lo que resulta loable e infinitamente más responsable. En medio, encontramos aquellos que defienden un Estado mínimo y los que prefieren que el Estado les arregle problemas relacionados con la salud, el medioambiente, las carreteras, la educación y una largo etcétera. De igual forma, entre estos grupos -no extremos- son nuevamente el aprecio por la libertad y la asunción de la responsabilidad las diferencias. El Estado mínimo reduce sustancialmente la dependencia y permite que sea el individuo quien busque soluciones en función de sus preferencias, puesto que los problemas son muy diferentes para cada uno.

En ese espectro político-conceptual -que da para reflexionar mucho sobre quien prefiere ser más libre e independiente o estar manejado por otros- hay cuestiones que hemos terminado por asumir sin cuestionarnos. Los Estados, cada vez más, se apoderan de espacios de libertad individual para condicionar a los ciudadanos sobre qué pueden hacer, cómo y cuándo, e imponen el coste de su ineficiente gestión. Quienes aceptan el estatismo apuestan “por el suyo” -o por el que hacen los suyos, porque son ávidos cuestionadores de los demás-, en una contradicción ilógica al buscar hacer libremente lo que desean, siempre después de imponer sus condiciones de gobierno al resto.

Además, pareciéramos no haber advertido sobre el dinero que se dilapida, tanto en esa amplia gestión estatal como en otros aspectos fuera del marco general descrito. No se trata ya de cómo o con cuánto se financia la salud, la educación, la seguridad o la carreteras, pozos sin fondo para los que el dinero asignando nunca es suficiente y siempre pide más, sino que lo trascendente es que todos esos fondos son pagados por ciudadanos trabajadores, a quienes les reducen el poder adquisitivo y la capacidad de inversión, al sustraérselos arbitraria y violentamente de sus bolsillos. No son partidas presupuestarias que tengan un reflejo social, como pretenden justificar muchas de ellas, sino gastos hormiga que desangran las arcas públicas: salas VIP en aeropuertos, orquestas nacionales, subvenciones al cine o a determinada música alternativa que no es demanda en un mercado libre, festivales populares, pactos colectivos, timbre de colegios profesionales, ferias y patronazgos municipales, vehículos oficiales, transporte aéreo en clase preferente, residencias oficiales, distinciones a los conyugues y familiares, contrataciones discrecionales, servicio doméstico y pago de comidas, teléfonos celulares, seguros de vida y enfermedad, combustible, pensiones vitalicias, etc. Todo ello representa centenas de millones en privilegios que pagamos los contribuyentes y que detrae el Estado del bolsillo del contribuyente, a quien disminuye su poder de compra. 

Estatismo de estatistas que realmente es imposición de sinvergüenzas y aprovechados que toman y disfrutan esos lujos porque la enorme mayoría lo permite irresponsablemente y sin cuestionarlo abiertamente, además de censurarlo públicamente. Los países cambian en la medidas que exijamos libertad y seamos consecuentemente con la responsabilidad que conlleva. Cuando por recibir miserias -que pagamos muy caras- agachamos la cabeza y doblamos la columna, estamos condenados al espolio permanente de estatistas coartadores de la libertad. 

Mientras cada cual prefiera que otros hagan las cosas por él, sólo promoverá una suerte de esclavitud progresiva y de abuso consentido.

lunes, 21 de octubre de 2024

De la revolución a la involución

El Presidente -siendo una persona honorablemente y no cuestionada, algo que reflejan los sondeos- no toma las riendas del país, al menos como era de esperar

Si después de más de 200 años de independencia seguimos echándole la culpa a la Conquista -posiblemente para evitar echárnosla a nosotros- a los 80 años de la revolución del 44 parece seguirle la involución de 2024. Da la impresión de que nos gusta perder el tiempo e ignorar la responsabilidad que tenemos en los fracasos que como país evidenciamos cada día.

Las encuestas de mayo pasado dejaban clara una caída estrepitosa en la popularidad presidencial -unos 30 puntos-, y ahora que hay nueva encuesta, el gobierno la esconde -como hiciera Gimmattei con el Informe de Desarrollo del PNUD que no le favorecía- para evitar que se comente el batacazo en aceptación. 

Sondeos de opinión -que en mayo hablaban de un 28% de aprobación- reducen en octubre a un 15% quienes opinan que la gestión presidencial es excelente o buena. Sin embargo, “la impunidad mediática” oculta y calla este tema, y mucho menos reclama al gobierno que si ha hecho el estudio con dinero público lo dé a conocer. Independientemente de lo anterior, una entidad gubernamental no tiene el derecho de ocultar a sus ciudadanos esos análisis.

La estrepitosa caída tiene diferentes causas: el mal estado de la carreteras -pero sobre todo la incapacidad mostrada para arreglarlas-, el estado del aeropuerto -y las famosas escaleras mecánicas-, el dengue y, en general, la falta de acciones contundente en salud, el pulso silencioso del sindicato con el ministerio de educación, la inoperatividad de los ministerios de agricultura y desarrollo, y ciertas contrataciones arbitrarias de amigos, novias, simpatizantes, hijos -lo mismo que le reprochaban a Miguel Martínez-, además de ciertos gastos suntuosos de la SAAS, señalados en época de Jimmy Morales. Hay que sumar el papel jugado por los congresistas oficiales en sus pactos en el Congreso para elegir magistrados y su actuación en al PARLACEN para permitir el ingreso de Rusia como observador.

La “inacción es incompatible con el ejercicio del mando” y “de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno” son dos afirmaciones que, por activa y pasiva, tanto nacionales como extranjeros, han utilizado para hacer ver que el Presidente -siendo una persona honorablemente y no cuestionada, algo que reflejan los sondeos- no toma las riendas del país, al menos como era de esperar por ciudadanos cansados que, quizá, elevaron sus esperanzas más de lo que los números y la realidad electoral indicaban. En cualquier caso, la luna de miel pareciera haber concluido.

La pugna con el MP, y el mal funcionamiento de la justicia, es algo con lo que no ha podido el Ejecutivo, y los amparos y consultas que en su momento hiciera se revirtieron mediáticamente en su contra, lastrando la percepción positiva del votante. No es que se pidan acciones ilegales, como algunos han señalado en ciertos medios, es que ni siquiera las legales parecen advertirse, y quienes están exiliados generan tal cantidad de reclamos y críticas que se han convertido en oposición, y reflejan esos bajos números.

Es posible que el Presidente deba de hacer cambios ministeriales, promover un acuerdo nacional de mínimos o buscar cualquier otro tipo de “pacto estatal”, eso si desea seguir protagonizando mínimamente la política nacional, y sobre todo debe intentar cambiar el rumbo del país. Aquello de fuera el ejército de la seguridad ciudadana o “un mundo sin CACIF”, parece que les ha generado algo de gastritis política, porque han tenido que acudir a ambas instituciones para que las cosas no les vayan peor.

¡En política hay que aprender en no escupir al cielo!