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lunes, 25 de noviembre de 2024

La era de la desinformación

Hasta la llegada del boom de la tecnología, únicamente había una verdad: la publicada en los grandes medios de comunicación

Los calificativos “duro y blando” (hard y soft), asociados al poder,  son empleados para señalar acciones de ciertos gobiernos. De tal cuenta, el poder duro se emplea para designar actuaciones contundentes de un Estado contra otro: empleo de la fuerza, la amenaza, el despliegue militar, etc. Por su parte, el poder blando se define como el conjunto de la cultura, valores y política exterior de un actor, y su capacidad para coaccionar o influir por estos medios, (Christiansen, Kirchner, y Wissenbach, 2019). Ejemplos son la diplomacia, la cooperación y otras formas “suaves” de incidir. El poder blando ha sustituido al duro porque no suele ser rechazado por las personas al ser menos visible, o incluso se mira como una forma aceptable de incidir. Pero no nos equivoquemos, con los dos formas se busca el mismo objetivo: el ejercicio de poder.

Hasta la llegada del boom de la tecnología, únicamente había una verdad: la publicada en los grandes medios de comunicación. Se aceptaba -no era fácil comprobarlo- que lo publicado era cierto y estaba absolutamente corroborado, algo que, hace unos años y como ejemplo, se pudo ver que no era así cuando The Washington Post se hizo eco del peligro de las armas químicas en Irak, una estrategia de contrainformación que los servicios de inteligencia norteamericanos elaboraron para justificar la invasión a aquel país ¡Los medios de comunicación tradicionales también podía mentir!

En la reciente campaña electoral norteamericana se ha visto la comunicación blanda cuando sutilmente medios tradicionales empleaban calificativos que se iban posicionando en la opinión pública: extrema derecha, populismo, fascismo, etc., asignados al ahora presidente electo. Contrariamente, se utilizaban adjetivos benévolos para hablar de su oponente. Se presentaron empates electorales y se elevó el nivel de esperanza en un triunfo demócrata sustentado en el voto latino, de mujeres y en la comunidad negra, además de en temas como el “derecho” al aborto. El resultado electoral evidenció la verdad que no se parecía a lo que la mayoría de los medios presentaron utilizando el poder blando de la comunicación.  También se puede observar en la realidad nacional, cuando ciertos medios otorgan inmunidad mediática al partido oficial, con el perdón de lo mismo que contundentemente criticaban a otros.

Terminada la elección, algunos medios escritos -The Guardian y La Vanguardia- decidieron no seguir publicando en X porque consideran que promueve la desinformación, ¡como si los medios tradicionales no hubieran hecho algo similar! Y es que muchos de ellos estaban acostumbrados a tener la razón sin competencia, a un alto precio de financiamiento y costo de equipo de redacción, y ahora, un perfil -real o falso- es capaz de tener un efecto igual o superior -utilizando incluso comunicación dura-, lo que pone en peligro el modelo empresarial, pero sobre todo la reducción del poder de incidir, y no queda de otra que cancelarlos. Olvidan aquello que dijera Hannah Arendt: “Para construir un mundo mejor, debemos aprender a escuchar, incluso lo que no queremos oír” . 

Pareciera que muchos medios quieren recuperar el ejercicio del “cuarto poder”, y actuar como operadores únicos de opinión pública y publicada, para posicionar las verdades editoriales sin que nadie las cuestione ¿Será ese el caballo de batalla real que subyace en todo esto que acabamos de vivir? 

Y es que no todo es color de rosa y tanto la comunicación como la desinformación blandas, solamente tienen una forma de combatirlas: con la responsabilidad del lector, que parece ser es la menos asumida por quienes no quieren ser engañados. Habrá que saber elegir, y no solamente poner la confianza en quienes hacen su particular batalla informativa.


lunes, 18 de noviembre de 2024

El buen gobierno y el gobierno bueno

Muchos siguen sin ver ni aceptar que esta situación de impasse, confrontación o como le denominen, viene de 2016 cuando se modificó la ley del MP

La renuncia del ministro de Comunicaciones es trascendental y supone un punto de inflexión en el gobierno. Félix Alvarado es parte sustantiva de SEMILLA, financista de dicho partido y un importante activo político. Dejar el Ejecutivo y aducir “discrepancias con el Presidente” para acometer ciertos problemas, deja ver una grave crisis interna y puede ser punto de no retorno de la administración Arévalo. 

Concurre con el caso de Ligia Hernández, que pende sobre SEMILLA, y posiblemente abre la puerta para la consolidación de otros liderazgos diferentes que permanecen en la sombra sin tapar el insignificante protagonismo presidencial. Personajes notables cercanos al partido se han manifestado repetidamente,  contra la inacción presidencial y por haber “dejado sola” a Ligia.

El Presidente -en retrasada “conferencia de prensa” de un par de minutos- vino a repetir dos cosas insustancialidades, producto de un mal diagnóstico con sugerencias de peor remedio. La primera, que las fuerzas del orden no obedecerían órdenes ilegales del MP. La afirmación es comprometida y grave porque dicha institución solicita a los jueces las actuaciones que propone, y sería desobedecer la orden de un juez. La segunda, que “citará a la Fiscal General para que explique…”, algo que ya hizo en su momento y fue contestado de manera clara y contundente con la ley en la mano: el Presidente puede invitarla a Consejo de Ministros, pero no exigirle que explique casos en investigación. Desconozco quien redacta los comunicados del Presidente -seguramente nos sale carísimos-, pero requiere un jalón de orejas, un llamado de atención o un fulminante cambio de puesto. 

Muchos siguen sin ver ni aceptar que esta situación de impasse, confrontación o como le denominen, viene de 2016 cuando se modificó la ley del MP -con aquiescencia de la CICIG- para proteger a Thelma Aldana. Se niega u obvia el origen de este entuerto, del que sencillamente no se puede salir, salvo modificando dicha ley, y seguramente en una nueva administración del MP, porque sería difícil aplicarla con carácter retroactivo. Lo mal hecho -entonces- provoca esta situación de crisis institucional que se vive, y pagamos errores de imposiciones autoritarias de modelos legales hechos a la medida con un propósito. 

Muchos hablan de justicia y democracia, pero realmente lo que desean son “sus” jueces y “sus” gobernantes. Esa es la razón de aquella felicidad suprema en 2016, cuando se imposibilitó legalmente destituir a la Fiscal General, pero también el motivo actual de frustración. Si se permite el autoritarismo y la arbitrariedad, se abre una puerta para que llegue un autoritario que no coincide con sus pensamientos, lo que pareciera ser que no han entendido los cegados ideológicos.

En todo caso, la situación no se puede comprender sin otros tres pilares. La CSJ es uno de ellos, y ya se ha visto hacia donde jala. El Congreso dejó claro que la mayoría de votos se consigue en ciertos temas, y que SEMILLA se puede sumar a lo que otros propongan. La situación en USA, desinformada por muchos medios que crearon una falsa ilusión de la realidad que parecían no entender, cambiará sustancialmente en un par de meses. Así que el potaje está más que cocinado, y entre mitad de enero y Semana Santa del 2025, explotará todo esto de una forma catastrófica, escenario que se veía venir desde hace meses, pero que se ha ignorado, e incluso criticado.

O aprendemos a hacer política o mejor volvemos a las consultorías, a los trabajos académicos y a las propuestas para mejorar el país, que parecieran no servir cuando se aplican.

Y es que quizá tengamos un gobierno bueno, pero en modo alguno un buen gobierno.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Goebbels tiene fecha de caducidad

En estas elecciones, extremadamente  polarizadas, la mayoría de los medios de comunicación hicieron evidente campaña a favor de Kamala Harris

Las recientes elecciones en los Estados Unidos representan, sin duda, un punto de inflexión en muchos temas, pero especialmente en los relacionados con los medios de comunicación y las encuestas. 

Después de conocer los resultados del triunfo republicano, hay quienes todavía justifican su frustración enfatizando sobre el empate técnico del que se habló, y cómo cualquier resultado era posible, lo que no es del todo cierto. No recuerdo haber escuchado que el Senado y la Cámara de Representantes serían republicanos o que Trump ganaría el voto popular además del colegio electoral con un 58% de aceptación.

En estas elecciones, extremadamente polarizadas, la mayoría de los medios de comunicación hicieron evidente campaña a favor de Kamala Harris. El periodismo, en general, tomó partido, militó, y enfatizó una alternativa que conducía el proceso electoral en una única dirección. No me refiero a columnistas de opinión, cuya función es precisamente la de emitir su parecer, sino la del resto -la mayoría- que debería presentar la información de una manera no sesgada. Sin embargo, la opinión pública -claramente reflejada en el voto- se sustituyó por la opinión publicada que consideraron las salas de redacción. Se utilizaron, además, descalificativos -El País es una muestra, aunque no el único-, como el de “ultraderechista”, a uno de los candidatos, palabra que ni siquiera el medio emplea -en sentido contrario, por supuesto- para designar a dictadores o autoritarios regionales. Se construyó un “efecto tren” al repetir quien tenía más probabilidades de ganar, lo que se contrapuso con las debilidades del contrario, para incorporar a los votantes a una corriente de opinión creada, en lugar de que meditaran libremente su voto. 

Con las encuestas ocurrió lo propio. El ciudadano, que se siente vilipendiado en redes y medios si opina contra la corriente dominante publicada, prefiere ocultar sus preferencias para evitar la crítica y la cancelación, y se incluye en ese grupo de “no sabe/no contesta” que le permite un cómodo anonimato frente a quienes se dicen defensores de la democracia, aunque no estén dispuestos a que les lleven la contraria ¡En verdad son autoritarios que todavía no lo saben!

Noelle-Neumann presentó todas estas tesis en su libro “La Espiral del Silencio”, y parece ser que hasta Goebbels tiene fecha de caducidad. El votante, mucho más listo que todos ellos, cambio esa “opinión publicada” internacional y mostró la verdadera opinión pública norteamericana.

En estas elecciones perdieron los medios de comunicación -posiblemente porque quisieron recuperar el ejercicio del cuarto poder, en lugar de ser contrapoder-, pero también las encuestas, los “niños bonitos” de la costa Este, el grupo de "expertos" electorales y la mayoría de las artistas de Hollywood que con sus intervenciones se sumaron a esa falsa causa, aunque mediáticamente difundida, del voto progresista, femenino, negro y latino, que fue lo que les hicieron creer, 

Las redes sociales han venido a crear un efecto de inmediatez que no siempre coincide con la realidad. No suele ser tendencia lo que realmente se piensa, sino lo que más rápidamente se posiciona, y valida aquello de que “el que más grita no siempre tiene la razón, pero es al que más se le escucha”.

Habrá que ir tomando nota, y en futuras ocasiones analizar apropiadamente resultados electorales, pero también otras cuestiones relaciones con la información y la “opinión pública”. El problema de la pérdida de confianza es que se suele tardar un tiempo exponencial para recuperarla, respecto del utilizado para perderla, y medios, periodistas, influenciadores y artistas parecieran haber perdido el referente que eran hasta el momento.

¿Cuánto se sorprendería Goebbels si levantara la cabeza?


lunes, 4 de noviembre de 2024

Sobre las no relaciones con China

El gigante galantea su autoritarismo y embarga mercancías cuando le conviene ¿A qué tribunal se puede acudir en aquella dictadura para resolver conforme a Derecho?

La semana pasada el Doctor Mayora publicó una columna titulada “Sobre las relaciones con Taiwán”, en la que cuestionaba que Guatemala no tuviera relaciones con China. Se preguntaba: ¿qué razones pueden sustentar la posición del gobierno de Guatemala?, y agregaba que “el hecho de entablar relaciones diplomáticas no conlleva ningún juicio de valor…”. Sin embargo, cuando los Estados actúan lo justifican, precisamente, con juicios de valor, especialmente cuando acuerdan sanciones internacionales, condenan ciertos regímenes o rompen relaciones diplomáticas con aquellos que vulneran principios relacionados con la democracia, la libertad y el respeto a los derechos humanos. 

China, Cuba, Venezuela, Nicaragua o Corea del Norte -auspiciada por China-, son dictaduras, y en ninguna se respetan los derechos humanos, por lo que hay sobradas razones para condenarlas. Otra cosa es que una mayoría de países, por intereses, conveniencia o presión de China, cedan e ignoren valores y principios que dicen defender, y por los que aseguran luchar ¿Es de recibo esa doble moral internacional? Si aceptamos que en política sólo hay intereses, y que reconocer realidades permite ignorar principios, entonces asumamos las consecuencias de la falta de ética.

Se argumenta también sobre la oportunidad para mejorar e incrementar el comercio. Hemos visto de lo que es capaz China cuando decide arbitraria y abusivamente, retener contenedores guatemaltecos de café y macadamia en sus puertos, conducta que, por cierto, la OMC no ha condenado. El gigante galantea su autoritarismo y embarga mercancías cuando le conviene ¿A qué tribunal se puede acudir en aquella dictadura para resolver conforme a Derecho? Guatemala, además, tiene una capacidad de producción que difícilmente atiende a un mercado pequeño, por lo que cualquier macromercado -como el chino- es impensable surtirlo cuando la demanda supera exponencialmente la capacidad de oferta. 

En el periodo 2000-2020 el comercio chino con América Latina pasó de 12 mil a más de 315 mil millones de dólares, y en Centroamérica la balanza comercial es enormemente deficitaria a favor de China, lo que incrementa el poder y la influencia política. Honduras exportaba el camarón a Taiwán a un precio aceptable antes de establecer relaciones con China, ahora bajaron las ventas y se redujo el precio. En el año 2023 Guatemala importó de China más de 68 veces lo que le vendió, volumen que representa el equivalente de todo lo que Taiwán ha exportado al país en las últimas tres décadas. Y es que, una vez en el poder, el gigante asiático impone sus reglas, precios y condiciones. 

A China no le preocupa la democracia, sino reforzar regímenes autoritarios. Está interesada en minerales y materias primas, invierte en centros de datos, control del espacio electromagnético e infraestructura estratégica, y termina apropiándosela o controlándola de no cumplir con el pago de los préstamos. El caso del puerto de Montenegro ejemplifica esa forma de acción.

No se puede defender la democracia, el libre mercado, el Estado de Derecho y el respeto a los derechos individuales y mantener relaciones diplomáticas con un país que no observar ninguno de esos pilares fundamentales. El error no es fuente de Derecho, y si 183 países no observan -hipócritamente- esa alineación entre el ser y el deber ser, no significa ni justifica hacer lo contrario. Las dictaduras únicamente existen porque las democracias lo permiten con sus tibiezas.

Entablar relaciones diplomáticas con China sería atarnos más fuerte la cuerda al cuello, dejar de tener la ventaja competitiva que ahora disponemos -tenerlas con Taiwán- y perder la coherencia política mantenida hasta la fecha. La ética no debe de estar al servicio de los intereses o, caso contrario, ¡vámonos y el último que apague la luz!