Je ne suis pour rien, je suis pour qu´on ne déraisonne (Galiani)
De tanto emplearla, la hemos prostituido. “Democracia”, una palabra que sustancialmente significa poco pero que queremos que abarque demasiado, aunque se ha quedado corta para englobar los anhelos político-sociales del ser humano. Su significado es multidimensional porque obedece a quien la pronuncia y su alcance no tiene horizonte definido porque imprecisa es su dimensión. Cualquiera la utiliza para sus propósitos sin que realmente quede claro a qué desea referirse, ni el interlocutor lo reclame. Se promueve un término chicloso, polisémico y amoldable a necesidades personales previamente determinadas que se ha terminado por degradar. Se sorprenderá al saber que la palabra democracia no aparece en muchas constituciones de América Latina y por supuesto no figura en la nuestra. En algunas, escasamente incluyen adjetivaciones como “democrático (a)” -en la mayoría no llega a una decena de referencias (dos en la guatemalteca)- aunque no falta día que alguna ocurrente declaración política contenga referencias sobre como se ansía alcanzar un buen nivel de democracia. La parte, es decir, la toma de decisiones por mayoría, ha terminado por ocupar el “reino” del todo.
Si realiza la búsqueda sustituyendo el término por el de república, observará que en la mayoría de las constituciones se acerca o rebasa a la centena de referencias (la guatemalteca, la que más). Es decir, las pretensiones nacionales se sustentan en la república como sistema de organización y gestión política y no en la democracia ¿Por qué seguimos entonces con el mismo discurso cuando deberíamos aspirar a la mejor república posible? Es la república, a fin de cuentas, la que incluye la democracia como sistema de toma de decisiones, pero también el estado de derecho, el respeto a los derechos del individuo y otros valores que conforman esa noble pretensión que se ha vulgarizado y terminado por denominar -errónea o interesadamente- “democracia”. Se habla de democracia, de participación democrática, de democracia liberal, social-democracia o cualquier otra composición similar, sin definir qué es ni mucho menos que abarca, porque difícilmente incluye más de lo ya indicado. Olvidamos hablar de república que conlleva no sólo un modelo político más amplio y perfecto que incluye aquella otra, sino que también requiere de responsabilidad y mayor participación del ciudadano. Nos conformamos con las migajas de las formas y huimos o no queremos entender la esencia del fondo, quizá porque requiere implicarse y conforma un marco mucho reducido para maniobras políticas interesadas. A fin de cuentas, la “democracia” nos ha servido para presumir -o inventar- la “democracia islámica”, hablar de “democracia cubana” o terminar por aceptar que en Venezuela o en Nicaragua, también hay “democracia”. La estupidez de Galiani ha sido aceptada por el ciudadano analfabeta que escucha y repite sin llegar al fondo del asunto y olvida luchar por un sistema republicano donde se observen parámetros muchos más estrictos que garantizarían la vida en libertad. Hemos ridiculizado los asuntos públicos y al oír “democracia” caemos fulminados por el rayo de la sinrazón para doblegarnos a las explicaciones que políticos astutos hacen de la locución que moldean a su capricho e interés y justifican en el “pueblo”.
Es preciso despertar en un momento aún propicio y comenzar a hablar de lo que las constituciones contemplan profusamente: La República, cuyos valores y principios deben ser observados y puestos en marcha. De lo contrario, seremos -y Aristóteles lo anunció- aniquilados porque cada régimen contiene el germen de su propia destrucción. La desdeñada democracia, terminará por hundirnos en la dictadura ¡Viva la República!
Este es un blog personal donde se editan las columnas de opinion (y otras) que semanalmente publico en el diario PRENSA LIBRE de Guatemala. La idea es generar un espacio de debate y opinión con los lectores, de forma que la libertad de expresión sea en doble sentido.
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lunes, 30 de enero de 2012
lunes, 23 de enero de 2012
Reescribiendo la historia
Cierto: quien no conoce la verdadera historia está condenado a repetirla
Las denuncias contra presuntos ex guerrilleros y otros señalados de cómplices o colaboradores no son sucesos aislados. Hay que agregar, al menos, otros cuatro hechos relevantes y concurrentes. Uno, el estrepitoso fracaso electoral (por segunda vez) de una persona considerada, hasta entonces, como referente externo y de atención de la prensa internacional: Rigoberta Menchú. Otro, el desastre electoral de las coaliciones y propuestas de izquierda que apenas consiguieron votos. El tercero, el triunfo contundente de un ex militar para ocupar la presidencia de la República y que además cuenta con enormes expectativas ciudadanas sobre una gestión pública que se visualiza esperanzadora y, por último, la descomposición de la UNE y la espantada de sus cuadros más significativos. Por ello, desde hace unos meses la prensa internacional -y la ciudadanía del país- comenzó a buscar otros referentes de opinión como alternativa a los habituales que acostumbraban a monopolizar ciertos medios. Cuesta, sobre todo desde fuera, comprender lo que está ocurriendo y fácilmente se desorientan al comprobar que aquellos a quienes entrevistaban y emitían opiniones “cualificadas” sobre lo que ocurría en el país, tienen realmente muy poca representatividad y, por el contrario, a quienes acusaban, culpaban e intentaban procesar, resultan democráticamente elegidos como autoridades. Esa contradicción, entre una “verdad” fabricada y la realidad contrastada, requiere unos minutos de reflexión.
La historia del país -tradicionalmente secuestrada- comienza a reescribirse de forma diferente a la usual. Se evidencia que las cosas no fueron como algunos dijeron por años o, al menos, hay una versión sustancialmente diferente. Aparecen libros de historia y sociología que cuestionan el Informe de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI) y reducen sustancialmente cifras que figuran en aquel o presentan hechos que no se incluyeron. Personajes conocidos y encumbrados, son ahora cuestionados por su participación en uno de los bandos combatientes, por mentir o exagerar cuando escribieron o por difundir datos irreales o inventados sobre algunos aspectos del conflicto interno. Se demuestra -porque la democracia lo permite- que no son políticamente aceptados y aquella URNG (y sus socios) que dilató por 36 años el enfrentamiento, apenas consiguió votos para colocar a un diputado en el Congreso. En resumen, se presenta una nueva y desconocida cara de aquella moneda que interesadamente se quiso mantener mostrando únicamente el escudo, obviando una sustancial parte de la misma. Ahora, la ciudadanía y los medios de comunicación extranjeros, se preguntan sobre lo que está pasando y les cuesta interpretar unos hechos que, por otra parte, se han convertido en el detonador de un necesario cambio. Los de siempre dicen que es preciso “recuperar la memoria histórica” y eso es exactamente lo que está ocurriendo, pero no están dispuestos a aceptarla tal cual se manifiesta y pretenden seguir a toda costa relatándola como acostumbraban a pregonar y no como realmente fue. Esta catarsis ya se hizo en otros países de post conflicto, aunque aquí llega un tanto retrasada producto del freno de ciertas ONG,s y personajes -denunciados en el primer mensaje presidencial- que prefieren permanecer con privilegios de opinión y salarios de la ayuda internacional a enfrentar la verdad que dicen buscar. Son tiempos de cambio, de transparencia, de enfrentar las cosas como realmente sucedieron y de comprender que fue algo que afectó a todos. Esperemos que quienes acapararon y encadenaron la verdad por demasiado tiempo, tengan ahora la capacidad crítica de aceptar una situación distinta y contribuyan a buscar esa fórmula reconciliadora tan necesaria en el país.
A CONTINUACIÓN AGREGO ......un testimonio de alguien que vivió masacres de la guerrilla...
Las denuncias contra presuntos ex guerrilleros y otros señalados de cómplices o colaboradores no son sucesos aislados. Hay que agregar, al menos, otros cuatro hechos relevantes y concurrentes. Uno, el estrepitoso fracaso electoral (por segunda vez) de una persona considerada, hasta entonces, como referente externo y de atención de la prensa internacional: Rigoberta Menchú. Otro, el desastre electoral de las coaliciones y propuestas de izquierda que apenas consiguieron votos. El tercero, el triunfo contundente de un ex militar para ocupar la presidencia de la República y que además cuenta con enormes expectativas ciudadanas sobre una gestión pública que se visualiza esperanzadora y, por último, la descomposición de la UNE y la espantada de sus cuadros más significativos. Por ello, desde hace unos meses la prensa internacional -y la ciudadanía del país- comenzó a buscar otros referentes de opinión como alternativa a los habituales que acostumbraban a monopolizar ciertos medios. Cuesta, sobre todo desde fuera, comprender lo que está ocurriendo y fácilmente se desorientan al comprobar que aquellos a quienes entrevistaban y emitían opiniones “cualificadas” sobre lo que ocurría en el país, tienen realmente muy poca representatividad y, por el contrario, a quienes acusaban, culpaban e intentaban procesar, resultan democráticamente elegidos como autoridades. Esa contradicción, entre una “verdad” fabricada y la realidad contrastada, requiere unos minutos de reflexión.
La historia del país -tradicionalmente secuestrada- comienza a reescribirse de forma diferente a la usual. Se evidencia que las cosas no fueron como algunos dijeron por años o, al menos, hay una versión sustancialmente diferente. Aparecen libros de historia y sociología que cuestionan el Informe de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI) y reducen sustancialmente cifras que figuran en aquel o presentan hechos que no se incluyeron. Personajes conocidos y encumbrados, son ahora cuestionados por su participación en uno de los bandos combatientes, por mentir o exagerar cuando escribieron o por difundir datos irreales o inventados sobre algunos aspectos del conflicto interno. Se demuestra -porque la democracia lo permite- que no son políticamente aceptados y aquella URNG (y sus socios) que dilató por 36 años el enfrentamiento, apenas consiguió votos para colocar a un diputado en el Congreso. En resumen, se presenta una nueva y desconocida cara de aquella moneda que interesadamente se quiso mantener mostrando únicamente el escudo, obviando una sustancial parte de la misma. Ahora, la ciudadanía y los medios de comunicación extranjeros, se preguntan sobre lo que está pasando y les cuesta interpretar unos hechos que, por otra parte, se han convertido en el detonador de un necesario cambio. Los de siempre dicen que es preciso “recuperar la memoria histórica” y eso es exactamente lo que está ocurriendo, pero no están dispuestos a aceptarla tal cual se manifiesta y pretenden seguir a toda costa relatándola como acostumbraban a pregonar y no como realmente fue. Esta catarsis ya se hizo en otros países de post conflicto, aunque aquí llega un tanto retrasada producto del freno de ciertas ONG,s y personajes -denunciados en el primer mensaje presidencial- que prefieren permanecer con privilegios de opinión y salarios de la ayuda internacional a enfrentar la verdad que dicen buscar. Son tiempos de cambio, de transparencia, de enfrentar las cosas como realmente sucedieron y de comprender que fue algo que afectó a todos. Esperemos que quienes acapararon y encadenaron la verdad por demasiado tiempo, tengan ahora la capacidad crítica de aceptar una situación distinta y contribuyan a buscar esa fórmula reconciliadora tan necesaria en el país.
A CONTINUACIÓN AGREGO ......un testimonio de alguien que vivió masacres de la guerrilla...
lunes, 16 de enero de 2012
Investidura presidencial
¿Cuáles son sus prioridades? Las mías que nadie se muera mañana
¡Qué bonito el acto de investidura! ¡Cuánto mandatario por acá? Qué orgasmo de satisfacción más especial ver calles cortadas, vehículos con sirenas que desviaban a ciudadanos que pretendían desplazarse y estaban ajenos a lo que ocurría, policías distraídos que no vigilaban donde a diario todos saben que asaltan, porque estaban cuidando a tan “majestuosas personalidades”. Somos pobres y pedigüeños, y constantemente solicitamos ayuda internacional porque no podemos atender las necesidades más básicas; queremos subir la recaudación fiscal, pero derrochamos Q10 millones en un relevo presidencial ¿Qué pensará un español o un griego a quien su gobierno le reduce prestaciones mientras envían dinero para que los guatemaltecos lo gasten en una suntuosa investidura presidencial? Somos unos hipócritas consumados y permisivos que dejamos hace tiempo de tener vergüenza y respeto propio y únicamente nos queda la piel de la cobardía que se endurece, cual callo, con el tiempo.
Podríamos haber gastado los millones en algo productivo -o en lo que nos diera la gana- a fin de cuentas el dinero es nuestro y no de quienes los despilfarraron. Repartir medio millón de almuerzos y evitar muertes por desnutrición; contratar por un año a 250 policías para enfrentar los asesinatos y la violencia que nos consume; construir 100 eco-escuelas con dos aulas cada una; incorporar a 300 maestros para que hagan su trabajo mas allá de las protestas sindicales; pavimentar las carreteras del país antes de que los agujeros nos traguen; irse de putas mas de 20,000 veces, aunque eso sería variable en función de si proceden de la línea o de un club de élite; adquirir otras tantas botellas de Zacapa Centenario para repartirlas entre los beodos visitantes o bebérselas a solas mientras, como aquel rey moro, mientras alguien llora como mujer lo que no supo hacer hombre; organizar numerosas fiestas con pititangas y viagras corriendo con inusual alegría; dotar de motocicletas y vehículos policiales en condiciones a las fuerzas de seguridad; comprarle pistolillas nuevas, fusiles en reúso o aviones de segunda mano a un ejército nacional que nadie moderniza; organizar “cajas chicas” para que los diputados caraduras las gasten en fiestillas privadas, gasolina para carros, loas acaloradas al dios Baco o caprichos similares, etc. Sin embargo, “elegimos donarlas” para un festejo “público” al que fueron invitados unos pocos y del que “las iglesias” dieron su visto bueno -como en la época imperial- con tedeum incluidos, aunque sustituyeron la corona y el cetro por Ferragamo, Chanel, Herrera, Rolex y otras joyas de la corona.
¿Son necesarias esas visitas cuando hay embajadores de cada país que pueden asistir a un acto simple y sobrio? ¿Por qué aceptamos sin rechistar que eso “del protocolo” tiene que ser así? ¡Claro que tenemos lo que nos merecemos! si permitimos que sigan viviendo del cuento. Aparecerán con sirenas y carros de guaruras pidiendo que nos quitemos del carril porque quieren pasar, al igual que cierran las calles de uso público. Hay que ser contundente con los abusos, siempre sin sentido, y este -el cambio de mandatario- debería ser un acto sencillo en el Congreso, donde dieran agua pura, café nacional y algún que otro chocolate. El resto, lujo al que no deberíamos contribuir para que la quinceañera tenga su fiesta, aunque comience dos horas tarde y sin algunos diputados que no son sino “golpistas técnicos”. Si la quieren, que la paguen de su bolsa los entrantes y los salientes ¡Qué oportunidad perdida para haber dado una nueva imagen!
PD: ensayen los besos la próxima vez.
¡Qué bonito el acto de investidura! ¡Cuánto mandatario por acá? Qué orgasmo de satisfacción más especial ver calles cortadas, vehículos con sirenas que desviaban a ciudadanos que pretendían desplazarse y estaban ajenos a lo que ocurría, policías distraídos que no vigilaban donde a diario todos saben que asaltan, porque estaban cuidando a tan “majestuosas personalidades”. Somos pobres y pedigüeños, y constantemente solicitamos ayuda internacional porque no podemos atender las necesidades más básicas; queremos subir la recaudación fiscal, pero derrochamos Q10 millones en un relevo presidencial ¿Qué pensará un español o un griego a quien su gobierno le reduce prestaciones mientras envían dinero para que los guatemaltecos lo gasten en una suntuosa investidura presidencial? Somos unos hipócritas consumados y permisivos que dejamos hace tiempo de tener vergüenza y respeto propio y únicamente nos queda la piel de la cobardía que se endurece, cual callo, con el tiempo.
Podríamos haber gastado los millones en algo productivo -o en lo que nos diera la gana- a fin de cuentas el dinero es nuestro y no de quienes los despilfarraron. Repartir medio millón de almuerzos y evitar muertes por desnutrición; contratar por un año a 250 policías para enfrentar los asesinatos y la violencia que nos consume; construir 100 eco-escuelas con dos aulas cada una; incorporar a 300 maestros para que hagan su trabajo mas allá de las protestas sindicales; pavimentar las carreteras del país antes de que los agujeros nos traguen; irse de putas mas de 20,000 veces, aunque eso sería variable en función de si proceden de la línea o de un club de élite; adquirir otras tantas botellas de Zacapa Centenario para repartirlas entre los beodos visitantes o bebérselas a solas mientras, como aquel rey moro, mientras alguien llora como mujer lo que no supo hacer hombre; organizar numerosas fiestas con pititangas y viagras corriendo con inusual alegría; dotar de motocicletas y vehículos policiales en condiciones a las fuerzas de seguridad; comprarle pistolillas nuevas, fusiles en reúso o aviones de segunda mano a un ejército nacional que nadie moderniza; organizar “cajas chicas” para que los diputados caraduras las gasten en fiestillas privadas, gasolina para carros, loas acaloradas al dios Baco o caprichos similares, etc. Sin embargo, “elegimos donarlas” para un festejo “público” al que fueron invitados unos pocos y del que “las iglesias” dieron su visto bueno -como en la época imperial- con tedeum incluidos, aunque sustituyeron la corona y el cetro por Ferragamo, Chanel, Herrera, Rolex y otras joyas de la corona.
¿Son necesarias esas visitas cuando hay embajadores de cada país que pueden asistir a un acto simple y sobrio? ¿Por qué aceptamos sin rechistar que eso “del protocolo” tiene que ser así? ¡Claro que tenemos lo que nos merecemos! si permitimos que sigan viviendo del cuento. Aparecerán con sirenas y carros de guaruras pidiendo que nos quitemos del carril porque quieren pasar, al igual que cierran las calles de uso público. Hay que ser contundente con los abusos, siempre sin sentido, y este -el cambio de mandatario- debería ser un acto sencillo en el Congreso, donde dieran agua pura, café nacional y algún que otro chocolate. El resto, lujo al que no deberíamos contribuir para que la quinceañera tenga su fiesta, aunque comience dos horas tarde y sin algunos diputados que no son sino “golpistas técnicos”. Si la quieren, que la paguen de su bolsa los entrantes y los salientes ¡Qué oportunidad perdida para haber dado una nueva imagen!
PD: ensayen los besos la próxima vez.
lunes, 9 de enero de 2012
De guerras y genocidios
O se emplea la terminología adecuada o mejor callar hasta encontrarla
Ciertos analistas -coincidentemente son los habituales- manifiestan machaconamente que el conflicto armado guatemalteco fue una guerra en la que se cometió genocidio. Puede que sea por error, aunque no hay que descartar la mala fe. El término “guerra” es un concepto político-jurídico en el marco general del derecho internacional que se refleja en la mayoría de las constituciones del mundo. A modo de ejemplo, el artículo 171 de la Constitución nacional lo contempla. La guerra se declara y consecuentemente la paz se firma. Si embargo para que “exista” -desde un punto de vista formal- debe haber un pronunciamiento oficial del Estado que la proclama, de lo contrario no es correcto hablar de guerra. Así, la “guerra contra el terrorismo”, la “guerra en Irak”, la “guerra contra las drogas” y otras manifestaciones similares son ficciones que no se ajustan al adecuado marco conceptual.
Lo mismo que ocurre con el término anterior -y con idéntica alegría mediática- emplean el de genocidio. Para hablar de tal, como figura en el convenio, debe de existir “la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional” algo difícilmente demostrable que además no existe en ninguno de los planes operativos militares del conflicto interno. No se ha comentado suficientemente la posibilidad de cometer acciones que contempla el tratado sin que tengan que ser calificadas de genocidio. Por ejemplo, puede haber "matanzas de miembros de un grupo", al igual que pudiera haber “traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”, pero si no existe la intención de destruirlo, no formaría parte de esa tipificación y no necesariamente constituiría tal delito. No obstante el uso del término es un excelente argumento político por dos razones importantes. La primera que no prescribe y por tanto se puede perseguir en cualquier momento. La segunda que conlleva una importante carga emotiva asociada a matanzas (genocidios) como la de judíos en la segunda guerra mundial o mas recientemente entre hutus y tutsis.
Ciertos medios de comunicación y articulistas, usan esa terminología ante la falta de otra mas apropia (como con aquel “golpe de Estado” en Honduras) o porque conviene para conseguir interesados fines más allá de la supuesta justicia que pretenden. Si se admiten los argumentos de quienes así opinan y de otros “expertos”, el mayor genocida de este país fue Miguel Ángel Asturias quien en su tesis de graduación -el problema social del indio- llegó a proponer la mezcla de sangre indígena con otra europea con el fin de mejorar un colectivo que reiteradamente definió como defectuoso y tarado, mostrando una clara intención contra un grupo ¿Habrá un juicio histórico?, porque ni siquiera se menciona en esta discusión. Otros “genocidas” serían las Naciones Unidas por retirar misiones de paz a sabiendas de que se cometerían matanzas étnicas, como ocurrió en Ruanda; el presidente Ahmadinejad, al promover la destrucción de Israel o el peruano Humala quien quería fusilar a los homosexuales. En esto, como en otras cosas, predomina la acritud, la venganza, la cortedad de mente, el interés crematístico o simplemente el protagonismo a cualquier precio, sin mucha discusión más allá de la ideológica. Por cierto, los mismos indígenas a quienes “querían destruir” servían como soldados en el Ejército “destructor” y ahí no eran "masacrados", contradicción que no niega matanzas por aclarar ni delitos que no deben ocultarse, pero de ahí a lo otro hay un abismo jurídico, una intencionalidad política y mucha torpeza o mala leche permanente.
Ciertos analistas -coincidentemente son los habituales- manifiestan machaconamente que el conflicto armado guatemalteco fue una guerra en la que se cometió genocidio. Puede que sea por error, aunque no hay que descartar la mala fe. El término “guerra” es un concepto político-jurídico en el marco general del derecho internacional que se refleja en la mayoría de las constituciones del mundo. A modo de ejemplo, el artículo 171 de la Constitución nacional lo contempla. La guerra se declara y consecuentemente la paz se firma. Si embargo para que “exista” -desde un punto de vista formal- debe haber un pronunciamiento oficial del Estado que la proclama, de lo contrario no es correcto hablar de guerra. Así, la “guerra contra el terrorismo”, la “guerra en Irak”, la “guerra contra las drogas” y otras manifestaciones similares son ficciones que no se ajustan al adecuado marco conceptual.
Lo mismo que ocurre con el término anterior -y con idéntica alegría mediática- emplean el de genocidio. Para hablar de tal, como figura en el convenio, debe de existir “la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional” algo difícilmente demostrable que además no existe en ninguno de los planes operativos militares del conflicto interno. No se ha comentado suficientemente la posibilidad de cometer acciones que contempla el tratado sin que tengan que ser calificadas de genocidio. Por ejemplo, puede haber "matanzas de miembros de un grupo", al igual que pudiera haber “traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”, pero si no existe la intención de destruirlo, no formaría parte de esa tipificación y no necesariamente constituiría tal delito. No obstante el uso del término es un excelente argumento político por dos razones importantes. La primera que no prescribe y por tanto se puede perseguir en cualquier momento. La segunda que conlleva una importante carga emotiva asociada a matanzas (genocidios) como la de judíos en la segunda guerra mundial o mas recientemente entre hutus y tutsis.
Ciertos medios de comunicación y articulistas, usan esa terminología ante la falta de otra mas apropia (como con aquel “golpe de Estado” en Honduras) o porque conviene para conseguir interesados fines más allá de la supuesta justicia que pretenden. Si se admiten los argumentos de quienes así opinan y de otros “expertos”, el mayor genocida de este país fue Miguel Ángel Asturias quien en su tesis de graduación -el problema social del indio- llegó a proponer la mezcla de sangre indígena con otra europea con el fin de mejorar un colectivo que reiteradamente definió como defectuoso y tarado, mostrando una clara intención contra un grupo ¿Habrá un juicio histórico?, porque ni siquiera se menciona en esta discusión. Otros “genocidas” serían las Naciones Unidas por retirar misiones de paz a sabiendas de que se cometerían matanzas étnicas, como ocurrió en Ruanda; el presidente Ahmadinejad, al promover la destrucción de Israel o el peruano Humala quien quería fusilar a los homosexuales. En esto, como en otras cosas, predomina la acritud, la venganza, la cortedad de mente, el interés crematístico o simplemente el protagonismo a cualquier precio, sin mucha discusión más allá de la ideológica. Por cierto, los mismos indígenas a quienes “querían destruir” servían como soldados en el Ejército “destructor” y ahí no eran "masacrados", contradicción que no niega matanzas por aclarar ni delitos que no deben ocultarse, pero de ahí a lo otro hay un abismo jurídico, una intencionalidad política y mucha torpeza o mala leche permanente.
martes, 3 de enero de 2012
Año Nuevo, ¿vida nueva?
Simulacro de paz terminado. Guarden los buenos deseos. Comenzamos de nuevo.
Terminó un año lleno de anécdotas y particularidades, como otros. A ese 2011, sin embargo, hay que agregarle ser el último de la gestión de una saga electa de forajidos y depredadores con sospechosa cara de inocentes. El año nuevo abre una puerta a la esperanza perdida desde hace tiempo. Se acaba el tiempo del tragicómico binomio gobernante y se abrirá un espacio para que otros puedan hacer lo que por tiempo se ha venido esperando. Habrá una oportunidad -posiblemente la última- para componer un país carcomido hasta la médula por la corrupción, el nepotismo, el compadrazgo y el ejercicio institucionalizado y descarado del robo desde la función pública. Debe comenzar una nueva era y enderezar ese rumbo que, cual beodo -que coincidencia-, no parece encontrar el camino recto.
Es hora de ignorar a personajes oprobiosos desaparecidos, como el trepa e inmaduro de Baldizón cuyas prefabricadas e infantiles promesas no calaron en una población cansada de mentiras. También de marcarle un outside a la mangoneadora "ex" a quien la justicia puso en su lugar, no sin que antes despachara caprichosamente algunos cientos de millones en beneficio propio o clientelar. Momento de señalar a los diputados corruptos que despilfarran con profesional descaro, hacen negocios sucios que nadie denuncia o con silencio cómplice permiten que otros compañeros (as) "honorables" los hagan, sin tener los pantalones -ni las faldas- de denunciarlos por muy buenos y fiscalizadores que se venden de cara a la galería. Hay que devolver las riendas del país donde siempre deberían haber estado: en manos de ciudadanos responsables, y quitárselas a ese grupito de envalentonados, silenciosos y mafiosos que pretenden seguir jugando su partida de ajedrez sin importarle "los peones" que sacrifican ni los crímenes que consienten con su impasibilidad.
Crearon de prisa y con sorpresa un sindicato en Gobernación, aunque tuvieron cuatro años para hacerlo; duplicaron el sueldo a la Contralora; redujeron el horario de los empleados del Ministerio de Economía, dejando la jornada laboral en 6.45 horas, mas 1.15 horas para comidas; generaron en Salud el mayor caos de los últimos años; no se sabe a cuanto asciende la deuda flotante; ordenaron cortar el suministro eléctrico en Xela y aledaños, aunque no se hizo efectivo; duplicaron la deuda publica; redireccionaron -con el habitual descaro- dinero sobrante de otras dependencias para difundir mas propaganda mentirosa que amortigüe la fenomenal pitada que se escuchará el día 14 cuando dejen el poder, y casi todo eso en el ultimo mes del año. No solo han sido nefastos, estériles e inútiles manifiestos sino que ahora muestran el lado habitual de la agresividad y de la venganza y no cejan en empedrar el camino para frenar a los que vienen poniendo obstáculos en todas las dependencias que pueden.
La vida nueva que deseamos, nadie -que no seamos nosotros mismos- nos la dará. Inútil esperar un salvador, un caudillo o un príncipe. No aparecerá mas que el sapo de costumbre que, aunque lo besemos, seguirá siendo batracio con diferente grado de repugnancia y con capacidad de saltarse los obstáculos legales. No perdamos otra oportunidad, seria catastrófico y diría muy poco de nosotros. Tomemos las riendas del destino y despidamos a los delincuentes como se merecen, con silbidos, abucheos, criticas y sobre todo, con el código penal que parece que comienza a tomar protagonismo en el país y a poner entre rejas a criminales ¡Feliz 2012!.., para algunos.
Terminó un año lleno de anécdotas y particularidades, como otros. A ese 2011, sin embargo, hay que agregarle ser el último de la gestión de una saga electa de forajidos y depredadores con sospechosa cara de inocentes. El año nuevo abre una puerta a la esperanza perdida desde hace tiempo. Se acaba el tiempo del tragicómico binomio gobernante y se abrirá un espacio para que otros puedan hacer lo que por tiempo se ha venido esperando. Habrá una oportunidad -posiblemente la última- para componer un país carcomido hasta la médula por la corrupción, el nepotismo, el compadrazgo y el ejercicio institucionalizado y descarado del robo desde la función pública. Debe comenzar una nueva era y enderezar ese rumbo que, cual beodo -que coincidencia-, no parece encontrar el camino recto.
Es hora de ignorar a personajes oprobiosos desaparecidos, como el trepa e inmaduro de Baldizón cuyas prefabricadas e infantiles promesas no calaron en una población cansada de mentiras. También de marcarle un outside a la mangoneadora "ex" a quien la justicia puso en su lugar, no sin que antes despachara caprichosamente algunos cientos de millones en beneficio propio o clientelar. Momento de señalar a los diputados corruptos que despilfarran con profesional descaro, hacen negocios sucios que nadie denuncia o con silencio cómplice permiten que otros compañeros (as) "honorables" los hagan, sin tener los pantalones -ni las faldas- de denunciarlos por muy buenos y fiscalizadores que se venden de cara a la galería. Hay que devolver las riendas del país donde siempre deberían haber estado: en manos de ciudadanos responsables, y quitárselas a ese grupito de envalentonados, silenciosos y mafiosos que pretenden seguir jugando su partida de ajedrez sin importarle "los peones" que sacrifican ni los crímenes que consienten con su impasibilidad.
Crearon de prisa y con sorpresa un sindicato en Gobernación, aunque tuvieron cuatro años para hacerlo; duplicaron el sueldo a la Contralora; redujeron el horario de los empleados del Ministerio de Economía, dejando la jornada laboral en 6.45 horas, mas 1.15 horas para comidas; generaron en Salud el mayor caos de los últimos años; no se sabe a cuanto asciende la deuda flotante; ordenaron cortar el suministro eléctrico en Xela y aledaños, aunque no se hizo efectivo; duplicaron la deuda publica; redireccionaron -con el habitual descaro- dinero sobrante de otras dependencias para difundir mas propaganda mentirosa que amortigüe la fenomenal pitada que se escuchará el día 14 cuando dejen el poder, y casi todo eso en el ultimo mes del año. No solo han sido nefastos, estériles e inútiles manifiestos sino que ahora muestran el lado habitual de la agresividad y de la venganza y no cejan en empedrar el camino para frenar a los que vienen poniendo obstáculos en todas las dependencias que pueden.
La vida nueva que deseamos, nadie -que no seamos nosotros mismos- nos la dará. Inútil esperar un salvador, un caudillo o un príncipe. No aparecerá mas que el sapo de costumbre que, aunque lo besemos, seguirá siendo batracio con diferente grado de repugnancia y con capacidad de saltarse los obstáculos legales. No perdamos otra oportunidad, seria catastrófico y diría muy poco de nosotros. Tomemos las riendas del destino y despidamos a los delincuentes como se merecen, con silbidos, abucheos, criticas y sobre todo, con el código penal que parece que comienza a tomar protagonismo en el país y a poner entre rejas a criminales ¡Feliz 2012!.., para algunos.
¿Quién removió el hormiguero?
Ningún monopolio suele ser bueno. El de la "verdad", tampoco.
El décimo quinto aniversario de la firma de la paz evidencia de nuevo que jamás se concretó el proceso que se pretendía. Desde aquel lejano 1996 en que se materializó una idea político-estratégica y se dejó -teóricamente- de combatir, muchas cosas han sucedido. Hoy mueren más personas por violencia que durante el conflicto armado y la polarización se acentúa por días. Se acaba el monopolio de los (y las) columnistas y oenegistas que, con dinero de donantes, construyeron una ficción perpetuada en una premio Nobel con nula capacidad de liderazgo y convocatoria (algo constatado) y de otras (y otros) que encontraron un filón en lo internacional para inmolarse y contar historias que hacen llorar o encogen corazones, aunque no se ajusten necesariamente a la verdad, lo que no niega hechos muy violentos cometidos por ambos bandos, sin importar el porcentaje. Las recientes denuncias de personas perjudicadas por la guerrilla ha hecho resurgir el “otro lado", el contrapunto al discurso monopólico hasta ahora existente, y súbitamente aparecen nombres, lugares, asesinatos "olvidados" y otros hechos que cuestionan a quienes sistemáticamente -casi de oficio- acusan únicamente al ejército de las debacles del pasado. Narraron por años una sola parte de la historia y el repentino surgimiento de otra configura la balanza que los (y las) de siempre no aceptan porque hasta ahora lo resumían, sin discusión, en un único volumen histórico ¡Como si los militares fuesen asesinos y el enemigo “fantasma” que usaba armas mortíferas, organizaba emboscadas, secuestraba, tortura y asesinaba a civiles, nunca hubiese existido! Se publican mas libros de ex guerrilleros, ex militares e historiadores que exponen los hechos de forma diferente, reconociendo lo que ocurrió: acciones muy crueles propias de cualquier conflicto y no distintas a otros. Han elegido a un ex militar como presidente y las (y los) de costumbre deciden ignorar la voluntad de la mayoría pregonando un interesado o prefabricado pasado, algo que no ocurrió cuando el presidente fue economista o ingeniero o la ilegal ex candidata, de su cuerda ideológica. No pueden permitir que alguien democráticamente votado por la mayoría pero retirado del ejército -al que atacan sistemáticamente- ocupe la presidencia, simplemente debilita los frágiles cimientos sobre los que han edificado toda una falacia histórica. Quienes se promueven como referentes de la “verdad” ocupan desde hace años altos puestos administrativos: ministerios, cargos internacionales en derechos humanos, asesores presidenciales o embajadoras de “buena” voluntad, viven del cuento o de la dádiva internacional, hacen del conflicto su modus vivendi y se dedican a viajar y a exponer esa versión pintoresca que le interesa oír a una comunidad internacional adormecida en otro nivel político mientras tranquiliza su conciencia ayudando a pobres y subdesarrollados. La contraparte rompe esa vida teatral-circense, les mueve la "caja chica" y evidencia otra realidad, mostrando al mundo que lo único cierto es que en una guerra muere mucha gente y que las “víctimas de la violencia” no se reducen a una elite escogida sino a varias generaciones. Podemos seguir, como en Argentina, encarcelando a militares mientras ex guerrilleros mueven los hilos, suerte que cambiara en algún momento. Procesar, como en España, a jueces-estrella que quieren crear una inexistente “memoria histórica” o adoptar un modelo propio. Continuar así solo sirve para promover otro tipo de violencia y perder quince años mas.
El décimo quinto aniversario de la firma de la paz evidencia de nuevo que jamás se concretó el proceso que se pretendía. Desde aquel lejano 1996 en que se materializó una idea político-estratégica y se dejó -teóricamente- de combatir, muchas cosas han sucedido. Hoy mueren más personas por violencia que durante el conflicto armado y la polarización se acentúa por días. Se acaba el monopolio de los (y las) columnistas y oenegistas que, con dinero de donantes, construyeron una ficción perpetuada en una premio Nobel con nula capacidad de liderazgo y convocatoria (algo constatado) y de otras (y otros) que encontraron un filón en lo internacional para inmolarse y contar historias que hacen llorar o encogen corazones, aunque no se ajusten necesariamente a la verdad, lo que no niega hechos muy violentos cometidos por ambos bandos, sin importar el porcentaje. Las recientes denuncias de personas perjudicadas por la guerrilla ha hecho resurgir el “otro lado", el contrapunto al discurso monopólico hasta ahora existente, y súbitamente aparecen nombres, lugares, asesinatos "olvidados" y otros hechos que cuestionan a quienes sistemáticamente -casi de oficio- acusan únicamente al ejército de las debacles del pasado. Narraron por años una sola parte de la historia y el repentino surgimiento de otra configura la balanza que los (y las) de siempre no aceptan porque hasta ahora lo resumían, sin discusión, en un único volumen histórico ¡Como si los militares fuesen asesinos y el enemigo “fantasma” que usaba armas mortíferas, organizaba emboscadas, secuestraba, tortura y asesinaba a civiles, nunca hubiese existido! Se publican mas libros de ex guerrilleros, ex militares e historiadores que exponen los hechos de forma diferente, reconociendo lo que ocurrió: acciones muy crueles propias de cualquier conflicto y no distintas a otros. Han elegido a un ex militar como presidente y las (y los) de costumbre deciden ignorar la voluntad de la mayoría pregonando un interesado o prefabricado pasado, algo que no ocurrió cuando el presidente fue economista o ingeniero o la ilegal ex candidata, de su cuerda ideológica. No pueden permitir que alguien democráticamente votado por la mayoría pero retirado del ejército -al que atacan sistemáticamente- ocupe la presidencia, simplemente debilita los frágiles cimientos sobre los que han edificado toda una falacia histórica. Quienes se promueven como referentes de la “verdad” ocupan desde hace años altos puestos administrativos: ministerios, cargos internacionales en derechos humanos, asesores presidenciales o embajadoras de “buena” voluntad, viven del cuento o de la dádiva internacional, hacen del conflicto su modus vivendi y se dedican a viajar y a exponer esa versión pintoresca que le interesa oír a una comunidad internacional adormecida en otro nivel político mientras tranquiliza su conciencia ayudando a pobres y subdesarrollados. La contraparte rompe esa vida teatral-circense, les mueve la "caja chica" y evidencia otra realidad, mostrando al mundo que lo único cierto es que en una guerra muere mucha gente y que las “víctimas de la violencia” no se reducen a una elite escogida sino a varias generaciones. Podemos seguir, como en Argentina, encarcelando a militares mientras ex guerrilleros mueven los hilos, suerte que cambiara en algún momento. Procesar, como en España, a jueces-estrella que quieren crear una inexistente “memoria histórica” o adoptar un modelo propio. Continuar así solo sirve para promover otro tipo de violencia y perder quince años mas.
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